¿Qué significa el
término puritano? Mucha gente hoy en día usa el término para
describir una marca de la cristiandad legalista y arisca que se acerca al fanatismo.
La mayoría de este estereotipo fue un producto de sentimientos
anti-puritanas del siglo diecinueve. Mientras que subsecuente culturas
han expresado varias opiniones de los puritanos, es útil de hacer un relato
breve de la historia del término y para tasar el movimiento lo más objetivo
posible.
El comienzo del puritanismo
Cuando la media hermana de
Mary, Isabel (1533-1603) subió al trono, muchos protestantes guardaron
esperanzas fervientes que la Reforma que empezó con Edward VI crecería de una
forma exponencial. Elizabeth, sin embargo, estuvo contenta con el ambiente
Protestante y lucho para subyugar las voces de la oposición. Aquellos que
pelearon demasiado por una reforma en material de adoración, santidad,
política, y cultural fueron perseguidos y despojados de sus bienes. La Reforma
de Elizabeth, el cual fue moderado, precavido, desalentó a muchos y
eventualmente dio lugar a un Calvinismo más robusto que fue llamado en forma
derogatoria “Puritanismo.”
El Puritanismo duro desde
1560 hasta los principios de 1700. Los Puritanos creyeron que la Iglesia de
Inglaterra no ha ido lo suficientemente lejos en su Reforma, porque su adoración
y servicio litúrgico no estaba de acuerdo con los mandamientos encontrados en
las Escrituras. Ellos llamaban por una predicación pura basada desde las
Escrituras; por pureza de adoración; así como Dios manda en las Escrituras; y
por la pureza del gobierno de Dios, reemplazando la autoridad de los Obispos
con el Presbiterianismo.
Cuando la reina Isabel I estableció la Iglesia de Inglaterra con su versión de
protestantismo a finales de la década de 1550, muchos protestantes se
alegraron. ¿Cómo no celebrar que Inglaterra no abrazaría la doctrina de Roma?
Sin embargo, no todos estaban contentos.
Los ministros aún eran
llamados sacerdotes y casi todo en la iglesia lucía muy católico romano, con
gente arrodillándose para tomar la cena del Señor o ministros haciendo bautizos
como si se tratase de un ritual. “¿Acaso esto no trae confusión cuando se
supone que somos protestantes? ¿Estamos honrando al Señor así?”, pensaron
algunos.
Sin embargo, lo que a estos
hombres más les preocupaba era que la mayoría de la religión en la iglesia era
simplemente externa. Las personas no comprendían el significado de la salvación
solo por fe y eran protestantes solo en la superficie.
El término puritano fue
usado primero en los 1560s hacia esos protestantes ingleses quienes
consideraron las reformas bajo la Reina Isabel I incompletas y llamaron por una
“purificación” (del griego katharos, “puro”) amplia. Su
connotación negativa vino de su traducción del término latín catharus (puritano)
o cathari (puritanos; de katharos), un título dado
a herejes medievales…Para William Perkins (1558-1602), frecuentemente llamado
“el padre del puritanismo”, puritano fue un “término vil” que
describía gente con tendencias perfeccionistas (The Works of William
Perkins, 1:342, 3:15). Leonard J. Trinterud concluye, “Durante
el siglo dieciséis fue usado más como un adjetivo mofador que un sustantivo
sustancial, y fue rechazado como calumnioso en cualquier área que fue aplicado”
(Elizabethan Puritanism, pp. 3ff.).
Cuando Jacobo IV de Escocia
llegó al poder en Inglaterra, los puritanos creyeron que la situación mejoraría
para la causa debido a que él era protestante. Se equivocaron.
La única idea valiosa que el
rey Jacobo aprobó de ellos fue ordenar una nueva traducción de la Biblia,
porque así se desharía de las fastidiosas notas al margen de la Biblia
protestante de Ginebra, la cual hablaba de cosas como el derecho de los
creyentes a desobedecer a los reyes malos. Ahora ya sabes la historia de
la célebre King James Version.
