5 may 2019
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Diez cargos contra la Iglesia moderna. Paul Washer
Diez cargos contra la Iglesia moderna. Paul Washer
Índice
1. Una negación de la suficiencia
de las Escrituras........................................................6
2. Una ignorancia acerca de
Dios.....................................................................................8
3. No encarar el mal que aflige
al
hombre.......................................................................9
4. Una ignorancia del evangelio
de Jesucristo ..............................................................12
5. La invitación evangelística
sin fundamento bíblico ................................................15
6. Ignorancia acerca de la
naturaleza de la iglesia.........................................................21
7. Falta de compasión en la
disciplina de la iglesia
......................................................26
8. Silencio en cuanto a la
separación [santidad] ...........................................................28
9. Remplazo de las Escrituras
cuando de la familia se trata.........................................30
10. Pastores que sufren de
desnutrición
bíblica............................................................33
Diez cargos contra la iglesia
moderna es un sermón predicado el 22 de octubre de 2008 en la Conferencia sobre
Avivamiento en Atlanta, Georgia, EE.UU.
Paul Washer trabajó como
misionero en Perú durante diez años, donde fundó la Sociedad Misionera HeartCry
con el fin de sostener sembradores de iglesias peruanos. Esta Sociedad
Misionera (a diciembre de 2014), sostiene aproximadamente 180 misioneros en 29
países de Europa, América del Sur, África, Asia y el Medio Oriente. Siendo
predicador itinerante, el autor también predica a menudo en su propia iglesia
en Radford, Virginia. Es también autor de The One True God: A Biblical Study of
the Doctrine of God (El único Dios verdadero: Un estudio bíblico de la doctrina
de Dios) y The Truth about Man: A Biblical Study of the Doctrine of Man (La
verdad acerca del hombre: Un estudio bíblico acerca de la doctrina del hombre).
En la actualidad, Paul Washer trabaja con la Sociedad Misionera HeartCry
(www.heartcrymissionary.com). Él y su esposa Charo tienen tres hijos: Ian, Evan
y Rowan.
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Impreso en los EE.UU. Se otorga permiso expreso para reproducir este material
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manera, las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia, Reina-Valera
1960.
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DIEZ CARGOS CONTRA LA IGLESIA MODERNA
ORACIÓN
Vayamos al Señor en oración.
Padre, me presento ante ti en el
nombre de tu Hijo Jesucristo. Señor, tú conoces todas las cosas. Todas están
ante ti como un libro abierto. ¿Quién puede esconder su corazón de tu presencia
y de tu vista? Las acciones de los más inteligentes están expuestas ante ti. Tu
omnisciencia no tiene límites; y si no fuera por tu gracia, sería yo el más
aterrado de los hombres. Pero hay gracia, abundante y gloriosa, derramada sobre
los más débiles de los hombres, y abundando para tu gloria. Padre, te alabo y
te adoro; te doy gracias por todo lo que eres y todo lo que has hecho. No hay
nadie como tú en los cielos ni en la tierra ni debajo de la tierra. Tú eres Rey
y no hay otro. Tú eres Salvador y no compartes tu gloria con nadie.
Padre, ayúdanos hoy. A la
elocuencia que se la lleve el viento, al diablo con el brillante intelecto,
Padre. Haz que sea anunciada la verdad. Haz que yo cambie para que el estado de
tu iglesia sea más glorioso. Te pido gracia sobre gracia y misericordia sobre
misericordia para mí mismo y para los que me escuchan. Ayúdanos, oh Dios, y
seremos ayudados; y nos gloriaremos en esa ayuda en nombre de Jesús. Amén.
INTRODUCCIÓN
Es un gran privilegio para mí
estar hoy aquí, un privilegio maravilloso estar delante de ustedes y hablarles
de temas como avivamiento, reforma y las obras de Dios entre su pueblo y entre
los hombres. Hoy voy a compartir con ustedes una acusación; pero es una
acusación de esperanza.
Mientras oraba acerca de lo que
debía decirles, llegué a una gran conclusión, una carga que fue puesta en mi
corazón: Necesitamos un avivamiento. Necesitamos un despertar, pero no podemos
sencillamente esperar que descienda el Espíritu Santo y limpie todo el
revoltijo que nosotros hemos hecho. Tenemos una dirección clara de la Palabra
de Dios con respecto a lo que él ha hecho a través de Cristo, cómo espera que
vivamos y cómo espera que llevemos adelante su iglesia. Y de poco vale que los
hombres clamen pidiendo manifestaciones adicionales cuando se violan por
doquier los principios bíblicos.
Quiero que sepan esto: No hay
necesidad de que el diablo y los impíos se opongan al hombre orando por un
avivamiento, a menos que él esté también trabajando para que haya una reforma.
Dios nos ha dado la verdad, y no podemos hacer meramente lo que nos parece bien
a nosotros y luego esperar que descienda el Espíritu Santo y bendiga nuestras
obras.
Cuando consultamos el Antiguo
Testamento vemos que Moisés recibió una explicación muy, muy detallada de cómo
construir el Tabernáculo. Ahora bien, ¿esto fue para bien de Moisés o para bien
de la iglesia? Pienso que lo que se explica allí es que Dios es específico en
cuanto a su voluntad, y que no podemos pretender que tenemos derecho a tomar el
detalle aún más pequeño e ignorarlo.
Sé que soy un hombre frágil,
lleno de debilidades, pero tengo una acusación que hacer. No puedo llamarlo mi
cargo o acusación, porque ¿quién soy yo para acusar a nadie? Y no me atrevo a
llamarlo el cargo emitido por Dios, porque ¿cómo podría pretender hacerlo? Pero
diré esto: Cuando observo a la iglesia y la comparo con las Escrituras, veo que
hay ciertas cosas que tienen que cambiar.
No soy Martín Lutero (1) . Estas
no son las 95 declaraciones clavadas en la puerta en Wittenberg (2) , en cambio
este es un peso sobre mi corazón y ¡tengo que compartirlo! Lo que voy a decir
indignará a algunos de ustedes, pero déjenme advertirles. Quizá puedan acusarme
de arrogancia. Quizá puedan decir que no les gusta cómo digo las cosas. He sido
arrogante muchas veces, y muchas veces he dicho la verdad de un modo
equivocado; pero no dejen que esto les sea una excusa. La cuestión es esta: ¿Lo
que digo es cierto, lo diga un mensajero defectuoso o no?
Otros entre ustedes se
regocijarán por lo que oyen y querrán decir: “Amén”, llenándose de orgullo.
Pero por favor no lo hagan porque todos somos culpables en cierta medida. Y si
ustedes han alcanzado algún estado espiritual, entonces les diré lo que dijo mi
hermano. “¿Qué te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo
recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Cor. 4:7).
¿No es mejor adorar a Dios con humildad?
También les voy a pedir esto: Tengan
la valentía de cambiar todo, aun si es el último día de sus vidas. Por lo menos
podrán ir a la gloria sabiendo que han intentado una reforma que era bíblica.
Y les diré esto a los ancianos
como una advertencia. Por favor, escúchenme con atención. Conozco la admonición
de 1 Timoteo capítulo 5 acerca de la manera como debo dirigirme a ustedes3 , y
así lo haré. Pero, ¡está sucediendo un gran despertar en este país! Y no solo
en este país, sino también en Europa, Sudamérica y muchos lugares más. Veo a muchos
jóvenes volviendo a la Roca de la cual fueron formados. Están leyendo a
Spurgeon (4) y Whitefield (5) , todavía están escuchando a Ravenhill (6),
Martyn Lloyd-Jones (7) , Tozer (8) y Wesley (9) , ¡y es un movimiento increíble
y grande! Aunque los medios populares y Christianity Today (10) no se han dado
cuenta de lo que está pasando, quiero que sepan que 15 años atrás yo tampoco
hubiera soñado que veríamos el despertar que estamos viendo, no a través de mi
ministerio, sino a través de lo que Dios está haciendo sin ninguno de nuestros
ministerios.
Ya sea en Holanda, con mil
jóvenes declarando: “Las cosas tienen que cambiar”, clamando a Dios la noche
entera pidiendo el poder de Dios y la verdad de las Escrituras; o en
Sudamérica, reconociendo que han sido influenciados por la psicología y toda
especie de técnicas superficiales procedentes de Norteamérica con respecto a la
evangelización; y ahora, llorando y quebrantados, están volviendo y
evangelizando a sus iglesias. En los sectores deprimidos en los Estados Unidos,
donde a veces me he quedado hasta las dos y tres de la mañana dialogando acerca
de teología con jóvenes afroamericanos, a quienes Dios va a levantar para
predicar mucho más de lo que nadie jamás será capaz de imaginar. ¡Hay un despertar!
Ahora voy a decir esto con
cariño: La mayoría de los que tienen más de cuarenta años no tienen idea de
este despertar. Muchos de los jóvenes están recurriendo a los grandes maestros
de siglos pasados, a las prácticas de antaño y a las verdades que han producido
un despertar una y otra vez en este mundo. La mayoría de esta juventud es muy
joven; y se acercarán a sus líderes y dirán: “¡Vean lo que hemos descubierto!
Vean lo que ha sucedido en Gales (11). Vean lo que ha sucedido en África (12).
¡Vean esto! ¡Vean aquello! ¡Y vean esta enseñanza! ¡Es absolutamente
prodigioso!” Y la mayoría de los hombres mayores no harán caso o dirán: “No es
nada diferente a lo que he estado predicando durante 25 años”. Pero la realidad
es que es completamente diferente a lo que han estado predicando los últimos 25
años. Y por lo tanto, debemos tener mucho, mucho cuidado para comprender que
Dios está haciendo una gran obra. ¡Y “el que comenzó en vosotros la buena obra
la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6)!
Muchos tienen la idea de que van
a producir un avivamiento con sus oraciones. Otros dicen: “El avivamiento
vendrá aunque oremos o no”. No comparto ninguna de estas dos opiniones. Porque
sé esto: Cuando veo a hombres, mujeres y jóvenes en todo el mundo orando por un
despertar, ¡eso para mí son los primeros frutos de un avivamiento! Y puedo
estar seguro que Aquel que da estos primeros frutos, dará también la cosecha en
abundancia.
( 1) Martín Lutero (1483-1546) – monje
católico romano alemán, teólogo, profesor universitario y reformador de la
iglesia cuyos escritos y sermones inspiraron la Reforma Protestante y cambió el
curso de la civilización occidental.
( 2) 95 declaraciones clavadas en la puerta…
– El 31 de octubre de 1517, Lutero clavó en la puerta de la iglesia en Wittenberg,
Alemania, 95 objeciones contra las doctrinas y prácticas de la Iglesia Católica
Romana, lo cual dio comienzo a la Reforma Protestante.
(3) “No reprendas al anciano, sino exhórtale
como a padre” (1 Tim. 5:1).
(4) Charles
H. Spurgeon (1834-1892) – influyente pastor bautista británico que
predicaba semanalmente a 6.000 personas en la Tabernáculo Metropolitano de
Londres; la colección de sus sermones abarcan 63 tomos.
(5) George
Whitefield (1714-1770) – el evangelista más reconocido del siglo XVIII y predicador
itinerante que Dios usó grandemente en Inglaterra y en las colonias
norteamericanas durante el “Gran Despertar”.
(6) Leonard
Ravenhill (1907-1994) – predicador británico cristiano y autor que enfocó
los temas de la oración y el avivamiento; retó a la iglesia moderna a seguir el
ejemplo de la iglesia del primer siglo en el libro de los Hechos.
(7) David
Martyn Lloyd-Jones (1899-1901) – reconocido predicador expositivo galés;
después de exitosos estudios de medicina, estaba próximo a obtener su título de
doctor cuando Dios lo llamó a predicar el evangelio; conocido por sus sermones
expositivos centrados en Cristo.
(8) Aiden
Wilson Tozer (1897-1963) – cristiano estadounidense, pastor, predicador y
autor perteneciente a la Alianza Misionera; conocido por la profundidad de su
piedad y vida de oración; a menudo retaba a la iglesia moderna a arrepentirse
de su superficialidad y contemporización con el mundo.
(9) John
Wesley (1703-1791) – pastor y teólogo anglicano; se le adjudica mayormente,
junto con su hermano Charles, la fundación del movimiento metodista inglés, que
se inició cuando empezó a predicar al aire libre, de un modo parecido al de
George Whitefield.
(10) Christianity Today – revista mensual que
enfoca variados temas evangélicos de la actualidad.
Ahora quiero que consideremos los
diez cargos, las cosas que yo creo que tenemos que cambiar en la iglesia
moderna.
CARGO NO. 1. UNA NEGACIÓN DE LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS
“Y
que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden
hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:15-17).
