La obra sacrificial hecha en
la cruz por nuestro Señor Jesucristo, es descrita por doctrinas cuyos nombres,
en algunos casos, parecieran tener el
mismo significado y en otros son confusos y para muchos son nombres desconocidos. Estamos hablando de los términos: REDENCIÓN, EXPIACIÓN, REMISIÓN,
JUSTIFICACIÓN, PROPICIACIÓN, SUSTITUCIÓN, IMPUTACIÓN Y RECONCILIACIÓN.
El objetivo de este artículo
es explicar el significado de cada una de estas palabras que son también
doctrinas.
REDENCIÓN
La palabra redimir significa “comprar.” El término era usado específicamente con referencia al pago de la libertad de un esclavo. La aplicación de este término a la muerte de Cristo en la cruz, significa exactamente eso. Si somos “redimidos,” entonces nuestra condición previa era la de esclavitud. Dios ha pagado nuestra libertad, y ya no estamos bajo la esclavitud del pecado o de la ley del Antiguo Testamento. Este uso metafórico de la redención es la enseñanza de Gálatas 3:13; y 4:5.
En la antigüedad, el pueblo
de Israel estaba muy habituado a considerar los rescates a través de la
redención. Recordemos el clásico pasaje de Rut:
“Después le dijo
Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos” Rut
2:20
El concepto de redención
enmarcado en ese tiempo solo en leyes sociales, venía a ser parte de las
sombras o figuras que hablaban de lo que siglos más tarde Cristo realizaría en
la cruz.
Era necesario que alguien
pagara el precio de nuestro rescate. Era imprescindible que alguien comprara
nuestra libertad, y eso es lo que hizo nuestro amado Señor y Salvador
Jesucristo.
“Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios” 1 Corintios 6:20.
Todos necesitan de la redención.
Nuestra condición natural fue caracterizada por la culpa: “Por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” La redención de Cristo nos
ha librado de la culpa: “siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús.”
Los beneficios de la
redención incluyen la vida eterna (Apocalipsis 5:9-10), el perdón de los
pecados (Efesios 1:7), la justificación (Romanos 5:17), libertad de la
maldición de la ley (Gálatas 3:13), adopción dentro de la familia de Dios
(Gálatas 4:5), liberación de la esclavitud del pecado (Tito 2:14; 1 Pedro
1:14-18), paz con Dios (Colosenses 1:18-20), y la morada permanente del
Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20). Entonces, ser redimido es ser perdonado,
santificado, justificado, bendecido, liberado, adoptado y reconciliado. (Ver
también Salmos 130:7-8; Lucas 2:38; y Hechos 20:28).
La palabra rescate está
relacionada con el concepto cristiano de la redención. Jesús pagó el precio de
nuestra liberación del pecado (Mateo 20:28; 1 Timoteo 2:6). Su muerte fue
ofrecida a cambio de nuestra vida. De hecho, la Escritura dice claramente que
la redención sólo es posible “a través de Su sangre” (esto es, por Su muerte),
Colosenses 1:14.
Las calles del cielo estarán
llenas de ex-cautivos, quienes por ningún mérito propio, se encuentran
perdonados y libres. Los esclavos del pecado son convertidos en santos. No
sorprende que cantan un nuevo cántico—un cántico de alabanza al Redentor que
fue inmolado (Apocalipsis 5:9). Nosotros éramos esclavos del pecado, condenados
a una separación eterna de Dios. Jesús pagó el precio para redimirnos,
resultando en nuestra liberación de la esclavitud del pecado, y nuestro rescate
de las consecuencias eternas de ese pecado.
REMISIÓN
“Porque esto es mi sangre
del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”
Mateo 26:28
La palabra remisión denota
el acto de devolver algo a su origen o de enviarlo lejos.
En el antiguo testamento,
aparece el texto de levítico 16, en donde se ordena para el día de la expiación
apartar un macho cabrío que cargaría los pecados para “remitirlos” a Azazel. Si
bien, no existe mucha claridad en el origen de la palabra Azazel, se concluye
que su significado es algo así como una entidad demoníaca ubicada en lugares
desérticos, destino al cual era enviado aquel macho cabrío.
