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13 jul 2019
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explicación de versículos
Jorge Knight
ordenación de mujeres
pastorado femenino
Roger Smalling
rol de la mujer en la iglesia
LA ORDENACIÓN DE MUJERES: ¿ES O NO ES LÍCITA?
LA ORDENACIÓN DE MUJERES: ¿ES O NO ES LÍCITA?
El
cuadro escritural
Gálatas 3:28 “Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.
Con estas palabras, el
Apóstol Pablo elimina cualquier característica étnica, nacional, racial, social
o de género, como determinante de la aceptación espiritual en Cristo Jesús. La
fe en Cristo es lo único que establece la unidad e igualdad entre todos los creyentes
(ef. I Cor. 12)
Hechos
a la imagen de Dios
La base teológica de esta
afirmación de igualdad es la hechura de todo ser humano a la imagen de Dios
(cf. Hechos 17:26), imagen que es restaurada y re-creada en Cristo (Col. 3:10,
11; Rom. 8:29; II Cor 3:18).
Así pues, lo que se afirma
en Gal. 3:28 se reitera en Col. 3:10, con respecto a la renovación de esta
imagen cuando estamos en Cristo. Pablo reafirma la enseñanza antiguo
testamentaria de Gen. 1:27, de que la calidad de esta imagen está presente tanto
en el hombre como en la mujer y que, ya por la creación, ya por la redención,
esta igualdad ha sido establecida y re establecida por Dios mismo.
También el Apóstol Pedro
recalca sobre esta igualdad, al mencionar al marido y su esposa como coherederos
de la gracia de la Vida (I Pedro 3:7), cabe resaltar que la afirmación de Pedro
se dé justamente en un pasaje en que se menciona que las esposas deben estar en
sumisión a su esposo (3:1).
Se verá luego que, en los
discursos de Pablo, ambos aspectos, es decir la igualdad en calidad de
portadores de la imagen de Dios y las diferencias entre los géneros, son
tratados como el resultado del orden divino de la Creación. Estos dos aspectos
son esenciales en el asunto de la Ordenación de Mujeres, pues, aunque en Gen
1:27 y Gal 3:28 se expresa la igualdad, en porciones posteriores (Gen.2:18-25 y
Efesios 5:22-23, especialmente v.ss, 23 y 31), se añade que la mujer debe estar
en sumisión a su marido, quien es su "cabeza".
Las dos facetas de la
creación se manifiestan en las Escrituras; las diferencias de género no
cancelan la igualdad espiritual. Paralelamente, nuestra igualdad como imágenes
de Dios no anula nuestras diferencias de género masculino o femenino (I Pedro
3:1-7, EF. 5:22-33).
Si no se pierden de vista estos
juegos de factores involucrados en el asunto, no debe sorprendernos el que
Pablo apele a las mismas diferencias creadas, en lo que corresponde a oficios y
gobierno eclesiástico. Se puede así comprender y ver cómo estos factores
determinan la ubicación de los sexos dentro del gobierno y enseñanza en la
iglesia.
Tres
pasajes explícitos
I Tim. 2: 11-15
I Cor 11: 1-16
I Cor 14: 33-38
Analicemos estos tres
pasajes:
I Tim. 2:11-15 juicio y
razones de Pablo
11 La mujer aprenda en silencio, con toda
sujeción.
12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
13 Porque Adán fue formado primero, después
Eva;
14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer,
siendo engañada, incurrió en transgresión.
15 Pero se salvará engendrando hijos, si
permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.
Este texto expresa más
claramente el juicio y las razones del Apóstol Pablo en cuanto al tema que nos
ocupa.
El trasfondo de I Tim
2:11-15 es que Pablo escribe a Timoteo para instruirle sobre la vida de la iglesia.
(I Tim 3:14 y 15).
En el Capítulo 2, Pablo
escribe sobre la oración, con particular referencia a la responsabilidad de los
hombres; luego trata sobre las mujeres y la necesidad de la modestia en su
vestido y presentación (2:9-10).