Para empezar, el primer cargo es:
una negación de la suficiencia de las Escrituras en la práctica, especialmente
en mi denominación. Desde hace varias décadas, se ha librado una batalla
tremenda con respecto a la inspiración de las Escrituras. Sé que algunos de
ustedes no han sido parte de esa batalla, pero muchos en denominaciones más
liberales sí han vivido esta batalla relacionada con la Biblia.
Pero existe un problema. Cuando
creemos como un pueblo que la Biblia es inspirada, hemos librado apenas mitad
de la batalla, porque la pregunta no es meramente: “¿Es la Biblia inspirada?” O
sea: ¿es inerrante? La pregunta más importante que hay que
Contestar después de esa es: ¿Es
la Biblia suficiente, o tenemos que valernos de cada supuesta ciencia social y
estudio cultural para saber cómo llevar adelante una iglesia? ¡Es la pregunta
más importante! Las ciencias sociales, en mi opinión, han adquirido más
prioridad que la Palabra de Dios y de una manera que la mayoría ni siquiera lo
notamos. Se ha ido introduciendo tanto en nuestra iglesia, nuestra
evangelización y nuestra obra misionera que casi ni podemos llamar “cristiano”
a lo que hacemos. La psicología, antropología y sociología han llegado a ser
las influencias más poderosas en las iglesias.
Cuando estudiaba en el seminario
hace algunos años, un profesor entró y empezó a dibujar pisadas en el pizarrón.
Y cuando terminó de dibujarlas de un costado al otro del pizarrón, se volvió
hacia nosotros y dijo solamente: “Aristóteles está caminando por los pasillos
de esta institución. Cuidado, porque oigo sus pisadas con más claridad que las
del Apóstol Pablo, del grupo de hombres inspirados que lo acompañaban y aun del
Señor Jesucristo mismo”.
Hemos llegado a creer que el
hombre de Dios puede resolver cuestiones intrascendentes en la vida de la
iglesia; pero que cuando las cosas se ponen complicadas tenemos que recurrir a
los expertos sociales. ¡Esta es pura mentira! Dice aquí que las Escrituras
fueron dadas “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:17).
¿Qué tiene que ver Jerusalén con
Roma? ¿Y qué tenemos que ver nosotros con todas estas ciencias sociales
modernas que en realidad fueron creadas como una protesta contra la Palabra de
Dios? ¿Y por qué es que la evangelización, las misiones y el supuesto
“crecimiento de la iglesia” han tomado su forma más por las opiniones del
antropólogo, el sociólogo y el estudiante de Wall Street que están al día con
cada tendencia cultural? Toda actividad en nuestras iglesias tiene que basarse
en la Palabra de Dios. Toda actividad misionera tiene que basarse en la Palabra
de Dios.
Nuestra actividad misionera,
nuestra actividad en la iglesia y todo lo que hacemos debiera surgir del
teólogo y el exégeta ––del hombre que abre su Biblia y tiene una sola pregunta:
¿Cuál es tu voluntad, oh Dios? ¡No tenemos que enviar cuestionarios a gente
carnal para descubrir a qué clase de iglesia debemos asistir! La iglesia debe
ser cordial con el que busca la verdad, pero tiene que reconocer que hay solo
uno que tiene toda la verdad. ¡Su nombre es Dios!— y si queremos ser cordiales
con alguien, si queremos complacer a alguien, complazcamos a Dios y su gloria,
aun si es rechazado por todos los demás. No somos llamados a construir
imperios. No somos llamados a ser grandiosos. Somos llamados a glorificar a
Dios. Y si queremos que la iglesia sea algo más que un pueblo propio, adquirido
(13) (Tito 2:14; 1 Ped. 2:9), estamos queriendo algo que Dios no quiere.
Quiero que presten atención a lo
que dice Isaías en el capítulo ocho: “Y si os dijeren: Preguntad a los
encantadores y a los adivinos, que susurran hablando” (Isa. 8:19a). Esta es una
descripción perfecta de los gurús del crecimiento de la iglesia, porque cada
dos o tres años cambian todas sus teorías principales, no solo de lo que es el
hombre y cómo componerlo, sino de lo que es una iglesia y cómo hacerla crecer.
Cada dos o tres años aparece otra “novedad” sobre cómo lograr que una iglesia
llegue a ser extraordinaria a los ojos del mundo. Hace poco uno de los expertos
en el crecimiento de la iglesia más reconocidos manifestó que había descubierto
que todas sus teorías estaban equivocadas. Pero en lugar de procurar, de
rodillas, quebrantado y llorando, que la gente se volviera a la Escrituras, ¡se
fue a buscar otra teoría!
¡No dan un mensaje claro! Dice
aquí en Isaías: “¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos
por los vivos?” (Isa. 8:19b-20). ¿Debiéramos como clérigos, como predicadores,
como pastores, como cristianos, salir y consultar a los muertos espiritualmente
en nombre de aquellos a quienes el Espíritu Santo ha dado vida? ¡Por supuesto
que no!
(11) lo que ha sucedido en Gales – el Gran
Avivamiento Galés de 1904-1905, que comenzó en el otoño de 1904 bajo el
liderazgo de Evan Roberts (1878-1951), ex minero carbonero de 26 años que se
estaba preparando para ser pastor; el avivamiento duró menos de un año, pero en
ese lapso se convirtieron 100.000 personas y muchas iglesias volvieron a una fe
bíblica.
(12) lo que ha sucedido en África – la
evangelización de la región de sub-Sahara en África, que comenzó en la época de
la colonización en el siglo XIX y continúa hoy por medio de la obra misionera e
iglesias autóctonas.
(13) pueblo propio – un pueblo que es
exclusivamente suyo.
CARGO No. 2. UNA IGNORANCIA ACERCA DE DIOS
“Dios,
habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30)
A veces me piden: “Hermano, por
favor venga y diríjanos en una serie de una semana sobre los atributos de
Dios”. Y a menudo respondo: “Bien, hermano, ¿lo ha pensado bien?”
Recuerdo una conversación en
particular en que el pastor contestó: “¿Qué quiere decir que si ‘lo he pensado
bien’”?
“Bueno, resulta que es bastante
controversial, este tema que me está dando para enseñar a su iglesia”.
“¿Cómo que es controversial? Dios
es Dios. Nosotros somos cristianos. Esta es la iglesia. ¿Cómo que es
controversial?”
Le dije: “Querido pastor, cuando
empiece a enseñar a su congregación sobre la justicia de Dios, la soberanía de
Dios, la ira de Dios, la supremacía de Dios y la gloria de Dios, verá que
algunos de los mejores y más antiguos miembros de su iglesia se pondrán de pie
y dirán algo así: ‘Ese no es mi dios. Yo nunca podría amar a un Dios así’. ¿Por
qué? Porque tienen un dios que han fabricado en su propia mente, y les encanta
lo que han fabricado”.
“Así
dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe
el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se
hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice
Jehová” (Jeremías 9:23-24).
“Estas
cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero
te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que
os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre” (Salmo
50:21-22).
Ahora bien, ¿cuál es el problema
aquí? Falta conocimiento de Dios. Es posible que muchos de ustedes piensen:
“Oh, hablar de los atributos de Dios y de teología. Eso es cosa de eruditos que
no tiene ninguna aplicación práctica”.
Presten atención a lo que están
diciendo: “El conocimiento de Dios no tiene ninguna aplicación práctica”.
¿Saben por qué todas las librerías cristianas estén llenas de libros de
autoayuda, con cinco maneras de hacer esto o aquello, y seis maneras de ser
piadosos, y 10 maneras de evitar caer? ¡Porque la gente no conoce a Dios!
¡Entonces hay que darles toda clase de métodos triviales carnales para que
sigan andando como deben andar las ovejas! “Velad debidamente, y no pequéis;
porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” (1 Cor.
15:34). ¿Por qué hay tanto pecado descontrolado entre el pueblo de Dios? ¡Es
por falta de conocimiento de Dios!
Ahora quiero hacerles unas
preguntas. ¿Cuándo fue la última vez que asistieron a una conferencia sobre los
atributos de Dios? ¿Cuándo fue que, como pastores, enseñaron un año entero
acerca de quién es Dios? ¿Cuánto de toda la enseñanza que se lleva a cabo
durante la semana tiene que ver con quién es Dios? ¿No es cierto que sea más
fácil ir con la corriente, simplemente seguir a todos los demás? Y de pronto,
un día escuchan algo como esto y se dan cuenta: “Ni me acuerdo cuando alguien
haya enseñado acerca de los atributos de Dios”. ¡Con razón somos las personas
que somos!
Conocerle, de eso se trata todo;
eso es vida eterna. Y la vida eterna no comienza cuando pasamos por las puertas
de la gloria; la vida eterna comienza con la conversión. Vida eterna es
conocerle a él. ¿Creen sinceramente que les va gustar abrir las puertas de
perlas y caminar por calles de oro por una eternidad? ¡Hay allí Uno que es
infinito en gloria, y muchos pasarán una eternidad de eternidades sin siquiera
llegar a conocerle!
Comiencen ahora. Hay tantas cosas
que quieren saber y hacer, y tantos libros que quieren leer. ¡Tomen el libro de
Dios, la Biblia, y estúdienlo para conocerle a él, para conocerle a él!
Por todo esto, someto a
consideración de ustedes que sería mejor ni siquiera tener un culto los
domingos por la mañana. El domingo por la mañana es en muchos lugares la hora
de más idolatría en toda la semana, por la gran muchedumbre de gente que no
está adorando al único Dios verdadero. En cambio, están adorando a un dios
concebido en sus propios corazones por su propia carne, por las tretas
satánicas y su inteligencia mundana. Se han fabricado un dios parecido a ellos,
y se parece más a Santa Claus que a Jehová. ¡No puede haber temor del Señor
entre nosotros, porque entre nosotros no hay conocimiento de Dios!
CARGO No. 3. NO ENCARAR EL MAL QUE
AFLIGE AL HOMBRE
“Como está escrito: No hay justo, ni
aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron,
a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12).
El libro
de romanos es uno de mis libros favoritos de la Biblia. No es una teología
sistemática; pero si pudiéramos decir que un libro en la Biblia es una teología
sistemática, sería este. ¿No es sorprendente que Pablo dedica los primeros tres
capítulos de ese libro a una cosa: convencer que todos viven bajo condenación?
Pero la condenación no es el gran summum bonum (14) en su teología; no es su
propósito final o definitivo. Es un medio con el cual traer salvación a sus
lectores, porque el hombre tiene que conocerse a sí mismo antes de poder
entregarse a Dios. El hombre está tan caído, que tiene que despojarse
totalmente de toda esperanza en la carne antes de poder acudir a Dios.
Es
importante en todo sentido, pero es de especial importancia en la
evangelización.
Tenía yo
21 años y apenas había sido llamado a predicar cuando entré a una vieja tienda
en Paducah, Kentucky, donde vendían trajes a pastores a mitad de precio. Lo
estaban haciendo desde hacía unos 50 o 60 años. De pronto, se abrió la puerta,
sonó el timbre y la puerta se cerró. Había entrado un anciano. No capté su
nombre, pero se acercó y me miró de frente.
Dijo:
“Muchacho, tú has sido llamado a predicar, ¿no es cierto?”
Contesté:
“Así es, señor”.
Resultó
ser que el anciano era un evangelista.
Dijo:
“¿Ves ese edificio justo afuera de este?”
“Sí”,
contesté. “Yo solía predicar allí. Descendía el Espíritu de Dios y las almas se
salvaban”.
“Cuénteme”, le pedí.
“No se
parecía en nada a este evangelismo actual. Predicábamos por dos o tres semanas
sin hacer ninguna invitación a los pecadores. Arábamos y arábamos los corazones
hasta que empezaba a obrar Dios quebrantándolos”, dijo.
“Señor,
¿cómo sabía cuándo venía el Espíritu de Dios para quebrantar sus corazones?”
pregunté.
A lo que
él respondió: “Pues déjame darte un ejemplo. Hace muchos años entré en esta tienda
para comprar un traje. Alguien me había dado $30, diciendo: ‘Pastor, vaya
mañana a comprarse un traje’. Y cuando entré, el joven empleado a cargo de la
tienda me miró y cayó de rodillas exclamando: ‘¿Quién puede salvar a un hombre
malo como yo?’ Fue entonces que supe que el Espíritu de Dios se había
manifestado en ese lugar”.
En la
actualidad simplemente entramos y les hablamos a las personas, les hacemos tres
preguntas exploratorias y les preguntamos si quieren orar una oración y pedirle
a Jesús que venga a su corazón. Los convertimos en hijos dobles del infierno
quienes nunca volverán a prestarse para escuchar el evangelio por la mentira
religiosa que nosotros, como evangélicos, hemos lanzado de nuestra boca.
Cuando
tratamos el pecado con superficialidad, en primer lugar estamos luchando contra
el Espíritu Santo. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio” (Juan 16:8). Hay en la actualidad predicadores muy
populares que se preocupan más por darle a uno “lo mejor de la vida ahora” que
por la eternidad. Y se jactan de que no mencionan el pecado en su predicación.
