Revisado en marzo, 1998
Marzo 1, 1985
Por John
Piper
1. PREFACIO
2. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
3. DEPRAVACIÓN TOTAL DEL
HOMBRE
4. GRACIA IRRESISTIBLE
5. EXPIACIÓN LIMITADA
6. ELECCIÓN INCONDICIONAL
7. LA PERSEVERANCIA DE LOS
SANTOS
8. TESTIMONIOS CONCLUYENTES
9. UNA APELACIÓN FINAL
1. PREFACIO
Amamos
a Dios. Él es nuestro gran tesoro, y nada se le compara. Uno de los más
antiguos y grandiosos catecismos dice: “Dios es un Espíritu infinito, eterno,
inmutable, sabio, poderoso, santo, justo, bueno y verdadero”. A Ese es el que
amamos. Amamos todo el panorama de sus perfecciones. El fin de la búsqueda del
alma para eterna satisfacción, es conocerle y ser amados por Él. Él es
infinito; Y eso responde a nuestro anhelo por plenitud. Él es eterno; y eso
responde a nuestro anhelo por permanencia. Él es inmutable; y eso responde a
nuestro anhelo por estabilidad y seguridad. No hay alguien como Dios. Nada se
puede comparar con Él. Dinero, sexo, poder, popularidad, conquista, nada se
compara con Dios.
Mientras
más le conoces, más quieres conocerle, mientras más te deleitas en su compañía,
más hambriento estarás por una comunión más profunda y rica. Satisfacción a los
niveles más profundos produce un santo anhelo para el tiempo cuando tengamos el
poder de Dios para amar a Dios. Esa es la manera en que Jesús ora por nosotros
al Padre, “... que el amor con que me amaste pueda estar en ellos”. Eso es lo
que anhelamos: que el mismo amor del Padre por el Hijo nos llene,
permitiéndonos amar al Hijo, con el mismo amor del Padre. Luego las
frustraciones de un amor inadecuado terminarán.
Si, mientras más lo conoces, lo amas y confías en
Él, más anhelas conocerle. Por eso es que hemos escrito este folleto. Anhelamos
conocer a Dios y disfrutar de Él. Otro antiguo catecismo dice: “¿cuál es el fin
principal del hombre?” y responde: “El fin principal del hombre es glorificar a
Dios y disfrutar de Él para siempre”. Creemos que disfrutar de Dios es la forma
en que le glorificamos, porque
Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él. Pero para disfrutar de Él debemos conocerle.
Verle es saborearle. Si Él permanece borroso, o en una vaga neblina podríamos
estar intrigados por un momento. Pero no estaríamos maravillados con gozo, como
cuando la neblina se aclara y te encuentras a ti mismo en el borde de un
precipicio.
Nuestra
experiencia es que un claro conocimiento de Dios tomada de la Biblia es la
llama que sostiene el fuego de nuestros afectos por Dios. Y probablemente el
tipo más crucial de conocimiento, es el conocimiento de lo que Dios es como lo
es en la salvación. De eso tratan los cinco puntos del calvinismo. Nosotros no
empezamos como calvinistas y defendiendo un sistema.
Empezamos
como cristianos creyentes en la Biblia quienes quieren poner la Biblia por
encima de todo sistema de pensamiento. Y a través de los años- muchos años de
lucha- hemos profundizados en la convicción de que las enseñanzas calvinistas
en los cinco puntos, son bíblicas y por lo tanto verdaderas.
Nuestra
lucha nos hace pacientes con otros que están en el camino. Creemos que toda
batalla para entender lo que la Biblia enseña acerca de Dios es valiosa. Dios
es una fuerte roca en un mundo de arena movediza. Conocerle en su soberanía es
convertirse en un árbol fuerte ante un viento de adversidad y confusión. Y
acompañando la fortaleza, esta su dulzura y ternura, que va más allá de nuestra
imaginación. El soberano León de la tribu de Judá es el dulce cordero de Dios.
Esperamos
que puedas ser ayudado. Por favor no sientas que debes leer este folleto en un
orden en particular. Pues muchos de ustedes querrán saltar la introducción
histórica porque no es tan relevante en el momento para responder las preguntas
bíblicas. Hay un orden intencional en este folleto. Pero siéntete libre de
empezar donde sea de más urgencia para ti. Si obtienes ayuda entonces volverás
atrás al resto del mismo. Si no obtienes ayuda, entonces, retorna a la Biblia y
léela con todas tus fuerzas. De todas maneras, ahí es donde queremos que
termines: Leyendo y entendiendo y amando y disfrutando y obedeciendo la palabra
de Dios, no la nuestra.
Por
la supremacía de Dios en todas las cosas, para el gozo de todas las gentes.
2. INTRODUCCION HISTORICA
Juan
Calvino, el más famoso teólogo y pastor de Ginebra, murió en 1564. Junto a
Martín Lutero en Alemania, fue la fuerza más influyente de la reforma
protestante. Sus comentarios e Institución de la Religión Cristiana, están aún
ejerciendo una tremenda influencia en el mundo cristiano.
Las
iglesias que han heredado estas enseñanzas de Calvino son usualmente llamadas
Reformadas, en oposición a luteranos y Episcopales heredados de la reforma.
Mientras no todas las iglesias Bautistas adoptan la teología reformada, existe
una tradición bautista significativa que creció fuera de y aun abraza las
doctrinas centrales heredadas de la rama Reformada.
La
controversia entre arminianos y calvinistas llego a Holanda cerca de los 1600.
El fundador del Arminianismo fue Jacobo Arminio (1560-1609). El estudio bajo el
estricto calvinismo de Teodoro Beza en Ginebra y fue profesor de teología de la
universidad de Leiden en el 1603.
Gradualmente,
Arminio comenzó a refutar algunas enseñanzas calvinistas. La controversia se
propagó en toda Holanda, donde la iglesia reformada era la gran mayoría. Los
arminianos trazaron su credo en 5 artículos (escritos por Uytenbogaert), y los
plantearon frente a las autoridades del estado de Holanda en 1610 bajo el
nombre de La protesta, firmado por 46 ministros. (Estos 5 artículos pueden ser
leídos en Philip Schaff, Creeds of Christendom, vol. 3, pp. 545-547).
Los
calvinistas responden con una contra-protesta. Pero la respuesta oficial
calvinista vino del Sínodo de Dort, quien sostuvo para considerar Los Cinco
artículos desde el 13 de noviembre de 1618 hasta el 9 de mayo del 1619. Hubo 84
miembros y 18 comisionados seculares. El Sínodo escribió lo que se conoce como
los Cánones de Dort. Estos aún son parte de la confesión de la iglesia
reformada en América y de la iglesia cristiana reformada. Ellos afirman los
cinco puntos del calvinismo en respuesta a los cinco artículos de protesta
Arminiana. (Ver Schaff, vol. 3, pp. 581-596).
Así
que, los cinco puntos del calvinismo no fueron escogidos por calvinistas como
un resumen de su enseñanza. Ellos surgen como respuesta a los Arminianos,
quienes escogieron estos 5 puntos para oponerse.
Es
más importante dar una posición Bíblica positiva en los Cinco puntos que
conocer la forma exacta de su controversia original. Estos cinco puntos todavía
están en los corazones de la teología Bíblica. Ellos son importantes. Donde nos
encontramos, estas cosas profundas afectan nuestro punto de vista de Dios,
hombre, salvación, expiación, regeneración, seguridad, adoración y misiones.
En
algún punto del camino, los cinco puntos vinieron a ser resumidos bajo en
acróstico TULIP.
T-
Total depravity (Depravación total).
U- Unconditional election (Elección incondicional)
L- Limited atonement (Expiación limitada)
I- Irresistible grace (Gracia irresistible)
P- Perseverance of the saints (Perseverancia de los santos)
Nota:
No seguiremos este orden en nuestra presentación. Hay una buena razón para este
orden tradicional: Comienza con el hombre en necesidad de salvación y luego da,
en el orden en que ocurren, los pasos que Dios da para salvar a su pueblo. Dios
elige, envía a su Hijo para expiar los pecados de los elegidos, de una manera
irresistible atrae a su pueblo a la fe, y finalmente trabaja para que ellos
perseveren hasta el fin.
Hemos
encontrado, de todas maneras, que el hombre capta estos puntos más fácilmente
si seguimos una presentación basada en el orden en que se experimentan.
1. Experimentamos nuestra propia depravación y nuestra
necesidad de salvación.
2. Experimentamos la irresistible Gracia de Dios
llevándonos a la fe.
3. Confiamos en la suficiencia de la expiación de la
muerte de Cristo por nuestro pecado.
4. Descubrimos que detrás del trabajo de Dios en
expiarnos de nuestros pecados y traernos a la fe estaba la elección
incondicional de Dios.
5. Finalmente, descansamos en su elección de Gracia
para darnos la fuerza y voluntad para perseverar hasta el fin en fe.
Este
es el orden que seguiremos en nuestra presentación.
Quisiéramos
expresar lo que creemos que las Escrituras enseñan sobre estos cinco puntos.
Nuestro gran deseo es dar honor a Dios por medio de entender y creer su verdad
revelada. Estamos abiertos a cambiar cualquiera de nuestras ideas que
contradiga la verdad de las Escrituras. No tenemos ningún interés en Juan
Calvino mismo, y encontramos que algunas de las ideas que enseño están erradas.
Pero, en general, estamos dispuestos a llamarnos calvinistas en estos cinco
puntos, porque encontramos que la posición calvinista es Bíblica.
