Doctrinas de la Gracia

17 may 2019

Que es el Arrianismo?

Arrio


Quien fue Arrio?
Arrio (en berebere: Aryus; en griego: Ἄρειος) (Libia, 250 o 256 - Constantinopla, 336) fue un asceta, presbítero y sacerdote en Alejandría, en la iglesia de Baucalis. Posiblemente tuviera un origen bereber(1).​

Sus enseñanzas sobre la naturaleza de Dios, que enfatizan que el Hijo está subordinado al Padre, y su oposición a lo trinitario, que se había vuelto dominante en la cristiandad, le convirtieron en un asunto primordial durante el Primer Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino I en el año 325.

Después de que los emperadores Licinio y Constantino legalizaran y formalizaran el cristianismo en el Imperio romano, el emperador Constantino trató de unificar y suprimir la división teológica en el seno de la iglesia reconocida.​ La iglesia cristiana estaba dividida por desacuerdos sobre la cristología o la relación entre Jesús y Dios. Los cristianos homousianos(2), entre los que estaba Atanasio de Alejandría, usaron al arrianismo como epíteto para los que estaban en desacuerdo con su doctrina homousiana trinitaria, que describía a Dios y a Jesucristo como "una misma esencia" (consustancial y coeterna).

Aunque el término "arriano" podría sugerir que Arrio fue el fundador de la doctrina que lleva su nombre, el debate sobre la relación precisa entre el Hijo y el Padre no empezó con él. Este asunto ha sido discutido durante décadas antes de su llegada; Arrio simplemente intensificó la controversia y la llevó ante un público más amplio de la iglesia, donde otros "arrianos" como Eusebio de Nicomedia (no confundir con el contemporáneo Eusebio de Cesárea) demostraron ser mucho más influyentes a largo plazo. De hecho, algunos "arrianos" posteriores repudian ese nombre, alegando no estar familiarizados con ese hombre o con sus enseñanzas específicas.​ En cualquier caso, como el conflicto entre Arrio y sus enemigos llevó el asunto al primer plano teórico, la doctrina que él proclamaba creer, aunque no es originalmente suya, es etiquetada como suya.

Uno de los primeros y probablemente el más importante punto del debate entre los primeros cristianos fue el tema de la deidad de Cristo. ¿Era Jesús realmente Dios hecho hombre, o fue Jesús un ser creado? ¿Fue Jesús Dios o sólo semejante a Dios? Arrio sostenía que Jesús fue creado por Dios como el primer acto de la Creación, que Jesús fue la coronación gloriosa de toda la creación. Entonces, el arrianismo, es la opinión de que Jesús fue un ser creado con atributos divinos, pero no divino en y por Sí mismo.

El arrianismo malentiende la referencia que se hace del cansancio de Jesús (Juan 4:6) y el que desconociera el tiempo de Su regreso (Mateo 24:36). Sí, es difícil entender cómo es que Dios pudo estar cansado y/o que ignorara algo, pero el relegar a Jesús como un ser creado, no es la respuesta. Favor de ver nuestro artículo sobre la unión hipostática para la explicación de estos puntos. Jesús era totalmente Dios, pero también era totalmente humano. Jesús no se convirtió en ser humano hasta Su encarnación. Por lo tanto, las limitaciones de Jesús como un ser humano, no tienen impacto alguno en su naturaleza divina o eternidad.

Una segunda mala interpretación del arrianismo, es el significado de “primogénito” (Romanos 8:29; Colosenses 1:15-20). Los arrianos entienden que en estas Escrituras, la palabra “primogénito” significa que Jesús fue “nacido” o “creado” como el primer acto de la Creación. Este no es el caso. Jesús Mismo proclamó Su auto-existencia y eternidad (Juan 8:58; 10:30). Juan 1:1-2 nos dice que Jesús era “en el principio con Dios.” En los tiempos bíblicos, el primogénito de una familia era tenido en gran honor (Génesis 49:3; Éxodo 11:5; 34:19; Números 3:40; Salmo 89:27; Jeremías 31:9). Es en este sentido que Jesús es el primogénito de Dios. Jesús es el miembro preeminente de la familia de Dios. Jesús es el ungido, el “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Jesús no “nació,” más bien Él fue hecho Señor sobre toda la Creación como el “primogénito” de Dios.