Sin embargo, los puritanos
tuvieron cierto alivio cuando Jacobo asignó a algunos de ellos en lugares de
influencia. No obstante, él exigió tanta conformidad como Isabel. Así la
fricción entre el rey y los puritanos creció, y para muchos de ellos esto fue la
gota que derramó el vaso, llevándolos a tomar la decisión de irse de
Inglaterra. Varios se marcharon hacia el Nuevo Mundo, al otro lado del
Atlántico, con la esperanza de construir una Nueva Jerusalén en esta “tierra
prometida” donde no estarían bajo la tiranía del Faraón.
Todo esto debilitó la
influencia de los puritanos en Inglaterra, quienes se debatían entre si
permanecer en la iglesia oficial o no, mientras discutían diversos temas
teológicos.
La situación empeoró con la
llegada de Carlos I al poder, el hijo de Jacobo con Enriqueta María de Francia,
una devota católica. Él introdujo muchas formas católicas de adoración y una
teología arminiana. Se opuso a los puritanos y, luego de disolver el
parlamento, inició una persecución feroz contra ellos causando que más
puritanos dejaran la nación.
Los escoceses vieron en
Carlos a alguien que quería traer de vuelta el catolicismo, y eventualmente
comenzó una guerra civil contra él que no tenía que ver solo con religión. Sin
embargo, los soldados puritanos ganaron. El país sería gobernado por un
parlamento. Así, el puritanismo vio su mayor oportunidad para buscar traer una
verdadera reforma.
En la década de 1640, más de
cien teólogos puritanos se reunieron en Westminster para la formación de una
nueva iglesia nacional. De allí salió la célebre Confesión de fe de
Westminster, sus documentos y catecismos, y la institución formal de la
Iglesia presbiteriana.
Debido a la libertad en la
nación para estar en desacuerdo con la vieja iglesia oficial, en aquellos días
surgieron diversas sectas heréticas, desordenadas, y escandalosas que, para los
críticos de los puritanos, representaron el fracaso y la contradicción de la
visión puritana. Sin embargo, como señala Reeves:
“Lo principal… que comenzó a
volver a las personas contra el gobierno puritano fue su intento de imponer un
comportamiento cristiano estricto en una nación… Los ciudadanos comunes,
independientemente de su estado espiritual, se vieron obligados a vivir como si
fueran ‘piadosos’, y ellos no podían soportarlo. Fue una experiencia que
acabaría con el puritanismo en la mente inglesa, y la gente comenzó a anhelar
la vida más fácil de un gobierno ‘feliz’”.
El país entonces pidió
volver a tener un rey y nombró a Carlos II en 1660, hijo del rey anterior (que
fue ejecutado por traición al final de la guerra). El nuevo gobernante no tardó
mucho en oponerse a los puritanos, trayendo de vuelta el Libro de
oraciones promovido por Isabel, y expulsando del ministerio a quienes
se opusieron a él y sus políticas.
Más de 20,000 puritanos
fueron a prisión en los siguientes 20 años. Se les prohibió enseñar e ir a
universidades como lo hacían antes, lo cual debilitó más aún al movimiento,
aunque algunos trataron de permanecer en la Iglesia de Inglaterra. Poco a poco,
el puritanismo pasó por una muerte lenta. Hoy todavía se debate cuándo fue que
el movimiento se terminó.
Doctrinalmente, el
Puritanismo fue algo como un Calvinismo vigoroso; experimentalmente, fue
contagioso y amable; evangelistamente, fue agresivo, pero tierno; eclesiásticamente,
fue teocéntrico y de adoración, el Puritanismo busco hacer las relaciones entre
el rey, Parlamento, y sujetos de forma escritural, balanceado y obligado por la
conciencia.
Por casi mil años, Europa no
tuvo la Palabra en el idioma del pueblo para ser leída e interpretada por los
creyentes. Así que cuando estos hombres por fin vieron lo que dice la Biblia,
quedaron maravillados por ella y quisieron vivir conforme a ella. Por eso
tomaron tan en serio el estudio diligente y profundo de la Escritura.