Compartimos
los sentimientos de Jonathan Edwards quien dijo en el prefacio de su libro LA
LIBERTAD DE LA VOLUNTAD, “No tomaría del todo inoportuno ser llamado
calvinista, por alguna distinción: aunque rechazo una completa dependencia en
Calvino, o una creencia en las doctrinas que sostengo, porque el las creyó y
también las enseño; y no puedo ser cargado con creencias de cada cosa que el
enseñaba.
3. DEPRAVACION TOTAL DEL HOMBRE
Cuando
hablamos de la depravación total del hombre, nos referimos a la condición
natural del mismo, separado de alguna Gracia ejercida por Dios para
restringirlo o transformarlo.
No
hay duda de que el hombre podría llevar a cabo más actos pecaminosos contra su
prójimo de los normalmente hace. Pero si el mismo es restringido de llevar a
cabo más actos pecaminosos por motivos que no pertenecen a una alegre sumisión
a Dios, entonces aun su “virtud” es mala a los ojos de Dios.
Romanos
14:23 dice: “Todo lo que no procede de fe es pecado”. Esta es una acusación
radical sobre toda virtud que no procede de un corazón humilde que depende de
la Gracia de Dios.
La
terrible condición del corazón humano nunca será reconocida por personas que la
evalúan sólo en relación con otras personas. Romanos 14:23 deja bien claro que
la depravación es nuestra condición en relación a Dios primariamente, y de una
manera secundaria en relación al prójimo. A menos que empezamos en este punto,
nunca percibiremos la totalidad de nuestra natural depravación.
La
depravación del hombre es total al menos en cuatro sentidos:
A. Nuestra rebelión contra Dios es total.
Separados
de la Gracia de Dios no hay deleite en su santidad, y no hay una alegre
sumisión a la soberana autoridad de Dios.
Es claro que el hombre totalmente depravado pudiera
ser muy religioso y filántropo. Él puede orar, dar limosna y ayunar, como Jesús
enseñó (Mateo 6:1-18). Pero toda su religión es rebelión contra los
mandamientos de su Creador si no proviene de un corazón como el de niño,
confiado en la libre Gracia de Dios. La religión es una de las principales
formas que el hombre usa para ocultar su indisposición de abandonar su auto
dependencia y depositar todas sus esperanzas en la inmerecida misericordia de
Dios (Lc. 18:9-14; Col. 2:20-23).
La totalidad de nuestra depravación puede ser
considerada en Rom. 3:9-10,18: “Ya hemos acusado a Judíos y a gentiles, que todos están
bajo pecado. Como está escrito: No hay justo ni aun uno; no hay quien busque a
Dios...no hay temor de Dios delante de sus ojos”.
Es
un mito pensar que el hombre en su estado natural busque a Dios de una manera
genuina. El hombre busca a Dios. Pero el hombre no busca a Dios por lo que Él
es. Él busca a Dios en un aprieto como uno que puede preservarlo de la muerte o
como un medio para incrementar su placer carnal. Separado de la conversión,
nadie viene a la luz de Dios.
Algunos
vienen a la luz. Pero escuchemos lo que Juan 3:20-21 dice acerca de ellos:
“Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para
que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la verdad viene a la
luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.
Sí,
existen aquellos que vienen a la luz -llamados como aquellos que sus obras son
hechas en Dios. “Hecho por Dios” significa trabajado por Dios. Separado de este
trabajo en Gracia de Dios todos los hombres odian la luz de Dios y no vendrán a
Él a menos que su pecado sea expuesto- Esto es una rebelión total. “No hay
quien busque a Dios...No hay temor de Dios delante de sus ojos”.
B. En su total rebelión todo lo que el hombre hace
es pecar.
En
Romanos 14:23 Pablo dice: “todo lo que no proviene de fe es pecado”. Por tanto,
si todo hombre está en una rebelión total, todo lo que él hace es el producto
de su rebelión y no puede honrar a Dios, pero sólo parte de su rebelión
pecaminosa. Si un rey enseña a sus súbditos como luchar bien y esos súbditos se
rebelan contra su rey y le resisten, usando todas las habilidades que el mismo
rey les enseño, entonces aun aquellas habilidades se tornan malas.
Por
esta razón, el hombre hace muchas cosas las cuales sólo las puede hacer porque él
ha sido creado a la imagen de Dios, las cuales en el servicio a Dios Él pudiera
ser adorado. Pero en el servicio del hombre rebelde que se auto justifica,
estas cosas son pecaminosas.
En Romanos 7:18 Pablo dice: “Y yo sé que, en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien”. Esta es una confesión radical de la
verdad, que en nuestra rebelión nada de lo que pensemos o sentimos es bueno.
Todo es parte de nuestra rebelión. El hecho de que Pablo califica su
depravación con las palabras, “en mi carne”, muestra que el desea afirmar que
el bien es producido por el Espíritu de Dios en el (Rom. 15:18).
“Carne” se refiere al hombre en su estado natural separado del trabajo del
Espíritu de Dios., lo que Pablo está diciendo en Romanos 7:18 es que separado
del trabajo del Espíritu de Dios, todo lo que pensamos, sentimos y hacemos no
es bueno.
NOTA:
Reconocemos que la expresión “el bien” tiene un margen amplio de significados.
Tendremos que usarlo en un sentido restringido para referirnos a muchas
acciones de personas caídas, quienes de hecho no son buenas.
Por
ejemplo, tendremos que decir que es bueno que la mayoría de los inconversos no
asesinen y que algunos inconversos realizan actos de benevolencia. Lo que
queremos decir es que cuando llamamos a esos actos “buenos” es que estos más o
menos se conforman al patrón externo de vida que Dios ha ordenado en las
Escrituras.
De
cualquier manera, esta conformidad externa a la voluntad revelada de Dios no es
justicia en relación a Dios. No es hecha en dependencia de Dios o para su
gloria. El no está confiado por los recursos, aunque Él se los provee todos. Ni
su honor es exaltado, aun cuando esa es su voluntad en todas las cosas (1
Corintios 10:31). De todas maneras, aun estas “buenas” acciones son parte de
nuestra rebelión y no son “buenas” en el sentido que realmente cuenta al final
–en relación a Dios-.
C. La inhabilidad del hombre para someterse a Dios
y hacer el bien es total.
Recogiendo
el término “carne” (el hombre separado de la Gracia de Dios), encontramos a
Pablo declarando ser totalmente esclavizado en una rebelión. Romanos 8:7-8
dice: “la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios; no se somete a la
ley de Dios, ni tampoco puede; y aquellos que están en la carne no pueden
agradar a Dios”.
“La mente puesta en la carne” es la mente del
hombre separada de la morada del Espíritu de Dios (“no estáis en la carne,
estáis en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros” Rom. 8:9). Así
que el hombre natural tiene una mente programada para no someterse ni poder
someterse a Dios. El hombre no puede reformarse a sí mismo.
Efesios
2:1 dice que los cristianos estábamos toda una vez “muertos en nuestros delitos
y pecados”. El punto de la muerte es que éramos incapaces de la vida de Dios.
Nuestros corazones eran como piedra hacia Dios (Efesios 4:18; Ezequiel 36:26).
Nuestros corazones estaban ciegos y eran incapaces de ver la gloria de Dios en
Cristo (2 Corintios 4:4-6). Éramos totalmente incapaces de reformarnos a
nosotros mismos.
D. Nuestra rebelión es totalmente merecedora de
castigo eterno.
Efesios
2:3 procede a decir que hemos estado muertos en nuestros delitos y pecados y
que por eso éramos hijos de ira. Esto es, que, si estamos bajo la ira de Dios
por la corrupción de nuestros corazones, nos ha hecho buenos por la muerte de
Cristo.
La realidad del infierno es la indignación de Dios
por nuestra infinita suciedad. Si nuestra corrupción no mereciese el castigo
eterno, Dios fuese injusto tratándonos con un castigo tan severo como el
tormento eterno. Pero las Escrituras enseñan que Dios solamente condena a los
incrédulos al infierno eterno (2 Tes. 1:6-9; Mat. 5:29; 10:28; 13:49; 18:8; 25:46; Apoc.
14:9-11; 20:10). Así que, de esto se entiende que el infierno es una sentencia
total de condenación, para hacer esto debemos entender que somos totalmente
culpables y separados de la Gracia salvadora de Dios.
En
resumen, la depravación total significa que nuestra rebelión en contra de Dios
es total, y que cada cosa que hacemos es rebelión por el pecado, y nuestra
inhabilidad de someternos a Dios y de reformarnos a nosotros mismos es total, y
que nosotros merecemos el castigo eterno.
Es duro exagerar sobre la importancia de admitir
que nuestra condición futura es mala. Si pensamos sobre nosotros mismos como si
fuésemos buenos sería contrario a Dios, la obra de la redención pudiera estar
entonces defectuosa. Pero debemos humillarnos a nosotros mismos sobre esta
terrible verdad, que es nuestra total depravación, estaríamos en una posición
de ver y apreciar la gloria y las maravillas del trabajo de Dios, la cual
discutiremos en los siguientes 4 puntos.
4. GRACIA IRRESISTIBLE
La
doctrina de la Gracia irresistible no significa que toda la influencia del
Espíritu Santo no pueda ser resistida. Significa que el Espíritu Santo puede
vencer toda resistencia y hacer su influencia irresistible.
En
Hechos 7:51, Esteban dice a los líderes judíos: “Vosotros, que sois duros de
cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistir siempre al Espíritu
Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros”. Por otro
lado, Pablo habla de entristecer y apagar el Espíritu Santo (Ef. 4:30; 1 Tes.
