Doctrinas de la Gracia

1 may 2015

Las 5 Solas

En medio de tanto modernismo teológico y liviandad religiosa, en donde las ideas puramente humanas han pretendido eclipsar u opacar el brillo sin igual de la única verdad de Dios, es muy importante rememorar aquellas macizas enseñanzas de creyentes  de antaño que no vivían según la cultura o moda de la época, sino que siempre fue la escritura su única regla de fe y de conducta que les regía.
“cinco solas” se le llamó a las cinco frases expresadas en latín en el tiempo de los reformadores y protestantes, y que resumían toda la teología y creencias basadas en la biblia, desprendiéndose así de la  voz y doctrina oficial de la iglesia católica.  Cada una de las “cinco solas” muestra el sometimiento absoluto a la revelación de Dios por medio de su Palabra y el rechazo irrestricto a las prácticas de las jerarquías eclesiásticas gobernantes de la época. Muchas sangre se derramó sobre estos pilares de las “cinco solas” y todo por el “pecado” de predicar la verdad y solo la verdad.

La situación actual no difiere mucho de lo que fue la experiencia de hermanos fieles de antaño; la diferencia está en que hoy,  el enemigo en lugar de perseguir, arrestar, torturar y quemar en la hoguera  a los fieles cristianos, ahora los seduce en medio de lisonjas, influencias, cargos y títulos nobiliarios, en donde los falsos hermanos han sucumbido y se han doblegado ante el error a cambio de placeres y recompensas terrenales.
Las “cinco solas” se basan única y exclusivamente en la Palabra de Dios La Biblia y sus postulados son los siguientes:
  1. SOLA ESCRITURA (SOLA SCRIPTURA)

Esta declaración enseña que solo la Palabra de Dios, La Biblia,  es la única regla de fe y de conducta que regirá la vida  del creyente.
A diferencia de tantas religiones, sectas y herejías que han llenado los anales de la historia del hombre, el cristianismo legítimo, solo deposita sus principios y formas en la sangrada escritura lejos de la tradición, filosofías humanas o cualquier otra fuente ajena a la revelación divina.
El principio de la autoridad de la sagrada escritura es el fundamento de la legítima iglesia Cristiana y no acepta otra fuente. Es la eterna Palabra de Dios que ha permanecido inmutable aún en medio de descréditos, intentos de exterminio, fábulas y acérrimos enemigos.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Mateo 24: 35
Esta declaración realizada por su propio autor, nuestro Señor Jesucristo, muestra de manera clara la inmutabilidad y eternidad de la Palabra de Dios, la cual no esta sujeta al tiempo ni al espacio, ni siquiera vulnerable a las vicisitudes de la existencia. La biblia permanecerá invicta aun en medio de los ataques de los sabios incrédulos.
La declaración de la “sola escritura” fue elevada en medio de la fuerte hegemonía de la iglesia católica, la cual en sí y objetivamente, no tiene nada de cristiana, aún cuando en sus liturgias y catecismos hable de Cristo. No en vano el Señor dijo:
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46 
El catolicismo romano, históricamente ha considerado la biblia como un mero ingrediente en el producto de su doctrina, pero nunca ha sido la base y fundamento de su enseñanza. La tradición, los dogmas y la infalibilidad papal, son sin duda los pilares que sostienen esta institución que nace, crece y se mantiene sobre un cimiento inconsistente y que sucumbirá previo al regreso de nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida.
En el tiempo de los reformadores, los excesos y arrogancia del clero, dejaban en evidencia el desapego absoluto de la autoridad de la santa escritura y fue en ese escenario cuando hombres celosos y fieles a la Palabra de Dios, que impulsados por Espíritu Santo, escribieron, pregonaron y publicaron sus contundentes sermones reivindicando el verdadero mensaje cristiano lejos de la curia papal. Fue allí cuando desprendiéndose de la enseñanza oficial, comenzaron a predicar que el creyente no necesita nada más para entroncar su vida, que la sola escritura y que todo lo que no se ciñera a ella, configuraba una falsa enseñanza lejos de Dios.
Que falta hace en la actualidad del surgimiento de voceros y ministerios celosos y fieles a la Palabra de Dios. Hoy todo se ha vuelto tan banal y vacío, que los locales de reuniones se han transformado en centros de entretención cuyo objetivo es que la gente se sienta bien y nada más.
A tantos años de la experiencia de los heraldos reformadores nos cabe preguntar ¿Y que queda del protestantismo en la actualidad? ¿Hay una iglesia celosa que proteste de manera insufrible como lo hicieron nuestros camaradas de antaño? ¿Existe alguien dispuesto, cual Lutero, a clavar hidalgamente sus tesis de reclamo desafiando al mismo infierno?
Tal vez la cruda realidad nos lleva a pensar que si Martín Lutero, como ejemplo, estuviese con nosotros, sería la misma iglesia evangélica la que lo que lo acallaría o descalificaría, diciéndole que Dios es amor y que tenemos que ser diplomáticos para que la gente no se aleje. Imaginemos tan solo un minuto a Lutero clavando en uno de los pilares de la catedral evangélica en medio de un “tedeum”, sus incisivas tesis en contra de la abierta idolatría del gobierno, de la aprobación de legitimidad de los homosexuales o del ecumenismo y elevando la voz con valentía y decisión. En lo personal, no me cabe ninguna duda que la gran mayoría irrumpiría sobre él para tapar su boca y evitar la ruptura diplomática que hoy existe entre el clero y  el estado.
  1. SOLO FE (SOLA FIDE)