“Y pondrá Aarón sus dos
manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades
de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos
así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un
hombre destinado para esto” Levítico 16:21
El acto de remisión, en
otras palabras, significa tomar la carga del pecado y llevarla lejos. Como ya
hemos señalado, en el antiguo pacto, la imagen misma de las cosas y la obra de
Cristo en la cruz, aparecen en medio de figuras y símbolos, pero en el nuevo
pacto todo es hecho manifiesto con la muerte de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.
El Señor Jesucristo fue el
cordero de Dios destinado, desde antes de todas las cosas, para derramar su
sangre para remisión de nuestros pecados. Es importante precisar que no solo la
sangre es lo indispensable, sino que el derramamiento de la misma.
“Y casi todo es purificado,
según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”
Hebreos 9:22
Toda persona que cree de
todo corazón en el sacrificio de Cristo como único medio para alcanzar salvación,
obtiene esta bendita remisión. De esta manera, todos nuestros pecados han sido
enviados lejos de la presencia de Dios. Sin remisión, ningún hombre puede ser
salvo.
JUSTIFICACIÓN
En pocas palabras,
justificar es declarar justo; hacerlo a uno justo con Dios. La justificación,
es Dios declarando justos a aquellos que reciben a Cristo, basándose en que la
justicia de Cristo es imputada a la cuenta de aquellos que lo reciben. Aunque
la justificación, como un principio, se encuentra a través de toda la
Escritura, el pasaje más importante que describe la justificación en relación a
los creyentes está en romanos
3:21-26:
“Pero ahora, aparte de la
ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los
que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su
gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a
causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la
mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y
el que justifica al que es de la fe en Jesús."
Somos justificados,
declarados justos, al momento de nuestra salvación. La justificación no nos
hace justos, sino más bien declara nuestra justificación. Nuestra justificación
procede de poner nuestra fe en la obra terminada de Jesucristo. Su sacrificio
cubre nuestro pecado, permitiendo que a través de él, Dios nos vea como
perfectos y sin culpa. Porque como creyentes estamos en Cristo, Dios ve la
propia justicia de Cristo cuando nos mira. Esto satisface las demandas de
perfección de Dios; así que de esta manera, Él nos declara justos – Él nos justifica.
Romanos
5:18-19 lo resume bien: “Así que, como por la transgresión de uno
vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de
uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”
¿Por qué es tan importante
este pronunciamiento de justificación? “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1).
Es por la justificación que la paz de Dios puede reinar en nuestras vidas. Es
por el HECHO de la justificación, que los creyentes pueden tener la seguridad
de la salvación. Es el HECHO de la justificación, lo que permite que Dios
inicie el proceso de santificación – el proceso de Dios haciendo realidad en
nosotros, lo que ya somos posicionalmente.
SUSTITUCIÓN E IMPUTACIÓN
Cuando hablamos del
sacrificio de Jesucristo en la cruz, conviene pensar en el significado de lo
que realizó en ese lugar, la sustitución y la imputación. Cuando Jesús sustituyó se
implica que representó a alguien. Por ejemplo, Jesucristo murió sustituyendo a
otros que debían padecer el pago por su pecado. Es por eso que decimos que
Jesús sufrió una muerte vicaria, sustitutiva. El castigo de nuestra
paz recayó sobre él (Isaías 53:5), Cristo es nuestra pascua (1 Corintios 5:7),
cuyo cuerpo partido fue por sus discípulos (Lucas 22:19-20) (y por los que
habrían de creer por la palabra de ellos -Juan 17:20), no partido por el mundo
en general por el cual no rogó (Juan 17:9). Sabemos que Dios no escatimó a su
propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros (no dice por todo el mundo); quien alejó el pecado
de nosotros por su propio sacrificio. Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20). Son abundantes
los textos que refieren a una sustitución por nosotros (su pueblo) y dejan por
fuera a los que nunca han sido ni serán sus ovejas.
Hay quienes procuran objetar
la multitud de referencias a la sustitución particular de Jesús en la cruz y
colocan un verso extraído de la Biblia que aparenta sugerir lo opuesto. El
mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino
también por los del mundo entero (1 Juan 2:2). Acá sucede lo mismo que
con la palabra mundo o con el término todos.
Solamente el contexto es capaz de aclarar su aparición. Empecemos por decir que
si el verso citado de Juan habla de la expiación universal, entonces todos los
demás textos están equivocados. Habría que corregirlos o tal vez rechazarlos,
en especial aquel que el propio Juan también escribió: que Jesús no rogó por el
mundo sino solamente por los que el Padre le había dado.