5:19). Dios da muchos ruegos e incitaciones las cuales son resistidas. De
hecho, toda la historia de Israel en el Antiguo Testamento es una historia
prolongada de resistencia, como muestra la parábola de los labradores malvados
(Mateo 21:33-43; Romanos 10:21).
La doctrina de la Gracia irresistible significa que
Dios es soberano y puede vencer toda resistencia cuando él quiere. “Él actúa
conforme a su voluntad en el ejercito del cielo y entre los habitantes de la
tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).
“Nuestro Dios está en cielos; todo cuanto quiso ha hecho” (Salmos 155:3).
Cuando Dios se propone cumplir su soberano propósito, nadie puede resistirle de
una manera exitosa.
Esto
es lo que Pablo enseña en Romanos 9:14-18, lo que provocó a sus oponentes
decir: “¿Porque, pues, todavía reprocha Dios? porque ¿Quién resiste su
voluntad?”. A lo que Pablo responde: “¿Quién eres tu oh hombre, que le contestas
a Dios? ¿Dirá acaso el objeto moldeado al que lo moldea: porque me hiciste así?
¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un
vaso para uso honroso y otro para uso deshonroso?” (Romanos 9:20).
Más
específicamente, la Gracia irresistible hace referencia a la obra soberana de
Dios de vencer la rebelión de nuestro corazón y tráenos a la fe en Cristo y así
ser salvos. Si nuestra doctrina de la depravación total es verdadera, no puede
haber salvación sin la realidad de la Gracia irresistible. Si estamos muertos
en nuestros delitos y pecados, totalmente incapaces de someternos a Dios,
entonces nunca creeremos en Cristo a menos que Dios pueda vencer nuestra
rebelión.
Alguien
podría decir: “Si, el Espíritu Santo debe llevarnos a Dios, pero nosotros
podemos usar nuestra libertad para resistir o aceptar esa obra”. Nuestra
respuesta es: Excepto por el continuo ejercicio de la Gracia salvadora, siempre
usaremos nuestra voluntad para resistir a Dios. Eso es lo que significa ser
“incapaz de someterse a Dios”. Si una persona se torna lo suficientemente
humilde para someterse a Dios es porque Dios ha dado a esa persona una nueva y
humilde naturaleza. Si una persona permanece con un corazón duro y orgulloso
ante la voluntad de Dios, es porque esa persona no ha recibido un espíritu de
buena voluntad. Pero para verlo persuasivamente debemos buscar las Escrituras.
En
Juan 6:44 Jesús dice: “Nadie puede venir a Mi si no lo trae el Padre que me
envió”. Esta obra es una obra de la Gracia soberana sin la cual nadie puede ser
salvo de su rebelión contra Dios. Otra vez alguien dice: “Él atrae a todas las
personas, no sólo a algunos”. Pero esto simplemente evade la clara implicación
del contexto de que esta obra del Padre es la razón por la cual algunos creen y
otros no.
Específicamente
Juan 6:64-65 dice, “Pero hay algunos de vosotros que no creéis. Porque Jesús sabía
desde el principio quienes eran los que no creían, y quien era el que le iba a
traicionar. Y decía: por eso os he dicho que nadie puede venir a mi si no se lo
ha concedido el Padre”.
Notemos
dos cosas:
Primero:
Que el venir a Cristo es llamado un regalo. No es sólo una oportunidad. Venir a
Jesús es “dado” a algunos y a otros no.
Segundo:
Que la razón por la que Cristo dice esto, es para explicar por qué “hay algunos
que no creen”. Podríamos parafrasear de la siguiente manera: Jesús sabía desde
el principio que Judas no creería en Él a pesar de todas las enseñanzas e
invitaciones que recibió. Y porque Él sabía esto, lo explicó con las siguientes
palabras, nadie viene a mí a menos que le sea dado por el Padre. Judas no fue
dado a Jesús. Hubo muchas influencias en su vida para su bien. Pero el decisivo
e irresistible regalo de la Gracia no le fue dado.
2
Timoteo 2:24-25 dice: “Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino
amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Corrigiendo tiernamente a
los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al
pleno conocimiento de la verdad”.
Aquí,
como en Juan 6:65, el arrepentimiento es llamado como un regalo de Dios.
Notemos que Pablo no está diciendo que la salvación es meramente un regalo de
Dios. Él está diciendo que aun el prerrequisito para ser salvo lo es también.
Cuando una persona escucha el llamado de arrepentimiento de un predicador puede
resistir dicho llamado. Pero si Dios le da el arrepentimiento la persona no
puede resistirse porque el regalo es que su resistencia ha sido removida. No
estar dispuesto a arrepentirse es lo mismo a resistir al Espíritu Santo. Por esto,
si Dios da el arrepentimiento es lo mismo que quitar la resistencia. Esta es la
razón por la cual llamamos a esta obra de Dios “la Gracia irresistible”.
NOTA: Debería ser obvio a partir de
esto que la Gracia irresistible no implica que Dios nos fuerza a creer contra
nuestra voluntad. Esto sería una contradicción de términos. Al contrario, la
Gracia irresistible es compatible con la predicación y el testimonio que trata
de persuadir a personas a hacer lo que es razonable y lo que es acorde con sus
mejores intereses.
1
Corintios 1:23-24 dice. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra
de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles. Más para los
llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de
Dios”. Notemos dos tipos de llamado que se implican en este texto.
Primero:
La predicación de Pablo va dirigida a todos, tanto judíos como griegos. Este es
el llamado general del Evangelio. Este ofrece salvación a todo aquel que cree
en el Cristo crucificado. Pero este es llamado necedad por aquellos que no
tienen un oído receptivo al mismo.
Segundo:
Pablo hace referencia a otro tipo de llamado. Él dice que entre aquellos que
oyen hay algunos que son “Llamados” en una manera que se refieren a la cruz
como locura, pero como sabiduría y poder de Dios. ¿Cuál otro puede ser este
llamado si no el irresistible llamado de Dios de las tinieblas a su luz
admirable? Si todos los que son “llamados” en este sentido consideran la cruz
como el poder de Dios, entonces algo en el llamado debe afectar la fe. Esta es
la Gracia irresistible.
Hay
otra explicación en 2 Corintios 4.4-6: “En los cuales el dios de este mundo ha
cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del
Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos
predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como
siervos vuestros por amor de Jesús. Pues Dios, que dijo que de las tinieblas
resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo”.
Desde
que el hombre es cegado a la gloria de Cristo, se necesita un milagro para que
este pueda ver y creer. Pablo compara este milagro con el primer día de la
creación cuando Dios dijo: “Sea la luz”. Es en un sentido una nueva creación, o
un nuevo nacimiento. A esto es que se refiere el llamado eficaz en 1 Corintios
1:24.
Aquellos
que son llamados tienen sus ojos abiertos por el soberano poder Creador de
Dios, por lo que ellos ya no ven la cruz de Cristo como locura, sino como poder
y sabiduría de Dios. El llamado efectivo es el milagro de tener nuestra ceguera
removida. Esta es la Gracia irresistible.
Otro
ejemplo de esto se encuentra en Hechos 16:14, donde Lidia está escuchando la
predicación de Pablo. Lucas dice: “El Señor abrió su corazón para que recibiera
lo que Pablo decía…” A menos que Dios abra nuestros corazones, no recibiremos
el mensaje del Evangelio. A este corazón abierto es a lo que nos referimos
cuando hablamos de la Gracia irresistible.
Otra
manera de describir esta obra es el “Nuevo Nacimiento” o ser nacido de nuevo.
Creemos que el nuevo nacimiento es una creación milagrosa de Dios que permite a
una persona muerta recibir a Cristo y ser salva. No creemos que la fe precede o
causa el nuevo nacimiento. La fe es la evidencia de que Dios nos ha hecho nacer
de nuevo. “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1
Juan 5:1).
Cuando
Juan dice que Dios da el derecho de ser llamado hijo de Dios a aquellos que
reciben a Cristo (Juan 1:12), continúa diciendo que esos que reciben a Cristo
“no nacieron de sangre ni de carne ni de voluntad de varón, sino de Dios”. En
otras palabras, Es necesario recibir a Cristo para ser hecho un hijo de Dios,
pero el nacimiento que trae a uno dentro de la familia de Dios no es posible
por la voluntad de varón.
El
hombre está muerto es delitos y pecados. Él no puede hacerse nacer de nuevo, o
crear nueva vida en el mismo. Él debe nacer de Dios. Entonces, con la nueva
naturaleza de Dios, inmediatamente recibe a Cristo. Los dos hechos
(regeneración y fe) están tan estrechamente conectados que en la experiencia no
podemos distinguirlos. Dios engendra en nosotros una nueva vida y la primera
sombra de vida en el nuevo nacimiento es la fe. Este nuevo nacimiento es el
efecto de la Gracia irresistible, porque es un acto de soberana creación –“No
por voluntad de hombre sino de Dios” --.
5. EXPIACIÓN LIMITADA
La
expiación es el trabajo de Dios en Cristo en la cruz, por medio del cual
cancela la deuda de nuestros pecados, apaciguó su santa ira contra nosotros, y
ganando para nosotros todos los beneficios de la salvación. La muerte de Cristo
fue necesaria porque Dios no hubiese mostrado una justa recompensa para su
gloria si hubiese barrido nuestros pecados debajo de la alfombra sin castigo
alguno.
Romanos
3:25-26 dice que Dios “puso a Cristo como propiciación por nuestros pecados por
su sangre...con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que
Él sea el justo, y El justifica al que es de la fe de Jesús”.