Después de alrededor de un siglo de debate en varios concilios de la iglesia primitiva, la iglesia cristiana denunció oficialmente el arrianismo como una falsa doctrina. Desde entonces, el arrianismo nunca ha sido aceptado como una doctrina viable de la fe cristiana. Sin embargo el arrianismo no ha muerto. El arrianismo ha continuado a través de los siglos en formas variadas. Los Testigos de Jehová de la actualidad, sostienen una posición muy similar al arrianismo sobre la naturaleza de Cristo. Así como lo hizo la iglesia primitiva, debemos denunciar cualquiera y todos los ataques sobre la deidad de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
        
PRIMER CONCILIO DE NICEA       

El debate cristológico podría no haberse alargado de no ser por la diócesis de Alejandría. Cuando el obispo Alejandro actuó contra Arrio, la doctrina de Arrio se había difundido más allá de su propia diócesis y se había convertido en un asunto de discusión para la cristiandad. La iglesia no era poderosa en el mundo romano. Los emperadores Licinio y Constantino I la habían legalizado en el 313 a través del edicto de Milán. 
El emperador Constantino había tenido cierto interés personal en algunos asuntos ecuménicos, incluyendo la controversia donatista en 316, y quiso poner fin a las disputas cristológicas. Para ponerlas fin, el emperador envió a Osio (Hosius), obispo de Córdoba, a investigar y, si fuera posible, a resolver la controversia. Osius iba con una carta abierta del emperador: "Sea donde sea, que cada uno de ustedes, mostrando consideración, escuche la exhortación imparcial de este siervo y compañero". 
Como el debate continuaba a pesar de los esfuerzos de Osio, en el año 325 Constantino tomó una decisión sin precedentes: convocar un concilio ecuménico compuesto por prelados de la iglesia de todos los territorios del Imperio para resolver esta cuestión, posiblemente por recomendación de Osio.

Todas las diócesis del Imperio enviaron uno o más representantes al consejo, exceptuando la Bretaña romana. La mayoría de los obispos vinieron del este. El papa Silvestre I, que era demasiado viejo, mandó a dos sacerdotes como sus delegados. Arrio acudió al concilio, al igual que el obispo de su diócesis, Alejandro. También estuvieron Eusebio de Cesárea, Eusebio de Nicomedia y el joven diácono Atanasio, que podría haberse convertido en el campeón del dogma trinitario adoptado en última instancia por el concilio y que pasó la mayor parte de su vida luchando contra el arrianismo. 
Antes del principal cónclave convocado, Osio empezó por conocer a Alejandro y a su partidario en Nicomedia.​ El emperador participó en algunos de los debates​ y Osio, que era el prelado más influyente, fue el encargado de presidirlo.​

A este concilio acudieron a apoyar a Arrio 22 obispos, liderados por Eusebio de Nicomedia. Pero cuando los escritos de Arrio fueron leídos en voz alta, él fue denunciado como blasfemo por la mayoría de los participantes.

 Aquellos que mantenían la noción de que Cristo era coeterno y consustancial con el Padre estaban liderados por Alejandro de Alejandría. Atanasio no tenía permitido sentarse en el concilio porque era solamente archidiácono. No obstante, Atanasio hizo trabajo de campo y concluyó (como el obispo Alejandro expresó en la defensa trinitaria atanasiana) que el Hijo tenía la misma esencia (homousiana) que el Padre, y que había sido generado eterno desde la esencia del Padre.​

Aquellos que insistían en que el Hijo de Dios vino después de Dios Padre en tiempo y en sustancia, estaban liderados por el presbítero Arrio. Durante unos dos meses, los dos bandos argumentaron y debatieron,​ usando citas de las sagradas escrituras para justificar sus posiciones respectivas.