Les puedo decir esto: A menos que esté obrando contra sí mismo, el Espíritu
Santo no tiene nada que ver con tales ministerios. ¿Por qué? Aunque el
predicador diga que su ministerio no es enfocar el pecado del hombre, el del
Espíritu Santo sí lo es. El ministerio del Espíritu Santo es venir y convencer
al mundo de pecado. Y entonces sepan esto: Cuando no encaramos específicamente,
con pasión y amor a los hombres y su condición depravada, el Espíritu Santo
anda muy lejos de nosotros.
Somos engañadores
cuando encaramos livianamente el mal del hombre, como lo hacían los pastores de
la época de Jeremías: “Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo:
Paz, paz; y no hay paz” (Jer. 6:14).
No solo
somos engañadores, somos también inmorales. Somos como el médico que niega el
juramento hipocrático porque no quiere darle al paciente una mala noticia,
pensando que se enojará con él, o se pondrá triste. Entonces, para evitarlo, no
le da la noticia indispensable para salvar su vida.
En estos
días, algunos predicadores me dicen: “¡No, no! Hermano, usted no entiende. No
somos como la gente en la época de John y Charles Wesley. Nuestra cultura es
distinta de la época en que predicaron Whitefield y Edwards (15). No somos tan
fuertes como lo eran ellos; estamos quebrantados. No tenemos tanta autoestima;
somos débiles y no podemos soportar tal predicación”. Presten atención: ¿Han
estudiado alguna vez la vida de estos hombres? ¡La cultura de ellos tampoco
podía soportar lo que ellos predicaban! Nadie nunca ha podido soportar la
predicación del evangelio. Reaccionarán en contra con la ferocidad de un animal
o se convertirán. Nuestro mundo está plagado con este repugnante mal de la
autoestima. ¡Nuestro peor problema es que estimamos el yo más de lo que estimamos
a Dios!
También
somos ladrones cuando no hablamos ampliamente del pecado. ¡Somos ladrones!
Pregunto yo: Esta mañana, ¿a dónde se fueron todas las estrellas? ¿Pasó por
aquí algún gigante cósmico con un canasto, las recogió a todas y se las llevó a
otra parte? ¿A dónde se fueron todas las estrellas esta mañana? Allí están,
pero no podíamos verlas. Pero cuando el cielo se fue oscureciendo más y más, y
la noche se puso negra, aparecieron las estrellas en la plenitud de su gloria.
Cuando uno se niega a enseñar acerca de la depravación radical del hombre es
imposible glorificar a Dios, su Cristo y su cruz, porque la plenitud de la cruz
de Jesucristo y su gloria se hace más evidente cuando tiene como telón de fondo
nuestra depravación. “Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho”
(Luc. 7:47). Sabía ella cuánto había sido perdonada porque sabía lo malvada que
era.
Ay,
tenemos miedo de hablarles a los hombres de su impiedad, y por ello, nunca
pueden amar a Dios. Les hemos robado la oportunidad de jactarse no del yo, sino
de seguir la exhortación: “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor” (2 Cor.
10:17).
(14) summum bonum – (latín) el mejor bien o el más elevado.
(15) Jonathan Edwards (1703-1758) – predicador y teólogo evangélico
congregacional; reconocido junto con George Whitefield, por su predicación
durante el Gran Despertar
CARGO No. 4. UNA IGNORANCIA DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO
“Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por
él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).
Someto a consideración de ustedes
el hecho de que este país no es que esté endurecido contra el evangelio, sino
que es ignorante en lo que al evangelio se refiere, porque la mayoría de los
predicadores lo son. Lo repito. El cáncer en este país no son los políticos
liberales, ni la raíz del socialismo, ni Hollywood, ni nada por el estilo. En
cambio lo es el supuesto pastor, predicador o evangelista evangélico de nuestra
época; allí es donde se encuentra el cáncer. No conocemos el evangelio. Hemos
tomado el glorioso evangelio de nuestro Dios y lo hemos reducido a cuatro leyes
espirituales y a cinco cosas que Dios quiere que la persona sepa, con una
pequeña oración supersticiosa al final. Y si alguien la repite después de
nosotros con suficiente sinceridad, ¡declaramos con un tono beato que ha nacido
de nuevo! Hemos cambiado la regeneración por el “decisionismo” (16).
En primer lugar, me ha
sorprendido que después de hablar de esto, cuando creyentes consagrados con 30
y 40 años de vivir su fe se me acercan con lágrimas en los ojos, diciendo:
“Hermano Paul, en toda mi vida nunca había oído esto”. Y esto a pesar de que es
la doctrina histórica de la redención (17) y propiciación (18) .
Definamos el problema con
claridad. El evangelio comienza con la naturaleza de Dios, de allí pasa a la
naturaleza del hombre y su condición caída. Y en seguida aparecen estas dos
grandes columnas que debieran ser conocidas por cada creyente como el gran
dilema. ¿Y cuál es ese dilema? El más grande de toda la Biblia es este: Si Dios
es justo, no te puede perdonar tu pecado. ¿Cómo puede Dios ser justo y a la vez
el justificador de los impíos, cuando a lo largo de la Biblia dice “El que justifica
al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová”
(Prov. 17:15). ¡No obstante, todos nuestros cantos cristianos se jactan de cómo
Dios justifica al impío!
Este es el problema más grande.
Este es el acrópolis (19) de la fe cristiana, así lo dijeron Martyn
Lloyd-Jones, Charles Spurgeon y todos los demás que han leído el capítulo tres
de Romanos. ¿Nos damos cuenta? Esto es lo que hay que comunicarles a las
gentes. El gran problema es que Dios es realmente justo y todos los hombres son
realmente impíos. Dios, para ser justo, tiene que condenar al impío. Y luego,
de acuerdo con el plan eterno de Dios, fue a aquella cruz del Calvario. En esa
cruz cargó con nuestro pecado; y, tomando el lugar que por ley le correspondía
a su pueblo, cargando nuestra culpa, se hizo maldición. “Porque todos los que
dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro
de la ley, para hacerlas” (Gál. 3:10). Cristo nos redimió de la maldición,
haciéndose maldición en nuestro lugar (Gál. 3:13).
Muchos tienen una opinión
romántica e infructuosa del evangelio: que el Cristo allí está, colgado en la
cruz, sufriendo bajo las torturas del Imperio Romano, y como el Padre no tenía
la fuerza moral para soportar el sufrimiento de su Hijo, le dio la espalda.
¡¡NO!! ¡Le dio la espalda porque su Hijo se hizo pecado!
Entonces, cuando está en el
huerto y clama: “Pase de mí esta copa” (Mat. 26:39), la gente especula: “¿Y qué
habrá sido esa copa? Ah, es la cruz romana. Es el látigo, son los clavos. Es
todo ese sufrimiento”. No quiero restarle importancia a los sufrimientos
físicos de Cristo en la cruz, pero la copa era la copa de Dios —la ira del
Padre que tenía que ser descargada en el Hijo. Alguien tenía que morir,
cargando con la culpa del pueblo de Dios, abandonado por Dios debido a su
justicia, y quebrantado bajo la ira de Dios— porque le plugo al Señor
“quebrantarlo” (Isa. 53:10).
Estando en un seminario alemán en
Europa hace un tiempo, vi un libro titulado The Cross of Christ (La cruz de
Cristo, pero no el del escritor John Stott). Lo tomé, comencé a leer y esto es
lo que decía: “El Padre miró desde el cielo el sufrimiento causado a su Hijo
por manos de hombres, y lo contó como paga por nuestro pecado”. ¡Eso es
herejía! Ese sufrimiento físico, ese ser clavado en la cruz, era parte de la
ira de Dios. Tenía que haber sacrificio de sangre; no le quito importancia a
esto. Pero, mi amigo, si nos detenemos allí, no tenemos el evangelio.
Cuando el evangelio se predica
hoy y es compartido personalmente, ¿se habla alguna vez de la justicia y la ira
de Dios? Casi nunca. Rara vez se explica claramente que Cristo pudo redimir
porque fue quebrantado bajo la justicia de Dios, y habiendo satisfecho con su
muerte la justicia divina, Dios es ahora justo y el justificador del impío.
¡Nos limitamos a un reduccionismo
del evangelio! Y nos preguntamos por qué no tiene poder. ¿Qué pasó? Les diré:
Cuando se deja a un lado el evangelio y el supuesto mensaje evangélico ya no
tiene nada de poder, entonces hay que recurrir a las artimañas baratas que se
usan con tanta frecuencia en la actualidad para convertir a las almas… ¡y todos
conocemos la mayoría de ellas! ¡Pero ninguna da resultado!
Hace años, cuando terminé mis
estudios en el seminario tenía que tomar una decisión en cuanto a seguir
estudiando para recibir mi doctorado en filosofía [Ph.D.]. Dios, con el fin de
salvar mi vida espiritual, me mandó al centro mismo de las selvas peruanas, lo
más lejos posible del mundo académico. Y allí empecé a entender algo. Como dijo
Spurgeon: “Hombres mejores que yo con mentes mejores que la mía han encarado
esta doctrina de la Segunda Venida, pero inútilmente. Es una doctrina grande y
poderosa… Me concentraré en esto: procurar entender algo de Cristo y él
crucificado”.
Me disgusta mucho cuando los
hombres tratan al glorioso evangelio de Cristo como si fuera el primer paso
hacia el cristianismo, algo que lleva apenas diez minutos de consejería, después
de lo cual uno pasa a temas mayores. Eso muestra lo patéticos que somos en
cuanto a nuestro conocimiento de las cosas de Dios.
Mis amigos, en el día de la
Segunda Venida comprenderemos absolutamente todo acerca de la Segunda Venida,
pero en la eternidad de eternidades en el cielo, ni siquiera comenzaremos a
comprender la gloria de Dios en el Calvario. De esto se trata todo. Jóvenes
predicadores, préstenme atención. Busquen la verdad en la cruz, lo que
significa. No necesitarán nada para prender fuegos extraños en su incensario
(Lev. 10:1- 3), si pueden captar aunque sea un vislumbre de lo que hizo él en
aquella cruz.
Me encanta contar lo siguiente.
Lo he hecho un millón de veces. Abraham lleva a Isaac a aquella montaña, su
hijo, su único hijo a quien amaba. ¿Les parece que el Espíritu Santo está
tratando de contarnos algo del futuro? Y ese hijo no se resistió, sino que se
acostó. Y cuando su padre entregó su voluntad a la voluntad de Dios, blandió su
cuchillo para matarlo. Pero su mano fue detenida, y el Señor proveyó un carnero
para el sacrificio. Muchos cristianos piensan: “Oh, qué final feliz el de esa
historia”. No es el final: es solo el intervalo. Miles de años después, Dios el
Padre puso su mano sobre su Hijo, su único Hijo a quien amaba, y tomó el
cuchillo de la mano de Abraham y sacrificó a su Hijo unigénito bajo toda la
fuerza de su ira.
¿Saben por qué el pequeño
evangelio que predican no tiene poder? ¡Porque no es ningún evangelio!
Aprópiense del evangelio, pasen su vida de rodillas. Retírense de los hombres,
¡estudien la Cruz!
El cuarto cargo incluye de hecho
una ignorancia de la doctrina de la regeneración. Sé que hay aquí presentes
tanto calvinistas (20) como arminianos (21), sé que entremedio hay todo tipo de
ideologías. Supongo que me llamo a mí mismo “spurgeonista de cinco puntos”.
Pero quiero que sepan esto: La cuestión no es el calvinismo. No, les diré cuál
es la cuestión: ¡es la regeneración! Y es por eso que puedo tener comunión con
Wesley, Ravenhill, Tozar y el resto, porque a pesar de su postura en otras
cuestiones, lo importante es que creían que la salvación no podía ser
manipulada por el predicador, sino que era la obra magnífica del poder del Dios
todopoderoso. Y con ellos, por lo tanto, me identifico.
Hay una manifestación más grande
del poder de Dios en la obra de regeneración del Espíritu Santo que en la
creación del mundo, porque creó el mundo de la nada. Pero vuelve a crear al
hombre de una masa de corrupción. Es un paralelo con la propia resurrección de
nuestro Salvador.
En ese sentido, cada uno de
nosotros que proclama la verdad de la Palabra de Dios tiene que hacerlo como un
profeta. ¿Qué quiero decir con eso? Somos siempre Ezequiel de pie en aquel
valle de huesos secos ¡y muy secos! (Eze. 37:1-2) Estamos allí y ¿qué hacemos?
