Características
de la Santidad
El verdadero evangelio nos
enseña la Santidad como una consecuencia indefectible de la Gracia de Dios, no
como un esfuerzo humano. Efesios 2: 8 nos dice que la salvación es por Gracia,
por lo tanto, todo lo que la salvación genere también es por Gracia.
En el orden de la Salvación ("Ordo
salutis"), establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo
(Efesios 1: 4), la Santidad se presenta en el creyente después de la elección y
predestinación, posterior al llamado general, al llamado particular o
regeneración, a la conversión (fe y arrepentimiento), a la justificación y
después de la adopción.
Lo que nos muestra
claramente que la Santidad es consecuencia y no causa de la salvación. No
perseveramos en Santidad para ser salvos. Somos Santos porque hemos sido
salvados y como hijos de Dios reflejamos el carácter de su santidad.
La Santidad se alimenta del
arrepentimiento real que viene de Dios, que es la obra del Espíritu Santo
haciéndonos aborrecer el pecado.
La Santidad es Cristo-céntrica. Es el hombre siendo como Cristo, negándose a sí
mismo y dándose a los demás sin esperar nada de ellos ni de Dios.
El Espíritu Santo realiza una obra integral de regeneración en el creyente.
Todas sus fibras son tocadas por él. Cuerpo, alma y espíritu son objeto de
santificación. No es parcial, ni temporal. De ahí que los santos, perseveren
hasta el final en la lucha diaria contra el pecado y las buenas obras
preparadas de antemano para que anduviesen en ellas. De ahí también, que
mostrarán el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5: 22) en todos los aspectos y
actos de su vida.
Características
del "cambio de hábitos"
El oidor del falso evangelio
también experimenta cambios en su vida. Se le instruye para abandonar los malos
hábitos, que le son mostrados como obstáculos para obtener el favor de Dios.
Por esto decimos que el falso evangelio remplaza la Santidad por "cambio
de hábitos", lo cual es requisito indispensable para obtener prosperidad y
sanidad.
Este cambio, esta aparente
"nueva vida" en sus seguidores, es la evidencia que el falso profeta
muestra de la supuesta veracidad de su evangelio. Es su carta de presentación.
Es el valor agregado del producto que vende. Y con excelentes resultados para
sus intereses, pues difícil es para los supuestos "convertidos",
creer que esta "nueva vida" no sea obra de Dios. Y siendo que este
"cristianismo" además de volverlo una "buena persona"
también lo prospera, pues, por supuesto, no desea que se le diga que está
escuchando un evangelio equivocado.
Este cambio de hábitos, no
necesita la elección de Dios, ni su llamado, ni la regeneración, ni la
conversión de la persona, ni justificación, ni adopción.
El cambio experimentado por el oidor de este evangelio engañoso, no es
arrepentimiento genuino. Es esfuerzo y obra humana. Cambio de hábitos hecho en
la carne, sin intervención del Espíritu Santo.
Los nuevos y "buenos" hábitos no son Cristo-céntricos. Pues no son desinteresados,
tienen como objetivo el beneficio personal representado en prosperidad y
sanación.
Siendo el cambio de hábitos,
esfuerzo del hombre, no es integral y no cubre todo su ser. De ahí que en estas
personas se presenten cambios en algunas áreas de su comportamiento personal y
no en todas. Y entonces tenemos "convertidos" que, por ejemplo,
dejaron el tabaco, el alcohol o el adulterio, pero no abandonaron su soberbia,
su egocentrismo, su falta de perdón, su avaricia, entre otros.
El objetivo del maligno es alejarnos del verdadero evangelio y su principal
estrategia, es elaborada con sutileza. Es revestirse de luz y difundir un
evangelio equivocado que no se distinga del genuino.
Aprendamos a distinguir la santidad de un simple "cambio de hábitos"
Dios nos de discernimiento y sabiduría.
Cesar Ángel
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