Doctrinas de la Gracia

24 sept 2015

El abrazo de Jesús



EL ABRAZO DE JESÚS

El sol se ocultaba, el cielo purpura teñía, Cubierto está mi cuerpo de sucios harapos, cabellera y barba de olores no muy gratos, descalzo ampollaba, sandalias no había. Sed, hambre y frío sentía, el cuerpo molido No había fuerzas, si dolor, la muerte rondaba. Cansado arrastraba mis pies afligido, Perdida la esperanza, temor me embargaba. ¿Qué fue de mi casa? ¿Qué paso con los míos? ¿Qué pasó con mis ropas, y que con mis zapatos? ¿De dónde el cansancio? ¿Porque hambre y frío? Preguntabame a veces. Olvidabame a ratos. Mi razón no encontraba a mis dudas respuestas, Perdido me hallaba, con mi soledad a cuestas. Montañas y nubes y un riachuelo lejano, Donde están las ciudades? Indagaba en vano. Un grupo de hombres divisé a lo lejos Rodeaban a uno y atentos lo escuchaban, Dos a mi vinieron, prestos me empujaban Tres más enojados me azotaron sus rejos. Aquel que les hablaba gritoles: ¡dejadle!!! Hacia mi caminó, por mi estado atraído En el suelo me hallaba sin aliento vencido Su mano extendida, me decía ¡tomadme!!! Me sostuve de ella, así mismo mi vida Alce el mentón, los míos sus ojos cruzaban. Era Él no hay duda. Su semblante decía, ¿Es posible? Jesús frente a mí se encontraba. No eran las imágenes que de Él recordaba Era el amor infinito de su tierna mirada Llenaba mis entrañas, menester nada había, Terminaba el dolor, el cansancio acababa, Hambre sed y frío, de gozo Él suplía. Gracia y gloria vivía, aquello era sublime Me atrajo hacia Él, Me rodeo con sus brazos. Quebrantado lloré y me fundí en su regazo, Inefable momento miseria mía Él redime. De cálido paño, en su frazada mi mejilla Quedarme así por siempre, deseaba mi alma, Abrazado a mi Dios, alfarero y yo arcilla Celestial su fragancia, me arrulla su calma. Su voz tierna y paterna susurró a mi oído: “No temas, pues Yo siempre estaré contigo. Aleja de ti tu falta, que yo de ella me olvido, Medita mi palabra y habla a diario conmigo”. Despertome el alba en mi casa y mi lecho, Buscaron mis sentidos nuevamente verle. Su perfume en el aire afín al de su pecho, Sentí que no fue sueño y fue real tenerle.

Cesar Ángel 
septiembre 24 de 2015

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