Sin embargo, eso no frenaría
la contradicción y sabemos por principio general que la Escritura no se
contradice. Entonces, Juan no está hablando de expiación universal, sino
colectiva. Recordemos que así como Pablo fue el apóstol de los gentiles, Juan
lo era de los judíos. Su iglesia estaba compuesta fundamentalmente de judíos
conversos, por lo cual escribió que el sacrificio de Jesucristo se hizo no
solamente en favor del pueblo judío escogido (pues no todos ellos fueron
creyentes), sino que además se incluía al resto del mundo (el mundo gentil
creyente).
Sabemos que era natural para
los judíos hablar separadamente de ellos en relación con el resto del mundo;
esta costumbre también la tenía el pueblo romano, quien se daba el lujo de tener
dos tipos de Derecho: el ius romano y el ius gentium (el
Derecho romano y el Derecho de Gentes). Con uno de ellos juzgaban a sus
ciudadanos, pero con el otro al resto de las gentes, al resto del mundo. Juan
el Bautista bautizaba con agua, y toda Jerusalén se iba tras él a bautizarse, pero allí
no acudieron Herodes ni su familia, ni la mayoría de los fariseos o saduceos,
ni muchos más; sin embargo, la expresión bíblica habla de esa manera, de
un todo colectivo, no distributivo. Hoy día
nosotros decimos frases semejantes, como que la ciudad llenó todo el estadio de
fútbol, o toda la plaza de toros. Son expresiones comunes que no denotan jamás
la literalidad de sus palabras. La noticia la sabe todo el mundo es
una frase hiperbólica, exagerada, con el fin de llamar la atención.
Por lo expresado espero
quede claro que en la Biblia aparecen tropos y figuras del lenguaje que no
siempre denotan la literalidad de sus palabras, sino que connotan de acuerdo al
contexto en que aparecen. La imputación hace referencia a
un cargo legal a la cuenta de otro. De esta forma, la Biblia nos asegura que
todos los pecados de algunos pecadores, junto con su culpa y condena, fueron
cargados (imputados) a la cuenta de Jesucristo. Jesucristo fue hecho pecado por
nosotros (Gálatas 3:13), Cristo cargó el pecado de muchos (Hebreos 9:28), cargó
en su cuerpo nuestros pecados en la cruz (1 Pedro 2:24) y llevó el pecado de
muchos (Isaías 53:4-12).
EXPIACIÓN
I.
SIGNIFICADO
En el sentido literal de la
palabra "expiar" o hacer expiación quiere decir cubrir.
Creemos que Jesucristo, por
su obediencia personal, honró la ley divina, y que por su muerte hizo una expiación
completa y vicaria por nuestros pecados; creemos que su expiación consistió, no
en dejarnos un ejemplo con su muerte como un mártir, sino que fue la
sustitución voluntaria de Él mismo en el lugar del pecador, el justo muriendo
por el injusto". Así dice la confesión de fe de muestra iglesia.
1. Así es usada la palabra
muchas veces en el Antiguo Testamento en relación con los sacrificios de
animales que ofrecieron. Ejemplo: (Lev. 16:5, 15).
2. Aquellos sacrificios no
podían quitar el pecado. (Heb. 10:4). La sangre de los animales cubrían los
pecados de los Israelitas delante de Dios hasta que vino Cristo a quitarlos por
su muerte en la cruz. Dios aceptaba aquellos sacrificios como una muestra de fe
en el Salvador que iba a venir.
3. El diccionario dice que
expiar significa: "Borrar las culpas mediante un sacrificio".
"Sufrir el delincuente la pena impuesta".
4. En círculos cristianos
"expiar" o "expiación" es un término que ha llegado a
cubrir toda la obra sacrificadora y redentora de Cristo. Cristo hizo expiación
por nuestros pecados por medio del sacrificio de sí mismo en la cruz. Su muerte
dejó satisfecho la justicia de Dios y lo permitió perdonar a los pecadores
arrepentidos. Ya hemos estudiado acerca de la obra de Cristo en las lecciones
acerca de Su muerte y resurrección. En esta lección pensaremos en el hecho de
que Él fue nuestro sustituto voluntario, "el justo muriendo por el
injusto".
II. La Necesidad de la
Expiación.
A. Toda persona ha pecado
contra Dios. (Ecl. 7:20; Rom. 5:12).
