El Tabernáculo o
Santuario (en hebreo, מִשְׁכָּן, Mishkán, «morada» de forma literal), según el
Tanaj (Antiguo Testamento), fue el santuario móvil construido por los
israelitas bajo las instrucciones dadas por Yahveh a Moisés en el monte Sinaí.
Llamado también El Tabernáculo del Éxodo, Tabernáculo de Moisés y Tienda del
Encuentro.
El tabernáculo era
un santuario itinerante dedicado a Dios en donde había un espacio llamado
"Lugar santísimo" en la que estaba la presencia de Dios mismo.
El tabernáculo era una
tienda móvil y transportable, que se montaba y se desmontaba, pues el pueblo de
Israel recorría el desierto hacía la "Tierra prometida".
El Tabernáculo
cumplía la función de ser Morada Santa de Dios que iba con su pueblo en su
peregrinaje.
El tabernáculo era
el lugar Santo donde los israelitas iban a presentar sus oraciones, sus
sacrificios y sus alabanzas a Dios. Fue el punto focal de la antigua cultura
hebrea hasta que Salomón construyó el Primer Templo en Jerusalén.
Pero, ¿Qué es el tabernáculo? ¿Cuál fue exactamente su función? ¿Cómo alojó a Dios el Tabernáculo del Éxodo? ¿Cómo condujo a Israel?
El tabernáculo de
Moisés es una pieza fascinante de la historia israelita y un hermoso ejemplo de
la presencia de Dios entre su pueblo.
El pueblo de Israel
construyó el tabernáculo mientras vagaba por el desierto luego de que Dios los
liberó de la esclavitud en Egipto. Dios les dio instrucciones muy específicas a
través de Moisés sobre su diseño y los materiales a usar.
Por eso, muchos
hablan del tabernáculo como el tabernáculo de Moisés, pues él recibió las
instrucciones de parte de Dios y las comunicó al pueblo. Moisés se encargó de
que todo se hiciera tal y como Dios le había indicado.
El tabernáculo se
construyó con ofrendas voluntarias del pueblo tal como lo pidió Dios. Todos los
que quisieron, ofrendaron por voluntad propia y por amor a Dios.
Éxodo 25: 1 al
40:38 describe el mandato de Dios a Moisés de construir un tabernáculo para que
Él more entre Su pueblo en el desierto. Esta palabra, «tabernáculo», se traduce
literalmente como «lugar de habitación». En su forma original aquí en Éxodo es
una tienda. Sería la morada de Dios entre Israel en el desierto.
El significado del
tabernáculo y sus partes
Muchos de los símbolos que
encontramos en el tabernáculo eran proféticos y apuntaban hacia Jesús.
El tabernáculo
Simbolizaba la presencia de Dios en
medio de su pueblo. Era donde llevaban los sacrificios y rendían adoración a Dios. Puede
ser el símbolo de varias cosas. Primero, de Jesús, Dios con
nosotros (Isaías 7:14; Mateo 1:23). Luego, de la presencia de Dios en
medio de las alabanzas de su pueblo (Salmo 22:3). Y puede ser símbolo de los
creyentes en Jesús. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1
Corintios 6:19). Juan 14:23: «Le contestó Jesús: El que me ama, obedecerá mi
palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él.»
La entrada
Había una sola entrada frente a la
mesa de los sacrificios. La entrada es símbolo de Jesús. Jesús dice
en Juan 10:9: «Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será
salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos.»
El altar de bronce
para los sacrificios
Este altar simboliza a Jesús,
el sacrificio perfecto y sin mancha. Hebreos 9:13-14 lo explica de la siguiente
manera:
La sangre de machos
cabríos y de toros, y las cenizas de una novilla rociadas sobre personas
impuras, las santifican de modo que quedan limpias por fuera. Si esto es así,
¡cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu eterno se ofreció
sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la
muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente!
(hebreos 9:13-14)
La fuente o lavacro
Los sacerdotes se lavaban las manos y
los pies en la fuente como símbolo de la limpieza necesaria antes
de entrar al lugar santo. Puede ser un símbolo del bautismo, la
necesidad de nacer del agua. Juan 3:5: «Yo te aseguro que quien no nazca de
agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.»
La mesa de los
panes
Esta mesa servía como recordatorio
de la provisión constante de Dios para el pueblo
durante los 40 años que vagaron por el desierto, provisión de alimento, de su
presencia y de protección. La mesa también habla de Jesús, el pan
de vida. Juan 6:35: «Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene
nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.»