En
otras palabras, la muerte de Cristo era necesaria para vindicar la justicia de
Dios en justificar al impío por medio de la fe. Sería injusto perdonar pecadores,
aunque su pecado sea insignificante, cuando de hecho el pecado es un insulto
infinito contra la valiosa gloria de Dios. Por lo tanto, Jesús lleva en sus
hombros la maldición, la cual merecíamos por nuestro pecado, de esta manera
podemos ser justificados y la justicia de Dios ser vindicada.
El
término “expiación limitada” señala la pregunta, “¿Por quién murió Cristo?”
Detrás de la pregunta sobre la extensión de la expiación dirige a otra pregunta
igualmente importante acerca de la naturaleza de la expiación. ¿Qué fue lo que
Cristo logro en la cruz por aquellos que murió?
Si
dices que Jesús murió por todos los seres humanos en la misma manera, entonces
debes definir la naturaleza de la expiación de una manera muy diferente a si
creyeras que sólo murió por aquellos que creen. En el primer caso, crees que la
muerte de Cristo en realidad no salva a nadie; simplemente hace posible la
salvación. En este caso la muerte de Cristo no quita la ira de Dios de ninguna
persona, sino que creo un lugar donde las personas pueden ir y encontrar
misericordia – si ellos pudieran realizar su propio nuevo nacimiento y traerse
ellos mismos a la fe sin la irresistible Gracia de Dios.
Si
Cristo murió por todos los hombres en la misma manera, entonces no compró
Gracia regeneradora para aquellos que son salvos. Ellos deberían regenerarse
ellos mismos y traerse ellos mismos a la fe. Entonces y sólo entonces ellos se
convierten en participantes de los beneficios de la cruz.
En
otras palabras, si crees que Cristo murió por todos los hombres en la misma
manera, entonces los beneficios de la cruz no pueden incluir la misericordia
por la que somos traídos a la fe, porque entonces todos los hombres serían
traídos a la fe, pero ellos no lo están. Pero si la misericordia por la cual somos
traídos a la fe (Gracia irresistible) no es parte de lo que Cristo compró en la
cruz, entonces somos dejados para salvarnos a nosotros mismos desde la
esclavitud del pecado, de la dureza de nuestro corazón, de la ceguera de
nuestra corrupción y de la ira de Dios.
Por
lo tanto, se hace evidente que no es el calvinismo quien limita la expiación.
Es el Arminianismo, porque niega que la expiación de Cristo logre lo que
desesperadamente necesitamos – Llamado, salvación desde la condición de muerte
y dureza de corazón y ceguera bajo la ira de Dios. El arminiano limita el valor
natural y la efectividad de la expiación de tal manera que dice que es lograda
aun por aquellos que mueren en incredulidad y son condenados. En la manera que
se dice que Cristo murió por todos los hombres, el arminiano limita la
expiación a una simple oportunidad no muy poderosa para que los hombres se
salven a ellos mismos de su terrible situación de depravación.
En
la otra mano nosotros no limitamos el poder y la efectividad de la expiación.
Simplemente decimos que en la cruz Dios tenía en mente la redención de sus
hijos. Afirmamos que cuando Cristo murió por estos, Cristo no sólo creó la
oportunidad para salvarse a ellos mismos, sino que en realidad compró a favor
de ellos todo lo necesario para que fuesen salvos, incluyendo la Gracia
regeneradora y el don de la fe.
No
negamos que todos los hombres son beneficiados en algún sentido de la cruz. 1
Timoteo 4:10 dice que Cristo es el “Salvador de todos los hombres,
especialmente de aquellos que creen”. Lo que negamos es que todos los hombres
son proyectados como los beneficiarios de la muerte de Cristo en la misma
manera. Toda la misericordia de Dios hacia los inconversos –del sol naciente
(Mateo 5:45) de la predicación del Evangelio en todo el mundo (Juan 3:16)- es
hecho posible por la cruz.
Esta
es la implicación de Romanos 3:25 donde la cruz es presentada como la base de
la justicia de Dios en pasar por alto los pecados. Cada respiro que un
inconverso tiene es un acto de la misericordia de Dios reteniendo el juicio
(Romanos 2:4). Cada momento que el Evangelio es predicado a los inconversos
Dios les está mostrando su misericordia dándole esta oportunidad para
salvación.
¿De
dónde fluye esta misericordia para con el pecador? ¿Cómo es Dios justo y
retiene el juicio de pecadores que merecen ser inmediatamente lanzados al
infierno? La respuesta es que la muerte de Cristo muestra de una manera clara
el justo aborrecimiento de Dios al pecado y que tiene la libertad de tratar el
mundo con misericordia sin comprometer su justicia.
Pero
Él es especialmente el Salvador de aquellos que creen. Él no murió por todos
los hombres en el mismo sentido. La intención de la muerte de Cristo por los
hijos de Dios es que la misma compró algo más que el sol saliente y la
oportunidad de ser salvos. La muerte de Cristo realmente salva de todo mal a
aquellos por quienes “especialmente” Cristo murió.
Hay
muchos pasajes que dicen que la muerte de Cristo fue designada para la
salvación del pueblo de Dios, no por cada individuo. Por ejemplo:
Juan
10:15 – “y pongo mi vida por las ovejas.”. Las ovejas de Cristo son aquellos
que son dados por el Padre al Hijo. “Ustedes no oyen mi voz porque no son de
mis ovejas”. Notemos: Ser una oveja te permite ser un creyente, no viceversa.
Por esto las ovejas por las que Cristo murió son las elegidas por el Padre para
ser dadas al Hijo.
En Juan 17:6, 9, 19 Jesús ora: “He manifestado tu
Nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste... Yo
ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos
son... Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la verdad.”
La santificación en vista aquí es la muerte de Cristo la cual Él estaba a punto
de sufrir. Su muerte y su intercesión son únicamente por sus discípulos, no por
el mundo en general.
Juan
11:51-52: “(Caifas) como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que
Jesús había de morir por la nación, y no solamente por aquella nación, más
también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos”. Hay
hijos de Dios dispersos por todo el mundo. Estos son las ovejas. Estos son los
que el Padre entregó al Hijo. Jesús murió para juntar estas personas en un sólo
pueblo. El punto es igual a Juan 10:15-16, “Como el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; y pongo mi alma por las ovejas; También tengo otras ovejas
que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz;
y se hará un corral, y habrá un pastor”. Cristo murió por sus ovejas, esto es,
por los hijos de Dios.
Apocalipsis
5:9: “Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación”. En armonía con Juan 10:16 Juan no está diciendo que la muerte
de Cristo rescató a todos los hombres pero que rescató a hombres de todas las
tribus del mundo.
Esta
es la manera en que entendemos textos tales como 1 Juan 2:2, el cual dice: “Y
él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros,
sino también por los del mundo entero”. Esto no significa que Cristo murió con
la intención de aplacar la ira de Dios por cada persona en el mundo, sino que
“las ovejas”, “los hijos de Dios” están dispersos por todo el mundo, “por toda
lengua y tribu y nación” son incluidos en la propiciación de Cristo. De hecho,
el paralelo gramatical entre Juan 11:51-52 y 1 Juan 2:2 es tan cercano que es
difícil escapar de la convicción de que el mismo asunto es tratado por Juan en
ambos versículos.
Juan
11:51-52, “profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por
aquella nación, más también para que juntase en uno los hijos de Dios que
estaban dispersos”.
1 Juan 2:2, “Y él es la propiciación
por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los del
mundo entero”.
“El
mundo entero” se refiere a los hijos de Dios dispersos por todo el mundo.
Si
“El mundo entero” se refiere a cada individuo del mundo, nos vemos forzados a
decir que Juan estaria enseñando que todas las personas serían salvas, cosa que
él no cree (Apocalipsis 14:9-11). La razón por la que nos veríamos forzados a
decir esto es que el término propiciación se refiere a una real remoción de la
ira de Dios del pecador. Cuando la ira de Dios contra un pecador es propiciada,
la misma es removida de ese pecador. Y el resultado es que todo el poder de
Dios ahora fluye en el servicio de su misericordia, resultando en que nada
puede detenerlo de salvar a ese pecador.
El
pecado propiciado no puede ser castigado. De otro modo la propiciación perdería
su significado. Por esta razón si Cristo es la propiciación por todos los
pecados de cada individuo del mundo, ellos no pueden ser castigados, y deben
ser salvos. Pero Juan no cree en tal universalismo (Juan 5:29). Por esto es
improbable que 1 Juan 2:2 enseñe que Jesús es la propiciación por toda persona
en el mundo.
Marcos
10:45, en armonía con Apocalipsis 5:9, no dice que Jesús vino a rescatar a
todos los hombres. El verso dice: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos”.
De
manera similar en Mateo 26:28 Jesús dice: “Esta es mi sangre del nuevo pacto,
que por muchos es derramada para remisión de pecados”.
Hebreos
9:28: “así también el Cristo habiendo sido ofrecido una vez para llevar los
pecados de muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para
salvación de los que ansiosamente lo esperan”. (Ver también 13:20; Isaías
53:11-12).
Uno
de los pasajes más claros en relación a la muerte de Cristo es efesios 5:25-27.
Aquí Pablo no sólo dice que el beneficiario intencional de la muerte de Cristo
es la iglesia, sino que también que el efecto intencional de la muerte de
Cristo es la santificación y glorificación de la iglesia. Esta es la verdad que
queremos preservar, que la cruz no tenía intención de dar a todos los hombres
la oportunidad de salvarse a sí mismos, sino que su intención era en realidad
salvar a la iglesia.