Profetizamos, decimos: “Oíd la palabra del Señor”. Y sabemos que el viento del
Señor tiene que soplar sobre estos muertos, de otra manera no vivirán. Y cuando
lo hayamos comprendido plenamente en la parte más recóndita de nuestro ser, ya
no nos prestaremos a la manipulación que se lleva a cabo tan a menudo en el
nombre de la evangelización. En cambio, proclamaremos la Palabra de Dios: la
doctrina de la regeneración.
Consideremos a los Wesley,
consideremos lo que tuvieron que enfrentar. Y consideremos también a mi querido
Whitefield. Todo el mundo en aquella época creía ser cristiano, cristiano de
verdad. ¿Por qué? Porque habían sido bautizados de infantes, incluidos así en
el “pacto” y confirmados. ¡Pero vivían como demonios! Habían cambiado la
regeneración por un tipo de “credalismo” (22) al que los líderes religiosos de
aquella época habían otorgado autoridad.
¡Y entonces llegan los Wesley!
“No”, dijeron, “el alma de ustedes no está bien”. No han nacido de nuevo. No
hay ninguna evidencia de una vida espiritual. Examínense. Pónganse a prueba
para ver si están en la fe (2 Cor. 13:5). Estén seguros de su llamado y
elección (2 Ped. 1:10). “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7).
En muchos lugares, por el
evangelismo moderno de las últimas décadas, se ha perdido totalmente la idea de
“nacer de nuevo”. Ahora solo significa que en algún momento, en una campaña de
evangelización, uno tomó una decisión y creyó que lo hacía sinceramente. Pero
no hay ninguna evidencia en su vida de una obra sobrenatural de volver a nacer
realizada por el Espíritu Santo. “Si alguno”, no si ciertas personas, “si
alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Cor. 5:17).
(16) decisionismo – la creencia de que “tomar
una decisión”, por lo general practicado pasando al frente al final del culto
como una manera de demostrar que uno cree y/o orar la oración del pecador, es
equivalente a arrepentirse de los pecados y confiar en Cristo únicamente para
obtener el perdón de los pecados.
(17) redención – La liberación de los
escogidos de Dios de un estado de pecado a un estado de salvación por los
méritos del rescate que Cristo pagó por nosotros.
(18) propiciación – hacer las paces; una
ofrenda por el pecado que apacigua la ira.
(19) acrópolis – significa “ciudad más alta”
en griego y era la parte fortificada de las ciudades griegas en la antigüedad,
por lo general construidas en una colina, por ende, punto más alto.
(20) calvinistas – los que creen, como, Juan
Calvino (1509-1664), el reformador suizo nacido en Francia, que la Biblia
enseña la autoridad suprema de las Escrituras, la soberanía de Dios, la
predestinación y las doctrinas de gracia; estas doctrinas fueron la respuesta
al Sínodo de Dort (1618-19), a la protesta arminiana, y conocidas comúnmente
por al acrónimo TULIP.
(21) arminianos – seguidores de Jacobo
Arminio (1560-1609), teólogo holandés nacido en Ouderwater, Holanda, quien
rechazó lo que los reformadores creían acerca de la predestinación, y enseñaban
que la predestinación del ser humano por parte de Dios se basaba en su
conocimiento previo de que aceptarían o rechazarían a Cristo por su propia voluntad.
22 credalismo – Seguir externamente un
credo formal o declaración de fe sin tener un corazón nuevo, sin fe salvadora y
sin un amor auténtico a Dios.
CARGO No. 5. LA INVITACIÓN EVANGELÍSTICA SIN FUNDAMENTO BÍBLICO
“El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed
en el evangelio” (Marcos 1:15).
¡Y así como era en la época de
los Wesley y de Whitefield, es ahora! ¿Qué enfrentamos? La mayor parte del
tiempo no es necesariamente el bautismo infantil, no 16 es una confirmación
estilo iglesia anglicana y católica, realizada por alguna autoridad
eclesiástica. Lo que enfrentamos ahora es la “oración del pecador”.
Y aquí estoy para decirles que si
algo hay a lo cual le he declarado la guerra, es a la oración del pecador. Sí,
y de la misma forma como el bautismo infantil para salvación era, en mi
opinión, el becerro de oro de la Reforma, es la oración del pecador el becerro
de oro(23) actual de los bautistas, de otros evangélicos y de todos los que los
han seguido. ¡La oración del pecador ha enviado a más gente al infierno que
cualquier otra cosa sobre la faz de la tierra!
Quizá piensen ustedes: “¿Cómo
puede decir semejante cosa?” Les respondo: Vayamos a las Escrituras y
muéstrenme, ¡por favor! Me encantaría que me mostraran dónde dice que alguien
fuera evangelizado de esa manera. La Biblia no nos dice que Jesucristo vino a
la nación de Israel y le anunció: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios
se ha acercado, entonces, ¿quién quiere invitarme a su corazón? Veo aquella mano
que se levanta”. Eso no es lo que dice. ¡Cristo dijo: “Arrepentíos y creed el
evangelio” (Mar. 1:15)!
La gente confía hoy día en el
hecho de que alguna vez pronunciaron una oración, y alguien les dijo que eran
salvos porque habían sido sinceros. En consecuencia, si uno les pregunta:
“¿Eres salvo?” no contestan: “Sí, lo soy porque tengo los ojos puestos en Jesús
y tengo evidencias poderosas que me dan la seguridad de haber nacido de nuevo”.
¡No! En cambio dicen: “Cierta vez dije una oración”. Ahora viven como demonios,
¡pero dijeron una oración! Oí decir de un evangelista que estaba exhortando a
un hombre a hacer precisamente eso. Por último, el hombre se sentía tan
incómodo que el evangelista dijo: “Está bien, hagamos una cosa. Yo oraré por
usted y si eso es lo que le quiere decir a Dios, apriéteme la mano. ¡He aquí el
poder de Dios!”
¡Quiero que sepan, amigos, que la
salvación es únicamente por fe! Es gracia sobre gracia sobre gracia. Pero la
evidencia de la conversión no es que meramente uno examine su sinceridad en el
momento de su conversión. En cambio, es el fruto continuo en su vida.
Oh, mis queridos amigos,
¡consideremos lo que hemos hecho! ¿Acaso no se conoce un árbol por su fruto
(Mat. 7:20)? En la actualidad, 60% o 70% de los norteamericanos se creen
convertidos, nacidos de nuevo. Pero, ¿damos muerte a cuántos miles de bebés por
día? Y somos aborrecidos alrededor del mundo por nuestra inmoralidad. ¡Así y
todo nos creemos cristianos!
23 becerro de oro – se refiere al
becerro de oro construido por Aarón en el Monte Sinaí, lo que llevó a los
hebreos rebeldes a rebelarse contra la orden de Dios (Éxo. 32:1-30).
Y yo pongo la culpa de esto
directamente a los pies de los predicadores. He visto esto en todas partes.
Muchos calvinistas y arminianos tienen algo en común. Es esto: la misma
invitación superficial. Hablan mucho de muchas cosas y después llegan al
momento de la invitación, y es como si todos perdieran la cabeza.
¿Pueden imaginarse acercarse a
alguien y decir: “Dios lo ama y tiene un plan maravilloso para su vida”?
“¿Qué? ¿Dios me ama? Eso es
buenísimo porque yo también me amo. Oh, esto es maravilloso” ¿Y Dios tiene un
plan maravilloso? Yo también tengo un plan maravilloso para mi vida. Y si lo
acepto a él, quiere decir que entonces mi vida será la mejor de las mejores.
Esto es absolutamente maravilloso”.
Pero esto no es evangelismo
bíblico. Le voy a dar algo bíblico en su lugar. Dios se acercó a Moisés, y
“proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la
ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que
perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por
inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y
sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación” (Éxo.
34:6-7). ¿Cuál fue la reacción de Moisés? “Entonces Moisés, apresurándose, bajó
la cabeza hacia el suelo y adoró” (Éxo. 34:8).
La evangelización comienza con la
naturaleza de Dios. ¿Quién es Dios? ¿Puede el hombre reconocer algo de su
pecado si no tiene una norma con la cual compararse? Si no le decimos nada más
que cosas triviales que inquieta la mente carnal (24), ¿podrá alguna vez ser
llevado a un arrepentimiento auténtico y una fe auténtica?
1. No comencemos con: “Dios te
ama y tiene un plan maravilloso”. Tenemos que comenzar un diálogo a fondo sobre
quién es Dios. Y tenemos que decirle a la persona desde el principio ¡que puede
costarle la vida (Mat. 16:24)!
2. Y luego de aquel comienzo
equivocado, siguen preguntas exploradoras: “Sabes que eres pecador, ¿no?” Eso
sería como si, cuando mamá se estaba muriendo de cáncer hace unos años, el
médico hubiera entrado y dicho: “Eh, señora, sabe que tiene cáncer, ¿no?”
Tratamos el tema con demasiada superficialidad. No tiene peso ni solemnidad.
En cambio tenemos que decirles:
“Señor, sufre usted de un mal mortal y será juzgado por él”. Porque si
meramente decimos: “Señor, usted sabe que es pecador, ¿no?” no llevaremos a
ninguna convicción. Si le preguntamos al diablo si sabe que es pecador,
responderá: “Pues sí, lo soy. Y uno muy bueno o muy malo, dependiendo del punto
de vista. Pero sí, yo sé que soy pecador”.
3. Hoy la gente también pregunta:
“¿Quieres ir al cielo?” Esta es la razón por la que no dejo que mis hijos vayan
al 98% de las Escuelas Dominicales y Escuelas Bíblicas de Vacaciones en las
iglesias evangélicas: una persona bien intencionada, después de mostrar la
película Jesús, se pone de pie y dice: “¿No es Jesús maravilloso? “Sí”
responden los niños.
“¿Quién quiere que Jesús venga a
su corazoncito?” “Yo quiero, yo quiero”.
En lugar de esto, debemos
acercarnos a ellos bíblicamente y decir: “Hiciste una confesión de fe en
Cristo. Lo profesaste aun en el bautismo, pero ahora parece que te has apartado
de él. Examínate. Pruébate. ¡Hay poca evidencia en ti de una verdadera
conversión!”
Ustedes dirán: “Hermano, está
usted tan enojado”. ¿Acaso no tengo derecho a estarlo? Alguien tiene que clamar
pidiendo un avivamiento. Todavía ni siquiera hemos enderezado los fundamentos.
¡Oh, que viniera un avivamiento y los enderezara! Pero mientras tenemos los
ojos abiertos, los oídos atentos y la Biblia en nuestras manos, ¿no nos
corresponde corregir estos errores relacionados con la invitación
evangelística?
Otra pregunta común que hacemos
es: “¿Quieres ir al cielo?” Mis queridos amigos, todos quieren ir al cielo,
¡pero no necesariamente quieren que esté Dios allí cuando lleguen! La pregunta
no debe ser: “¿Quieres ir al cielo?” Lo que debemos preguntar es: “¿Quieres a
Dios? ¿Has dejado de aborrecer a Dios? ¿Ha llegado Cristo a ser precioso para
ti? ¿Lo anhelas?”
A menudo, para conseguir que
alguien ore la oración del pecador, le preguntan: “¿Quieres ir al cielo?”
“Pues, sí”, es la respuesta. “Bueno entonces, ¿te gustaría orar para pedirle a
Jesús que venga a tu corazón?” Ahora bien, amigos míos, hay gente que se
convierte usando esa metodología, pero no es por ella. ¡Es a pesar de ella!
En cambio, tenemos que estar
preguntando: “Amigo, ¿anhelas a Cristo? ¿Tienes conciencia de tu pecado?”
“Sí, sí, la tengo”.
“Entonces observemos algunos
pasajes bíblicos que nos explican qué es el arrepentimiento, siendo el Espíritu
testigo de que esto está sucediendo en tu vida. ¿Comprendes lo destrozado que
estás? ¿Ves la desintegración de todo lo que pensabas, y que ahora tu mente
está llena de pensamientos nuevos acerca de Dios y de nuevos anhelos y nueva
esperanza?”
“Sí, lo veo”.
Presten atención. Ustedes tienen
la autoridad de compartir el evangelio. Tienen la autoridad de contarles a los
hombres cómo ser salvos y tienen la autoridad de enseñarles los principios
bíblicos de la seguridad del creyente. Pero no tienen la autoridad de decirle a
nadie que es salvo. ¡Esa es la obra del Espíritu Santo de Dios!
Pero en lugar de tener esto en
cuenta, se le hace pasar al interesado por aquella cosita: “¿Le pediste a Jesús
que viniera a tu corazón?”
“Sí”, es la respuesta.
“¿Te parece que fuiste sincero?”
“Sí”.
“¿Crees que Cristo te salvó?”
“No sé”.
“Por supuesto que te salvó porque
fuiste sincero y él ha prometido que si le pides que te salve, te salva. Así
que eres salvo”.
Y con esto, la persona sale de la
iglesia después de cinco minutos de consejería, y mientras el evangelista se va
a comer tranquilo, aquella persona sigue perdida. ¡Está perdida!