El candelabro
Este también puede ser un símbolo
de Jesús, la luz del mundo. Juan 8:12: «Una vez más Jesús se
dirigió a la gente, y les dijo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» También puede
representar la Palabra de Dios que alumbra nuestro camino
(Salmo 119:105) y la gloria del Señor que trae luz espiritual
a nuestras vidas y nos muestra a Jesús (Apocalipsis 21:23).
El altar de oro
para el incienso
Aquí era donde el sacerdote
presentaba las oraciones del pueblo ante Dios. Allí intercedía por el
pueblo como Jesús intercede por nosotros (Juan
17:9; 14:16). Habla también de las oraciones de los santos subiendo
ante el trono de Dios (Apocalipsis 8:3-4).
El velo
Este separaba el lugar santo del
lugar santísimo y era muy elaborado y pesado. Habla de la separación entre
la santidad de Dios y el pecado del hombre. El sumo sacerdote era el único al
que se le permitía pasar al otro lado una vez al año. Este es el velo que se
rasgó cuando Jesús fue crucificado (Mateo 21:50-51). Gracias al sacrificio de
Jesús los hijos de Dios somos ahora sacerdotes (1 Pedro 2:9) y podemos
acceder a su presencia en cualquier momento a través de la oración.
El arca del
testimonio
Era un símbolo de la
presencia de Dios entre su pueblo y del pacto que había establecido
con ellos. Era el lugar en el cual el sumo sacerdote ofrecía los sacrificios
para la expiación de sus pecados y los del pueblo.
El sacerdote rociaba la sangre de los
animales sobre el arca. Esto simbolizaba la sangre de Jesús que
limpió nuestros pecados (1 Juan 1:7). En Juan 1:29b, mientras Juan el Bautista
miraba a Jesús, dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo!»
Componentes del
tabernáculo
Dios dio instrucciones precisas a Moisés sobre cómo debían construir el tabernáculo. Este constaría de dos partes principales: el atrio (o patio exterior) y la tienda o santuario, compuesto por el lugar santo y el lugar santísimo. El pueblo debía construir todo tal y como Dios había indicado a Moisés. Él les recordó esto en diversas ocasiones como vemos en Éxodo 25:9, 40; 26:30; 27:8. Dios da mucho valor a la obediencia de su pueblo.
El tabernáculo. Imagen de Adik86
1. Estructura
exterior del atrio (Éxodo 27:9-19)
El área del
tabernáculo estaba rodeada por una gran estructura rectangular demarcada por
cortinas de lino fino, veinte postes y veinte bases de bronce en los dos lados
más largos. Estos debían estar posicionados hacia el norte y hacia el sur. La
cortina de entrada debía estar en dirección este, hacia la salida del sol. El
atrio o espacio exterior medía 45 metros de largo y 22,5 metros de ancho.
Todo el pueblo
podía acceder a la zona del atrio. Todo el que quisiera presentar
sacrificios a Dios podía entrar por la puerta colocada al lado este y dirigirse
al altar de los holocaustos.
Cortina de entrada
al atrio
A la entrada había
una cortina de 9 metros de largo. Estaba hecha de púrpura, carmesí, escarlata y
lino fino, recamada artísticamente. La sostenían cuatro postes y cuatro bases
(Éxodo 27:16). Las estacas y todos los utensilios de servicio que se usarían en
el santuario debían ser de bronce.
El altar de bronce
para los sacrificios
Esta era la zona
del atrio donde se realizaban los sacrificios a Dios y ahí podía
acceder todo el pueblo. Era lo primero que veían al entrar. Servía
como recordatorio de que, para entrar a la presencia del Señor, debían ofrecer
primero sacrificios para recibir el perdón de sus pecados.
Todo el altar
estaba cubierto de bronce formando una sola pieza (Éxodo 27:1-8). Era cuadrado,
de dos metros con treinta centímetros por lado y de un metro con treinta
centímetros de alto. Contenía unas varas que facilitaban su transporte.
El lavacro, fuente
o lavamanos
Esta fuente se hizo
«con los espejos de las mujeres que servían a la puerta de la tienda de
reunión», como dice Éxodo 38:8. La fuente estaba cubierta de bronce. Tenía un
pedestal de bronce y estaba colocada entre el santuario o tienda de reunión y
el altar para los sacrificios (Éxodo 30:17-21).
La fuente contenía
agua para que Aarón y sus hijos (los sacerdotes) se lavaran las manos y los pies
antes de entrar al lugar santo.
Siempre que entren
en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar y presenten al Señor
alguna ofrenda por fuego, deberán lavarse con agua las manos y los pies para
que no mueran. Esta será una ley perpetua para Aarón y sus descendientes por
todas las generaciones.
