8 sept 2015
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Julio Cesar Benitez
neocalvinismo
¿Qué actitud debemos tomar los reformados frente a los Neo-calvinistas?
¿Qué actitud debemos tomar los reformados frente a los Neo-calvinistas?
Apreciado hermano, gracias por enviarnos su pregunta.
Una característica sobresaliente de todas las iglesias y pastores bíblicos es el celo por la verdad doctrinal, por la fidelidad a la Palabra y la preservación de la fe que ha sido una vez y para siempre dada a los santos.
Esta es una marca distintiva del verdadero cristianismo. La falsa cristiandad no tiene interés genuino por la preservación de la doctrina apostólica, pues, ellos son pluralistas y amantes de todo lo que les causa agrado; la verdad Escritural no siempre es de agrado para el ser humano.
Es deber de todo pastor exponer la verdad bíblica con fidelidad, defender la sana doctrina, disuadir a los que están desviándose, y denunciar a los falsos profetas. La Biblia nos manda a alejarnos de todos aquellos que promueven falsas doctrinas y que engañan con su error.
No obstante, también es deber de los pastores mantener la unidad del cuerpo de Cristo, ayudándose los unos a los otros para crecer juntos en el Señor y santificar a la iglesia universal. El apóstol Pablo no abandonó a la Iglesia de Corinto por su carismatismo desenfrenado o por sus excesos en la santa cena; no, como miembro del cuerpo de Cristo reconoció que esta débil congregación necesitaba el apoyo de otros pastores que les mostraran los errores en que se encontraban y les guiaran a santificarse.
Un error común en el que solemos caer los pastores y hermanos que nos preocupamos seriamente por la preservación de la doctrina y práctica bíblica de la iglesia es alejarnos de aquellos hermanos o congregaciones que tienen debilidades en algunas doctrinas o prácticas. Es decir, si ellos no son como nosotros, entonces los hacemos a un lado y nos erguimos como la casta pura de la iglesia verdadera. Bueno, esta actitud nada tiene que ver con Cristo, con los apóstoles del Cordero, ni con la verdadera fe; por el contrario, esta actitud orgullosa se parece más a la de los grupos o sectas religiosas fundamentalistas, como el partido de los Fariseos; los cuales tenían un celo profundo por la ortodoxia de su doctrina y la fidelidad a Moisés; más su corazón era frío, falto de amor, inmisericordes, sólo interesados en ellos mismos.
Por lo tanto, frente al tema del neo-calvinismo, debemos aplicar el mismo sentido de defensa de la fe, pero acompañado de un espíritu cristiano de amor y ayuda. Vamos a refutar y estar pendiente de cualquier intromisión o introducción de doctrinas o prácticas que desvíen la pura ortodoxia de nuestra preciosa fe; pero a la misma vez vamos a reconocer que Dios ha dado dones a la iglesia, los cuales no siempre andan conforme a lo que consideramos en la total pureza de la fe. Incluso, si nos expusiéramos a que otros revisen nuestra doctrina y práctica, encontraríamos que algunos reformados nos miran con sospecha. Les pondré un ejemplo:
Algunos que condenan el neocalvinismo de John Piper (por su continuismo en el tema de los dones milagrosos) y condenarían a todo reformado que participara con él en una conferencia, no tendrían problemas en asociarse con Paul Washer, quien también es condenado por algunos analistas del neocalvinismo, debido a su supuesta aprobación al hip-hop y otros ritmos callejeros como instrumentos de evangelización; pero estos que condenarían a cualquier reformado que se asociara al ministerio de Paul Washer por neocalvinista, no tendrían problemas en tomar los materiales o compartir con los pastores y hermanos del “National Center for Family-Integrated Churches” (los del video “Divided”), aunque también son acusados por los estudiosos del neocalvinismo, debido a que en sus conferencias anuales, según algunos analistas del tema, supuestamente han contado con la participación de expositores carismáticos.
En fin, creo que puede haber un asunto de doble moral, fariseísmo y ortodoxia fría anti-cristiana, cuando nos volvemos cazadores de brujas y expertos en el ministerio de la descalificación.
Podemos condenar a otros reformados porque invitan a un predicador acusado de neocalvinismo, cuando nosotros hacemos lo mismo. Es un pecado de fariseísmo cuestionar a otros por asociarse con pastores acusados de neocalvinismo, cuando nosotros también invitamos a pastores en la misma condición, peor aún, es cuando despreciamos a algunos hermanos porque son neocalvinistas, pero abrimos las puertas de nuestras iglesias a pastores o hermanos claramente neocalvinistas solo porque hacen donaciones económicas para algunos proyectos o proveen libros cristianos.
Creo que entre el ministerio de la descalificación fría y excesiva (hipercríticos) y el de los fariseos hay poca diferencia. Y estoy convencido que a ambos los condena Cristo.
Debemos ser muy cuidadosos a la hora de luchar por la ortodoxia de la fe, pues, aunque este es un deber de todo verdadero creyente y de toda iglesia bíblica, sino se hace en el espíritu correcto, podemos, en nombre de la ortodoxia “crucificar de nuevo al Señor”, es decir, ser tan externamente amantes de la ortodoxia que ni el mismo Jesús pasaría la prueba de nuestras exigencias.
Con estoy no estoy diciendo que debemos ser descuidados en la preservación de la fe que fue dada una vez a los santos, pues, Judas en su carta nos ordena a luchar ardientemente para preservarla; pero una cosa son los falsos profetas que se introducen encubiertamente a la iglesia, y otra, son las distintas posiciones que se tienen dentro del cuerpo de Cristo respecto a algunas doctrinas.