B. Por el pecado está
condenado. (Rom. 3:23; 6:23: Apoc. 21:8). Dios es Santo y Justo y no puede
dejar pasar por alto el pecado. El pecado tiene que ser castigado.
C. La única manera de
escapar las terribles consecuencias del pecado es por medio de un sustituto que
satisface las demandas de la justicia divina.
D. De eso se trata la
expiación. Cristo es nuestro sustituto. Él es justo y murió por nosotros los
injustos.
III. El Plan de Dios para la
Expiación.
A. El plan profetizado. Los
animales sacrificados en el Antiguo Testamento fueron símbolos de Cristo
muriendo por nuestros pecados. Señalaban hacia el Salvador venidero. También en
Isa. 53:10 tenemos una clara profecía: "...cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado".
B. Versículos que nos
explican cómo fue realizado el plan:
1. Rom. 5:6-8.
2. II Cor. 5:21.
3. I Pedro 2:24 y 3:18.
En el uso común o vulgar de
la palabra expiar, se oye del chivo expiatorio. Es cuando alguien, culpable de
delito, echa la culpa a otro y queda libre. Pues, es precisamente lo que hace
el pecador cuando acepta al Señor Jesucristo como Salvador. Él lleva la
culpabilidad del pecador, y el pecador es libre, es considerado justo delante
de Dios. (II Cor. 5:21).
PROPICIACIÓN
La palabra propiciación lleva
la idea básica de aplacar o satisfacer, concretamente hacia Dios. La
propiciación es un acto entre dos partes que implica apaciguar la ira de
alguien que está ofendido y ser reconciliado con él.
“Y él es la propiciación por
nuestros pecados...” 1 Juan 2:2
La palabra propiciación
alude no solo a la acción de cubrir nuestros pecados, sino que trata con la
tarea de aplacar la ira santa de Dios.
Bien sabemos que Dios es
santo y que no tolera el pecado porque le enciende el fuego de su furor. Mucho
se habla de que Dios es amor, pero poco se menciona que él es fuego consumidor.
Dios aborrece nuestro pecado.
El apóstol Pablo nos
presenta con mucha claridad lo que Dios siente frente al pecado:
“Porque la ira de Dios se
revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad” Romanos 1:18
La necesidad de apaciguar a
Dios, es algo que muchas religiones tienen en común. En las antiguas religiones
paganas, así como en muchas religiones hoy en día, se enseña la idea de que el
hombre aplaca a Dios ofreciendo varias ofrendas o haciendo sacrificios. Sin
embargo, la Biblia enseña que Dios mismo ha proporcionado el único medio por el
cual se puede aplacar Su ira y el hombre pecador puede reconciliarse con Él. En
el Nuevo Testamento, el acto de la propiciación siempre se refiere a la obra de
Dios y no a los sacrificios o a las ofrendas dadas por el hombre. La razón de
esto es que el hombre es totalmente incapaz de satisfacer la justicia de Dios,
excepto que pase la eternidad en el infierno. No hay ningún servicio,
sacrificio o regalo que el hombre puede ofrecer para apaciguar la santa ira de
Dios, o satisfacer Su perfecta justicia. La única satisfacción o propiciación,
que pueda ser aceptable a Dios y que pueda reconciliar al hombre con Él, tenía
que ser hecha por Dios. Por esta razón, Dios Hijo, Jesucristo, vino al mundo en
forma de hombre para ser el sacrificio perfecto por el pecado e hizo
propiciación o "expiación por los pecados del pueblo" (Hebreos 2:17).
La palabra propiciación se
usa en varios versículos para explicar lo que Jesús logró a través de Su muerte
en la cruz. Por ejemplo, en Romanos 3:24-25, los creyentes en Cristo han
sido "justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que
es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados". Estos versículos son un punto clave en el
argumento de Pablo en el libro de romanos y realmente están en el corazón del
mensaje del evangelio.
