LA VERDADERA BATALLA ESPIRITUAL DEL CREYENTE
LA BATALLA DE LA FE
Capitulo VII del libro:
¿CÓMO ES LA GUERRA ESPIRITUAL SEGÚN LA BIBLIA?
EL CONFLICTO ESPIRITUAL
Una perspectiva bíblica
del Pastor Julio Cesar Benítez
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” 1 Pedro 5:8-9
Introducción
i. Las Escrituras nos han mostrado la real existencia de Satanás y su gran interés en hacer oposición a Dios y su reino.
ii. Reconociendo la existencia y trabajo incesante de este enemigo, entonces debemos conocer lo que la Biblia nos enseña es el verdadero enfrentamiento contra Satanás y el mal.
iii. Ya hemos aprendido que las Escrituras no aprueban muchas de las prácticas modernas de guerra espiritual, puesto que ellas están fuera del marco Bíblico y más bien se relacionan con prácticas ocultistas, fantasiosas, supersticiosas y alejadas del verdadero conflicto.
iv. Satanás está distrayendo al creyente del verdadero objetivo de su batalla y lo está llevando a pelear de una manera infructuosa.
v. Aunque pareciera que algunos realmente están haciendo daño a Satanás cuando tienen grandes y estruendosas campañas de liberación y guerra espiritual, o cuando realizan marchas rodeando las ciudades y ungiéndolas con aceite y reprendiendo los espíritus que gobiernan esas zonas, realmente no están haciendo nada, sino magnificar el poder del enemigo; en lo cual Satanás se goza, pues, siempre ha sido una táctica del enemigo el hacerse parecer mas grande de lo que es, y el desgastar la fuerza de sus contrincantes en lo que no es la verdadera guerra.
vi. Pero la Biblia si nos habla de cuál es la verdadera lucha que debemos pelear.
vii. Porque tenemos un enemigo poderoso, que no se cansa en buscar el mal del hombre.
viii. Vayamos a las Escrituras y encontremos en ella el conocimiento verdadero que nos permita estar prestos para descubrir los ataques de Satanás con el fin de salir victoriosos para la Gloria de Dios.
En el versículo que da inicio a este capítulo hayamos que el apóstol Pedro nos exhorta a permanecer firmes en la fe para resistir de esa forma los ataques de Satanás. Surge una pregunta ¿Por qué debemos permanecer firmes en la fe para resistirlo? ¿No será mejor salir a la lucha y utilizar en contra de él todo lo que esté a nuestro alcance? ¿No será mejor lanzarle aceite, atarlo con nuestras palabras, pisarlo con nuestros pies, organizar cultos de derrota para Satanás, y otras cosas más que puedan hacerle daño? ¿Qué significa permanecer firmes en la fe?
Pero nosotros no podemos dejarnos guiar por nuestra imaginación en los asuntos espirituales. Como en todo lo que se relaciona con la vida cristiana tenemos una norma segura en la cual hacemos bien al permanecer firme, no podemos salirnos de las normas y principios escriturales, puesto que de lo contrario caeremos en errores dañinos para nuestra salud espiritual.
La moderna práctica de la guerra espiritual desvaría en asuntos espirituales y acude a los razonamientos de una imaginación exaltada, pensando que con ciertas prácticas hace daño a Satanás, cuando lo cierto es que hace daño a su propia fe, practicando cosas y ritos no ordenados en las Escrituras y exaltando el poder de Satanás con toda la parafernalia que rodea las oraciones y los cultos de guerra espiritual.
Pero siendo así de confusa la situación, entonces ¿Cómo debemos librar la batalla contra Satanás? En este capítulo estudiaremos lo que la Biblia enseña debe ser la correcta práctica de la guerra espiritual.
Sigamos el modelo de los capítulos anteriores, iniciando con el Antiguo Testamento y terminando con el Nuevo Testamento. Aunque no vamos a extendernos mucho, toda vez que en los dos capítulos anteriores encontramos algunos principios para la verdadera guerra espiritual.
1. Cómo fue librada la guerra espiritual en el Antiguo Testamento
Ya hemos aprendido que Abel, Noé, Abraham, Jacob, José, Moisés, Job y los otros santos del Antiguo Testamento guerrearon contra la simiente de la serpiente, no con métodos para atar a las potestades, sino a través de la fe en el Dios Soberano, quien controla todas las cosas conforme a su voluntad perfecta. Toda aposición, todo ataque, toda adversidad, no fue vista desde una perspectiva animista, es decir, como si los espíritus malignos pudieran hacer todo lo que ellos quisieran, sino que comprendían el control de Dios sobre todas las cosas; lo cual les concedía fuerzas para mantenerse firme en la confianza de que el Señor les libraría y les rescataría en el momento escogido por Su Sabia voluntad.