Esa fue una invitación sin
fundamento bíblico. Y si alguna vez la persona duda de su salvación, vuelven a
hacer lo mismo. Le preguntan: “¿Hubo un momento en tu vida cuando oraste y le
pediste a Cristo que te salvara?”
“Sí”.
“¿Fuiste sincero?”
“Creo que sí”.
“Entonces esto ahora se debe a
que el diablo te está molestando”.
Y si la persona vive sin crecer,
aun en el contexto de una iglesia sin crecimiento y en continua carnalidad, no
importa. Le echamos la culpa a la falta de discipulado personal, y se lo
adjudicamos a la doctrina del “cristiano carnal”.
El mito del “cristiano carnal”
¡La doctrina del cristiano carnal
ha destruido más vidas y enviado a más gente al infierno de lo que podemos
imaginar! ¿Lidian los cristianos con el pecado? Sí. ¿Puede el cristiano caer en
pecado? Por supuesto que sí. ¿Puede el cristiano vivir en un estado de
carnalidad continuo, todos los días de su vida, sin llevar fruto, y ser
verdaderamente cristiano? ¡Por supuesto que no! De lo contrario, cada promesa
en el Antiguo Testamento que tiene que ver con el pacto de preservación en el
Nuevo Testamento ha fracasado, ¡y todo lo que Dios dijo de la disciplina en la
epístola a los Hebreos es mentira (Heb. 12:6)! “Cada árbol se conoce por su
fruto” (Luc. 6:44).
Les voy a contar una anécdota,
una que representa uno de los momentos más preciados de mi vida como cristiano.
Estaba predicando en Canadá,
apenas a 30 kilómetros de Alaska. ¡En realidad había en el pueblo más osos
pardos que gente! Era una pequeña iglesia de unas 15 o 20 personas, y yo me
disponía a predicar. Entonces, justo cuando me puse de pie en el púlpito, entró
un hombre enorme y fornido, de unos 60 o 70 años. Podía habernos ganado en una
pelea a todos los presentes. Y al estar predicando y observar su rostro,
descarté todo lo que tenía planeado decir y empecé a predicar el evangelio.
Aquel era el ser humano más triste que había visto en mi vida. Prediqué solo el
evangelio y más evangelio; cuando terminé, bajé del púlpito y caminé derecho
hacia él.
Le pregunté: “Señor, ¿qué le
pasa? ¿Qué es lo que le está afligiendo el alma? Nunca en mi vida he visto a un
hombre tan triste y desanimado”. Sacó un sobre grande donde tenía unas
radiografías que yo no entendía. Pero él me dijo: “Recién vengo del doctor. Me
voy a morir en tres semanas”. Y me contó: “He vivido toda mi vida en una
hacienda de ganado. La única manera de llegar a la hacienda es en un hidroavión
o a caballo por las montañas”. Agregó: “Nunca he ido a la iglesia, nunca he
leído la Biblia. Creo que hay un Dios, y cierta vez oí hablar de alguien llamado
Jesús. Nunca en mi vida había tenido miedo… pero ahora estoy aterrorizado”.
“Señor, ¿comprendió usted el
mensaje, el evangelio?”, le pregunté.
“Sí”, respondió él.
Ahora bien, en ese momento, ¿qué
hubieran dicho la mayoría de los predicadores? “Bueno, ¿quiere pedirle a Jesús
que venga a su corazón?” es lo que hubieran dicho.
Yo le dije: “Señor, ¿lo
comprendió?”
Él respondió: “Lo comprendí,
pero, ¿eso es todo? Un niño podría haber comprendido eso. ¿Es eso todo, que si
lo comprendo y oro, o…?”
“Señor, en tres semanas usted
morirá. Yo tenía que partir mañana. Cancelaré mi vuelo y nos quedaremos aquí
con las Escrituras luchando y clamando a Dios hasta que usted o se haya
convertido o haya muerto yéndose al infierno”.
Y así fue que empezamos. Comencé
en el Antiguo Testamento, seguí con el Nuevo Testamento y con cada versículo
bíblico que tiene que ver con las promesas de Dios acerca de la redención y
salvación, repitiéndolos sin parar, leyendo Juan 3:16, orando por un rato,
clamando a Dios, haciéndole preguntas relacionadas con el arrepentimiento,
relacionadas con la fe, relacionadas con la seguridad del creyente, trabajando
hasta que Cristo hiciera su obra en él. Y al final, aunque agotados, no había
pasado nada. Dije: “Amigo, oremos”. Y oramos.
Le dije: “Vuelva a leer Juan
3:16”. “Lo hemos leído un millón de veces”.
“Lo sé, pero es una de las
promesas más grandes de salvación. Vuelva a leerlo”.
Y nunca lo olvidaré. El hombre
tenía mi Biblia sobre sus rodillas sosteniéndola con aquellas manos enormes y
dijo: “OK. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio… ¡soy salvo, soy
salvo! ¡Hermano, todos mis pecados han desaparecido! ¡Tengo vida eterna! ¡Soy
salvo!”
“¿Cómo lo sabe?” le pregunté.
“Pero cómo, ¿acaso no ha leído
usted este versículo?”
¿Qué estaba pasando? Un obrar del
Espíritu de Dios, en lugar de esas triquiñuelas de las que tantos se valen.
¡Qué! ¿Quieren ustedes irse a comer? ¡Qué! ¿Creen que la predicación es una
función, después de la cual se van al hotel? No, después de le predicación es
cuando comienza la obra. Es ocuparse de las almas. En cambio, la gente pasa al
frente en las reuniones para ser aconsejados por alguien que no debiera estar
aconsejando. Y después de cinco minutos, le entregan la oración del pecador por
escrito para que la oren y una tarjeta para que la firmen. Y, rápido, le dan la
tarjeta al pastor, y el pastor dice: “Quiero presentarles a un nuevo hijo de
Dios. Denle la bienvenida a la familia de Dios”. ¡¡Cómo se atreven!!
Si van a presentarlo, lo que
corresponde decir es: “Esta noche este hombre hizo una profesión de fe en
Jesucristo. Y por nuestro temor de Dios y nuestro amor por las almas, estaremos
ahora trabajando con él para asegurarnos de que Cristo realmente ha obrado en
él, de que realmente tiene una comprensión bíblica del arrepentimiento y la fe
y gran seguridad y gozo en el Espíritu Santo. Eso es lo que vamos a hacer”.
(23) becerro de oro – se refiere al becerro
de oro construido por Aarón en el Monte Sinaí, lo que llevó a los hebreos
rebeldes a rebelarse contra la orden de Dios (Éxo. 32:1-30).
(24) carnal – de la carne, sensual, lo
opuesto a la espiritualidad.
6. EL SEXTO CARGO: IGNORANCIA ACERCA DE LA NATURALEZA DE LA IGLESIA
“…para
que… sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios
viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
Dios tiene solamente una
institución religiosa: la iglesia. Y la meta definitiva y el resultado
definitivo del avivamiento en este mundo será plantar iglesias bíblicas. Me
temo que la iglesia local de hoy es despreciada. Si uno le dice a alguien que
es predicador itinerante, que tiene un ministerio mundial, le rendirán honores.
Pero si uno le dice a alguien que es pastor de un grupo de 30, lo harán sentar
en los últimos asientos durante la conferencia. Jesucristo no es el Príncipe de
los predicadores itinerantes, es el Príncipe de los pastores.
Hace algunos años, Bill Clinton
usaba un slogan durante las elecciones: “It is the economy, stupid!” (¡Se trata
de la economía, estúpido!). Jeff Noblit, mi pastor y también anciano de nuestra
iglesia (25) y el pastor principal de enseñanza y predicación, me dijo un día:
“¿Sabes? Me gustaría ordenar una buena cantidad de camisetas”.
“¿Qué dirían, hermano Jeff?”
“It’s the church, stupid!” (¡Se
trata de la iglesia, estúpido!).
Jesús dio su vida por la iglesia,
una iglesia hermosa, virgen e impoluta. Si quieren ustedes dar su vida por algo
en el ministerio, dénsela a la iglesia: a una iglesia, a un cuerpo de
creyentes, a una congregación local. Todo tiene que ver con la iglesia.
Presten mucha atención. No existe
un remanente de creyentes en la iglesia. Todos conocemos la teología del
remanente, de que a lo largo de la historia de Israel había un Israel, el
pueblo de Dios y un remanente de verdaderos creyentes. Esto no se aplica a la
iglesia. No existe un remanente de creyentes o un pequeño grupo de creyentes
dentro de un grupo más grande llamado la iglesia. La iglesia es el remanente.
Si alguna vez los pastores han
llegado a blasfemar, ha sido con respecto a esto. Existen teólogos, maestros
itinerantes y pastores que dicen cosas como: “Hay tanto pecado en la iglesia
como fuera de la iglesia. Existen tantos divorcios en la iglesia como fuera de
la iglesia. Hay tanta inmoralidad y pornografía en la iglesia como fuera de la
iglesia”. Y luego agregan: “Sí, la iglesia se está prostituyendo”. Tengan en
cuenta esto: Tengan mucho cuidado de llamar prostituta a la esposa de
Jesucristo.
El problema es que los pastores y
predicadores no saben qué es la iglesia. Quiero que sepan que la iglesia de
Jesucristo en muchos lugares es hermosa. A veces es frágil. Es débil. Es
azotada. No es perfecta. Y quiero que sepan también que está quebrantada. Está
caminando humildemente con su Dios. El problema es que no sabemos qué es la
iglesia.
Debido a que en la actualidad
carecemos de predicación bíblica, la supuesta “iglesia” está llena de gente
carnal e impía que se identifica con el cristianismo. Y entonces, debido a
todas las cabras que están en medio de los corderos, los corderos son culpados
por todas las cosas que las cabras están haciendo. El resultado es que el
nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por nuestra culpa (Rom. 2:24).
“He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para
sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui
yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la
casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente,
y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por
pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano,
diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y
no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:31-34).
Ahora bien, no quiero quitarle
mérito al pueblo llamado Israel, pero este texto se aplica también a la
iglesia. Comprendámoslo. No quiero meterme en pleitos relacionados con la
escatología, pero en el Nuevo Testamento se aplica al pueblo de Dios: “No como el
pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la
tierra de Egipto” (v. 32).
Existen predicadores que siempre
dicen: “Bueno, cuando consideramos el pasado y pensamos en Israel, vemos a un
montón de gente sin Dios, a idólatras. Y en medio de ellos un pequeño remanente
de creyentes auténticos”. Es cierto, pero no apliquemos esto a la iglesia del
Nuevo Testamento porque Dios dice: “Voy a hacer algo diferente. ‘No como el
pacto que hice con sus padres cuando tomé su mano para sacarlos de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice
Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón’” (vv. 32-33).
Si ustedes son cristianos
realmente convertidos, Dios no les ha dado leyes escritas en una tabla de
piedra. De un modo sobrenatural, por medio de la doctrina de la regeneración,
ha escrito esas leyes en sus corazones. Y porque lo ha hecho, dice: “Yo seré a
ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (v. 33).
Y tomen note de lo que dice
también: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano,
diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y
no me acordaré más de su pecado” (v. 34).
Lo repito: esta es la doctrina de
la regeneración. Desde hace 200 años, Dios está haciendo una obra nueva. No
tenemos muchas iglesias en Norteamérica; ¡tenemos muchos edificios hermosos de
ladrillo con jardines bien cuidados! El hecho de que alguien diga que son de la
iglesia o que son cristianos, no significa que lo sean. Observen que Dios está
diciendo que no será necesario que ninguno enseñe a otro. Eso no significa que
no habrá maestros ni predicadores, sino que habrá entre ellos un conocimiento
extraordinario de Dios, particularmente con respecto a que sus pecados han sido
perdonados.
Dice Jeremías 32:38-40:
“Y me
serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un
camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus
hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás
de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se
aparten de mí”.
“Y me serán por pueblo, y yo seré
a ellos por Dios”. Dios no dice: “Espero que sea así, quizá, si tengo suerte,
si puedo conseguir suficientes evangelistas que trabajen conmigo, quizá esto dé
resultado”. ¡No! En cambio, dice: “Voy a tomar un pueblo para mí, un pueblo que
voy a dar a mi Hijo”. Y dice: “Y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por
Dios”.
Ahora noten esto: “Y les daré un
corazón y un camino”. ¿Ven el contraste? En las décadas de los 70 y 80 había
muchas “Marchas para Jesús”, y miles llorando y clamando cosas como: “La
iglesia está muy dividida. La iglesia no es una”. Mis querido amigos, quiero
decirles algo: Si la iglesia no es una, la promesa de este nuevo pacto está
sufriendo un ataque violento. Y habría una oración que Dios el Padre no ha contestado
a su Hijo:
“Padre
santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así
como nosotros… Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han
de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno”. (Juan 17:11, 20-22).