Ese espíritu de descalificación que está surgiendo en algunos círculos reformados no es para bien de la iglesia, sino para deshonra del nombre de Cristo, pues, si excesivamente somos escrupulosos en desechar a todo aquel que no se ajuste hasta en las insignificantes minucias de lo que nosotros pensamos debe ser un reformado, prácticamente nos tocaría desechar todo lo que el Señor ha construido en la iglesia en los últimos 20 siglos.
Pero, aunque suene muy bíblico o muy reformado ser tan estricto, realmente esto no es conforme al espíritu de la reforma, pues, el mismo Calvino supo establecer la diferencia entre un falso profeta, y un maestro bíblico que puede tener ideas distintas en temas no fundamentales. Calvino se valió mucho de San Agustín, pero el gran reformado no estaba de acuerdo con muchas de las creencias y prácticas del ilustre teólogo de Hipona, así como nosotros tampoco estaríamos de acuerdo en el día de hoy. Los reformadores no tuvieron problemas en aprovechar los aportes que hombres piadosos hicieron en la historia de la iglesia para documentar la doctrina bíblica, aunque no siempre podemos decir de ellos que eran reformados.
Por lo tanto, no es conforme al espíritu de la verdadera reforma condenar a pastores o maestros calvinistas solo porque en una u otra doctrina no hablan conforme se ha hablado históricamente en la fe reformada, obviamente, siempre y cuando esta diferencia no sea en doctrinas substanciales.
Cristo ha dado dones a la iglesia, y estos son para la edificación del cuerpo de Cristo. Nosotros como iglesia del Señor debemos aprender a edificarnos con los distintos dones que él ha dado, a pesar de las debilidades que algunos hombres tengan; aclaro, no estoy diciendo que a pesar de que una persona lleve una vida de pecado, o que crea herejías, nosotros vamos a edificarnos con ella; no, pero sí estoy diciendo que hay muchos hombres piadosos, que exponen las Escrituras y viven conforme a ella, los cuales son instrumentos para bendecir a la Iglesia. No es conforme a la fe cristiana desechar a estos hombres, solo porque difieren de nosotros en asuntos no fundamentales.
¿Qué hubiésemos hecho los reformados de hoy día con una iglesia como la de Corinto? ¿La hubiésemos reconocido como iglesia de Cristo, tal como hizo Pablo? O, por el contrario ¿La hubiésemos repudiado como una iglesia falsa? ¿Qué actitud hubiésemos tomado los reformados con respecto a varias de las siete iglesias mencionadas en Apocalipsis? ¿Las hubiésemos considerado iglesias de Cristo, así como él lo hizo? Insisto, no estoy diciendo que debemos ser flexibles con la falsa doctrina, no estoy afirmando el falso amor que algunos pluralistas proponen hoy a través del cual se acepta cualquier cosa en la iglesia; no, debemos luchar vigorosamente por la preservación de la doctrina bíblica, pero que este celo no nos lleve a ser fariseos ortodoxos.
Muchos de los pastores o maestros que hoy día son catalogados como neo-calvinistas son hombres piadosos, amantes de Cristo, celosos de la Palabra de Dios; ¿cómo vamos a rechazar por completo el aporte que ellos puedan darnos para crecer como cuerpo de Cristo? Los santos de todos los tiempos han aprendido a “examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tes. 5:21).
Insisto, porque tenemos la tendencia pecaminosa a interpretar las palabras a un extremo tal para que suenen malas, no estoy afirmando que vamos a escuchar los “sermones” de Benny Hinn con el fin de extraer algo positivo de allí; no, a los falsos profetas no los tenemos que escuchar; pero hay hermanos que no son falsos profetas, que son usados por Dios y exponen las Escrituras con celo y pasión.
¿Cuántos de nosotros no hemos sido edificados por los escritos de Juan C. Ryle? Pero con él no compartiríamos su adhesión a un sistema de gobierno episcopal, o a un sistema de culto anglicano. ¿No hemos sido edificados con las lecturas de libros escritos por los autores puritanos? Pero muchos de ellos creían en cosas que la mayoría de nosotros no aprobaría.
¿Cuántos de nosotros no hemos sido conducidos a renovar nuestro amor a Cristo, la oración, y el gozo cristiano leyendo algunos libros de John Piper? Pero con él no compartimos el tema del continuismo en los dones milagrosos ni la introducción de ritmos modernos en el culto de adoración.
¿Cuántos no hemos sido motivados a predicar expositivamente escuchando los sermones de John MaCarthur? Pero con él no compartimos su moderado dispensacionalismo.
Podría mencionar a muchos más. La iglesia de Cristo es un cuerpo universal, donde no sólo estará la iglesia educada de Éfeso, aunque con un amor un poco frío; sino también la iglesia entusiasta de Corinto, aunque con mucho amor y poca profundidad doctrinal. Esto no significa que las iglesias deben quedarse en el estado de flaqueza en el que se encuentran, pues, Pablo exhortó a los corintios a abandonar su amor simple y trabajar en serio por crecer en la fe; y Cristo exhortó a los efesios a recuperar su primer amor. Esto es lo que debemos hacer todos los creyentes, en vez de descalificarnos, ayudarnos, exhortarnos, amarnos los unos a los otros.
Cuánta bendición hay en las relaciones fraternas, y cuánta ayuda se puede brindar.
Calvino solía usar dos palabras: “Ciencia y piedad”. Estos dos elementos son fundamentales para enfrentar la introducción de doctrinas o prácticas ajenas a nuestra preciosa fe bíblica e histórica. Con ciencia haremos frente a todo lo que no sea conforme a nuestra preciosa fe, y con amor ayudaremos a los que están en proceso de reforma para que poco a poco abandonen lo extraño y adopten lo bíblico.
Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez
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