Pablo dice: “Cristo amó a la Iglesia, y se entregó
a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua
por la palabra, para presentársela gloriosa para sí mismo”.
De
manera similar, en Tito 2:14 Pablo describe el propósito de la muerte de Cristo
de la siguiente manera: “Que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de
toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras”.
Si Pablo fuese un arminiano ¿no hubiese dicho: “Él se dio a Sí mismo para
redimir a todos los hombres de la iniquidad y purificar a todos los hombres
para Él”? Pero Pablo dice que el diseño de la expiación es para purificar para
Cristo un pueblo separado del mundo. Esto es lo que precisamente Juan dice en
Juan 10:15; 11:51 y Apocalipsis 5:9.
Uno
de los textos más cruciales en este aspecto es Romanos 8:32. Se trata de una de
las más preciosas promesas para el pueblo de Dios en la Biblia. Pablo dice,
“Quien no escatimo ni a su propio Hijo por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
juntamente con Él todas las cosas?”.
El
asunto crucial a notar aquí es como Pablo sustenta la seguridad de nuestra
herencia en la muerte de Cristo. Él dice: “Seguramente que Dios te dará en
Cristo todas las cosas porque Él no escatimo a su Hijo, sino que lo entregó por
ti”. ¿En qué se convierte este precioso argumento si Cristo es dado por aquellos
que de hecho no reciben todas las cosas, sino sólo la condenación? El argumento
se desvanecería.
Si
Dios dio a su Hijo por los inconversos que al final son condenados, entonces él
no puede decir que la dadiva del Hijo garantiza “todas las cosas” para aquellos
por los cuales Él murió. ¡Pero esto es lo que él dice! Si Dios dio a su Hijo
por ti, entonces Él seguramente te dará todas las cosas. La estructura del
pensamiento de Pablo aquí es destruida al introducir la idea de que Cristo
murió por cada persona del mundo en la misma manera.
Podemos
concluir esta sección con el siguiente resumen. ¿Cuál de las siguientes
declaraciones es verdadera?
1. Cristo murió por algunos pecados de todos los
hombres.
2. Cristo murió por todos los pecados de algunos
hombres.
3. Cristo murió por todos los pecados de todos los
hombres.
Nadie
asegura que la primera declaración es verdad, pues todo estaría perdido porque
habría pecados por los que Cristo no murió. La única manera de ser salvo del
pecado es que Cristo lo cubra con su sangre.
El
tercer argumento es el que los arminianos defienden. Cristo murió por todos los
pecados de todos los hombres. Pero entonces, ¿Por qué no todos son salvos?
Ellos responden que no todos creen. Pero ¿no es este incrédulo uno de los
cuales por los que Cristo murió? Si ellos dicen que sí, entonces ¿Por qué no es
cubierto por la sangre de Cristo y todos los inconversos se salvan? Si ellos
dicen que no (que la incredulidad no es un pecado por el cual Cristo murió)
entonces ellos deben decir que un hombre puede ser salvo sin tener todos los
pecados cubiertos por la sangre de Jesús, o ellos deben unirse a nosotros en
afirmar el segundo argumento: Cristo murió por todos los pecados de algunos
hombres. Esto es, que murió por la incredulidad de los elegidos por lo cual el
castigo de la ira de Dios es aplacado a favor de ellos y su Gracia es libre
para traerlos de manera irresistible de las tinieblas a su maravillosa luz.
6. ELECCIÓN INCONDICIONAL
Si
todos nosotros somos tan depravados que no podemos ir a Dios sin haber nacido
de nuevo por la irresistible Gracia de Dios, y si esta Gracia en particular es
comprada por Cristo en la cruz, entonces es claro que la salvación de alguno de
nosotros descansa en la elección de Dios.
Cuando
hablamos de la elección nos referimos a la elección para salvación de parte de
Dios. Esta elección es incondicional porque no hay condición de que el hombre
conozca a Dios antes de que Dios lo escoja para salvación. El hombre está
muerto en delitos y pecados. Entonces no hay condición de conocer a Dios antes
de que Dios lo escoja para salvarlo de la muerte.
o
estamos diciendo que la salvación final es incondicional. No lo es. Debemos
experimentar la condición de la fe en Cristo para heredar vida eterna. Pero la
fe no es una condición para la elección. Es justamente lo contrario. La
elección es la condición para la fe. Esto es así porque Dios nos escoge desde
antes de la fundación del mundo para comprar nuestra redención en la cruz y
revivirnos con la Gracia irresistible y traernos a la fe.
Hechos
13:48 nos dice como los gentiles respondieron a la predicación del Evangelio en
Antioquia de Pisidia: “Y cuando los gentiles escucharon esto, se regocijaron y
glorificaron la palabra de Dios; y creyeron todos los que estaban ordenados
para vida eterna”. Notemos, no dice que todos cuantos creyeron fueron ordenados
para vida eterna. La elección eterna de Dios es la razón de que algunos
creyeran mientras otros no.
De
manera similar Jesús dice a los judíos en Juan 10:26, “Vosotros no creéis
porque no sois de mis ovejas”. Él no dice: “Vosotros no sois mis ovejas porque
no creéis”. Ser una oveja es algo que Dios decide por nosotros antes de que
pudiéramos creer. Es la base y la capacitación de nuestro creer. Creemos porque
somos las ovejas escogidas de Dios, no viceversa (Juan 8:47; 18:37).
En
Romanos 9 Pablo resalta la elección incondicional. Por ejemplo, en los versos
11-12 el describe el principio que Dios uso para la elección de Jacob y Esaú:
“pues no habían aun nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el
propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino
conforme por el que llama, se le dijo: El mayor servirá al menor”. La elección
de Dios es preservada de manera incondicional porque es traspasada antes de
nacer o hacer algo bueno o malo.
Nota:
Algunos intérpretes dicen que Romanos 9 no tiene nada que ver con la elección
de individuos para su destino eterno. Ellos dicen que el capítulo sólo se
relaciona con los roles históricos que están en juego entre los pueblos
descendientes de Jacob y Esaú.
Recomendamos La Justificación de Dios por John Piper, el cual fue escrito para
investigar este asunto. El libro concluye que Romanos 9 no sólo relata los
roles históricos de todas esas personas, sino también de los destinos eternos
de individuos, porque, entre otras razones (justificación,
pp. 38-54), los versos 1-5 posan un problema
acerca de la perdición de individuos israelitas y ese problema queda totalmente
irresuelto si el capítulo no tiene nada que decir acerca de individuos.
La
incondicionalidad de la elección de Gracia de Dios es resaltada nuevamente en
los versos 15-16: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y me
compadeceré del que Yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del
que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.
Realmente
no entendemos la misericordia si pensamos que podemos iniciarla por nuestra
propia voluntad o esfuerzo. Estaríamos desesperanzadamente perdidos en la
oscuridad del pecado. Si vamos a ser salvos, Dios tendrá que tomar de una
manera incondicional tomar la iniciativa en nuestro corazón e irresistiblemente
hacer que nos sometamos a Él de una manera voluntaria.
Efesios
1:3-6 es otro poderoso fundamento de la incondicionalidad de nuestra elección y
predestinación para la adopción.
Bendito el Dios y Padre del Señor
nuestro Jesús Cristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en bienes celestiales
en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él en caridad; el cual nos señaló desde
antes el camino para ser adoptados en hijos por Jesús, el Cristo,
en sí mismo, por el buen querer de su voluntad, para alabanza de la gloria de
su Gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.
Algunos
intérpretes argumentan que esta elección desde antes de la fundación del mundo
fue sólo una elección de Cristo, pero no una elección de lo que cada individuo
sería en Cristo. Esto sencillamente equivale a decir que no hay elección
incondicional de individuos para salvación. Cristo es puesto adelante como el
escogido de Dios y la salvación de individuos es dependiente de su propia
iniciativa para vencer su depravación y ser unidos a Cristo por la fe. Dios no
los escoge y por lo tanto Dios no puede convertirlos de manera efectiva. Él
sólo puede esperar a ver quién revivirá de la muerte y le escogerá a Él.
Esta
interpretación no encaja bien con el verso 11, el cual dice: “Habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad”.
Tampoco el texto literal del verso 4 cuadra con
esta interpretación. El significado ordinario de la palabra “escogió” en el
verso 4 es seleccionar o escoger de un grupo (cf. Lc. 6:13; 14:7; Jn. 13:18; 15:16,19). Así que
el significado natural del versículo es que Dios escogió a su pueblo de la
humanidad, antes de la fundación del mundo en virtud de su unión con Cristo su
Redentor.
Toda
la elección está relacionada con Cristo. No habría elección de pecadores para
salvación si Cristo hubiera sido destinado a morir por sus pecados. Así que en
ese sentido ellos son elegidos en Cristo. Pero son ellos los que son escogidos
desde antes de la fundación del mundo, no sólo Cristo.
Además,
el texto del verso 5 sugiere la elección de un pueblo para estar en Cristo, y
no sólo la elección de Cristo. Literalmente el texto dice: “Habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo. Somos los
predestinados, no Cristo. Él es quien hace la elección de pecadores posible, y
así nuestra elección es “por medio de Él”, pero aquí no se habla de Dios
teniendo una visión sólo de la elección de Cristo.
Quizás
el texto más importante de todos en relación a la enseñanza de la elección
incondicional es Romanos 8:28-33.