Después de una instrucción a
las mujeres de que deben aprender en silencio, con toda sujeción, regresa al
tema de la relación marido-esposa. Subraya de manera explícita el aspecto de
sumisión y da una negación rotunda: Porque no permito a la mujer, enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. (v. 12)
Lo que se prohíbe en dicho
pasaje es enseñar (didaskein) y ejercer dominio (authentein). Sin embargo, la
prohibición no es absoluta, pues Pablo mismo aclara que una mujer no puede
dedicarse a ciertas actividades con relación al hombre (andros). La prohibición
no es de que una mujer no puede enseñar del todo, sino que no puede hacerlo en
respecto de los hombres ni tener autoridad sobre ellos en la vida de la iglesia
( cf. Tito 2:3-4).
Algunos han sugerido que la
prohibición mencionada tendría solamente que ver con la relación esposo-esposa.
Aunque es verdad que estas dos palabras griegas se usan para designar esposo y
mujer, también son usadas de forma más general para referirse a hombre y mujer.
Sin embargo, en el contexto no existe evidencia de que se restrinjan a esta
forma, al contrario, los términos aparecen en su forma más general en los
versos 8.9 y 10, por lo tanto en el 11 ff. Entonces, la prohibición del Apóstol
es referente a los géneros, no solo al aspecto matrimonial.
Las razones de Pablo para
tal prohibición ("no permito") se da en los versículos 12 y 14: la
primera tiene que ver con el orden de la creación de varón y mujer (Adán y
Eva). Esta determina el orden divino en cuanto a la autoridad: el que fue
primero creado tendrá autoridad sobre quien fue creada en segundo lugar. Estará
ella en sumisión. La segunda razón tiene que ver con la caída del hombre y el
hecho de que la mujer, Eva, fuera engañada. Pablo no se extiende en esta razón
y nos obliga a contentarnos con la brevedad de su afirmación. Uno puede
conjeturar solamente que el Apóstol estaría advirtiendo, al citar el engaño que
sufrió Eva, de que los efectos son desastrosos cuando se traspone el orden de
autoridad que Dios estableció.
Es notable que Pablo no se
refiera a ningún aspecto cultural en este pasaje, sino que más bien aluda a una
de las razones más fundamentales: el orden de la creación en cuanto a la
relación hombre-mujer. No se puede citar nada que sea más determinante e
importante que el orden original de la creación. Pablo sigue el ejemplo del
mismo Cristo al tratar la cuestión básica de la relación hombre-mujer, cuando cita
la acción creadora de Dios Padre (cf. Mat. 19:3f).
I Cor 11: 1-16 SIGNIFICADO
DE LAS RAZONES DE PABLO
1 Sed
imitadores de mí, así como yo de Cristo.
Atavío de las mujeres
2 Os alabo, hermanos, porque en todo os
acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la
cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de
Cristo.
4 Todo varón que ora o profetiza con la
cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la
cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese
rapado.
6 Porque si la mujer no se cubre, que se
corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello
o raparse, que se cubra.
7 Porque el varón no debe cubrirse la cabeza,
pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
8 Porque el varón no procede de la mujer,
sino la mujer del varón,
9 y tampoco el varón fue creado por causa de
la mujer, sino la mujer por causa del varón.
10 Por lo cual la mujer debe tener señal de
autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.
11 Pero en el Señor, ni el varón es sin la
mujer, ni la mujer sin el varón;
12 porque así como la mujer procede del varón,
también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.
13 Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la
mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
14 La naturaleza misma ¿no os enseña que al
varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
15 Por el contrario, a la mujer dejarse
crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
16 Con todo eso, si alguno quiere ser
contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
Aquí se explica el
significado de una de las razones del texto anterior.
El argumento (o razón)
presentado en I Timoteo 2:13,14 se desarrolla en I Cor. 11:1-16, donde se trata
acerca de una costumbre de las mujeres de Corinto. Pablo argumenta que la
libertad cristiana en cuanto a costumbres, no nos permite descartar aquello ya
establecido como norma en la edad apostólica.
I Cor 11:3 Pero quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la
mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
De esta manera se establece
la autoridad o "cabeza", apelando al orden de "cabezas"
entre Cristo, el hombre y Dios. A la vez, el concepto se expresa en tal forma
que no rebaja ni al ser mismo ni su honor.