(Éxodo 30:20-21)
2. La tienda o
santuario
Solo los sacerdotes
tenían acceso al santuario o tienda de reunión. Para entrar,
cruzaban una cortina de tela azul, púrpura y escarlata sostenida por cinco columnas
de acacia revestidas de oro. El santuario estaba dividido entre el lugar santo
y el lugar santísimo. A este último solo podía entrar el sumo sacerdote una vez
al año, el día de la expiación.
El lugar santo
Los sacerdotes
accedían al lugar santo pasando por una cortina de tela azul, púrpura y
escarlata, y de lino fino torcido. Esta estaba colgada con ganchos de oro sobre
cinco columnas de madera de acacia que habían sido revestidas en oro. Las
columnas estaban afirmadas sobre cinco bases de bronce.
Dentro del lugar
santo, al lado norte, se encontraba la mesa de los panes de
la proposición. En el lado sur y frente a la mesa se encontraba el candelabro. El
altar de oro para el incienso estaba colocado delante del velo que
marcaba la entrada del lugar santísimo.
Sobre la mesa de madera de acacia
revestida en oro se colocaba el pan, o los doce panes de la Presencia. El
pan debía estar para siempre delante de Dios (Éxodo 25:30; Levítico 24:5-9).
Encima de la mesa
había fuentes, vasijas, jarros y tazones de oro puro que debían usarse en las
libaciones. Los panes se colocaban en dos hileras de seis panes cada una y
sobre cada una de las hileras se colocaba incienso puro.
La mesa con los
doce panes servía para recordar el pacto de Dios con su pueblo y su provisión
fiel. El incienso sobre los panes era una ofrenda encendida al Señor (Levítico
24:7).
El candelabro (o menorah)
estaba hecho de oro puro, labrado a martillo formando una sola pieza con sus
copas, sus cálices y sus flores. Era una pieza muy elaborada con siete brazos
que terminaban en forma de flor de almendro.
Las siete lámparas
del candelabro alumbraban la zona que quedaba delante de este, tal como Dios
alumbraba el camino de ellos y aun alumbra el nuestro. El aceite que se usaba
en las lámparas era aceite puro de olivas machacadas y debía arder
continuamente (Levítico 24:2).
El altar para el incienso era más pequeño que el de bronce, cuadrado, hecho de madera de acacia revestida de oro. Tenía un cuerno de oro en cada esquina; todo el altar formaba una sola pieza. Estaba colocado frente al velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo
Altar de incienso. Foto de Ben P L
Sobre este altar
Aarón debía quemar incienso aromático cada día y presentar las oraciones y
alabanzas del pueblo ante la presencia de Dios. El incienso debía arder día y
noche (Éxodo 30:7-8).
El lugar santísimo
Se conocía como
lugar santísimo a la última zona del tabernáculo. A esta zona, que era la más
sagrada, solo tenía acceso el sumo sacerdote en el día de la expiación (Éxodo
25:10-22; Levítico 23:27-32).
Aarón, el sumo
sacerdote, entraba al lugar santísimo a través de un velo que separaba el lugar
santo del lugar santísimo. El velo era muy grueso y alto, estaba confeccionado
con tela azul, púrpura, escarlata, y con lino fino que tenía querubines
bordados.
El velo estaba
colgado sobre cuatro columnas de madera de acacia revestidas de oro y se usaba
para cubrir el arca cuando la transportaban. El sumo sacerdote llevaba incienso
al entrar a la zona del arca para que el humo cubriera el resplandor de Dios.
Nadie debía ver la presencia del Señor. El que la viera, moriría (Éxodo 33:20).
Este espacio contenía el arca del testimonio sobre la que se colocaba el propiciatorio. El arca era de madera de acacia recubierta de oro puro por dentro y por fuera. Al igual que el tabernáculo, estaba preparada para ser transportada (Éxodo 25:10-15). En su interior Moisés colocaría el testimonio o las tablas de la ley que Dios le entregaría (Éxodo 25:21).
Arca de la alianza de Dios, de Fernando Shoiti SchatzmannHebreos 9:3-4 dice
sobre el arca:
Tras la segunda
cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía el altar de
oro para el incienso y el arca del pacto, toda recubierta de oro. Dentro del
arca había una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que había
retoñado, y las tablas del pacto.
(hebreos 9:3-4)
El propiciatorio estaba
hecho de oro puro y tenía dos querubines labrados en los dos extremos. Desde
allí Dios hablaba con el sumo sacerdote y le comunicaba su voluntad para el
pueblo.
Yo me reuniré allí
contigo en medio de los dos querubines que están sobre el arca del pacto. Desde
la parte superior del propiciatorio te daré todas las instrucciones que habrás
de comunicarles a los israelitas.
(Éxodo 25:22)
Fuente: subiblia.com
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