Así que someto a la consideración
de ustedes: ¡La iglesia es una! ¡Siempre ha sido una!
¿Alguna vez han viajado en avión,
o estado en un mercado e iniciado una conversación con alguien que no conocían?
Y ustedes, siendo realmente evangélicos, realmente cristianos, a los pocos
minutos descubren que el otro es creyente, que es un auténtico creyente. En ese
momento, saben que darían su vida por él si fuera necesario. ¡Darían su vida
por él!
Recuerdo una ocasión, durante la
guerra civil en Perú, cuando andaba por las montañas con mi querido amigo Paco.
Viajamos veintidós horas debajo de la lona de un camión usado para el
transporte de granos. Entrada la noche, el camión se detuvo, retiramos la lona
y nos bajamos de un salto en una zona boscosa. Caminando por el borde de la
selva, queríamos llegar a algún poblado en la montaña. Como a mitad de camino
nos perdimos en la oscuridad. Empezamos a orar con Paco: “Oh Dios, enséñanos el
camino. Estamos perdidos. Los terroristas son dueños de este lugar y corremos
peligro de que nos encuentren. Los militares ni siquiera vendrían a buscarnos”.
Clamamos: “Oh Dios, enséñanos el camino. Ayúdanos”.
Oímos una campanilla. Y enseguida
a alguien hablando. Al principio nos pareció una conversación extraña. Después
nos dimos cuenta que era un chico que venía del campo montado en su burro, y le
estaba hablando al burro. Entonces nos pusimos detrás de él y lo seguimos. Poco
después nos encontramos a las afueras de un pueblito, con chozas y casitas de
barro, y dije: “Paco, si los terroristas dominan este lugar… ¡estamos muertos!”
“Sí, pero por lo menos hemos
llegado a alguna parte”. Salimos del bosque, nos acercamos a un borracho que
estaba en la oscuridad, y preguntamos: “¿Hay hermanos en este lugar?”, porque
todos saben de qué estamos hablando en aquellas montañas: se refiere a un
verdadero creyente.
“La anciana que vive allí”, dijo. Así que nos
fuimos a donde vivía una ancianita nazarena. Llamé a la puerta. Cuando abrió,
dije: “Soy pastor evangélico. ¡Ayúdenos por favor!” La ancianita tenía un farol
en la mano, con la otra me tomó y jaló para adentro. Hizo lo mismo con Paco. Su
casa era una especie de excavación en un acantilado de barro. Nos llevó a un
sótano donde había paja, gallinas y otras cosas. Nos hizo sentar y encendió una
lámpara. En eso entró un chico, y ella le dijo: “Ve a buscar a los hermanos”.
De pronto, empezaron a aparecer hombres trayendo gallinas y yuca y un montón de
cosas… ¡arriesgando sus vidas por nosotros! ¿Por qué? ¡Porque la iglesia es
una!
Hay que dejar de decir las
tonterías que se están diciendo, que el cuerpo de Cristo está dividido, que es
un desastre y cunde en ella el pecado. No se hable así de la esposa de Cristo.
Lo que en realidad tenemos en
muchas congregaciones actuales son grupos de cabras y cizaña mezclados entre
las ovejas (Mat. 25:31-46; 13:24-30). Y porque en la iglesia casi no se
practica la disciplina bíblica y compasiva, viven entre las ovejas, se
alimentan de las ovejas y las destruyen. Y ustedes como líderes de una de esas
iglesias pagarán muy caro cuando comparezcan ante Aquel que los ama, porque no
tuvieron la valentía de pararse y confrontar a los impíos.
Préstenme atención. Un promedio
de las iglesias son democracias. Y no quiero entrar en los pros y contras de
esto. Pero esto es lo que sucede. Debido a que la predicación del evangelio es
tan pobre, la mayoría en las iglesias está compuesta de gente carnal perdida; y
porque son una democracia, generalmente determinan la dirección que toma la
iglesia. Además, porque el pastor no desea perder a la mayoría de la gente, y
porque tiene ideas equivocadas acerca de la evangelización y la verdadera
conversión, satisface los caprichos de los impíos en su iglesia. Entonces, su
grupito de ovejas verdaderas, que realmente son de Jesucristo, allí está,
sentado en medio de todo el teatro, la mundanalidad y multimedia, clamando:
“Queremos simplemente adorar a Jesús. ¡Queremos simplemente que alguien nos
enseñe la Biblia!” Queridos amigos, este pastor tendrá que pagar caro por esta
condición terrible de su iglesia.
Muchos pastores están tratando de
mantener unido a un grupo de paganos, mientras que una manada pequeña que se
encuentra en medio de ellos se está muriendo de hambre y se ve obligado a ir en
direcciones que no quieren ir. ¡Están obligados a seguirle la corriente a la mayoría
carnal!
Piensen en lo siguiente. Si mi
esposa estuviera en una tienda una noche y uno de ustedes pasara por allí y
viera a varios hombres acosándola, y simplemente pretendiera no verla y
siguiera su camino para no meterse en líos, le aseguro que yo no solo buscaría
a esos hombres, lo buscaría también a usted.
La iglesia es la esposa de
Cristo, y es de gran valor para él. Servir a Cristo les costará. Les puede
costar su iglesia, su reputación y su denominación; podría costarles
absolutamente todo. ¡Pero la esposa de Cristo vale la pena!
Volvamos a considerar lo que dice
el texto. Me encanta. “Y les daré un corazón, y un camino”. ¿Cuál es ese
camino? Es Cristo y su santidad. Todos los creyentes auténticos que he conocido
hablan mucho de Cristo y tienen un anhelo profundo de ser más santos de lo que
son, más conformados a Cristo.
“Y les daré un corazón, y un
camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus
hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás
de hacerles bien”. Ahora bien, muchos perdidos van a la iglesia los domingos y
escuchan este versículo. Y se dicen: “Sí, Dios ha hecho un pacto eterno
conmigo. Nunca me dejará, nunca, nunca. Estoy seguro de que así será por la
gracia de Dios”. Pero no leen la segunda parte.
Tomen nota de lo que dice: “Y
haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré
mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí”. La evidencia de
que Dios ha hecho un pacto eterno con ustedes es que ha puesto el temor de Dios
en ustedes, para que no se aparten de él. Pero si se apartan de él y él no los
disciplina y siguen apartándose de él, es evidencia de que no ha puesto su
temor en ustedes. Esto es evidencia de que no han sido regenerados, ¡que no
tienen ningún pacto con Dios! Esto, queridos amigos, es la verdad bíblica.
(25) en nuestra iglesia – Paul Washer asistió
por muchos años a la First Baptist Church de Muscle Shoals, Alabama, donde Jeff
Noblit continúa sirviendo al Señor (llamada ahora Grace Life Church). En la
primavera del 2010, el autor y el personal de la Sociedad Misionera HeartCry se
establecieron en West Virginia para plantar una iglesia nueva.
7. EL SÉPTIMO CARGO: FALTA DE AMOR Y COMPASIÓN EN LA DISCIPLINA DE LA
IGLESIA
“Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).
La mayoría de los pastores en
muchos lugares debieran tomar la página de Mateo 18 y arrancarla de su Biblia (26).
Pero eso no se puede hacer; uno tiene que aceptar toda la Biblia… ¡o nada!
Muchos pastores dejan a un lado su teología cuando salen de su despacho. Son
teológicos en sus conversaciones; son teológicos en su despacho, pero fuera de
él, manejan la iglesia con medios carnales.
No soy un anciano de mi iglesia,
así que puedo decir lo siguiente sin alardear. Nuestra iglesia practica la
disciplina. Es una iglesia muy grande, con una asistencia de alrededor de mil.
Los pastores calculan que han salvado a treinta matrimonios en los últimos años
por medio de una disciplina cariñosa y compasiva por parte de la iglesia, una disciplina
que no comienza con excomulgar a nadie. Comienza con: “Vosotros que sois
espirituales, restauradle…”
Dicen ustedes: “No podemos
practicar la disciplina, amamos demasiado a los hermanos”. ¿Los aman más que
Jesús? ¡Él fue quien la ordenó!
“Pero esto causaría muchos
problemas”. Sí, así es. Quizá sea por eso que en la actualidad no hay muchos
problemas entre la iglesia y la cultura mundana: no estamos confrontado la
cultura a nuestro alrededor. Y no confrontamos la cultura con simplemente salir
y armar una manifestación en Hollywood. ¡La confrontamos obedeciendo a Dios!
Noé construyó un arca y condenó al mundo. No tenemos que andar con una pancarta
de protesta. Tenemos que andar en obediencia, por lo que el mundo nos
aborrecerá.
“Si tu hermano peca contra ti, ve
y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”
(Mat. 18:15). ¡Qué cosa maravillosa! “Más si no te oyere, toma aún contigo a
uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra” (Mat.
18:16). Amigos, los testigos no son para que estén de parte de ustedes. No, son
para escuchar objetivamente y para emitir un juicio. Quizá sean ustedes los que
no tienen la razón, quizá su hermano no esté pecando, quizá sean ustedes
demasiado críticos y legalistas. Solo Dios lo sabe.
“Si no los oyere a ellos, dilo a
la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”, es
decir, como un extraño y cobrador de impuestos. Mis queridos amigos: O
empezamos a obedecer a Dios y a disciplinarnos a nosotros mismos, o esperemos
que Dios nos discipline. ¡Quizá ha llegado la hora y ahora sea el momento
cuando lo hará!
Ahora bien, no me estoy
refiriendo a personas críticas, legalistas y antipáticas, que sí las hay. Estoy
hablando del pastor, del grupo de ancianos, de líderes que aman lo suficiente
como para comprometerse porque saben que esto no es un juego. Esto no es algo
que hacemos solo para esta vida, sino que de esto depende la eternidad y la
salvación de las almas. Vean los viejos libros de Spurgeon y de Whitefield, de
los puritanos y de la Reforma. La mayoría de esos libros se concentraban en lo
que es el evangelio, cómo predicarlo predicamos, cómo llevar a alguien a
Cristo, cómo discernir una conversión auténtica y cómo ser médicos de las
almas.
Nos hemos sumado a Roma en este
sentido. En la Iglesia Católica Romana el infante es bautizado y declarado
“cristiano”. Desde ese momento, el infante es de Roma. Ya no se vuelve a hablar
de la conversión. ¡Simplemente se crean todo tipo de medios mundanos para tratar
de mantenerlos en la iglesia!
Pero presten atención: ¡Los
evangélicos han hecho lo mismo! Oran con ellos una oracioncita después de dos o
tres minutos de consejería, después de media hora de predicación, de la cual
veinticinco minutos son historias muy divertidas, y al final, recogen la red
durante cinco minutos. Les aconsejan un poquito y los declaran “salvos”. ¡Luego
se pasan el resto de la vida discipulándolos y preguntándose por qué no crecen!
Creo en el discipulado personal,
uno a uno. Pero la iglesia se las arregló durante más de dos mil años sin
hacerlo, sin lo que ahora conocemos como discipulado personal con sus
correspondientes libros y ayudas a nuestra disposición. Quiero que piensen en
esto. Discipular uno a uno fue algo gigantesco al final de la década de los 70
y lo sigue siendo. ¿Qué es lo que estamos proclamando? “Igual número de
personas se está yendo por la puerta de atrás que la que está entrando por la
puerta de adelante, y la razón es que no estamos discipulando a la gente”. ¡No!
La razón por la que esto sucede es porque las gentes no se están convirtiendo.
Demuestran ser inconversas, porque si fueran ovejas de Cristo oirían su voz y
le seguirían (Juan 10:3), sea que las discipulemos o no.
Es cierto que debemos discipular,
pero esa no es la razón por la que se están yendo. “Salieron de nosotros, pero
no eran de nosotros” (1 Juan 2:19). La triste realidad es que casi ni tuvieron
oportunidad de ser “uno de nosotros” porque nunca escucharon el verdadero
evangelio, nadie se ocupó de sus almas. Entonces gastamos una fortuna
discipulando cabras, con la esperanza de que se transformen en ovejas. No se
enseña a una cabra a ser una oveja. Una cabra solo se puede convertir en una
oveja por la obra sobrenatural del Espíritu del Dios todopoderoso.
Cambié a mi familia a nuestra
iglesia actual porque en ella se practica la disciplina y porque yo necesito
estar bajo la disciplina de la iglesia, el cuidado atento de los ancianos y
otros miembros que toman esto en serio. Si mis hijos, que todavía son chiquitos,
hacen una profesión de fe y luego se desvían, quiero saber que, de ser
necesario, serán llevados ante la iglesia para la salvación de sus almas.
Algunos se enojarían si el pastor
se les acercara y dijera: “Le digo sinceramente que he estado orando por su
hijo y me temo que es inconverso”. Se enojarían tanto que organizarían un grupo
para despedir al pastor, en lugar de sentir que “Oh, alabado sea Dios, tenemos
aquí a un hombre de Dios”.