Como es sabido, unos de los pilares que sostiene la iglesia de Roma, es la salvación por obras. La doctrina católica, enseña en resumen que la salvación depende de lo que el hombre haga o deje de hacer, de esta manera la redención esta sujeta a los méritos humanos. Esto no lo enseña la Biblia. No obstante, no solo el catolicismo propone esto, sino que todas y cada una de las religiones donde los favores de sus dioses dependen de los méritos de sus fieles.
Es en este escenario de enseñanza cuando los fieles reformadores presentaron de manera magistral lo que enseña la santa escritura respecto a un tema tan importante y trascendental como la salvación.
“Mas el justo por la fe vivirá” Romanos 1:17
Este texto que aparece en varios pasajes de la biblia, fue el caló, cual espada de doble filo, el corazón de Martín Lutero, abriendo su entendimiento y  voluntad a aceptar esta revelación divina respecto a que la salvación es solo y exclusivamente por la fe. La sola fe, ha sido el estandarte de lucha de muchos cristianos fieles a través de la historia, cuyo caminar, ha sido en medio de oposición y derribamiento de argumentos y fortalezas que insisten en presentar lo contrario. El hombre natural se opone a la idea de que su redención sea gratuita, y que  no sea mediante sus propios méritos y aportes.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9
Este pasaje escrito por el apóstol Pablo, nos enseña que el medio de la salvación es por la fe y que ésta, no es de nosotros, sino que es un don de Dios, es decir, es un regalo de Dios, y si es un regalo, no hay méritos. Aunque esta única verdad se resista a ser aceptada por nuestra lógica,  y que nuestro orgullo se vea agredido, seguirá siendo la verdad que Dios ha establecido,  y que de manera concluyente eleva la sola fe como único medio para nuestra redención.
  1. SOLA GRACIA (SOLA GRATIA)

La palabra gracia es lejos,  la más resistida por los seres humanos que insisten en que sí hay méritos suficientes para salvarse merced a sus buenas obras y aportes. El origen de esta palabra, significa regalo no merecido, es mas, regalo desmerecido, es decir, que la persona que lo recibe, no solo no lo merecía, sino que se había hecho indigna de merecerlo.
Fue esta palabra gracia, la que  dentro de las “cinco solas” del protestantismo, mas polvareda levantó dentro de la arrogante doctrina católica. Recordemos  que en esos tiempos se exigía  la impúdica cobranza de indulgencias y que hasta en la actualidad se realiza cada vez cuando se da un aporte al cura para que en sus misas mencione el nombre de algún ser querido fallecido, a fin de que por esa cancelación, se solicite a “dios” el paso desde el purgatorio al descanso eterno; doctrina que evidentemente raya en lo irracional, antibíblico, y que por lo demás, no resiste análisis.
La biblia es clara en enseñar que la salvación es por la sola gracia de Dios en Cristo Jesús y no hay méritos humanos.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9
Es la sola gracia de Dios la que nos permite obtener la eterna redención. Dios no acepta la cancelación de sus favores, y es más, es un insulto aborrecible. Por lo demás, que falta nos hace entender que no tenemos nada bueno que podemos ofrecerle a Dios como cambio o recompensa  de sus favores.
“¿…quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:35-36
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” Isaías 64:6