Cuando leemos Hebreos capítulo 11, hayamos que los héroes de la fe, salieron victoriosos no por atar a las potestades o entrar en una lucha cuerpo a cuerpo con Satanás, sino por tener la fe en el Dios Soberano y mantenerse firmes, por obra de la gracia, en la confianza de que Dios está al control y hará que todas las cosas redunden para el bien de sus hijos. (Rom. 8:28), incluso las cosas negativas o adversas.
Caín mató a Abel, pero por su paciencia y fe la sangre de Abel testificó en contra de Caín, y anunció la venida del Mesías quien sería matado por pecadores, pero por su sangre preciosa salvaría a multitud de personas. (Ap. 7:9-10). Abel y Jesús pudieron orar al Señor para que enviara multitud de ángeles a guerrear para defenderles de los ataques del maligno, no obstantes ellos prefirieron sufrir, sabiendo que luego el Señor obraría mayor bienestar espiritual para su pueblo.
Noé condenó al mundo, no practicando guerra espiritual para atacar a las potestades o los hechiceros de su tiempo, sino por la fe en el Dios que le dijo que enviaría un diluvio. Él construyó el arca, aunque nunca había visto una inundación, no obstante, por esa fe salió victorioso.
El santo Job, salió triunfante de la prueba, de los ataques de Satanás y sus legiones, no por atar a las potestades sino por la fe. Se mantuvo confiando en el Señor y creyendo en Su Palabra, a pesar de que parecía que Dios estuviera en su contra.
La forma de atacar las prácticas ocultistas como la hechicería, la brujería, el consultar a los muertos y otras, no fue con la guerra espiritual atando o exorcizando a las personas, sino llamándolos al arrepentimiento o expulsándolos de la comunidad (por lo general con la muerte por lapidación). Si fuera cierto que los practicantes de las artes ocultas están inundados de demonios que controlan su personalidad, entonces Dios ordenaría a su pueblo que primero expulsaran a los demonios que llevan dentro, para que luego, en su juicio cabal decidieran renunciar o continuar en la brujería, pero vemos que eso no es lo que Dios hace. El mandato es claro “que mueran”, lo cual indica que todos los practicantes del ocultismo son conscientes de su pecado y no necesariamente están poseídos. (Por favor lea Éxo. 22:18; Lev. 20:27). Lo mismo sucede en el Nuevo Testamento. Los practicantes del ocultismo no son sometidos a exorcismos o liberaciones demoníacas sino que son confrontados con el Evangelio y llamados al arrepentimiento. (Hch. 8:19; 19:19). Además, si el juicio de Dios descenderá sobre los hechiceros y brujos, siendo rechazados en el reino de los cielos, es porque ellos son muy conscientes de lo que hacen y no están siendo invadidos en su interior por demonios, aunque estos actúan en trabajo armónico con los hechiceros. (Apc. 21:8; 22:15).
Hoy la iglesia lucha en contra de las prácticas ocultistas, no teniendo reuniones de guerra espiritual (que parecen un culto ocultista) donde se mencionan los nombres de los demonios y potestades satánicas o los nombres de los hechiceros del sector, sino a través de la predicación del Evangelio, donde se invita a las personas al arrepentimiento y a buscar a Dios mientras pueda ser hallado.
La verdadera predicación del Evangelio es un llamado al arrepentimiento. Pero para que esto se dé es necesario predicar la Santa Ley del Señor, la cual condena a todos los hombres porque todos hemos pecado. (Lea toda la epístola a los Romanos).