(26) “Por tanto, si tu hermano peca contra ti,
ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o
tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia;
y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano” (Mat. 18:15-17).
CARGO No. 8. SILENCIO EN CUANTO A LA SEPARACIÓN [SANTIDAD]
“No
os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la injusticia?” (2 Corintios 6:14)
En la actualidad existe un vacío
en la enseñanza formal acerca de la santidad en la vida. Existe, por supuesto,
una enseñanza general sobre la santidad con la que todos concuerdan. “Seamos
santos”, dicen. “Necesitamos ser más santos. Tengamos una conferencia sobre la
santidad”. Pero cuando somos específicos acerca de lo que esto significa, todo
se diluye.
“Seguid la paz con todos,” nos
dice el escritor de Hebreos, “y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
(Heb. 12:14). ¿Hay alguien que crea esto? Me dice un pastor: “Pero hermano, me
han acusado tantas veces por enseñar una religión de ‘obras’”. Préstenme
atención. Escuchen. Tenemos que volver a la regeneración y la providencia de
Dios. Si Dios de veras convierte a una persona, seguirá obrando en esa persona
por medio de la enseñanza, las bendiciones, reprensiones y disciplinas. Se
ocupará de que la obra que inició se complete. Es por eso que el escritor dice:
“santidad, sin la cual nadie verá a Dios”. ¿Por qué? Porque si no hay
crecimiento en santidad, es que Dios no está obrando en la persona. ¡Y si no
está obrando en ella, es porque no es su hijo!
Observen la diferencia entre
Jacob y Esaú. “A Jacob amé… a Esaú aborrecí” (Rom. 9:13). No obstante, Dios
cumplió sus promesas en ambos. Jacob fue bendecido, Esaú fue bendecido. ¿Cómo
demostró Dios sus juicios e ira contra Esaú y su amor hacia Jacob? Primero, no
los reprendió, dejó que hicieran lo que querían, su propia voluntad. Entonces,
en Esaú no hubo una obra de disciplina, ninguna obra de corrección divina,
nada. ¡Esa era la ira de Dios sobre él! En cambio, Dios disciplinó a Jacob casi
todos los días de su vida. ¡Eso era el amor de Dios sobre él! Era la disciplina
cariñosa, la corrección de Dios, para llevarlo a la santidad. Sucede lo mismo
hoy con todos los verdaderos creyentes.
“Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).
¿Por qué dice “presentéis
vuestros cuerpos”? Creo que la razón es evitar toda esta “súper espiritualidad”
de hoy. Podríamos decir: “He entregado mi corazón a Jesús, y no se puede juzgar
un libro por su tapa. Nadie puede juzgar mi condición interior por mi
exterior”. Pero el hecho es que sí se puede juzgar a un libro por su tapa.
Jesús nunca dijo que no se pudiera; en cambio, dijo específicamente que sí se
podía: “Por el fruto se conoce el árbol” (Mat. 12:33).
Ahora bien, si ustedes creen que
le han dado su corazón a Jesús, entonces él quiere su cuerpo también. Les diré
por qué. En este sentido, el corazón no es un músculo que bombea sangre ni
producto de la imaginación del poeta. En la Biblia, corazón se refiere a la
esencia misma, el centro mismo de nuestro ser. No podemos decir que Jesús posee
la esencia misma y el centro de nuestro ser y que esto no afecta todo nuestro
cuerpo y vida. ¡Las cosas no funcionan de esa manera!
Por eso, necesitamos escudriñar
las Escrituras, no de un modo legalista ni por medio de valernos de
inferencias. No, en cambio escudriñamos las Escrituras para atenernos a sus
clarísimos mandatos. ¿Mandatos de qué? ¿Qué tipo de mandatos nos guían en
nuestra familia? No coincido con todo lo que dijeron los puritanos, pero sí amo
a los puritanos, y una de las razones es porque creo que hicieron un intento
sincero por sujetar todo en sus vidas al señorío de Jesucristo. ¡Todo!
Todo, como por ejemplo ¡sus
mentes! Escribieron libros de 800 páginas sobre lo que debiéramos pensar según
las Escrituras. Y lo que no debiéramos dejar que entre en nuestra mente según
las Escrituras. Lo que debiéramos hacer con nuestros ojos. Lo que no debiéramos
hacer con nuestros ojos. Lo que debiéramos hacer con nuestros oídos y lo que no
debiera entrar por nuestros oídos. Cómo debiéramos gobernar la lengua. Cuál
debiera ser la dirección de nuestra vida.
Y sí, ahora los voy a asustar con
lo que digo: También ¡cómo debiéramos vestirnos! Tendré cuidado con esto, no
quiero simplemente especular. Mis queridos amigos, mi esposa lo expresa así: Si
tu ropa es un marco para tu rostro del cual emana la gloria de Cristo, complace
a Dios. Pero si tu ropa es un marco para tu cuerpo, es sensual, Dios lo
aborrece. La naturaleza de Dios guía nuestras decisiones en cada detalle de
nuestra conducta.
Ahora bien, no puedo tocar todos
los puntos acerca de la santidad, y santidad no es meramente una expresión
externa, pero hemos conocido a personas que usan la obra interior del Espíritu
como una excusa para decir que nada tiene que ver con lo que sucede en el
exterior. ¡Eso no es así! Algunos de ustedes, jóvenes amigos, probablemente
claman más que yo pidiendo que el Espíritu de Dios los llene y obre en ustedes,
pero solo necesitan mirar media hora de televisión para entristecerlo y hacer
que se aparte de ustedes. Si el agua es pura en un 99% y el 1% viene del
resumidero, ¡no la voy a tomar!
En cierta oportunidad luchaba con
algunos problemas, y Leonard Ravenhill, enterándose de mi situación, me envió
un tratado. Todavía lo tengo. Nunca, nunca me desprenderé de él. Dice: “Otros
pueden, tú no”. Jóvenes, denme su atención: Yo no voy a los centros
comerciales. No lo hago no porque soy más santo que ustedes. ¡Es porque sé lo
que soy!
Se cuenta que uno de los
violinistas más grandes de Europa, ya anciano, dio un concierto final. Cuando
terminó, se le acercó un joven violinista y le dijo: “Señor, yo daría mi vida
por tocar como usted”. A esto, el anciano respondió: “Hijo, yo he dado mi vida
por tocar como yo”.
Dicen ustedes: “Quiero el poder
de Dios en mi vida”. Pues entonces algo tienen que descartar. “Quiero
conocerle”. ¡Entonces tienen que separarse del mundo!
Les diré algo más, jóvenes. Todos
los demás andan ocupados asistiendo a sus pequeños retiros y conferencias, y
reuniéndose, dándose abrazos grupales y cantando Kumbayá (27) y todo lo demás.
Quizá lo que necesitan es irse al desierto, estar a solas con Dios y ayunar por
siete días de rodillas estudiando el libro de los Salmos, estar simplemente a
solas con Dios, siendo solo de él.
Para ser un hombre de Dios tiene
que existir un sentido en que aun cuando su esposa, que es su propia carne, una
con usted, lo mira a los ojos, sabe que no puede compartir con usted el
momento.
Hoy, nuestras iglesias guardan
silencio en lo que a separación del mundo se refiere. “No os unáis en yugo
desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia?” (2 Cor. 6:14). ¡Nada! “¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”
(v. 14). ¡Ninguna! Las tinieblas son lo opuesto a la revelación de Dios. “¿Y
qué concordia Cristo con Belial?” (v. 15) ¡Ninguna!
“¿O qué parte el creyente con el
incrédulo?” (v. 15) ¡Ninguna! Dice el Señor: “Salid de en medio de ellos” (v.
17). ¿Salir de en medio de qué? Salir de en medio de la anarquía, de las
tinieblas, de las trampas satánicas y del vivir y mundanalidad del incrédulo.
¡Salir de todo eso!
(27) Kumbaya – canto espiritual africano de
la década de 1930, popular entre la música folclórica, y más adelante en
campamentos juveniles; término usado aquí para representar a la religión
superficial y al sentimentalismo.
CARGO No. 9. REMPLAZO DE LAS ESCRITURAS POR LA PSICOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA
Cuando de la familia se trata
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según
las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según
Cristo” (Colosenses 2:8). Este noveno cargo es muy importante para mí como un
hombre mayor con hijos pequeños. No me casé hasta los 30 años. Los primeros
ocho años, mi esposa tenía un pequeño tumor en el cerebro. No podíamos tener
hijos, pero después, alabado sea Dios, nació un hijo y después otro y después,
quién sabe.
Mis queridos amigos, pastores y
líderes, piensen en esto. Nuestros cultos el domingo por la mañana son tan
cosméticos. Solo porque parece que hubo un hermoso culto, que el sermón salió
bien y que la gente pareció conmovida, no es evidencia de una espiritualidad
verdadera. La evidencia se encuentra en el hogar, los matrimonios y las
familias. “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien
le parecía” (Jue. 17:6). Cuando viajo y tengo oportunidad de conocer a todo
tipo de personas, trato de encontrar a un hombre consagrado que ha criado hijos
consagrados, y no lo suelto. Pero en la mayoría de los casos, ¿saben qué
descubro? La mayoría de la gente con quien converso en la iglesia quiere hablar
de supersticiones o leyendas y sociología o de cualquier otro tema. Todo se
trata de lo que a ellos les parece bien, y no pueden citarme ni un versículo
bíblico. Pero muy de vez en cuando me encuentro con un hombre y una mujer
decididos a criar a sus hijos de acuerdo con las Escrituras, ¡y la diferencia
es increíble!
Cuando viajo por avión me gusta
hacer esto: Si se me sienta un hombre al lado y pregunta: “¿A qué se dedica?”.
Le respondo: “Bueno pues, soy un esposo”.
Entonces preguntan: “¿A qué más
se dedica?”. Les digo: “Bueno pues, soy padre de familia”.
“¿A qué más se dedica?” “Pues,
cuando me sobra tiempo, predico un poco”.
¿De qué vale que el hombre gane
el mundo entero y pierda a su propia familia? Lo diré de esta manera: ¿En qué
se basan para educar a sus hijos y amar a su esposa? Si no pueden abrir las
Escrituras en ese mismo momento y mostrarme de qué manera su familia usa la
Biblia como fundamento, les puedo asegurar que son cautivos de la psicología,
sociología y las ocurrencias y mentiras de esta época. No tienen el derecho de
ser seguidores de todas estas otras cosas. No tienen ninguna autoridad que no
sea la Palabra de Dios.
Veamos Génesis 18:19. “Porque yo
sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de
Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo
que ha hablado acerca de él”. ¡Qué camino hermoso es este!
“Así que, hermanos, os ruego por
las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Romanos 12:1-2). El versículo 2 nos dice que la voluntad de Dios es perfecta.
Si alguna vez piensan ustedes, como siervos de Dios: “Estoy sacrificando a mi
familia en bien del ministerio”, les diré que mienten descaradamente. Están
sacrificando a su familia en bien del pequeño reino que están tratando de
formar. Puedo afirmarles esto porque la voluntad de Dios es perfecta lo cual
significa que no tenemos que violar la voluntad de Dios con respecto a nuestra
familia a fin de cumplir la voluntad de Dios con respecto a nuestro ministerio.
¡Dios no nos necesita! Pero sí requiere que seamos obedientes.
Una vez alguien me preguntó:
“Hermano, ¿está usted en contra de la evangelización?” Le respondí: “Sí y no.
No estoy en contra de la evangelización bíblica, pero estoy en contra de la
manera como la están llevando a cabo”. “¿Está usted en contra de la escuela
dominical y los grupos juveniles?” “Sí y no”. Voy a darles dos ejemplos para
explicarles. Para algunos de ustedes lo que voy a decir no será suficientemente
fuerte, y para otros será demasiado fuerte. Quiero usar estos dos ejemplos para
señalar en qué andamos mal.
Escuela dominical. Sea
cual fuere la denominación a la que pertenecen, si es parte de una que está más
o menos organizada, les aseguro que su denominación gasta miles de millones de
dólares en materiales para la escuela dominical, en conferencias, en capacitar
a los maestros para enseñar una clase y en hacer todo lo requerido para promoverla.
No estoy diciendo que los chicos
no se pueden reunir en grupos para ser catequizados o enseñados, pero si eso
comienza a suplantar el ministerio del padre de familia en el hogar, ¡hay que
descartarlo!
¿Comprenden lo que estoy
diciendo? Piensen en este pequeño ejemplo. Tenemos todo tipo de materiales para
la escuela dominical. Pero casi no existen conferencias para enseñar a los
hombres cómo enseñar a sus hijos. Y la mayor parte del tiempo que pasan en la
escuela dominical no es más que puro entretenimiento, porque el maestro de
escuela dominical no tiene la autoridad para disciplinar a los hijos de
ustedes. Y si la tuviera, la mayoría no lo haría porque no cree en la
disciplina. Este es apenas un pequeño ejemplo.