Arrio defendió la supremacía de Dios Padre, y mantuvo que el Hijo de Dios era una Creación, hecha de la nada; y que esa fue la Producción Primera de Dios (la cosa primaria que Dios realmente ha hecho en toda su existencia eterna hasta ese momento), antes de todas las eras. Él insistió en que solo Dios Padre carece de principio, y que solo el Padre era infinito y eterno. Arrio mantenía que el Hijo tenía un principio. Él defendía que todo lo demás fue creado a través del Hijo. De modo que, decía Arrio, solo el Hijo es una creación directa y comenzada por Dios; y que además, hubo un tiempo en el que él no existía.

Dios era capaz de hacer su propia voluntad, decía Arrio, y, por lo tanto, "si Él quiere verdaderamente un hijo, Él debe haber llegado después del Padre, por tanto, hubo un tiempo en que Él no era, y por lo tanto era un ser finito".

​ Arrio apeló a las sagradas escrituras, citando versículos como el Evangelio de Juan 14:28, donde Jesús dijo de sus propios labios: "el Padre es mayor que yo", y de la Carta a los Colosenses 1:15;, donde el apóstol Pablo bajo inspiración divina dijo que Jesús "fue la primera creación de Dios (o el primogénito de toda la creación)". Por lo que Arrio insistió en que la Divinidad del Padre era mayor que la del Hijo, y que el Hijo estaba bajo el Dios Padre y no era igual y eterno como Él.

De acuerdo con algunas versiones de la hagiografía de san Nicolás de Bari, el debate del concilio fue tan apasionado que Nicolás abofeteó a Arrio mientras hablaba, en tanto que otros se retiraban ofendidos tapándose las orejas.

La mayoría de los obispos estuvieron finalmente de acuerdo en un credo, conocido posteriormente como el credo de Nicea. Este incluía la palabra "homousiano", que significa "consustancial", o "uno en esencia", lo que es incompatible con las creencias de Arrio.​

El 19 de junio de 325, el concilio y el emperador crean una circular para todas las iglesias de Alejandría y los alrededores: Arrio y dos de sus partidarios inflexibles (Theonas y Secundus)​ fueron depuestos y exiliados a la provincia de Ilírico,​ mientras que otros tres que lo apoyaron (Theognis de Nicea, Eusebio de Nicomedia y Maris de Calcedonia) firmaron ese credo solo por deferencia hacia el emperador. Posteriormente, el emperador legisló y denunció las enseñanzas de Arrio con fervor.

Edicto del emperador Constantino contra los arrianos
“Además, si se encuentra algún escrito sobre Arrio, podría ser arrojado al fuego, por lo que no solo se borra la maldad de su enseñanza, sino que no quedará nada para recordarlo. Y por esto hago una orden púbica, de que si se descubriese que alguien esconde un escrito compuesto por Arrio, y no lo lleva inmediatamente a su destrucción por fuego, la pena será la muerte. Tan pronto como se descubra su ofensa, él podría ser sometido a castigo capital”

Exilio, regreso y muerte de Arrio

El partido homousiano que ganó en el Concilio de Nicea duró poco. A pesar del exilio de Arrio y la finalidad alegada por los decretos del concilio, la controversia arriana comenzó de nuevo. Cuando el obispo Alejandro murió en el año 327, Atanasio le sucedió a pesar de no tener la edad requerida para un jerarca. Aún comprometido a pacificar el conflicto entre arrianos y trinitarios, Constantino se volvió poco a poco más indulgente con los que se habían exiliado a causa del Concilio de Nicea.

Aunque él nunca repudió al concilio o a sus decretos, el emperador permitió finalmente a Arrio (que se había refugiado en Palestina) y a otros de sus seguidores regresar a sus hogares, una vez que Arrio había reformulado su cristología para omitir las ideas que eran más objetadas por sus críticos.