Y ya sabemos
que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que
conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Porque a los que antes
conoció, también les señaló
desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; Y a los que les
señaló desde antes el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará. ¿Pues
qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra
nosotros? El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a
los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica.
A
menudo este texto es usado para argumentar en contra de la elección
incondicional basándose en el verso 29 el cual dice: “A los que antes conoció
también los predestino...” Así que algunos dicen que las personas no son
escogidas de manera incondicional. Ellos son escogidos sobre la base de su fe
la cual es producida sin la ayuda de la Gracia irresistible de Dios y la cual
Dios ve de antemano.
Pero
eso no cuadra con el contexto. Notemos que Romanos 8:30 dice: “Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Enfoca por un
momento el hecho de que todo el que Dios llama también lo justifica.
El
llamado del verso 30 no es dado a todas las personas. La razón por la cual sabemos
que no lo es que todos aquellos que son llamados son también justificados –pero
no todos los hombres son justificados. Así que este llamado en el verso 30 no
es el llamado general al arrepentimiento que los predicadores dan o que Dios da
a través de la gloria de la naturaleza. Todos los hombres reciben ese llamado.
El llamado del verso 30 es dado sólo a aquellos que Dios predestina a ser
conformados a la imagen de su Hijo (v.29). Y es un llamado que desemboca en
justificación: “a los que llamo, a estos también justificó”.
Pero sabemos que la justificación es por la fe (Rom. 5:1).
¿Cuál es entonces este llamado que es dado a todos aquellos que son
predestinados y que desemboca en la justificación? Este debe ser el llamado de
la Gracia irresistible. Se trata del llamado de 1 Corintios 1:24 discutido en
la página 6.
Entre
el acto de la predestinación y la justificación está el acto del llamado.
Debido a que la justificación es sólo por la fe, el llamado en vista debe ser
el acto de Dios por el cual llama a la fe a existencia. Y como esta desemboca
de manera necesaria en la justificación, debe ser irresistible. No hay llamado
(en ese sentido; no en el sentido de Mateo 22:14) que no sea justificado. Todos
los llamados son justificados. Así que, el llamado del verso 30 es el trabajo
soberano de Dios el cual trae a la persona a la fe por la que es justificado.
Ahora
notemos la implicación que este tiene para el significado de “conoció” en el
verso 29. Cuando Pablo dice en el verso 29: “A los que antes conoció también
los predestinó”, no puede querer decir (como muchos tratan de hacer que diga)
que Dios sabía de antemano quienes usarían su libre albedrío para venir a la
fe, así que los puede predestinar para ser adoptados porque ellos hicieron esa
libre elección por su propia voluntad. Esto no puede significar semejante cosa
porque hemos visto del verso 30 que las personas no vienen a la fe por su
propia voluntad. Ellos son llamados de una manera irresistible.
Dios
no prevé la libre decisión de personas que creen porque no existe tal libertad
de decisión. Si alguien viene a la fe en Cristo, es porque son revividos de la
muerte (Efesios 2:5) por el poder creativo del Espíritu de Dios. Eso es, son en
efecto llamados de las tinieblas a la luz.
Así que, el previo conocimiento de Romanos 8:29 no
es el mero conocimiento de algo que sucederá en el futuro separado de la
predeterminación de Dios. En vez de esto, es el tipo de conocimiento referido
en el Antiguo Testamento como en Génesis 18:19(“Yo he escogido[literalmente:
conocido] a Abraham para que el pueda encargar a sus hijos...que guarden el camino
del Señor”), y Jeremías 1:5(“Antes que te formase en el vientre te conocí, y
antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones”) y Amos 3:2(“A
vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra, os castigare
por todas vuestras maldades”).
Como
C.E.B. Cranfield dice, el previo conocimiento de Romanos 8:29 es “ese especial
conocimiento tomado de una persona la cual es escogida por la Gracia de Dios”.
Tal conocimiento es virtualmente la misma elección: “A los que antes conoció
(i.e. escogió) también los predestinó para ser conformados a la imagen de su
Hijo”.
Por tanto, lo que este magnífico texto (Romanos
8:28-33) enseña es que Dios realmente realiza la redención de su pueblo desde
el inicio hasta el final. Él conoce de antemano, o sea, escoge personas para Sí
desde antes de la fundación del mundo, predestina estas personas para ser
conformadas a la imagen de su Hijo, las llama para Sí mismo en fe, las
justifica por medio de la fe, y finalmente las glorifica –y nada puede
separarlas del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Rom. 8:39). ¡A
Él sea toda la adoración y la gloria! Amen.
7. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Continúa
lo que se ha dicho anteriormente que el pueblo de Dios perseverará hasta el fin
y no se perderá. Los que son previamente conocidos son predestinados, los
predestinados son llamados, los llamados son justificados, y los justificados
son glorificados. Ni uno de este grupo se pierde. Pertenecer a este grupo es
estar eternamente seguro.
Pero
queremos significar más que eso con la doctrina de la perseverancia de los
santos. Queremos significar que los santos van y deben perseverar en la
obediencia que viene de la fe. La elección es incondicional, pero la
glorificación no lo es. Hay varias advertencias en las Escrituras de que
aquellos que no abrazan pronto a Cristo pueden perderse al final.
Las
siguientes siete tesis resumen lo que entendemos sobre esta importante
doctrina:
A. Nuestra fe debe perdurar hasta el final si somos
de los salvos.
Esto
significa que el ministerio de la palabra es el instrumento de Dios para la
preservación de la fe como también para engendrar la fe. No aspiramos
fácilmente luego que una persona ha orado para recibir a Cristo, como si
estuviéramos seguros de nuestra perspectiva de que están ahora más allá del
alcance del maligno. Existe una lucha de fe que debe ser peleada. Debemos
permanecer en la fe hasta el final si somos salvos.
1
Corintios 15:1,2 dice: “Además os declaro, hermanos, el Evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también están firmes; por el
cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, estáis siendo
salvos, si no creísteis en vano”.
Colosenses 1:21-23 dice: “A vosotros también, que
erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha
reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de la muerte,
para haceros santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de él; si empero
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del
Evangelio que habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo
del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro”.
2 Timoteo 2:11-12 dice: “Es palabra
fiel: Que, si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también
reinaremos con él; si le negáremos, él también nos negará”.
Marcos
13:13 dice: “Más el que perseverare hasta el fin, ese será salvo”.
Mire
también Apocalipsis 2:7,10,11,17,25,26; 3:5,11,12,21.
B. La obediencia que es evidencia de la renovación
interna que viene de Dios, es necesaria para la salvación final.
Esto
no quiere decir que Dios demanda perfección. Es claro en Filipenses 3:12-13; 1
Juan 1:8-10 y Mateo 6:12 que el Nuevo Testamento no sostiene la demanda de una
estricta perfección para ser salvos. Pero el Nuevo Testamento sí demanda que
debemos ser moralmente cambiados y caminar en novedad de vida.
Hebreos
12:14: “Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor”.
Romanos
8:13: “porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; más si por el
Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis”.
Gal. 5:19-21: “Y manifiestas son las obras de la carne, que
son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; de las cuales os
denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán
el Reino de Dios”. (Ver también Efesios 5:5; 1 Corintios 6:10)
1
Juan 2:3-6: “Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el
tal es mentiroso, y no hay verdad en él. Más el que guarda su Palabra, la
caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él; por esto sabemos que
estamos en él. El que dice que está en él, debe andar como él anduvo”. (Ver
también 1 Juan 3:4-10, 14; 4:20)
Juan
8:31: “Y decía Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. (Ver
también Lucas 10:28; Mateo 6:14-15; 18:35; Génesis 18:19-22; 16-17; 26:4-5; 2
Timoteo 2:19)
C. Los elegidos de Dios no pueden perderse.
Es
por esta razón por la que creemos en la seguridad- llamada, la seguridad eterna
de los elegidos. La implicación es que Dios trabajará para que aquellos que
escogió para la eterna salvación sean capacitados para perseverar en la fe
hasta el fin y cumplir, por el poder del Espíritu Santo, los requerimientos
para obediencia.
Romanos 8:28-30, nos dice: “Y ya sabemos
que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que
conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Porque a los
que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
Primogénito entre muchos hermanos; Y a los que les señaló desde antes el camino,
a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los
que justificó, a éstos también glorificará”. Lo que es evidente de este pasaje
es que esos que son efectivamente llamados a la esperanza de la salvación
realmente perseverarán hasta el fin y serán salvos.
Juan 10:26-30: “más vosotros no creéis, porque no
sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco,
y me siguen; y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, y nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, mayor que todos es y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre una cosa somos”. (Ver también
Efesios 1:4-5).
D. Existen caídas en algunos creyentes, pero si esa
caída persiste, es muestra de que su fe no era genuina y ellos no habían nacido
de Dios.
1 Juan 2:19: “Ellos salieron de nosotros, más no eran de
nosotros, porque si fueran de nosotros, hubieran sin duda permanecido
con nosotros; pero esto es para que se manifestara que todos no son de
nosotros”. De manera semejante se ilustra en la parábola del sembrador en Lucas
8:9-14 ilustra personas que “oyen el Evangelio, lo reciben con gozo; pero como
no tienen raíces, ellos sólo creen por un tiempo y en el tiempo de la prueba se
apartan”.
El
hecho de que tal cosa sea posible es precisamente por lo que el ministerio de
la palabra en toda iglesia local debe contener muchas advertencias a los
miembros de la iglesia a perseverar en la fe y no enredarse en esas cosas que
pudieran extraviarlos y que podría resultar en su condenación.