La extensión del reino de los cielos en la tierra no se da porque atemos a los espíritus o potestades en cultos de guerra espiritual, sino por medio de la predicación fiel del Evangelio, la cual empieza con una predicación de la Ley y un llamado al arrepentimiento. Juan el Bautista empezó su ministerio con el llamado a arrepentirse: “!Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego” (Luc. 3:7-9). Este fue un mensaje contundente, de confrontación, Juan les mostraba el infierno a la gente, buscando encontrar en ellos frutos de arrepentimiento. Pero la situación de la iglesia hoy día es diferente. Queremos pelear contra el diablo cuerpo a cuerpo (algo que no nos corresponde) pero lo que sí debemos hacer no lo hacemos. La predicación de hoy día se ha vuelto flexible, agradable al oído del pecador, sin contenido que pueda “ofender” a los que llenan nuestros templos, y casi nunca hablamos de la pecaminosidad del pecado, de la terrible santidad de Dios, sino que damos pañitos de agua tibia para mantener a la gente en nuestras iglesias. Multitud de personas que cantan en nuestros templos “voy al cielo” se encontrarán con un destino aterrador, porque no dieron frutos de arrepentimiento.
De la misma manera la predicación de Jesús invitaba al arrepentimiento, luego de confrontar a la gente con sus pecados. (Lea Mt. 9:13; Lc. 15:7; 24:47), y los apóstoles siguieron el mismo modelo (Ve la primera predicación de la iglesia apostólica en Hechos 2:14-42). Si queremos luchar contra el avance del paganismo, la hechicería, el homosexualismo, el aborto, el divorcio y toda clase de pecados que asaltan de manera flagrante a la sociedad de hoy, debemos recuperar la predicación bíblica, la predicación que presenta la santidad de Dios, su ira, su justicia, su Ley, para luego invitar al arrepentimiento. La generación de hoy sufrirá la misma ira de Dios si no cambia el rumbo de su actuar, nuestros gobernantes serán traídos a juicio ante el juez de la tierra si siguen aprobando leyes que patrocinan el pecado. Esta debe ser nuestra predicación, esto será efectivo para luchar contra el avance de la influencia de Satanás en nuestra generación. Esto es lo que hicieron los profetas en la Biblia, siempre hablaban, no para endulzar el oído de la gente, sino para condenar el pecado e invitar a un sincero arrepentimiento.
Lamento la situación de la iglesia hoy, por un lado nos hemos vuelto casi ocultistas con cultos donde se menciona mas al diablo que a Dios, y en todo momento estamos viendo demonios, mientras que nuestra predicación cada día abandona los principios eternos de la confrontación y el llamamiento al arrepentimiento.
Los profetas del Antiguo Testamento libraron la contienda espiritual en medio de una nación que se entregaba constantemente a los cultos idolátricos, paganos y ocultistas, no atando potestades, sino confrontando con la santidad de Dios y llamando al arrepentimiento, presentando las consecuencias terribles que sus pecados traerían sobre la nación. Por favor lea los libros proféticos del Antiguo Testamento.
Si hoy día llega a nuestras iglesias un homosexual, o un brujo o un borracho, lo común es que sea sometido a una sesión de liberación o de sanidad interior pero, preguntémonos ¿Qué hacía el pueblo de Dios frente a estos casos de pecados escandalosos o inveterados?
En la Ley dada a través de Moisés se les condenaba a morir, si no se arrepentían y apartaban de su escandaloso pecado. Dios no permitiría que la congregación de Israel se contagiara con estos pecados. No se hacían exorcismos o liberaciones, o sanidad interior, no, porque el hombre es totalmente responsable de su pecado. Satanás puede influenciar o sugerir, pero el hombre es quien toma la decisión de pecar. La solución no es la liberación del supuesto demonio que lo domina, sino la conversión, el arrepentimiento.
En el Nuevo Testamento el único cambio notorio que se da es la no aplicación de la pena de muerte. No obstante los practicantes de cualquiera de estos pecados arraigados o escandalosos son llamados al arrepentimiento, a la conversión, o no podrán ser aceptados en el reino de Dios.
No hay mención de someterlos a liberación o sanidad interior, No, la única sanidad interior propuesta para ellos, como también para todo pecador es “arrepentíos o pereceréis en vuestros pecados”. (Hch. 3:19).
2. Cómo es librada la guerra espiritual en el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento empieza señalándonos que el Reino de los cielos ha llegado con Jesucristo, y empieza un período glorioso donde la gracia del Señor se extenderá a todas las naciones. Muchos hombres y mujeres de todas las lenguas y naciones ingresarán a este reino, que se llama iglesia. De manera especial serán gobernados por el Rey de reyes y Señor de señores y estarán bajo su cuidado especial. La carta de Pablo a los Efesios nos presentan esta gloriosa realidad del creyente unido al cuerpo de Cristo por la fe y gozando de las ricas bendiciones que proceden solamente de la gracia.