En los tres primeros
capítulos de Romanos, Pablo argumenta de que todos, judíos y gentiles por igual,
están bajo la condenación de Dios y merecedores de Su ira (Romanos 1:18). Todos
pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Todos nosotros
merecemos Su ira y castigo. Dios en Su infinita gracia y misericordia ha
provisto una forma para aplacar Su ira y para que podamos ser reconciliados con
Él. Esto es solamente a través de la muerte sacrificial de Su Hijo Jesucristo,
como el pago por nuestros pecados. Es a través de la fe en Jesucristo como el
sacrificio perfecto de Dios que podemos ser reconciliados con Él. Es únicamente
por causa de la muerte de Cristo en la cruz y de Su resurrección en el tercer
día, que un pecador perdido que merece el infierno puede ser reconciliado con
un Dios santo. La hermosa verdad del evangelio es que los cristianos son salvos
de la ira de Dios y reconciliados con Él, no porque "hayamos amado a Dios,
sino porque él nos amó a nosotros, y envió a su hijo en propiciación por
nuestros pecados" (1 Juan 4:10).
Jesús dijo, "Yo soy el
camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
La única manera para aplacar la ira de Dios contra el hombre pecador y
reconciliarnos con Dios, es a través de Jesucristo. No hay otra forma. Esta
verdad se comunica también en 1 Juan 2:2: "Y él es la propiciación
por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de
todo el mundo". Una parte importante de la obra salvadora de Cristo, es la
liberación de la ira de Dios; la propiciación de Jesús en la cruz es lo único
que puede quitar la condenación de Dios con respecto al pecado. Aquellos que
rechazan a Cristo como su Salvador y se niegan a creer en Él, no tienen ninguna
esperanza de salvación. Solo pueden esperar el enfrentar la ira de Dios que han
acumulado para el día del juicio (Romanos 2:5). No hay ninguna otra propiciación
o sacrificio que puede hacerse por sus pecados.
LA RECONCILIACIÓN.
Y todo esto proviene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de
la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (2
Corintios 5:18-19). De nuevo un texto que puede ser escogido por los que
tuercen las Escrituras, ya que se habla de la reconciliación de Jesucristo
hecha por el mundo sin tomarle en cuenta sus pecados. Sin embargo, aparte de
los distintos significados del vocablo mundo que ya conocemos,
en el mismo enunciado encontramos la referencia final, cuando Pablo anuncia que
nos encargó a nosotros (no al mundo) la palabra de la
reconciliación. Porque si Cristo ya reconcilió al mundo por el cual no rogó la
noche previa a su crucifixión, no tiene sentido que no le encomiende igualmente
a él la palabra de la reconciliación.
Dios dibujó el esquema
reconciliatorio, propuso el método de reconciliación, con pensamientos de paz y
no de mal, para darnos el fin que esperamos. Pero ¿quiénes esperamos tal
reconciliación? Precisamente los mismos que él amó desde la eternidad y llamó
en el tiempo, los cuales predestinó para justificación y glorificación. ¿Fue
Judas Iscariote reconciliado con Dios? En ninguna manera, pues la Biblia lo
llama el hijo de perdición, mucho antes de que entregara al Señor y
a pesar de que participaba de la compañía apostólica como uno más de ellos.
Pero todo ello fue de tal forma realizado para que la Escritura se cumpliese.
Reconciliando al mundo no
hace referencia a todos los individuos de la humanidad, ya que no todos ellos
están en Cristo y muchos mueren siendo sus enemigos. No todos están interesados
en la bendición de la no imputación de sus pecados, no todos creen en su
nombre. Los que estaba reconciliando en el tiempo o en la historia son sus
elegidos desde la eternidad, los mismos que representó en la cruz. De nuevo
cabe acotar que muchas veces se habla del mundo en referencia
a los gentiles; los gentiles son las gentes, como una
referencia de personas no judías.
En Romanos 11 Pablo habla
del futuro de Israel y lo contrapone con el mundo: Por el tropiezo de los
israelitas vino la salvación a los gentiles, lo cual es la
riqueza del mundo (fijémonos cómo el apóstol iguala el término gentiles a mundo).
De inmediato dice: a vosotros hablo, gentiles, pues el
extrañamiento de ellos (los israelitas) es la reconciliación del mundo...
(Romanos 11:11-15). Este es el sentido del texto, que ningún hombre es mirado
como reconciliado por su ascendencia, sea judío o gentil, sino en tanto sea una
nueva criatura (alguien que haya nacido de nuevo, por voluntad de Dios y no de
hombre). Nos concierne entonces tanto el evangelio de la reconciliación como el
ministerio de la reconciliación, por lo tanto se ha cantado la bendición de los
que llevan el evangelio de la paz.
LA ADOPCIÓN
La adopción esta tan
íntimamente relacionada o entretejida con la justificación que algunos
estudiantes unen a las doctrinas como simplemente dos pasos en una fase de la
obra redentora.