E. Dios nos justifica en el primer y genuino acto
de fe salvífica, pero haciendo esto, él tiene una visión de todos los actos
subsecuentes de la fe contenida, como en una semilla, en ese primer acto.
Lo
que estamos tratando de hacer aquí es confesar la enseñanza de Romanos 5.1, por
ejemplo, que enseña que ya somos justificados ante Dios. Dios no espera hasta
el final de nuestras vidas para declararnos justos. De hecho, no seríamos capaces
de tener la seguridad y libertad de vivir las radicales demandas de Cristo a
menos que podamos estar seguros que por nuestra fe ya estamos justificados
delante de Dios.
Sin
embargo, debemos confesar el hecho de que nuestra salvación final es hecha
contingente a la subsiguiente obediencia que proviene de la fe. La manera como
estas dos verdades se fusionan es que ya somos justificados sobre la base de
nuestro primer acto de fe porque Dios ve en este (así como él puede ver en el
árbol de bellota) en embrión de la vida de fe. Esta es la razón por la que esos
que no persisten en la vida de fe con su inevitable consecuencia simplemente
dan testimonio de que su primer acto de fe no fue genuino.
El
soporte textual para esto es que Romanos 4:3 cita Génesis 15:6 al hecho donde
Abraham fue justificado por Dios. Esta es una referencia a un hecho de fe muy
temprano en la vida de Abraham. Romanos 4:19-22, de todas maneras, se refiere a
una experiencia de Abraham muchos años después (Cuando tenía 100 años de edad,
ver Génesis 21:5,12) y dice que por la fe de esta experiencia Abraham fue
reconocido como justo. En otras palabras, parece ser que la fe que justificó a
Abraham no fue su primer acto de fe únicamente, sino la fe que provocó los
actos de obediencia más tarde en su vida. (El mismo hecho puede verse en
Santiago 2:21-24 en su referencia al acto tardío en la vida de Abraham,
llamado, el ofrecimiento de su hijo, Isaac, en Génesis 22). La manera de como
tejer estas hebras de la verdad bíblica es declarando que somos internamente
justificados sobre la base de nuestro primer acto de fe, pero no sin referencia
a todos los subsecuentes actos de fe que dan a luz la obediencia que Dios
demanda.
F. Dios obra para causar la perseverancia de sus
elegidos.
No somos dejados por nosotros mismos y nuestra
seguridad está bien enraizada en el amor soberano de Dios que produce eso para
lo cual nos ha llamado a hacer. 1 Pedro 1:5 nos dice: “para vosotros que sois
guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está
aparejada para ser manifestada en el postrer tiempo”. Judas 24,25 agrega: “A aquel,
pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su
gloria irreprensibles, con grande alegría, al Dios
único sabio, nuestro Salvador, sea gloria y magnificencia, imperio y potencia,
ahora y en todos los siglos. Amén”.
1 Tesalonicenses 5:23-24 dice: “Y el Dios de paz os
santifique completamente; para que vuestro espíritu, alma y cuerpo sea guardado
entero sin reprensión para la venida del Señor nuestro, Jesús, el Cristo. Fiel
es el que os ha llamado; el cual también lo hará”.
Filipenses 1:6: “Confiando de esto: que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesús el
Cristo”.
1 Corintios 1:8-9: “el cual también os confirmará que permanezcáis sin
pecado hasta el fin, hasta en el día de nuestro Señor Jesús, el Cristo. Fiel es Dios,
por el cual sois llamados a la confraternidad de su Hijo, Jesús, el Cristo,
Señor nuestro”.
G. Por lo tanto debemos ser entusiastas en hacer
nuestro llamado y elección segura.
2
Pedro 1:10: “Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra
vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”.
8. TESTIMONIOS CONCLUYENTES
Es
posible creer todas estas cosas en tu mente e ir al infierno. ¡Cuán engañosos e
hipócritas somos por naturaleza! Por lo tanto, nuestro interés en escribir
todas estas cosas no es meramente convencer la mente sino también ganar el
corazón.
Queremos
para otros la dulce experiencia de reposar en el confort masivo de estas
verdades. Queremos que otros puedan sentir el tremendo incentivo para la
justicia y para las misiones que fluyen de estas verdades. Queremos para otros
la experiencia de conocer y confiar en la Gracia soberana de Dios de tal manera
que a Él y sólo a Él sea la gloria.
Para
este fin hemos recogido aquí algunos testimonios de lo que estas verdades han
significado para algunos grandes cristianos del pasado. Para aquellos que las
han conocido verdaderamente, ellas nunca han sido meras especulaciones para la
cabeza, sino siempre han sido poder para el corazón y la vida.
AGUSTIN DE HIPONA
Agustín
fue convertido de una manera resonante por la Gracia irresistible de Dios
después de dejar una vida inmoral. Él escribió en sus confesiones (X, 40):
No tengo ninguna esperanza fuera de
Tu gran misericordia. Da tu mandato y manda lo que es tu voluntad. Tú impones
en nosotros continencia...verdaderamente por continencia somos unidos y traídos
de vuelta a esa unidad de la que fuimos dispersados hacia una pluralidad. Te
ama poco aquel que ama cualquier otra cosa junto a Ti, la cual no ama para ti.
¡Oh amor siempre ardiente y nunca se apaga! ¡Oh caridad, ¡Dios mío, enciende en
mí! Tú mandas continencia. Concede lo que mandas y manda tu voluntad.
Estas
son las palabras de un hombre que amaba la verdad de la Gracia irresistible,
porque el sabe que el es totalmente incompleto sin ella. Pero también en sus
cartas doctrinales el dirige esta amada verdad a casa (Epístola ccxvii, Para
Vitalis):
Como prefiero pensar en tu caso, si estás
de acuerdo con nosotros en suponer que estamos haciendo nuestro deber en
oración a Dios, como es nuestra costumbre, por aquellos que rehúsan creer, que
sean capacitados para creer y aquellos que resistan o se opongan a su ley y
doctrina, que lo crean y lo sigan. Si estás de acuerdo con nosotros en pensar
que hacemos nuestro deber en agradecer a Dios, como acostumbramos, por aquellas
personas cuando han sido convertidos...entonces estas dispuesto a admitir que
la voluntad de Dios es previamente movida por la Gracia de Dios, y que es Dios
quien hace que deseen el bien que rechazaban; que es a Dios a quien pedimos que
lo haga, y sabemos que es justo darle gracias por tal hecho...
Para
Agustín la verdad de la Gracia irresistible era el fundamento de sus oraciones
por la conversión de los perdidos y de su gratitud para con Dios cuando ellos
se convertían.
JONATHAN EDWARDS
Jonathan
Edwards, el gran predicador Ingles y teólogo del siglo XVIII, tuvo un amor
igual de profundo por estas verdades. Él escribió cuando tenía 26 años de edad,
el día en que se enamoró de la soberanía de Dios:
Se ha producido una maravillosa
alteración en mi mente respecto a la doctrina de la soberanía de Dios desde
aquel día hasta hoy; de manera que casi nunca he encontrado algo que me plantee
alguna objeción contra ella en el sentido más absoluto...Desde entonces, no
sólo he estado convencido, sino que mi convicción ha sido maravillosa. Esta
doctrina me ha resultado a menudo sumamente agradable, brillante y dulce. La
soberanía absoluta es algo que me encanta atribuir a Dios...La soberanía de
Dios me ha parecido, una grandiosa parte de su gloria. Ha sido siempre mi
deleite acercarme a Dios, y más aun adorarle como al Dios soberano. (Narrativa
personal)
GEORGE WHITEFIELD
Edwards
lloró abiertamente cuando George Whitefield predicó en su iglesia, debido a lo
tanto que amó el mensaje que predicó. Whitefield fue un gran evangelista en el
siglo XVIII. Él dijo: “Yo abrazo el sistema calvinista, no por Calvino, sino
porque Cristo Jesús me lo ha enseñado” (Arnold Dalimore, GEORGE WHITEFIELD 1,
p. 406).
Él
imploró a John Wesley no oponerse a las doctrinas del calvinismo:
No puedo soportar los pensamientos de
oponerme a ti: pero como puedo evadirlos, si te ocupas (como tu hermano Charles
una vez dijo) de echar a Juan Calvino fuera de Bristol. ¡Ay! Nunca he leído
algo que Calvino haya escrito; mis doctrinas las tengo de Cristo y sus
apóstoles; Fui enseñado por ellos de Dios. (Dalimore, p. 574)
Fueron
estas doctrinas que le llenaron con un santo celo por el evangelismo:
Las
doctrinas de la elección, y la gratuita justificación en Cristo Jesús están
diariamente más y más presionando mi corazón. Ellas llenan mi alma con un santo
fuego y me proporcionan gran confianza en Dios mi Salvador.
Espero
que podamos atrapar fuego uno del otro, y que haya una santa emulación entre
nosotros, quienes deben más degradar al hombre y exaltar al Señor Jesús. Nada
más que las doctrinas de la reforma pueden hacer esto. Todas las demás dejan el
libre albedrío en el hombre y lo hacen, en parte al menos, un Salvador de sí
mismo. Mi alma, no se acerca a esos que enseñan esas cosas...Yo se que Cristo
es todo en todo. El hombre es nada: tiene un libre albedrío para ir al
infierno, pero no para ir al cielo, hasta que Dios trabaje en él para ejercer
su buena voluntad.
