Posteriormente, Me mostró que la religión de mi madre, abuelos y de todos los que conocía, adoraba equivocadamente a ídolos mudos.
Y entonces me llevó al desierto y conocí el "fuego extraño" de otros que ofendían su Espíritu Santo.
Sin sacarme del árido terreno, me encontré después en medio de avariciosos predicadores seguidos por hombres igual o mas avariciosos y otros entregados al príncipe de este mundo, solo para satisfacer su ego y su carne. La intención del Padre para conmigo era que quedará en mi memoria la ruta del camino ancho que conduce a la perdición para prevenir a los que pondría delante mio en el futuro.
Habiendo salido de allí por obra del Espíritu de Dios, me encontre en terrenos algo más fértiles, conocí la denominación Bautista. Descanse entre personas diáfanas y amorosas que me enseñaron lo que es la Koinonia. Durante algún tiempo repose en ese oasis y en sus aguas baje con Cristo, para que quedará en mí, su sello, que trajó consigo que los mios y los que me rodeaban se percataran que mi entrega al evangelio no era mero arrebato.
Pero El Señor me tenía más y colocó en mi corazón, molestia y rechazo al libre albedrio, con el que allí las personas consideraban su salvación.
Luego, con afán, con las ansias de devorar todas sus palabras, se fueron descubriendo ante mis ojos los versos que hablaban de su soberanía, sus atributos, la expiación de su hijo y la obra regeneradora de su Espíritu.
Y entonces comprendí que yo, piltrafa humana, había sido justificado por el Padre, a través de su ira desatada sobre Cristo. Jesús murió por mí. Quebrantado me encontraba.
Ya no era un oasis, era la misma fuente de agua viviente a la que Dios me llevo para quedarme. Arrepentido, me aleje de lo que aun me ataba a los hábitos de este mundo.
Había otro regalo que tampoco merecía: su Santo Espíritu me acompañaría hasta el final, ya era demasiado. Lo glorificaría en santidad por su fruto y para siempre.
Me vi gozoso de las mismas dádivas de bíblicos hombres del antiguo pacto y de aquellos apóstoles que en el nuevo, fueron iluminados y fundaron la iglesia a la que ahora pertenecía.
Aprendí que en los 3 primeros siglos, los cristianos mantuvieron el evangelio limpio de contaminaciones y crecieron en numero. A un costo alto eso sí. El de la persecución, cautiverio, tortura y muerte a manos de los romanos.
Conocí en la historia, a hombres, algunos de ellos mártires, que ademas de no negar a Cristo, escribieron grandes obras exegéticas que sirvieron de base a eruditos posteriores. Hombres como Clemente, Ireneo, Ignacio, Justino Martir, Policarpo y Agustin de Hipona, defendieron la Fe cristiana, la difundieron en medio de las dificultades y la conservaron.
Aprendí que la cristiandad estuvo 1000 años bajo el yugo de la oscuridad a la que la sometió el paganismo católico romano, contaminando el evangelio y sus rituales.
Y en esta retrospectiva conocí a John Hus, John Wicliffe, Pedro Valdo y Girolamo Savonarola, quienes marcaron la senda que me llevó a LA REFORMA.
Al leer los escritos que me describían y narraban lo que era, contemple su belleza, que glorificaba al creador. La reforma era la manifestación inconfundible de la Justicia y la Soberanía de Dios. Era el regreso a la SENDA ANTIGUA, a su Gracia, a su Gloria y la de su hijo. De vuelta a la fe salvificadora, a las escrituras, a su autoridad, inerrancia y suficiencia, al evangelio primitivo, a través de hombres valientes enfrentados al papado, con la consigna de las “5 solas” como estandarte.
La justicia de Dios había llegado. Daba gusto leer como las cosas se colocaban en orden. Y en esa lectura, brotaron como flores de primavera los que constituirían la generación esplendida llamada “Los reformadores”: Martín Lutero, quien prendió la mecha, Juan Calvino, con su pluma que llevaba la excelsa exégesis, Ulrico Zwinglio, Gillermo Farel, John Knox, Pedro Valdo, Teodoro de Beza, entre otros.
De una cosa tenia absoluta certeza: LA REFORMA es para siempre. Porque la fe reformada, ha sido y es para mí obra divina, en la que el creador devolvió a sus criaturas su revelación especial para ser constituidos sus hijos.
Por inercia y habiendo empezado a transitar un camino sin regreso: el del evangelio de Cristo y el conocimiento de la palabra, me introduje de lleno en estos magníficos Reformadores. Comprobé que las enseñanzas bíblicas que en el pasado Dios me había mostrado, ahora tomaban nombre propio: “Doctrinas de la Gracia”. Y detrás de ellas estaba Juan Calvino y su don interpretativo. El manjar de la teología iluminada en la escritura, estaba servido para mí.
Sí. Había otros que experimentaron lo que yo. Y magistralmente lo plasmaron en obras literarias que enriquecieron y facilitaron el conocimiento de la Palabra del Señor. Me identifique de inmediato con sus principalísimos postulados. La exégesis de Calvino sobre soteriología y soberanía de Dios, serían la brújula que el Padre trazó para quienes fuimos colocados por Él en el camino irreversible del Evangelio de su hijo amado.
Aprendí que la inerrancia y la infalibilidad eran exclusivos de los autores bíblicos y que los reformadores fueron susceptibles al error, pues solo fueron iluminados, mas no inspirados.
Veía con claridad en las escrituras, la doctrina del bautismo de creyentes (credo-bautismo) y se me mostraban forzados los argumentos que soportaban el paidobatismo (bautismo de infantes).
De hecho, tenía un pasado Bautista, en el que aprendí la aplicación correcta que la iglesia debe dar a la ordenanza del bautismo. Adicionalmente, no vislumbré en las escrituras soporte para el modelo de gobierno teocrático que propuso Calvino y que alcanzó a montar en Ginebra con no muy buenos resultados y que fue la base para el gobierno eclesial de la iglesia Presbiteriana.
Estos 2 factores confirmaron en mi la seguridad de alinearme, no solo con la Fe Reformada, sino además de con Identidad Credo-Bautista.
Porque soy Bautista Reformado
Si desea saber que es una Iglesia Bautista Reformada, puede ir al siguiente enlace.
Distintivos de las Iglesias Reformadas en Colombia
Aunque me veo casi al ciento por ciento plasmada en este maravilloso escrito, jamás hubiera podido describirlo de la manera tan exacta como lo hizo usted. Me identifico plenamente..bendiciones del Altísimo.
ResponderBorrarAunque me veo casi al ciento por ciento plasmada en este maravilloso escrito, jamás hubiera podido describirlo de la manera tan exacta como lo hizo usted. Me identifico plenamente..bendiciones del Altísimo.
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