Como resultado de los sínodos de Tiro (335) y Jerusalén (336), el emperador terminó desterrando esta vez al obispo antiarriano Atanasio de Alejandría (aunque posteriormente se le dejó volver), el cual fue acusado de usar los envíos de grano que salían de Egipto hacia Constantinopla como chantaje para resolver una discusión sobre teología especulativa.​ El sínodo de Jerusalén devolvió la comunión a Arrio.

El emperador ordenó a Alejandro de Constantinopla que recibiese a Arrio a pesar de las objeciones del obispo; el obispo Alejandro respondió diciendo que rezaba porque Arrio pereciese antes de que eso ocurriera.​

Sócrates Escolástico (un detractor de Arrio), quien nació 45 años después de la muerte de Arrio, describe la muerte de Arrio de un modo legendario y fabuloso, de la siguiente forma:

“Era sábado, y Arrio estaba esperando la asamblea con la iglesia al día siguiente: pero la retribución divina llegó a sus atrevidos crímenes. Al salir del palacio imperial, al que asistieron una multitud de partidarios de Eusebio como guardias, desfiló por orgullo por mitad de la ciudad, lo que atrajo la atención de todas las personas. Al acercarse al lugar llamado Foro de Constantino, donde se erigió la columna de pórfido, un terror que surgía de los remordimientos de conciencia se apoderó de Arrio, y con el terror vino una relajación violenta de sus entrañas; él, por tanto, se preguntó si había un lugar adecuado cerca, y se dirigió a la parte trasera del Foro de Constantino, apresurándose hacia allá. Poco después, un desmayo se apoderó de él, y junto con las evacuaciones sus entrañas sobresalían, lo que fue seguido de una hemorragia abundante, y del descenso de los intestinos pequeños: trozos del bazo y del hígado salieron con efusión de sangre, por lo que murió casi inmediatamente. El escenario de esta catástrofe todavía se muestra en Constantinopla, como he dicho, detrás de las ruinas, en la columnata, y las personas señalan con el dedo el lugar, hay un recuerdo perpetuo conservado de este tipo de muerte”. Sócrates Escolástico.​

Muchos cristianos postniceos dijeron que la muerte de Arrio fue la consecuencia milagrosa de sus opiniones heréticas. No obstante, algunos escritores recientes han especulado que Arrio podría haber sido envenenado por sus oponentes.​ Incluso con la desaparición de este hombre, la controversia arriana estaba lejos de terminar, y no pudo ser resuelta durante décadas o siglos en algunas partes de Occidente.

Arrianismo después de Arrio

Posterioridad inmediata
Los historiadores han señalado que Constantino I, que nunca fue bautizado como cristiano a lo largo de su vida, fue bautizado en su lecho de muerte por el obispo arriano Eusebio de Nicomedia.​

Constancio II, que lo sucedió, simpatizaba con el arrianismo.​ Tras el esfuerzo abortado de Juliano el Apóstata para restaurar el paganismo en el Imperio, el emperador Valente, que era arriano, reanudó la persecución de los jerarcas nicénicos. No obstante, el sucesor de Valente, Teodosio I, suprimió el arrianismo en todas las élites del Imperio romano de Oriente mediante la combinación de un decreto imperial, una persecución y la convocatoria de un segundo concilio ecuménico en 381, que condenó a Arrio y afirmó y renovó el credo de Nicea.​ Esto, en general, terminó con la influencia del arrianismo en los pueblos no germánicos del Imperio romano.