 En la epístola a los Romanos, el Espíritu Santo testificando por medio de Pablo, nos señala:
“ Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” Romanos 4: 4-5
La claridad de las Escrituras es sorprendente, no hay posibilidad de mal interpretar esta clara enseñanza de parte de Dios. El confiar en nosotros mismos, significa que estamos anulando y rechazando deliberadamente la operación de la gracia de Dios,  y con ello,   estamos diciendo que los beneficios divinos son otorgados, no como una decisión soberana de parte del Creador, sino que como una recompensa a nuestras “buenas acciones”.
Dios ha dejado claras instrucciones para confrontar las intensiones de nuestro duro y rebelde corazón respecto a este tema:
“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12)
Los heraldos reformadores, al establecer en sus pilares doctrinales la “solo gracia”, estaban reconociendo cual apóstol Pablo, que todo es “solo por gracia” y no hay méritos humanos ni antes, ni durante, ni después.
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” 1 Corintios 15:10
       
  1. SOLO CRISTO (SOLUS CHRISTUS)
El concepto de “solo Cristo”, es sin ninguna duda, el fundamento de la fe que movió a los reformadores y protestantes, y que ha remecido a todo creyente a través de la historia del hombre y de la iglesia.
Todas las religiones descansan en un hombre mentor o fundador; por ejemplo, el budismo en Sidartha Gautama (buda), el Islam en Mahoma, el confucionismo en Confucio, el catolicismo en sus papas y clero, etc., no obstante, para el cristianismo legítimo, Cristo no es un mero maestro o iluminado, sino que es Dios hecho carne, creador del cielo y de la tierra,  y cuyo nombre ni aún los cielos pueden contener. Los budistas sin buda, los musulmanes sin mahoma o los confucionistas sin Confucio, pueden continuar propagando sus respectivas enseñanzas, pero no es posible concebir el cristianismo sin Cristo, ya que él es el fundamento de todo. Todos los hombres fundadores de filosofías, sectas y religiones, murieron y todo su conocimiento feneció, mas nuestro bendito Cristo venció la muerte y está sentado a la diestra de Dios en las alturas, y él es el fundamento y cabeza de la iglesia.
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” 1 Corintios 3:11
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” Colosenses 1: 15-20
Estos selectos y categóricos textos de las sagradas escrituras, fueron entre otros, los cimientos que sostenían a aquellos hermanos fieles y amantes de la Palabra de Dios en medio de tiempos de tanto oscurantismo. Fue el principio de “solo Cristo” que compungió poderosamente los corazones de los hermanos, al momento de reivindicar la verdad del Salvador.
El que la salvación descanse única y exclusivamente en la obra del Salvador y que la criatura no tenga ninguna participación, evidentemente que no es una idea muy popular y que sea aceptada humildemente y con los brazos abiertos. De hecho, este tema planteado con esta claridad, aun en iglesias que dicen ser evangélicas, la verdad de “solo Cristo” es resistido en sus doctrinas.
La persona de Cristo ha sido para los incrédulos y aquellos doctores religiosos, pero inconversos; un verdedaro dolor de cabeza. Por centurias se ha extendido la discusión sobre  el origen, obra y destino de Jesús de Nazaret. Esta eterna discusión sobre su preexistencia, su deidad, su concepción virginal, sus milagros o su resurrección, hasta el día de hoy se mantiene con la misma vigencia.
No obstante, para los legítimos hijos de Dios y que tienen el Espíritu Santo, lo que parece una problemática interminable, es el fundamento de la Fe inmutable y que no sucumbe ante el error.
Cristo, es el Hijo de Dios; Dios hecho carne que vino a este mundo con un solo objetivo y que es salvar al hombre muerto en delitos y pecados.
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” Efesios 2: 1-6
La única ruta al Padre y el único acceso a la salvación es eterna, es “solo Cristo” y esta verdad irrefutable a la luz de las santas escrituras, es la que derriba toda altivez de espíritu y relativismo de las mentes de los hombres, que insisten en presentar méritos ante el trono de la justicia de Dios.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14:6
Este texto desmorona de manera categórica, aquella postura sincrética o ecuménica que pretende presentar varios caminos o varias fórmulas para llegar a Dios. Hay una frase popular que dice: “todos los caminos conduce a Dios” y han sido muchos que se han sumado a esta premisa satánica que descansa en el seno del ecumenismo. Pero la biblia enseña algo totalmente opuesto y fue justamente aquello lo que los heraldos reformadores pregonaron a precio de sus propias vidas. No hay otro medio para llegar a Dios, sino a través de “solo Cristo”.
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:11-12
“solo Cristo” es, dentro de las “cinco solas” que estamos analizando, la mas significativa, ya que presenta no solo una enseñanza o doctrina, sino que al mismísimo autor de las ellas; nuestro bendito salvador. A él sea la honra y la potencia por los siglos de los siglos.
  1. SOLO LA GLORIA A DIOS (SOLI DEO GLORIA)