Regeneración es cuando la
nueva vida en Cristo es implantada en el alma; justificación, es el cambio de
actitud por parte de Dios con respecto a aquella alma; adopción, es el cambio
de actitud por parte de esa alma con respecto a Dios.
La regeneración tiene que
ver con el cambio de nuestra naturaleza, como dice el Apóstol Pedro; somos
hechos “participantes de la naturaleza divina” 2Pedro 1:4. La justificación
tiene que ver con el cambio de nuestro estado ante Dios siendo hechos “aceptos
en el amado” Efesios 1:6. La adopción trata del cambio en nuestra posición
mediante el cual somos admitidos a la familia de Dios con todos los privilegios
de un hijo. “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” Gálatas
4:6-7
LA ADOPCIÓN DEFINITIVA
POSITIVAMENTE. Adopción significa simplemente, “ocupar la posición de un hijo.”
Regeneración es un término físico: nacimiento, o para ser más exactos,
renacimiento o nuevo nacimiento, mientras que justificación y adopción tienen
un origen romano o latino que raras veces se oía entre los judíos. La adopción
era esporádica entre los griegos, pero mucho más frecuente entre los romanos,
donde la práctica significaba que un hombre tomaba al hijo de otro hombre para
ser su propio hijo, dándole la misma posición legal, ventajas y privilegios de
un hijo propio por nacimiento. El apóstol Juan nunca usa ese término; en
cambio, El Apóstol Pablo lo hace repetidas veces. El Apóstol Juan usa la
palabra “Hijitos”, porque siempre está hablando de nuestra condición como
hijos, desde el punto de vista de nuestra naturaleza como hijos de Dios,
nuestro crecimiento hacia la madurez y nuestra semejanza al Padre, como en:
“Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él.” 1Juan 3:1.
La palabra adopción nunca es
usada con respecto a Cristo, más es siempre usado con respecto al creyente en
relación con sus derechos, privilegios, y posición como coherederos con Cristo.
El término es usado distintiva y peculiarmente por el Apóstol Pablo. En Gálatas
4:5, dice el Apóstol Pablo que Dios envió a su Hijo al mundo:
“para que redimiese a los
que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.”
En Romanos 8:15 el Apóstol
Pablo hace de la adopción la base de la oración diciendo:
“Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre¡”.
Moisés es una vívida
ilustración del uso y sentido Escritural del término adopción.
“Y cuando el niño creció,
ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre
Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.”
Éxodo 2:10.
La idea se ve con mayor
claridad cuando Éxodo 2:10 es comparado con Hebreos 11:25
“Por la fe Moisés, hecho ya
grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón”.
Por medio de estos pasajes
vemos en el antiguo punto de vista legal romano de la adopción como “posición
de un hijo”, es lo que el Apóstol Pablo tuvo en mente en el sentido espiritual,
en relación con aquellos que han nacido de nuevo por la fe en Cristo. En la
regeneración el creyente viene a ser un hijo de Dios, porque el Apóstol Juan
dice:
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan
1:12-13.
En la adopción el creyente,
que ya es un hijo de Dios por el nuevo nacimiento, llega a ocupar el lugar de
un hijo adulto, como dice el Apóstol Pablo en Gálatas 4:1-7
“Pero también digo: Entre
tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de
todo; 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el
padre. 3Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo
los rudimentos del mundo. 4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a
los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y
por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo.”
EL MOMENTO EN QUE LA
ADOPCIÓN TOMA LUGAR.
Debemos hacer resaltar aquí
que no podemos separar por el tiempo las distintas fases de la salvación.
Están todas íntimamente
entretejidas que se manifiestan como un acto continuo que corre en un momento.
Sin embargo, para su mejor comprensión, los separamos para el estudio.
LA ADOPCIÓN ES EN UN SENTIDO
ESPECIALISIMO, DE NATURALEZA ETERNA Y NO ESTA SUJETA AL TIEMPO.
San pablo dice que Dios ha
escogido en Cristo
“antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” Efesios
1:4-5.
En otras palabras, San Pablo
nos dice antes de la fundación del mundo nos había escogido para adoptarnos
como hijos. Sin embargo, debemos hacer una distinción entre esta preordinación
a la adopción, que es supra-temporal, y el acto de adopción misma que toma
lugar cuando creemos en Cristo. Este eterno factor tiempo se menciona aquí para
eliminar toda posibilidad de obras, y para mostrar que nuestra salvación fue
fundada absolutamente en la gracia gratuita de Dios. El Apóstol Pablo inspirado
por el Espíritu Santo dice que Dios ha ordenado la adopción.