No obstante este estado glorioso, los creyentes deben mantenerse alertas porque aún llevan dentro de sí residuos poderosos de la corrupción del pecado y lo que es peor, el enemigo de las almas, aunque ha recibido un duro golpe dado por Cristo, todavía tiene mucho poder y atacará con todas sus fuerzas a la iglesia, como consta en todo el libro del Apocalipsis.
Por eso el Señor enseña a sus discípulos a orar pidiendo al padre que los libre del mal o del maligno. El maligno, Satanás, será un enemigo que tendremos siempre alrededor, como dice Pedro 1 Pedro 5:8 “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” Él quiere conducirnos siempre a pecar, con el fin de mantenernos debilitados espiritualmente y así no seamos instrumentos poderosos para la extensión del Evangelio.
Jesús advierte al apóstol Pedro que Satanás ha pedido a Dios permiso para zarandearlo, para remecerlo y tratarlo de mover en su fe, y Jesús le dice que el permiso le ha sido concedido. Lucas 22:31. Las tentaciones de Satanás son tan fuertes que debemos tener mucho cuidado. A pesar de la advertencia de Jesús, el grandioso apóstol Pedro cede a la tentación y niega a su Salvador. No resistió la prueba. Nosotros como creyentes debemos siempre orar al Padre pidiéndole que no nos permita caer en manos del maligno, porque duras son sus tentaciones.
Es importante aclarar, como ya lo he hecho antes, que Jesús no le dice a Pedro inicie una labor de guerra espiritual atando las potestades espirituales y los espíritus de pecado que van a tentarle, pues así no funcionan las cosas, sino que le advierte para que esté alerta y una vez se arrepienta ayude a sus hermanos. La solución para Pedro fue el arrepentimiento.
Así que un aspecto de nuestra guerra espiritual es la oración dirigida a Dios, no a los diablos, donde le pedimos que nos libre del mal o del maligno.
Otro aspecto de la guerra espiritual en el Nuevo Testamento está relacionado con nuestro testimonio. En el sermón del Monte, el código de santidad de la iglesia, Jesús afirma que la iglesia es la sal y la luz del mundo. Aquí encontramos otro aspecto de la guerra espiritual.
Una de nuestras principales armas es el testimonio cristiano por medio del cual preservamos la santidad en el mundo e influenciamos para que las naciones no avancen tan rápido en sus pecados. Muchas naciones que en un tiempo estuvieron habitadas por altos porcentajes de cristianos evangélicos conservadores, disfrutaron por mucho tiempo de paz, orden, armonía y principios éticos elevados. Gracias al testimonio de una iglesia santa. Pero una vez que estas iglesias se corrompen y se alejan de los principios bíblicos, sus naciones empiezan a descender en los principios éticos y la confusión ahora reina por todas partes.
Alguien dijo que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Esto es cierto. Una iglesia que vive conforme a los principios del reino y expresa el carácter de Cristo en todos los aspectos de la vida, de seguro impactará su entorno de manera que la esclavitud del pecado y Satanás retroceda. El problema es que ahora preferimos atar potestades y demonios en vez de vivir vidas santas. Pero eso será solo para nuestra vergüenza.
Durante varios años fui capellán de un colegio cristiano de la ciudad de Bogotá, Colombia, donde la mayoría de estudiantes pertenecían a una de las agrupaciones religiosas neo-carismáticas más grandes de la ciudad. Estos jóvenes eran fascinados con la oración de guerra atando espíritus. Ellos se quejaban porque los profesores no hacíamos oraciones bíblicas, es decir, atando espíritus y reprendiendo los demonios que estaban dentro o alrededor del colegio. Les fascinaba hacer largas oraciones con mucho estruendo, pisoteando al diablo y hablando con gran algarabía.
Pero ¿Cuál era su testimonio? Mientras pasaban mucho tiempo atando al diablo, el resto no lo dedicaban a sus responsabilidades académicas o domésticas. Sus padres estaban desesperados, no sabían qué hacer con estos chicos desjuiciados. Este es solo un pálido reflejo de una iglesia entregada a prácticas ocultistas que nada tienen que ver con las Sagradas Escrituras, mientas que con su testimonio favorece el avance del reino de las tinieblas.
La iglesia derrota cada día a Satanás a través del testimonio santo. Por eso es tan importante el ejercicio de la disciplina, porque ella nos preserva en santificación. Pero la disciplina en la iglesia es un concepto tan arcaico y pasado de moda, que, si acaso sabemos qué es eso.