La autoridad de Dios en
relación al Cristo encarnado, en ninguna manera rebaja la honra o dignidad de
la deidad encarnada. No existe amenaza alguna de indignidad por esta sumisión.
Se da la cadena de subordinación, con todas sus implicaciones, como soporte
-justamente- cuando la objeción se levante, en lo que tiene que ver con la autoridad
del hombre sobre la mujer.
El Apóstol enfoca su
argumento en el contraste de la gloria del hombre y la de la mujer: del hombre
dice que él es la gloria de Dios y de la mujer dice que es la gloria del varón.
(V.7). Esta evaluación de las glorias respectivas se basa en que el hombre fue
creado por Dios y luego la mujer fue creada del hombre. Así, el hombre refleja
a Aquel quien lo creó y la mujer refleja la gloria de aquel del cual salió, es
decir del hombre.
Este argumento continúa en
los versos del 8 al 10, en cuanto al orden de la creación y el significado de
este orden en cuanto a la mujer. I Cor. 11:8 dice Porque el varón no procede de
la mujer, sino la mujer del varón.
La importancia de este
orden, también se menciona en I Tim. 2:13 y se afirma en el v. 9: y tampoco el
varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Este
orden no se basa en la caída de Adán, ni tampoco en la maldición mencionada en
Gen. 3:16, sino que se basa en el orden mismo de la creación. Pablo concluye
esta sección diciendo que dicho orden debe ser respetado a causa de los ángeles
(v.10), refiriéndose aparentemente a que los seres sobrenaturales desean ver
que el orden creador de Dios sea respetado y el honor de Dios sea manifestado.
Para evitar cualquier
malentendido sobre la cuestión de los papeles respectivos de hombre y mujer,
Pablo añade en los v. 11-12 (como lo hiciera Pedro) algo sobre la igualdad
espiritual e interdependencia natural del hombre y la mujer. Esta dependencia
mutua se añade para la dignidad masculina, no para negar el argumento previo.
Nuevamente, la relación entre los papeles, basada en la dependencia mutua,
puede correlacionarse con la cuestión de la autoridad, sin disminuir ninguno de
los dos aspectos.
Aunque algunos sostienen que
este pasaje no se refiere a hombre-mujer, sino a marido-esposa, esta
interpretación es muy poco verosímil.
I Cor 14:33-38 MANDAMIENTOS
APOSTOLICOS Y SUS ARGUMENTOS
33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de
paz.
Como en todas las iglesias de los santos,
34 vuestras mujeres callen en las
congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como
también la ley lo dice.
35 Y si quieren aprender algo, pregunten en
casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la
congregación.
36 ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de
Dios, o sólo a vosotros ha llegado?
37 Si alguno se cree profeta, o espiritual,
reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.
38 Mas el que ignora, ignore.
Aquí se presentan los
mandamientos apostólicos y razones en términos más generales.
Este pasaje se encuentra
dentro de un capítulo dedicado al uso de los dones espirituales. En esta
sección, Pablo trata acerca de la cuestión de cuándo es aconsejable hablar y/o
cuándo guardar silencio. Dentro de este cuadro, Pablo se dirige a las mujeres
con dos palabras claves del griego,
(Laleo=hablar; y sigao=
guardar silencio.) Dios no es un Dios de confusión, sino de paz (v.33).Tal como
para el hablar en lenguas, así ciertas reglas deben prevalecer en cuanto al
comportamiento de las mujeres.
El prohibir hablar a las
mujeres (v.34) y el silencio que se les demanda, se explica por dos factores:
primero, el hablar (laleo) debe ser interpretado de acuerdo con el contexto, la
correlación entre hablar y guardar silencio es paralela en I Tim. 2:11-14, donde
se prohíbe que la mujer enseñe a hombres. Esta explicación parece también
apropiada para I Cor. 14. Por lo tanto, se prohíbe a la mujer hablar en la
iglesia, porque constituiría una violación del orden divino en cuanto a su
papel respecto del hombre. Esta prohibición de que las mujeres enseñen en la
iglesia, se extiende hasta el v. 35 en lo de hacer preguntas.