Nuestra situación en las iglesias
está llena de necesidades, pero las ignoramos. Es como la situación de un
hombre que se me acerca con la frente sangrando, y dice: “Hermano, he
consultado a muchas personas. Nadie puede diagnosticar mi problema”. Y yo le
digo: “Bueno, yo no soy ningún médico, pero puedo acompañarlo durante 24 horas
para ver qué descubro”. Y noto que cada vez que el reloj anuncia la hora, se
pega la frente con un ladrillo. Si la campana suena una vez, se pega una vez.
Si suena dos, se pega dos veces. Si suena doce, se pega doce veces. Después de
observar esto y habiendo tomado notas cautelosa y cuidadosamente durante 24
horas, me acerco a él y le digo: “¿Sabe? No soy ningún médico pero creo que sé
cuál es su problema”.
¡Es así de patético entre
nosotros, los que asistimos a la iglesia! ¿Por qué hacen nuestros hijos lo que
hacen? ¿Por qué todo está boca abajo? Es como un querido santo que no dejaba
que su hijo adolescente saliera con una chica a un lugar donde estarían solos.
Cierta vez, alguien le preguntó: “¿No confía en su hijo?” “No, no confío en mi
hijo. ¿Por qué pensaría usted eso? ¡Ni siquiera confío en su papá! No pondría a
su papá solo con una mujer que no es su esposa, y sin embargo tengo mucho más
que perder a causa de un desliz. Y yo tengo mucho más control sobre mi voluntad
que un adolescente con sus hormonas en todo su apogeo. Así qué, ¿por qué
pensaría usted que confiaría en mi hijo?”
Violamos un principio bíblico
tras otro, y después nos preguntamos por qué todo anda tan mal.
CARGO No. 10. PASTORES QUE SUFREN DE DESNUTRICIÓN BÍBLICA
“Procura
con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
Escuchaba hace unos meses acerca
de todas las cosas horrendas que están sucediendo en nuestro país (no sé cómo
llamarlo ya: ¿república, democracia, país, estado socialista?). Me sentí tan
preocupado al estar allí sentado escuchando, que me puse a orar: “Ay, Señor,
¿qué puedo hacer? En este momento, Señor, sinceramente con todo lo que siento,
estaría dispuesto a saltar en medio de una fogata. Si hubiera un rinoceronte a
la carga, saltaría en frente de él. ¡Solo dime qué debo hacer! ¿Quieres que
vaya a Washington y me pare frente a la Casa Blanca y que me ponga a predicar
hasta que me lleven a la cárcel? Estoy cansado de predicar solo a cristianos y
en iglesias y conferencias. ¡Oh Dios, el país se está yendo al infierno! ¿Qué
quieres que haga? Dímelo ya”.
Presten atención a lo que dice 1
Timoteo 4:1-16:
1 “Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de
la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 2 por la
34 hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 3
prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que
con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han
conocido la verdad. 4 Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de
desecharse, si se toma con acción de gracias; 5 porque por la palabra de Dios y
por la oración es santificado. 6 Si esto enseñas a los hermanos, serás buen
ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena
doctrina que has seguido. 7 Desecha las fábulas profanas y de viejas.
Ejercítate para la piedad; 8 porque el ejercicio corporal para poco es
provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida
presente, y de la venidera. 9 Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por
todos. 10 que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos
en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los
que creen. 11Esto manda y enseña. 12Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé
ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza
13Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
14No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio. 15Ocúpate en estas cosas; permanece en
ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16Ten cuidado de ti
mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti
mismo y a los que te oyeren”.
Primera Timoteo 4:1 dice: “El
Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán la
fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Pablo sigue
diciéndole al joven Timoteo que, básicamente, la cultura se va a desmoronar,
que todo va a enloquecer y que los hombres se comportarán como bestias! Hace
varias semanas estuve con Conrad Mbewe y lo oí predicar. Dijo esto: “En África
ya no les tenemos miedo a los animales salvajes. Les tenemos miedo a los
hombres y salimos corriendo cuando los vemos”. Estaba, por supuesto, hablando
de los efectos de la depravación radical del ser humano. Pablo dice justamente
eso: “El mundo se está destruyendo, Timoteo”.
¿Qué más dice? “Si esto enseñas a
los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la
fe” (v. 6). Y justo aquí empecé a comprender este pasaje. ¡Sí, el mundo ha
perdido la cabeza! Va a suceder toda clase de cosas malas. Dios nos está
diciendo. “Todo está bajo mi providencia, ¡pero escúchenme! Esta es la reacción
que tiene que haber en medio de todo el desastre, en medio de la apostasía y en
medio de la persecución. Esto es lo que necesitas hacer: Mantente
constantemente ‘nutrido con las palabras de la fe’”.
En lugar de hacerlo, siempre
queremos salir corriendo para hacer algo. Queremos componer las cosas. Pero lo
que Dios busca son hombres íntegros, con espadas filosas. Ante todo, hijo,
permanece “nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has
seguido”. “La buena doctrina que has seguido” es muy importante. Creo que nos
está indicando que con un simple estudio intelectual de la Biblia no
alcanzaremos la meta que Dios tiene para su pueblo. Tenemos que obedecerla.
Tenemos que seguirla. ¡No aprendemos bien la doctrina hasta haber seguido la
doctrina aprendida!
Pablo dice luego: “Ejercítate
para la piedad” (v. 7). Nos quiere decir, entonces, que nos disciplinemos con
el propósito de alcanzar la piedad. Siervos de Dios, ¿quieren un avivamiento?
Yo también. Pero lo que necesitamos es un ejército. Si del cielo caerán espadas
y otras armas poderosas, tenemos que ser los hombres del calibre que puedan
usarlas para luchar con un carácter íntegro. Tenemos que disciplinarnos con el
propósito de alcanzar la piedad.
Jóvenes, disciplínense en la
oración. Disciplínense para leer sistemática y repetidamente las Escrituras
desde Génesis hasta el Apocalipsis. Disciplínense en su hablar. Disciplínense y
cuídense con quién andan. Disciplínense cuando se acuestan y cuando se
levantan. Esta es una guerra. ¡Disciplínense!
Jóvenes, a menos que sean la
excepción, haber nacido en la época en que nacieron, si tienen menos de 30
años, o aún menos de 40, probablemente les falta disciplina porque nunca se les
exigió que realmente trabajaran. Nunca han tenido que trabajar para poder
comer, y probablemente sus padres nunca los hicieron trabajar al punto que
hasta les dolieran los huesos. Los hombres que han logrado mucho y han sido
usados por Dios, han sido hombres trabajadores en el ministerio. ¡El ministerio
eficaz es difícil y cuesta todo! Y para cuando lleguen a la vejez estarán
quebrantados, ¡pero fuertes en las cosas de Dios!
Los atletas olímpicos, qué
majestuosos son… pero solo por un momento. Empiezan a entrenarse a los cuatro o
cinco años. No hacen más que entrenarse hasta los veintidós. Corren una carrera
de nueve segundos para obtener una medalla que cuelgan en la pared, ¡y ya! ¡Su
momento de gloria y todo por lo cual vivieron se acabó! ¿No quieren darse
ustedes de la misma manera para obtener cosas eternas?
Algunos de los siervos más
grandes de Dios han sido hombres con muchas limitaciones físicas. En cuanto a
sus habilidades, eran tan limitados que tenían solo una cosa en que se podían
enfocar: el ministerio. “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso…
Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos: que por esto mismo
trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente” (vv.
8-10). Esto no es cosa de mártires en que damos nuestra vida inútilmente a lo
que sea, para ser pulverizados sin esperanza. No. Servimos a Dios, y Dios nos
honrará. ¡Ponemos en él nuestra esperanza y él nos da fuerzas!
Oh, esta vida es como una niebla.
Tengo 47 años, pero ayer tenía 21. ¿A dónde se fue el tiempo? Alabo a Dios
porque por su providencia, de joven le serví en la Cordillera de los Andes y en
las selvas del Perú, haciendo lo que ahora ya no tengo el vigor físico para
hacer.
Mientras son jóvenes y están
llenos de vitalidad, trabajen con todas sus fuerzas. Tomen esos estúpidos
juegos de video de ustedes y aplástenlos bajo sus pies. Tiren el televisor por
la ventana. Fueron ustedes hechos para cosas mejores. Si son hijos del Rey,
¡nada de lo que el mundo ofrece les puede satisfacer, nada! “Esto manda y
enseña” (v. 11).
Hay mucho que decir aquí, pero
consideremos el v. 15. “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu
aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Digamos que mi hijito vuelca agua en
una mesa de madera. Y por las leyes que Dios ha puesto en la naturaleza, el
agua forma un charquito sobre la superficie. Ustedes pasan por allí, y dicen:
“Hay agua volcada en la mesa”. Esto es obvio para todos. Pero entonces llego
yo, tomo una toalla, la pongo sobre el charquito de agua, y levanto la toalla.
Entonces ustedes dicen: “Ya no veo el agua”. ¿Dónde está? ¡La absorbió la
toalla! Hermanos, deben ocuparse de ser absorbidos en estas cosas de la piedad
y la integridad. Pastores, les ruego que me presten atención. Esto es
importante: ¡Ustedes no son chicos mandaderos! No están para pasarse el día
limpiándoles la nariz a miembros carnales. Enciérrense en sus despachos. Beban
profundamente el agua viva. Estén tan absortos en conocer a Dios que la gente
diga: “¿Dónde está? Antes era tan sociable, amigo de todos, tan simpático.
¿Dónde anda?”¡Ahora está absorto en las cosas de Dios!
Somos siervos de Dios. Somos ministros
del Altísimo. Tiene que haber en nosotros algo distinto. Debemos tener la
mirada distante enfocada en una estrella lejana. Lo mejor que podemos hacer por
nuestros hermanos es ser siervos de Dios, absortos en las cosas de Dios, para
que cuando abramos la boca salga de ella la Palabra de Dios.
En la iglesia donde me congrego,
Jeff Noblit es el pastor y predicador principal. Siempre se ha dedicado al
estudio. Cuando llegué, hablé con él y con los otros líderes. Y cada vez que
alguien me preguntaba algo les decía: “Por favor, hagamos una cosa. Quitémosle
toda la carga posible al hermano Noblit y dejémosle concentrarse en el estudio
de la Palabra de Dios, porque el mayor bien que este hermano nos puede dar es
estudiar para presentarse ante Dios aprobado y subir a ese púlpito lleno del
poder del Espíritu Santo y proclamar: ‘Esto dice el Señor’, corrigiendo y
reprendiendo, dando grandes promesas y advertencias”.
Pastores, por favor, háganle ese
favor a su congregación porque Dios dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la
doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los
que te oyeren” (v. 16). Este versículo significa muy poco en la comunidad
evangélica actual. ¿Cuántos pastores y predicadores piensan ustedes que lo
toman en serio? ¿Cuántos se dicen a sí mismos: “Necesito tener cuidado de mí
mismo para asegurar mi salvación y la de los que me oyen”?
Pastores: ¿Cuándo fue la última
vez que examinaron su propia vida para ver si estaban en la fe, para ver si
realmente conocen al Señor? Es que, mis queridos amigos, siento una gran
tranquilidad cuando estudio mi propia conversión; cuando hablo de ella con
otros, cuando repaso los veinticinco años de mi peregrinaje con Cristo, tengo
la gran seguridad de que lo he llegado a conocer. Pero aun ahora, si me
apartara de la fe y me fuera en otra dirección, andando en herejías, en
mundanalidad, sería la prueba más fehaciente de que nunca lo conocí, que todo
había sido obra de la carne.
Sé que lo que lo que estoy
diciendo les es excepcional. Piensan: “Ay, nunca había oído semejante cosa”,
pero esta es la verdad bíblica eterna que necesitan oír. Simplemente lean “El progreso del peregrino” (28) . “Ten
cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te
salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.
¡Dios bendiga a su iglesia!
(28) El Progreso del Peregrino – alegoría
clásica por John Bunyan (1628-1688), en que Cristiano, el personaje principal,
buscando alivio de la carga de la culpa de la Ley, encuentra perdón en la Cruz
de Cristo, y procede a enfrentar muchas pruebas en este mundo en su camino a la
vida eterna en la Ciudad Celestial. A cada paso, descubre que tiene que
apoyarse en la Palabra de Dios para que lo mantenga en la senda derecha y
angosta que Dios le ha trazado. En el camino, se encuentra con muchos
profesantes falsos que al principio parecen peregrinos, pero todos ellos, menos
Fiel y Esperanza, se apartan del camino.
Autor: Paul Washer
Fuente: Chapel Library
Transcripción y edición para Blogger de Cesar Ángel. Evangelio primitivo
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