“(pues no habían aún nacido,
ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la
elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)”
Romanos 9:11.
“Así también aun en este
tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es
por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es
gracia; de otra manera la obra ya no es obra.” Romanos 11:5-6.
En otras palabras, si un
hombre adopta a un hijo cuyos padres han fallecido, o lo han abandonado, será
enteramente un gesto bondadoso de su parte, porque ninguno tiene la obligación
de hacer tal cosa. Optaría a por lo hacerlo completamente de su propia
voluntad.
Esto es lo que hace Dios; es
todo de su gracia y no por alguna cosa que nosotros merezcamos.
AUNQUE ETERNO POR NATURALEZA,
LA ADOPCIÓN TAMBIÉN TIENE UNA DOBLE RELACIÓN CON EL TIEMPO.
LA ADOPCIÓN EMPIEZA DESDE EL
MOMENTO QUE UNO CREE EN JESUCRISTO.
La seguridad de nuestra
salvación no es, como alguno suponen, una verdad obscura que ha de ser
revelada, algún día lejano del futuro nebuloso, pero una bendita realidad que
podemos realizar, y que de la cual podemos plenamente gozar ahora mismo por
medio de la adopción. El apóstol Juan creyó esto pues dijo.
“Amados, ahora somos hijos
de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él
es.” 1Juan 3:2.
Y el Apóstol Pablo escribió:
“pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús;” Gálatas 3:26.
El privilegio de hijo es,
por lo tanto, una realidad presente de la cual podré gozar todo creyente. Quizá
no lo podamos comprender, ni explicar; sin embargo, es la verdad. Cuanto más
nos hacemos cargo de esta verdad bendita cuanto más nos encontramos en
conflicto con el mundo. La adopción solo lo comprenden y aprecian los que han
experimentado por medio del nuevo nacimiento. Los que antes habían sido
esclavos del pecado pueden apreciar más la gloriosa libertad de un hijo
adoptivo.
LA ADOPCIÓN ES CONSUMADA CON
LA RESURRECCIÓN DE NUESTROS CUERPOS.
El mundo no nos reconoce
ahora como hijos de Dios. Esta verdad solo se comprende por la fe; fe que el
mundo no comprende en absoluto; pero en el día de resurrección, cuando nuestro
cuerpo sea redimido, esta verdad tan preciosa será revelada abiertamente ante
el asombro del mundo entero. El apóstol Pablo no pidió ser redimido del cuerpo,
sino que su cuerpo fuese redimido, diciendo que él estaba:
“Y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención
de nuestro cuerpo”. Romanos 8:23.
Por lo tanto, el creyó que
la adopción está íntimamente relacionada con nuestra redención final y la
resurrección del cuerpo. El cuerpo será redimido para que podamos recibir
nuestra completa herencia que nos ha sido prometida a través de la adopción,
“Porque es necesario que
todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea
malo.” 2Corintios 5:10.
El Apóstol Juan también
dice:
“Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”
1Juan 3:1-3
Cuando un hijo de Dios pone
su confianza en Cristo Jesús, goza inmediata y plenamente de la preciosa
realidad de la adopción, pero su condición de hijo no es reconocida por el
mundo hasta la resurrección del cuerpo en la segunda venda de nuestro Señor
Jesucristo por su Iglesia, cuando en verdad ocupemos literalmente la posición
de hijo.
Cesar Ángel
PUEDE HACER USO DE ESTE CONTENIDO SIN ANIMO DE LUCRO Y CITANDO AL AUTOR Y LA PAGINA EVANGELIO PRIMITIVO COMO FUENTE.
Se agradece el contenido del artículo y permitir compartirlo
ResponderBorrarLos disfrute mucho.
ResponderBorrarMuchas gracias por permitirme acceso a esta página. Tengo ministerio penitenciario. Considero material de mucha Bendición. Bendiciones para Todos!!!
ResponderBorrarPara me ha sido tremenda ayuda muchas gracias felicidades.
ResponderBorrarExcelente enseñanza,muchas gracias,Dios le bendiga más!!!
ResponderBorrarExcelente, este contenido es de gran bendición
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