Como escribió el puritano
Henry Smith: “Debemos establecer la Palabra de Dios siempre ante nosotros como
una regla, y creer en nada más que lo que enseña, no amar nada sino lo que
prescribe, no odiar nada más que lo que prohíbe, no hacer nada más que lo que
ordena”. O como dijo John Flavel: “Las Escrituras nos enseñan la mejor manera
de vivir, la manera más noble de sufrir, y la forma más alentadora de morir”.
A pesar de esto los términos puritano y puritanismo quedaron
firmes…
Nosotros acertamos que los
puritanos abrazaron cinco preocupaciones principales y trataron cada una
substancialmente en sus escritos:
- Los puritanos buscaron de escrudiñar las
Escrituras, ordenar sus encuentros y aplicarlos a todas las áreas de la
vida. En haciendo esto, los puritanos también apuntaron de ser confesional
y teológica, y dependieron mucho sobre los labores de la erudición
cristiana.
- Los puritanos fueron apasionadamente
entregados de enfocarse sobre el carácter Trinitaria de la teología. Nunca
se cansaron de proclamar la gracia electoral de Dios, el amor agonizante
de Jesucristo, y la obra aplicatoría del Espíritu Santo en las vidas
de los pecadores. Su fascinación con la experiencia cristiana no fue tanto
motivado por un interés en su propia experiencia en si tanto como fue su
deseo de trazar la obra divina dentro de ellos con el fin de rendir toda
la gloria a su Señor Trino.
- En común con los reformadores, los puritanos
creyeron en la significación de la iglesia en los propósitos de Cristo.
Por lo tanto, creyeron que el culto de la iglesia debería ser una obra
externo cuidadoso y una encarnación fiel a su fe bíblica, y así el
puritanismo fue un movimiento que se enfocó sobre la prédica plana y
serio, reforma de liturgia, y hermandad espiritual. Igualmente, los
puritanos creyeron que hubo un orden o un régimen para el gobierno de la
iglesia revelado en la Escritura, y el bienestar de la iglesia dependía
sobre trayéndola en conformidad a ese orden.
- En las grandes preguntas de la vida
nacional presentadas por las crisis de su día, los puritanos buscaron a la
Escritura para luz sobre los deberes, poder y derechos del rey, el
parlamento y de los sujetos-ciudadanos.
- En cuanto al individuo, los puritanos se
enfocaron sobre la conversión personal y comprensiva. Creyeron con Cristo
que «dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios» Juan 3:3. Por lo tanto sobresalieron en
predicando el evangelio, sondeando la consciencia, despertando al pecador,
llamándolo al arrepentimiento y fe, y guiándolo a Cristo, y educándolo en
el camino de Cristo. Igualmente, los puritanos creyeron con Santiago que
«la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma» (Santiago 2:17). Así que
desarrollaron de la Escritura una descripción cuidadosa de lo que un
cristiano debería ser en su vida interna ante Dios y en todas sus acciones
y relaciones en esta vida, en el hogar, en la iglesia, en el trabajo, y en
la sociedad
Los puritanos obraron para
reformar y purificar la iglesia y de guiar el pueblo hacia una vida piadosa
viviendo consistente con la doctrina reformada de la gracia.
J. I. Packer
resume este entendimiento del puritanismo bien:
«el puritanismo fue un movimiento evangélico de santidad buscando de
implementar su visión de un avivamiento espiritual, nacional y personal, en la
iglesia, en el estado y en el hogar; en la educación, en el evangelismo y en la
economía; en el discipulado personal y devoción, y en el cuidado y competencia
pastoral» (An Anglican to Remember – William Perkins: Puritan
Popularizer [St. Antholin´s Lectureship Charity Lecture, 1996], pp.
1-2).