Una iglesia cada vez más comprometida con el mundo no hará ni pizca de daño a Satanás, así se la pase en cultos de liberación y guerra espiritual.
Otra forma bíblica de guerra espiritual consiste en la predicación fiel del evangelio. El apóstol Pedro en su primera epístola capítulo 2 versículo 9 dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” Cada vez que la iglesia predica el Evangelio de Cristo está dando duros golpes a Satanás y a su reino de oscuridad. El Evangelio, cuando es predicado con fidelidad, se convierte en el arma que usa el Espíritu Santo para llamar eficazmente a los pecadores que Dios quiere salvar. Y cada vez que una persona recibe realmente el Evangelio, el reino de las tinieblas retrocede y recibe golpes mortales.
Si queremos ser arduos soldados en esta guerra espiritual, entonces prediquemos fielmente el Evangelio de Cristo. Que nuestros cultos no estén centrados en la música, ni en las conferencias de superación personal o positivismo, sino en la predicación del Evangelio, como ordena Pablo a los pastores. (Por favor lea las cartas Timoteo y Tito).
Recientemente en el hotel donde celebramos los cultos dominicales de nuestra iglesia, el día Domingo, mientras entrábamos al hotel encontramos una multitud de personas agolpadas para ingresar al hotel, me acerqué un poco para ver cuál era la celebración o reunión que tendrían y me entero que la gente está agolpada para entrar a una conferencia en la cual les van a enseñar cómo hacer dinero. Bueno, me sorprendió que una empresa o conferencista fuera a dar un tema así el día domingo, pues, por lo general es un día de descanso. Pero, oh sorpresa, cuando me entero que la conferencia está organizada por una de las iglesias y pastores representativos en el tema de la guerra espiritual. Quedé petrificado. El día Domingo, el día del Señor, el día que los cristianos apartamos para escuchar la palabra de Cristo, había sido cambiado para escuchar palabra de hombres dando técnicas a pobres incautos de cómo hacer dinero, es decir, de cómo rendirse ante el dios mamón. Materialismo craso.
Ahora, esta es una de las iglesias donde más atan a las potestades y a los demonios. Nunca escucharás una predicación sin que sus pastores aten a los demonios y les ordenen explotar.
Pero el día del Señor, en vez de predicar el Evangelio, están enseñando técnicas a la gente para que se vuelva más materialista y se amolde mas al mundo.
Estas son las paradojas y falacias de la moderna guerra espiritual.
Ahora analicemos el conocido pasaje de Efesios 6:10-18.
La armadura de Dios
“10Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar”. 47
El apóstol Pablo, luego de dar instrucciones doctrinales a la Iglesia de Éfeso, les recuerda que deben mantenerse alertas frente a los enemigos del Reino de Dios. En estos versículos se da una descripción de la lucha que enfrentamos y también se nos explica cómo debemos hacerlo. En el V.12 Pablo afirma que nuestra lucha no es contra carne y sangre, es decir, no es contra el vecino que denigra del evangelio, ni contra el ateo que se burla de nuestra fe en un Dios personal, ni siquiera contra los gobiernos que estorban el avance de la Iglesia. No estamos luchando contra fuerzas naturales o físicas. Nuestra lucha es contra fuerzas poderosas que se oponen al avance y crecimiento del cristiano. V. 10-11 De allí que somos llamados a “robustecernos con el vigor de la fuerza que presta el Señor” (M.H.). Las armas humanas no valen en esta lucha. V. 11. Puesto que estamos en el campo de la batalla debemos siempre estar con el ropaje apropiado para no ser víctimas de los ataques enemigos. Nuestra responsabilidad es mantenernos firmes contra las embestidas del enemigo. V. 11b.
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47 Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
Si un soldado en el campo de batalla utiliza una vestimenta y herramientas no apropiadas para un combate, de seguro que será víctima y sufrirá los ataques del ejército enemigo. V. 12 El enemigo es fuerte y tiene grandes ejércitos para atacar al creyente. V.13. Por lo tanto es importante estar vestidos de TODA la armadura de Dios. Es decir, debemos apropiarnos de todos los recursos que nos da Dios para poder resistir las asechanzas que vienen del campo enemigo. Siendo así la batalla contra un enemigo tan peligroso entonces debemos siempre estar preparados para resistir sus ataques. V. 13b. La preparación del creyente vistiéndose o capacitándose con los recursos divinos es para “resistir” (Defensa) los ataques del enemigo en el día malo. Es decir, vendrán días cuando Satanás provocará al creyente y tratará de seducirlo para sus propósitos malos, pero en esos días, el creyente que está vestido de los recursos y la gracia divina podrá resistir con firmeza y saldrá victorioso. Efesios 5:16 dice que estos días son malos, porque Satanás siempre está trabajando en contra del Reino de Cristo.