Vale notar las razones para
esta prohibición: Pablo apela a la necesidad de sumisión, la misma que sería
pasada por alto al hablar y dice que la misma Ley enseña así (v.34). Lo más
probable es que Pablo tenga en mente el mismo texto de la ley que citó en I Tim
2 y I Cor 11, en cuanto al orden de la creación. Entonces, la violación de la
sumisión es la que haría vergonzoso para una mujer el dirigirse al público en
la iglesia.
CONCLUSIÓN
DE LOS TRES TEXTOS
Concluimos de estos pasajes,
que Pablo puso el fundamento y regla que prohíbe a la mujer enseñar a la
iglesia y/o gobernar a los hombres dentro de la misma.
Esta prohibición universal
se basa en el orden creador divino que establece la relación hombre-mujer. Se
debe notar que son textos bíblicos, no ilustraciones o mandamientos; además,
que las razones dadas no son basadas en costumbres de una cultura. La base de
todo es la manera en que Dios ordenó que sea la relación hombre-mujer en cuanto
al género de cada uno.
Este orden creador y el
papel de autoridad o sumisión aparecen en cada texto bíblico pues proveen el
único fundamento válido para el papel de cada uno de los esposos en el
matrimonio. Descartar esta relación en lo que respecta a las funciones de la
iglesia en su enseñanza y su gobierno, como solo aspectos culturales, llevaría
además a negar también los papeles respectivos de cada sexo dentro del
matrimonio.
Igualmente, la preservación
de los papeles de cada sexo en el matrimonio, demanda la preservación de los
papeles de los sexos en el gobierno de la iglesia, basado también en la
creación original.
El hecho de que no hay
esclavo ni libre; no hay varón ni mujer (Gal. 3:28) no niega la enseñanza de I
Tim. 2 y I Cor 14, así como no niega la masculinidad del hombre o la feminidad
de la mujer, ni anula sus papeles dentro de la familia (cf. Ef. 5:22).
LAS
MUJERES QUE ORAN Y PROFETIZAN
La actividad de orar y la de
profetizar entran en una categoría diferente a las de enseñar y gobernar con
autoridad y, por lo tanto no son prohibidas en I Cor. 14 (o I Tim. 2).
Otros
pasajes sobre el papel de la mujer en la iglesia
La exclusión de las mujeres
de los oficios de enseñanza y gobierno en la iglesia dada en I Tim. 2:11-15 y I
Cor. 14:33b-37 no debe ser tomada como si fuera todo lo que dice el Nuevo
Testamento sobre el papel de la mujer en la iglesia. Otros textos indican que
la mujer se debe involucrar en obras de misericordia y también en labores de
maestra.
Ejemplo: Las mujeres mayores
deben enseñar a las más jóvenes. Priscila y Aquila fueron un equipo inseparable
(marido-esposa) que explicaba el camino de Dios a Apolos (Hechos 18-26).
Conclusiones
Se debe tener presentes tres
verdades bíblicas correlacionadas entre sí:
(1) Los hombres y las
mujeres son iguales como portadores de la imagen de Dios; también son iguales
en su situación espiritual ante Dios.
(2) Los hombres y las mujeres
manifiestan diferencias en su sexualidad, la misma que fue creada y ordenada
así por Dios, por lo tanto las mujeres están en sumisión a los hombres en el
hogar y en la iglesia y están excluidas de los oficios de gobierno y enseñanza
(EF. 5:22; I Tim. 2:11-15; I Cor. 14:33b-37; cf. I Tim. 3:4-5)
(3) Las mujeres tienen otras
funciones que cumplir en la iglesia en su calidad de miembros, ya sea como
maestras de niños o de otras mujeres (I Tim. 3:11, 5:9, 10 y siguientes, Tito
2:3)
Por Dr. Jorge Knight
[Editado y traducido bajo
auspicios de Roger Smalling, D.Min, Con permiso de Presbyterian & Reformed
Publishers, Derechos reservados por P&R, 2004. Titulo original: "El
Papel de las Relaciones Entre Hombres y Mujeres en el Nuevo Testamento"]
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