John Owen, escribió:
“Es al contemplar la gloria de Cristo por fe que somos edificados
espiritualmente y edificados en este mundo, porque al contemplar su gloria, la
vida y el poder de la fe se fortalecen cada vez más. Es por fe que crecemos
para amar a Cristo. Entonces, si deseamos una fe fuerte y un amor poderoso, que
nos den descanso, paz y satisfacción, debemos buscarlos al contemplar
diligentemente la gloria de Cristo por la fe. En esta tarea deseo vivir y
morir. En la gloria de Cristo fijaré todos mis pensamientos y deseos, y cuanto
más vea la gloria de Cristo, más se marchitarán ante mis ojos las bellezas
pintadas de este mundo y seré cada vez más crucificado para él”
Peter Lewis correctamente
dice que el puritanismo creció de tres necesidades: (1) la necesidad de una
prédica bíblica y la enseñanza de la sana doctrina reformada; (2) la necesidad
de una piedad bíblica y personal que enfatiza la obra del Espíritu Santo
en la fe y en la vida del creyente; y (3) la necesidad de restaurar simplicidad
bíblica en la liturgia, vestimentos y gobierno eclesiástico, para que una vida
eclesiástica bien ordenada pudiera promover el culto del Trino Dios tal como ha
sido mandado en Su Palabra (The Genius of Puritanism, pp. 11ff.).
Doctrinalmente, el puritanismo fue un tipo de un calvinismo vigoroso;
experimentalmente, fue agradable y contagioso; evangelistamente, fue agresivo
aun cariñoso; eclesiásticamente, fue teocéntrico y lleno de adoración;
políticamente, busco de ser escritural, balanceado y atado por la conciencia
ante Dios en las relaciones de rey, parlamento, y ciudadanos.
Los puritanos para nada fue
un movimiento monolítico no más que lo fueron los reformadores, o, sobre este
asunto, cualquier otro grupo mayor de teólogos en la historia de la iglesia.
Ellos también tuvieron sus diferencias, no tan solo eclesiásticamente y
políticamente, sino también teológicamente. Hubo entre ellos que tragaron y
enseñaron errores, como Richard Baxter sobre la justificación y John Preston
sobre la expiación. Aún, por la mayor parte, hubo una unidad notable de
pensamiento, convicción y experiencia entre los puritanos.
Entre los puritanos hubieron
presbiterianos e independientes/congregacionalistas. Tuvieron acuerdo en casi
todo pero hubo división sobre el gobierno eclesiástica. A pesar de esto
la mayoría creyeron en la salmodia exclusiva “a capella”, santificando el día del Señor, y sobre el
establecimiento de la religión verdadera o sea reformada en el país.
PURITANOS SOBRESALIENTES
William Perkins (conocido
como el padre del puritanismo)
Thomas Adams
William Ames
Lewis Bayly
Samuel Bolton
Thomas Boston
Christopher Love (murió como
Covenanter bajo Oliver Cromwell)
Robert Bolton
William Bridge
Thomas Brooks
John Bunyan
Anthony Burgess
Jeremiah Burroughs
Thomas Cartwright
Joseph Caryl
Thomas Case
Stephen Charnock
David Clarkson
John Davenant
Edward Fisher
John Flavel
Thomas Goodwin
Thomas Gouge
William Gurnall
Matthew Henry
Thomas Hooker
John Howe
Thomas Manton
Increase Mather
Richard Mather
Samuel Mather
Christopher Ness
John Owen
Thomas Ridgley
Henry Scudder
Obadiah Sedgwick
Thomas Shepard
Richard Sibbes
George Swinnock
Nathaniel Vincent
Thomas Vincent
William Whitaker
James Janeway
Jonathan Edwards (llamado el
último puritano)
Bibliografía
- “Meet the Puritans” por
Joel R. Beeke y Randall J. Penderson
- “Viviendo
para la gloria de Dios”. Joel Beeke
- Lista
de Puritanos sobresalientes. Sitio web “Presbiteriano Reformado”
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