12 feb 2019
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DONES Y FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO. DIFERENCIAS
DONES Y FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO. DIFERENCIAS
El presente artículo no
pretende un análisis profundo sobre los dones y el fruto del Espíritu Santo,
sus definiciones y sus aplicaciones para la iglesia. Es solo un tratado para
mencionar las principales diferencias entre ellos.
Los DONES del Espíritu Santo
tienen un gran alcance. Cuando encontramos a una persona capacitada, recibe
elogios de sus compañeros por sus habilidades. Por estas razones y tal vez por
otras, los dones del Espíritu reciben mucha más atención en nuestra cultura que
el FRUTO del Espíritu. El fruto del Espíritu parece estar condenado a la
oscuridad, oculto a la sombra de los dones más preferidos.
Mientras el fruto del
Espíritu Santo, se manifiesta en pocas personas, los dones son anhelados por la
gran masa de cristianos hoy día en el mundo. Podríamos decir con certeza, que
esto tiene que ver con el humanismo (el hombre como centro) que invadió la
cristiandad actual. El seguidor u oidor del evangelio, desea ser exaltado y
aceptado por mostrar dones del Espíritu Santo. En cambio el fruto de Espíritu,
cuyas virtudes lo hacen darse a los demás y amar al prójimo, aflora en muy
pocos creyentes.
Y es el pentecostalismo, la
agrupación cristiana, que refleja este anhelo y este deseo por los dones, y
llegan a ejercerlos sin mostrar el FRUTO del Espíritu.
Sin embargo, es la evidencia
del fruto del Espíritu lo que marca nuestro progreso en la santificación. Por
supuesto, Dios se complace cuando ejercitamos obedientemente los dones que el
Espíritu Santo nos ha conferido. No obstante, creo que Dios se complace aún más
cuando ve que su pueblo manifiesta el fruto del Espíritu.
R. C. Sproul dice:
“No es accidental que no
elevemos el fruto del Espíritu a los primeros lugares como la prueba más alta
de rectitud. La carne permanece tan presente en nosotros que preferimos usar
otra medida. La prueba del fruto es demasiado alta; no podemos superarla. De
este modo, dentro de nuestras subculturas cristianas preferimos darle realce a
alguna prueba menor de acuerdo a la cual podamos evaluarnos con un éxito mayor.
Podemos competir entre nosotros con mayor facilidad si mezclamos algo de carne
con el Espíritu.
¡Cuán difícil nos resulta
ser medidos de acuerdo a nuestro amor! Y, por favor, no me evalúe según el
criterio de la mansedumbre. Soy demasiado impaciente como para merecer que la
paciencia sea considerada mi patrón de crecimiento. Es más fácil para mí predicar
que ser tolerante. Me resulta más fácil escribir un libro sobre la paz que
practicarla”.
UNIDAD DEL FRUTO. -El fruto
del Espíritu Obsérvese que va en singular, lo que implica que debe abarcar todo
lo que se detalla como una sola evidencia de la salvación Si preguntamos a los
cristianos: ¿Cuáles de los "frutos del Espíritu" son manifestados en
sus vidas? Esta pregunta lleva algunas implicaciones erróneas. Los creyentes
pueden tener sólo un don espiritual, pero no es el caso con el "fruto del
Espíritu". Los cristianos llenos del Espíritu tendrán todos los
"frutos del Espíritu" porque la "mente de Cristo"
(Filipenses 2: 2,5) está en ellos. Cuanto más controlados por el Espíritu de
Dios estén, serán aún más como Cristo en cada área de su carácter.
Los dones sin el fruto,
son como un médico eminente sin ética,
como un teólogo sin humildad.
Así como la fe sin obras
está muerta, los dones sin el fruto del Espíritu serían como un fuego fatuo.
Todos los dones juntos, con
lo importante y necesarios que son, sin amor son nada. Es como multiplicar por
cero.
1 Corintios 12 dice:
"Procurad pues los
dones mejores, más yo os muestro un camino más excelente". Y
ese camino es el amor.
Con esto no se está negando
el valor de los dones, sino que se coloca de relieve la eficacia de los dones
practicados con amor.
La iglesia de Corinto era
probablemente la más carismática de todas las mencionadas en el Nuevo
Testamento; sin embargo, el apóstol Pablo les amonesta una y otra vez por causa
de los pecados y defectos que eran comunes entre ellos. Es posible que algunos
alucinados por haber recibido algún don del Espíritu, comenzasen a creer que
eso era poco más que un juguete para su uso. Cuando en realidad Dios da los
dones para la edificación de la iglesia, para servir a los demás, para defensa
del cuerpo de Cristo.