Arrianismo en Occidente

Baptisterio arriano erigido por el rey ostrogodo Teodorico el Grande en Rávena, Italia, del siglo VI.
Las cosas fueron de forma diferente en el Imperio de Occidente. Durante el reinado de Constantino II, el godo arriano converso Ulfilas fue consagrado como obispo por Eusebio de Nicomedia y enviado como misionero para convertir a su pueblo. Su éxito aseguró la supervivencia del arrianismo entre los godos y los vándalos hasta los comienzos del siglo VIII, cuando estos reinos sucumbieron a sus vecinos niceos o aceptaron la cristiandad nicea. Los arrianos también continuaron existiendo en el norte de África, España y en algunas zonas de Italia, hasta que fueron suprimidos finalmente durante los siglos VI y VII.​

En el siglo XII, Pedro el Venerable consideraba a Mahoma como "el sucesor de Arrio y el precursor del Anti-Cristo".

Durante la reforma protestante, una secta polaca conocida como Bracia Polscy tomaba como referencia habitual a los arrianos, debido a su rechazo a la Trinidad.​

Arrianismo en la actualidad
Una iglesia inglesa moderna, llamada Sagrada y Apostólica Iglesia del Catolicismo Arriano (The Holy Catholic and Apostolic Church of Arian Catholicism), dice seguir las enseñanzas de Arrio y lo canonizó el 16 de junio de 2006.​ Su doctrina dice que solo el Padre es el Dios absoluto, y que Jesús tuvo un comienzo, en la carne, y que está subordinado al Padre. Enseñan también que Jesucristo era el mesías redentor sin pecado, aunque no aceptan el nacimiento virginal de Jesús, la resurrección del cuerpo de Jesucristo, la divinidad o la adoración de Jesús ni la infalibilidad de Jesús, lo que los sitúa en una posición opuesta al propio Arrio, que sí aceptaba todo eso, con excepción del nivel de divinidad de Cristo. Las enseñanzas de esa iglesia arriana están más alineadas con el socinianismo que con el auténtico arrianismo.

Aunque, según el propio Arrio, Cristo existía antes de María, esa iglesia arriana cree que no. Dicha iglesia cree que Jesús era el hijo natural de José y María y que el Espíritu Santo supervisó la concepción, y también enseñan que la resurrección de Cristo no fue en la carne, sino que fue espiritual. De hecho, su credo "católico arriano" es una creación moderna, no una fe antigua.

Los Testigos de Jehová son llamados a veces "arrianos modernos" o "semiarrianos",​ normalmente por sus oponentes.​ Aunque en realidad está designación no es correcta, ya que si bien hay algunas similitudes significativas en su teología y su doctrina, los Testigos de Jehová difieren de Arrio en muchas cosas, como, por ejemplo, en su entendimiento de que el Hijo puede conocer perfectamente al Padre ("Jehová" según Sal. 83:18; 100:3) y en que Jesús imita las cualidades del Padre a la perfección, como lo indican las palabras de Jesús en Juan 8:28 y Mateo 11:23 (algo que Arrio negaba), y por su entendimiento de que el Espíritu Santo no es una persona. Arrio consideraba que el Espíritu Santo era una "fuerza activa" de Dios, o una "energía", que no tenía comienzo, y que no era una persona divina adicional al Padre y el Hijo. Los arrianos originales también rezan directamente a Jesús, mientras que los Testigos de Jehová oran a Dios (Jehová), en el nombre de Jesús y reconocen que Jesús es el único mediador y salvador del mundo y creen en las palabras de Jesús: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) han sido acusados a veces de ser arrianos por sus detractores.​ No obstante, su cristología difiere en varios aspectos de la teología arriana.​

(1) Los bereberes son las personas pertenecientes a un conjunto de etnias autóctonas del norte de África, denominado Tamazgha. El conjunto de las lenguas bereberes, es una rama de las lenguas afroasiáticas. Se estima que en el norte de África existen actualmente, entre 30 y 60 millones de bereberófonos, concentrándose especialmente en Marruecos y en Argelia, y unos seis millones en los países de Europa.

(2) Homousianos Partidarios del Concilio de Nicea. Sector que se mantuvo firmemente al lado del credo niceno de 325 d.C. Para ellos, el Hijo es consustancial (homoousios) al Padre.

    Referencias:
Wikipedia y Got Questions


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