En 2 Timoteo 2:4 Se nos instruye que nuestro carácter debe ser el de un soldado fiel que asume con responsabilidad su puesto en la batalla. De esta pelea no se excluye a ningún cristiano. Todos somos objetivo militar de Satanás y todos debemos estar preparados para resistir sus ataques.
a. Las armas de nuestra milicia
Pablo utiliza la figura del soldado romano para describir de una manera pedagógica y comprensible para los creyentes de su tiempo, cuál debe ser nuestra preparación para enfrentarnos en esta guerra.
Nuestra posición en la batalla es DEFENSIVA. V.11 “Estar firmes”, V13 “Resistir” V.14 “Estad, pues, firmes”. Primeramente haremos un recorrido rápido por los elementos pedagógicos que presenta Pablo y luego analizaremos más en detalle formas específicas de cómo podemos estar alertas y firmes contra las asechanzas del Diablo.
V. 14. El cinturón de la verdad.
El creyente debe estar asegurado por la verdad del Evangelio de Cristo, pero este cinturón se refiere también a la verdad como integridad en la persona. Salmo 51:6 “Tu amas la verdad en lo íntimo”. Recordemos que Satanás es padre de mentira. Juan 8:44. Cuando la verdad no está en nosotros entonces Satanás ha ganado ventaja sobre nosotros y esto nos conducirá a otros pecados. Jesús es la verdad y si cada día nos alimentamos de él seremos capacitados para hablar verdad y no dar lugar al diablo.
V. 14b. Vestidos con la coraza de justicia.
Si bien el creyente ha sido declarado justo y la justicia de Cristo le ha sido imputada, aquí se refiere a que la justicia práctica debe ser parte del carácter del creyente. Esta justicia se relaciona con el vivir de acuerdo a las santas leyes de Dios. Pero para que la coraza proteja de los dardos del enemigo esta debe cubrir todo el pecho. (Santiago 2:10,11). Filipenses 1:11 “ Llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”. El Señor ama la justicia y se viste de la misma. Isaías 11:5; 59:17. La Iglesia debe manifestar un carácter justo y así derrotamos a Satanás. Justicia en la vida diaria.
V. 15 Calzados los pies con el Evangelio de la paz.
Las buenas nuevas de Salvación deben siempre estar cimentando al creyente en su andar diario. El poder del Evangelio guía cada día al creyente para que camine con seguridad en él. Isaías 35:8 “Habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviera por en este camino, por torpe que sea no se extraviará”. En medio del campo de batalla el creyente puede caminar con tranquilidad y paz en su corazón. Esta paz será el resultado de la obra salvadora de Jesucristo quien dijo “La paz os dejo, mi paz os doy” Juan 14:27
Cuando andamos cimentados en el Evangelio de gracia, la paz de Dios llena nuestro corazón y Satanás no podrá entrar mas allá con sus asechanzas a nosotros. El cristiano indeciso, inseguro de la obra perfecta de Cristo, podrá ser susceptible de los ataques de Satanás.
V. 16 “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.
El escudo era hecho en madera y antes de la batalla era empapado en agua con el fin de apagar los dardos encendidos que lanzaba el ejército enemigo. Este no era el escudo pequeño para la pelea cuerpo a cuerpo, sino el escudo grande que cubría casi todo el cuerpo. (ver comentario de William Hendriksen a Efesios 6, Editorial Desafío) Los dardos del maligno incluyen: Tentaciones, miedo, temores, angustias, amargura, enojo y divisiones en la Iglesia.
Cuando Pablo dice que debemos “tomar” el escudo de la fe, esto implica una acción responsable del creyente. Es una iniciativa voluntaria. La fe como un escudo se refiere a una firme adhesión a la VERDAD revelada. Solo podremos resistir los ataques del maligno si estamos afirmados en el conocimiento de la verdad. Esto implica que el mayor ataque del maligno se relaciona con la vida espiritual del creyente, su fe y su confianza en Dios. Ese fue el primer ataque al hombre: Dudar de la Palabra de Dios para conducirlo a la práctica del pecado. Satanás tratará de sembrar dudas con respecto a la PALABRA DE DIOS, para después llevarnos a justificar cualquier pecado. La verdadera fe que mueve montañas no es aquella fe mística que se pretende obtener a través de experiencias y sensaciones, sino aquella fe que se basa en la VERDAD revelada de Dios, y que es capaz de resistir los ataques del maligno. Jesús en la tentación en el Desierto venció con la Palabra.