El apóstol Pablo menciona
dones sobrenaturales (vigentes en la era apostólica) para destacar la
preeminencia del amor sobre ellos. En 1 Corintios 13: 1-3 dice:
“Si yo hablase lenguas
humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o
címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y
toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes,
y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer
a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de
nada me sirve”
Para procurar un don como el
de enseñanza, evangelismo, servicio, etc. tenemos que preguntar a Dios si es o
no es su voluntad; pero para ejercitar el amor, para proclamar el Evangelio del
amor de Dios, no tenemos que consultar, ya estamos autorizados, ya estamos
enviados, ya estamos equipados por su Espíritu Santo; ya podemos obrar dentro
del marco de la voluntad del Señor, el más grande y permanente milagro que se
puede realizar entre los hombres: El nuevo nacimiento; lograr que un alma pase
de muerte a vida por el regalo del amor de Dios en Cristo. El amor brota por si
solo en los santos.
El desarrollo y uso de los
dones es una obra armoniosa en el cuerpo (la Iglesia) dirigida por el Espíritu
Santo; presidida por el amor y respaldada por el fruto del Espíritu.
Gálatas 5:22-23
“Más el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley”
Henrietta Mears llama al
fruto del Espíritu las nueve gracias y los presenta de la siguiente manera:
PARA
CON DIOS:
Amor
Gozo
Paz
PARA
CONSIGO MISMO
Fe
Mansedumbre
Templanza
PARA
CON LOS DEMAS:
Paciencia
Benignidad
Bondad
Notemos que el amor encabeza
el fruto (no frutos), es como una espiga con relación al grano, como un racimo
con relación a la fruta.
Sin amor es imposible llevar
a la práctica estás cualidades que forman el carácter de un creyente guiado por
el Espíritu. Las obras (no frutos) de la carne son diecisiete y son la
antítesis del amor. Todo el mundo las conoce, son identificables, obran y
llevan al cristiano carnal a practicarlas, porque es propio del hombre viejo,
del hombre natural. Y no olvidemos que Satanás está bastante interesado en
frustrar a los creyentes con las obras de la carne.
Gálatas 5: 19-21
“Y manifiestas son las obras
de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
Consideraciones:
Los dones son varios y no se
poseen todos
El fruto es uno solo y
manifiesta las 9 virtudes
El fruto se manifiesta en el
Espíritu
Los dones pueden ejercerse
en la carne.
Los dones son para edificar
el cuerpo (la Iglesia).
El fruto es lo que produce
andar en el Espíritu.
Los dones nos hablan del
poder de Dios obrando en la Iglesia.
El fruto nos habla del
carácter de Dios en el individuo.
Los dones hacen a los
hombres herramienta de Dios para expandir el evangelio.
El fruto del Espíritu
refleja en los hombres Santidad.
Los dones se anhelan, no
siempre se procuran y se reciben los que a Dios le place dar.
El fruto se manifiesta espontaneo, no forzado, franco
por la obra del Espíritu.
Los dones se manifiestan
puntualmente según la necesidad.
El fruto del Espíritu es
permanente e inseparable en el creyente.
Los dones se practican con
actividades, principalmente eclesiales.
El fruto se vive, andando en
el Espíritu y define lo que el cristiano es.
Los dones son indispensables
para el crecimiento de la iglesia.
El fruto es señal
inconfundible de crecimiento espiritual del cristiano.
Hace falta discernimiento
para reconocer la legitimidad de los dones.
Pero es claro y evidente el
fruto del Espíritu en el creyente.
Decía un viejo predicador:
"Tengo un matrimonio que lleva adelante la iglesia creciendo en cantidad y
en calidad. ¿Quiénes son? Pues los dones y el fruto del Espíritu. Y como en
todos los buenos matrimonios el amor preside". No olvidemos cuando estamos
pidiendo ser bautizados en el Espíritu, con ello también pedimos un bautismo de
amor.
Cesar Ángel 4 de diciembre
de 2017
Se permite el uso de este
mensaje para usos de edificación eclesial y no lucrativos, siempre que se
mencione el autor y la página.
Bibliografía:
Extractos del libro "El
misterio del Espíritu Santo" de R. C. Sproul
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