Al llegar a la última de las “cinco solas”, no nos queda otra cosa que señalar que todo lo que Dios ha hecho a través de su unigénito hijo Jesucristo, ha sido para la alabanza de su gloria. Dios es el único digno de recibir la gloria.
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:36
Este es uno de los textos de las Sagradas Escrituras que resume el todo de la revelación divina. Las cosas provienen de Dios, se hacen por Dios y son para su eterna gloria.


El Señor Jesús cuando enseñaba en aquel llamado “sermón del monte”, concluye aquella “oración modelo” diciendo:
“porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” Mateo 6:13
Es ahí donde se nos revela, en primer lugar,  que Dios es Rey, que esta sentado en su trono y como tal, es soberano y lo que su alma desea, eso hace.
En segundo lugar, se nos habla del poder de Dios. El es omnipotente; para él no hay nada imposible y por lo tanto, todo lo que quiera hacer, lo puede hacer.
En tercer lugar, se nos habla de su gloria. Todo lo que hace por su decisión soberana y mediante su poder,  es única y exclusivamente para su gloria.
Pablo, dirigido por el Espíritu Santo,  les escribe a los romanos diciéndoles exactamente lo mismo. Es esa trilogía que se repite literal o implícitamente a través de todas las escrituras.  Las cosas son hechas por él, mediante su poder y para su gloria. Es esa trilogía que anula los esfuerzos humanos y opaca la vanagloria de los hombres. Es aquella declaración que revela nuestra indigencia espiritual y que nos lleva a mirar a Cristo como el único autor y consumador de todo.
Que bien nos hace meditar en esto. Porque nuestro corazón insiste en buscar y rebuscar algún mérito escondido por ahí. El pecado que aún mora en nosotros, siempre pretende elevar nuestra fuerza o dedicación, por sobre la gracia de Dios, pretendiendo eclipsar así la gloria que solo le pertenece a Dios en Cristo Jesús.
Los hermanos de la reforma plenamente dirigidos por el Espíritu Santo, no podían dejar fuera el sello de este grupo de frases y que hace mención a la necesidad e imposición de entregar solo la gloria a Dios. Y eso solo puede ocurrir cuando el individuo es morada del Espíritu de Dios ya que es él quien está a cargo de este ministerio.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” Juan 16: 13-14
En contraste a este extraordinario texto, en la actualidad hay muchos quienes dicen hablar mediante el poder de Dios y adornan sus vehementes sermones con grades gritos vociferando: ¡gloria a Dios! ¡gloria a Dios!, pero sus palabras están llenas de vanidad, de autorreferencia y de vanagloria; en otras palabras, ellos por mucho que griten ¡gloria a Dios! , no  dan la gloria a Dios, ya que son su propios méritos los que se exhiben sistemáticamente desde sus sacros púlpitos.
“El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia” Juan 7:18

Así como con  los amados hermanos mártires de la reforma protestante cuyo testimonio es digno de reivindicar e imitar en estos tiempos de tanta tibieza espiritual, las “cinco solas” que acabamos de mencionar, han de ser el macizo armazón que nos debe sostener como pueblo y como movimiento espiritual. SOLA GRATIA – SOLA FIDE – SOLUS CHRISTUS – SOLA SCRIPTURA – SOLI DEO GLORIA.
Recordemos con este tema aquella doxología, una de las más bellas que se revela en la santa escritura:
“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” Judas 24-25
Que la gracia de Dios nos de la voluntad de elevar el carácter protestante en nuestras iglesias y presentar con denuedo la autoridad de estas “cinco solas”. Que así sea, Amén.

Tomado del blog: "Solo por gracia"

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