¡Oh, la excelencia de la doctrina de
la elección y la de la preservación final de los santos! ¡Estoy persuadido,
hasta que el hombre venga a creer y sentir estas importantes verdades, no
saldrá de sí mismo, pero cuando este convencido de esto y asegure su aplicación
en su corazón, entonces caminará por fe efectivamente! (Dalimore, p. 407)
GEORGE MUELLER
George
Muller es famoso por los orfanatos que fundó y por la asombrosa fe que tenía
para pedir por la provisión de Dios. No muchos conocen la teología que
soportaba a ese gran ministro. A mediado de los 20 (1829) tuvo una experiencia
la cual registró más adelante de la manera siguiente:
Antes
de este período (cuando vine a adoptar la Biblia como mi única regla de juicio)
estuve muy opuesto a las doctrinas de la elección, redención particular
(expiación limitada), y la final perseverancia por Gracia. Pero ahora fui
traído a examinar esas preciosas verdades por la palabra de Dios. Siendo hecho
para no querer la gloria para mi mismo en la conversión de pecadores, sino
considerándome meramente como un instrumento; y siendo hecho para querer
recibir lo que las Escrituras decían, fui a la palabra, leyendo el Nuevo
testamento desde el principio, con una referencia particular para estas
verdades.
Para
mi sorpresa encontré pasajes que hablan directamente sobre la elección y la
Gracia perseverante, fueron como 4 veces tantos como esos que hablan aparentemente
contra esas verdades; y aun esos pocos, poco después, cuando los examinéy los
entendí, sirvieron para confirmarme en dichas doctrinas.
Debido al efecto de mi creencia en
estas doctrinas, me siento forzado a declarar para la gloria de Dios, que aunque
soy excesivamente débil, y no he muerto a los deseos de la carne, los deseos de
los ojos y la vanagloria de la vida, como pudiera, y como debería ser, todavía,
por la Gracia de Dios, he caminado más cerca con Él desde ese periodo. Mi vida
no ha sido tan variable, y puedo decir que he vivido mucho más para Dios que
antes. (Autobiografía, pp. 33-34)
CHARLES SPURGEON
Charles
Spurgeon era contemporáneo de George Muller. Era el pastor del Tabernáculo
Metropolitano en Londres por 30 años, el pastor más famoso de su época –y un
Bautista en la misma. Su predicación era poderosa ganando almas para Cristo.
Pero ¿Cual fue su Evangelio que mantuvo a cientos hechizados semana tras semana
y atrajo a tantos al Salvador?
Tengo mi propia opinión y es que no
existe tal cosa como predicar a Cristo y a este crucificado, a menos que
prediquemos lo que en nuestros días llamamos calvinismo. Es un sobrenombre
llamarlo calvinismo; calvinismo es el Evangelio, y nada menos. No creo que
podamos predicar el Evangelio... a menos que prediquemos la soberanía de Dios
en su dispensación de Gracia; ni a menos exaltemos la elección incondicional,
eterna, inmutable, el amor victorioso de Jehová; tampoco creo que podamos
predicar el Evangelio a menos que lo basemos en la especial y particular
redención del pueblo escogido en los que Cristo obro sobre la cruz; tampoco
puedo comprender un Evangelio que deja caer a los santos luego de estos ser
llamados. (Autobiografía 1, p.168)
Él
no siempre creyó estas cosas. Spurgeon relata su descubrimiento de estas
verdades a la edad de 16 años:
Nacido,
como todos nosotros somos por naturaleza, un Arminiano, aun creía las cosas
viejas que había escuchado continuamente del pulpito, y no veía la Gracia de
Dios. Cuando venía a Cristo, creía que lo hacia por mí mismo, y aunque buscaba
al Señor sinceramente. No tenía ni idea de que el Señor me buscaba...puedo
recordar el día y la hora cuando por primera vez recibí estas verdades en mi
alma –cuando estaban, como John Bunyan dice, ardiendo en mi alma como un hierro
caliente.
Una noche, cuando estaba sentado en
la casa de Dios, no estaba pensando mucho en el sermón del predicador, por lo
que no lo creí. El pensamiento me golpeó, “¿Cómo llegaste a ser cristiano?”. Vi
al Señor. “¿Pero ¿cómo viniste a ver al Señor?”. La verdad pasó rápidamente por
mi mente en un momento –No le habría visto a menos que hubiese una influencia
previa en mi mente que me hiciera buscarle. Oré, pensé, pero entonces me
pregunté a mí mismo, ¿cómo vine a orar? Fui inducido a orar por la lectura de
las Escrituras. ¿Cómo vine a leer las Escrituras? Las leí, pero ¿qué me
permitió hacerlo? Entonces, en un momento, vi que Dios era la zapata de todo
esto, y el autor de mi fe, y entonces toda la doctrina de la Gracia me fue
clara, y de esa doctrina no he renunciado hasta este día, y deseo hacer de esto
mi constante confesión, “Atribuyo mi cambio completamente a Dios.”
(Autobiografía, pp.164-5)
Spurgeon
comenzó una universidad para pastores y tuvo como propósito enseñar que la
llave de ser un maestro digno en la iglesia era entender estas doctrinas de la
Gracia.
El
Arminianismo es, por lo tanto, culpable de confundir doctrinas y actuar como
obstrucción al entendimiento claro y lúcido de las Escrituras; porque
representa incorrectamente o ignora el propósito eterno de Dios, disloca
totalmente el significado del plan complete de redención. Ciertamente, la
confusión es inevitable fuera de la verdad fundamental [de la elección].
Sin
esta doctrina, hay falta de unidad de pensamiento, y en general no tienen idea alguna
sobre un sistema de divinidad. Es casi imposible convertir a un hombre en
teólogo a menos que se empiece con esta [doctrina de la elección]. Si deseas
puedes colocar a un joven creyente en una Universidad por 4 años, pero a menos
que le enseñes este plan fundamental del pacto eterno, experimentará poco
progreso, porque sus estudios no concuerdan, no ve como una verdad encaja con
la otra y como todas las verdades deben armonizar juntas…
Tome cualquier condado de Inglaterra
y encontrará hombres pobres con picos y palas que tienen mayor conocimiento
sobre divinidad que la mitad de aquellos que salen de nuestras academias y
universidades, sencilla y totalmente porque estos hombres han aprendido en su
juventud un sistema en el cual la elección es céntrica y luego han visto como
su propia experiencia encaja exactamente con este.
9. UNA APELACIÓN FINAL
Es
apropiado concluir este relato sobre nuestra creencia en las doctrinas de la
Gracia apelando a usted, el lector, a recibir al Cristo magnífico, quien es el Autor
eterno de estas doctrinas. Preste atención a la hermosa súplica presentada por
J.I. Packer, un gran defensor de estas verdades:
A
la pregunta: ¿qué debo hacer para ser salvo? El Evangelio viejo [calvinismo]
responde: cree en el Señor Jesucristo. A la próxima pregunta: ¿qué significa
creer en el Señor Jesucristo? su respuesta es: significa verse pecador y ver a
Cristo como aquel quien murió por pecadores; abandonando toda justicia y
confianza propia y echándose completamente sobre Él para recibir perdón y paz;
e intercambiar esa enemistad natural y rebelión contra Dios por un espíritu de
sumisión a la voluntad de Cristo por medio de la renovación del corazón por el
Espíritu Santo.
Y a una tercera pregunta: ¿cómo
procedo a creer en Cristo y al arrepentimiento si no tengo la habilidad natural
para hacer estas cosas? responde diciendo: mira a Cristo, háblale a Cristo,
clama a Cristo, tal como eres; confiesa tu pecado, tu impenitencia, tu
incredulidad, y échate en Su misericordia; pídele que te de un nuevo corazón
obrando en ti verdadero arrepentimiento y una fe firme; pídele que quite de ti
tu corazón incrédulo y escriba Su ley dentro de ti, para que nunca te apartes
de Él. Vuélvete a Él y confía en Él lo mejor que puedas, y ruega por la Gracia
para volverte y confiar más completamente; utiliza los medios de Gracia con
expectación, mirando a Cristo acercarte a ti mientras buscas acercarte a Él;
mira, ora, lee y escucha la Palabra de Dios, adora y ejerce comunión con el
pueblo de Dios, y persevera hasta conocer más allá de cualquier duda que
realmente eres un ser cambiado, un creyente penitente y que el corazón que has
deseado se te ha concedido. (“Redacción Introductoria a La Muerte de la Muerte
y la Muerte de Cristo de John Owen,” p. 21)
Permite
que Charles Spurgeon te dirija en oración:
Les
suplico que se unan a mí en oración en este momento. Únanse a mí mientras pongo
palabras en vuestras bocas y las pronuncio en lugar vuestro- “Señor, soy
culpable, merezco tu ira. Señor, no puedo salvarme. Señor, quiero un nuevo
corazón y un espíritu recto, pero ¿qué puedo hacer? Señor, no puedo hacer nada,
ven y obra en mí el querer y el hacer tu buena voluntad.
Sólo Tú tienes el poder, lo sé,
Para salvar a un este infeliz
¿A quién y donde huiré
Si no voy corriendo a Ti?
Pero desde mi alma clamo a tu nombre.
Temblando, pero creyendo, me echo completamente sobre ti, oh Señor. Confío en
la sangre y justicia de tu amado Hijo…Señor, sálvame ahora, por amor Jesús.” (De Iain Murray, The Forgotten Spurgeon [Edinburgh: Banner of
Truth Trust, 1973], pp. 101f.)
John Piper es
fundador y professor en desiringGod.org y canciller en la Universidad y
Seminario Bethlehem. Por 33 años, Ha
servido como pastor en la Iglesia Bautista Bethlehem, Minneapolis, Minnesota. Es
autor de mas de 50 libros.
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