La VERDADERA FE es capaz de tornar inofensivos aun los más fuertes ataques del maligno. Hebreos 11 nos habla de cómo los grandes personajes de la Biblia vencieron a través de una fe firme.
V. 17. Y Tomad el Yelmo (Casco) de la Salvación.
Los mayores ataques del Diablo hacia el creyente se relacionan con la mente, los pensamientos. 2 Corintios 10:4-5, las fortalezas son los argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios. Uno de los principales argumentos será sembrar dudas sobre la seguridad de la SALVACIÓN. ¿Verdaderamente soy salvo? ¿Habré sido lo suficientemente bueno como para “merecer” la gracia de Dios? ¿Será que formaré parte del pueblo de Dios? Cuando no estamos seguros de la obra de Salvación efectuada en nosotros, somos presa de los temores inducidos por Satanás, y somos llevados a un estado de desesperación en el cual no podemos crecer espiritualmente y nos tornamos inactivos para el Reino. Allí Satanás habrá ganado ventaja. En 1 Tesal. 5:8 Pablo insiste en que estemos asegurados en la esperanza de Salvación como un casco que proteja nuestra cabeza. Ahora, aquí el mandato de tomar el yelmo de la salvación, en el original griego, significa RECIBIR. La Salvación no podemos tomarla como una iniciativa propia, sino que más bien la recibimos de la pura y soberana GRACIA DE DIOS. Los creyentes que viven seguros de la obra realizada por CRISTO en y por ellos, podrán resistir las tentaciones y dardos de SATANÁS.
V, “Y la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”.
La palabra usada para espada es “mákhaira”. Esta es una espada pequeña o bisturí. Hebreos 4:12 nos habla de este machete o bisturí utilizado en una cirugía. Esta espada penetra hasta lo más profundo del hombre y ayuda a discernir lo falso de lo verdadero, y así poder extirpar los tumores que afectan a la Iglesia. Esta es un arma defensiva. Jesús la supo utilizar en la tentación. Esto implica que no solo debemos conocer la Biblia, sino que debemos estar llenos del Espíritu (quien da la Palabra) para que nos haga diestros utilizándola como un arma defensiva en contra de los ataques del Diablo. Satanás utilizará a personas, libros, ideas, filosofías para traer duda sobre nuestra fe bíblica, pero los creyentes adiestrados en el uso de la Palabra podrán vencerle.
V. 18. Orando en todo tiempo con toda oración.
Esta armadura debe ser fortalecida con las ORACIONES constantes y persistentes del creyente. Es interesante la insistencia de PABLO en el uso de las palabras TODA, TODO Y TODOS. La oración debe ser en TODO TIEMPO, por TODOS LOS SANTOS y con TODA ORACIÓN (acción de gracias, intercesión, súplica). La oración es como un ejercicio que permite fortalecernos espiritualmente. Este es uno de los ejercicios que más descuidamos y que mas debilidad producen en el creyente.
CONCLUSIÓN
i. Tenemos una lucha diaria contra un enemigo incesante.
ii. Pero Dios nos ha dotado y capacitado para que peleemos esta batalla con dignidad, venciendo cada día a las fuerzas de las tinieblas y llevando la luz de CRISTO por todas partes.
iii. Quiera Dios que estas enseñanzas nos lleven cada día a una vida de confianza en el poder de Dios y a una dependencia total de su gracia para que estemos firmes en contra de las asechanzas del mal.
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Dios les continue bendiciendo, ruego al padre que cada dia les de denuedo y sabiduría para continuar dando a conocer su palabra fielmente... Muchas gracias este material es de bendición.
ResponderBorrarGracias por sus bendiciones. El Señor le siga mostrando el camino de la sana doctrina.
BorrarGracias muy buena la enseñanza....
BorrarGracias
ResponderBorrarDios les bendiga aun mas y les siga iluminando cada dia con la verdad para que cada vez mas y mas creyentes podamos conocer el verdadero evangelio.
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