22 may 2020
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Será el cielo en la tierra? Samuel Waldron
Será el cielo en la tierra? Samuel Waldron
En este primer artículo se
expondrá la enseñanza bíblica del estado futuro del creyente, mientras que en
un siguiente artículo se responderá a objeciones comunes sobre el tema. ¿Dónde
pasarán los creyentes en Cristo la eternidad? La respuesta a esta pregunta nos
lleva a considerar la doctrina de la tierra redimida. La profecía bíblica
espera con expectación un mundo redimido y una tierra renovada como la herencia
eterna del verdadero pueblo de Dios. Esta doctrina es crucial tanto para tener
un entendimiento adecuado de la escatología cristiana como para tener una
apreciación adecuada de la esperanza cristiana.1
La
Necesidad Bíblica de la Doctrina
La Biblia es un libro de
historia redentora. Su tema es el desarrollo histórico del plan redentor de
Dios para el mundo. Tanto la redención como sus sinónimos bíblicos, salvación y
reconciliación, implican la restauración – el comprar de nuevo – de lo que ha
sido salvado y reconciliado. El cristianismo desde su principio ha entendido
que lo que se perdió y a lo que se tuvo que renunciar como castigo en la caída
fue más que simplemente espíritus o almas individuales. Entre las primeras
herejías rechazadas rotundamente por el cristianismo se encuentran el docetismo
y el gnosticismo. Ambas herejías, de manera típicamente griega, excluyen a la
carne – el lado físico de la humanidad – de la participación en la redención.
Este rechazo de la tendencia a espiritualizar del pensamiento gnóstico está
minuciosamente ilustrado incluso en las presentaciones bíblicas más antiguas de
la redención.
Los
Comienzos de la Redención en Moisés
Génesis comienza con el
relato de la creación de los cielos y la tierra por la inmediata intervención
de Dios. Hay una constante repetición de que esta creación física era buena
(1:4, 10, 12, 18, 21, 25). Esto culmina en el sexto día con la declaración de
Génesis 1:31: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en
gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.”
En este mismo relato la
creación de la humanidad está estrechamente relacionada con esta creación
física. Génesis 1:26–28 dice:
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal
que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra.
La misma relación entre el
hombre y la creación física es confirmada por Génesis 2:4–25. Ese relato
enfatiza lo físico también. Se describe la creación del cuerpo del hombre. Se
acentúa su vocación y su responsabilidad de atender el Jardín de Edén. Se
enfatiza la creación de la mujer idónea para sus necesidades. Incluso se
resalta la desnudez física de la primera pareja casada.
No es, por tanto,
sorprendente que la caída del hombre registrada en Génesis 3 trae consecuencias
desastrosas para el hombre físicamente y para la creación física. Adán confiesa
sentirse avergonzado de su desnudez física. Da como resultado dolores físicos
para la mujer en el parto. La muerte física – volver al polvo – es otro
resultado horrible.
La simiente de la promesa de
redención contenida en Génesis 3:15 implica la inversión de estas maldiciones.
Es una promesa de la victoria sobre la simiente de la serpiente hecha a la
simiente de la mujer. La herida en la cabeza de la serpiente sin duda debe
implicar la destrucción del mal hecho al cuerpo físico y a su dominio físico la
Tierra.
El desarrollo posterior del
propósito redentor de Dios en los libros de Moisés confirma todo esto. La
promesa de la tierra es un tema constante en las relaciones federales de Dios
con Abraham (Gén. 12:1; 15:7, 18; 17:8). Esta promesa no es derogada por los
desarrollos posteriores en la historia de la redención. Los horizontes más
lejanos de los libros de Moisés mantienen la tierra como la herencia última del
pueblo de Dios. En Deuteronomio 30:1–10 sigue siendo la tierra prometida lo que
se mantiene como su herencia. Las referencias posteriores a la tierra en la
historia de la redención muestran que la promesa de la tierra no es anulada sino
ensanchada o universalizada en la promesa de una nueva Tierra.
Los
Retratos de la Redención en los Profetas
El resto del Antiguo
Testamento asume en todas partes que la tierra prometida o la Tierra es el
ámbito de la redención y la herencia última del pueblo de Dios. La evidencia
textual de esto es masiva: (Sal. 10:16; 25:13; 37:9, 11, 22, 29, 34; Prov.
2:21, 22; 10:30; Isa. 14:1, 2; 49:8; 57:13; 60:21; 62:4; Jer. 32:41; 33:11;
Eze. 36:28; 37:14, 25; 39:26; Sal. 2:8; 21:10; 34:16; 104:35; 109:15; 112:2;
119:119; Prov. 11:31; Isa. 11:9; 42:4; 58:14; 62:7; Jer. 33:15; Dan. 2:35;
2:44; 7:23; Zac. 14:9, 17).
Estos textos ponen más allá
de toda duda que la salvación y la redención son un tema terrenal tanto en
términos de la esfera de su operación como de la esfera en la que se
disfrutarán sus resultados. Sin embargo, algunos pueden preguntar: ¿No están
los profetas hablando simplemente de asuntos celestiales por medio de imágenes
extraídas del mundo? ¿No plantea esto dudas acerca de si estas imágenes terrenales
pueden ser realmente la base para una doctrina de una tierra redimida?
Es verdad que algunas de las
imágenes proféticas encontradas en el Antiguo Testamento podrían explicarse de
este modo. Sin embargo, esto no puede explicar todo este lenguaje. El énfasis
en la Tierra y la tierra prometida es demasiado dominante y está tan
profundamente arraigado en la doctrina bíblica de la creación misma como para
invalidarlo basándose en este fundamento. Descartar todo el énfasis en la
Tierra a favor de una idea más “espiritual” del estado eterno plantea
importantes cuestiones. ¿Basados en qué concluimos que el estado eterno no
puede implicar la Tierra? Esta conclusión necesita ser examinada para ver si
deriva de una perspectiva heredada de la filosofía griega. La suposición de que
el estado eterno no puede ser terrenal debería estar basada en el Nuevo
Testamento mismo. No debemos introducir en el Nuevo Testamento los prejuicios
de nuestras propias mentes.
Las
Predicciones de Redención en el Nuevo Testamento
Cuando nos dirigimos hacia
el Nuevo Testamento, sin embargo, no descubrimos ninguna tendencia a
espiritualizar este énfasis del Antiguo Testamento en la Tierra como la esfera
de redención. Hay un número de pasajes clave en el Nuevo Testamento que son muy
significativos aquí.
Mateo 5:5 Bienaventurados
los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Este versículo es una
cita de Salmos 37:11. Los términos, “manso” (o humilde), “recibir…por heredad”,
y “tierra”, son las palabras exactas que se usan en la traducción griega de
Salmos 37:11. El contexto de Mateo 5:5 y en particular las otras
“bienaventuranzas” muestran que la herencia de la tierra de la que se habla en
el versículo 5 es, al menos preferentemente, un acontecimiento escatológico. En
los versículos 3–9, 19, 20 se menciona de manera sinónima o paralela una
entrada o recibimiento futuro, escatológico, al reino de los cielos. Esto
muestra que Salmos 37:11 también debe hacer referencia a un acontecimiento
escatológico. Jesús no da indicios en este versículo de espiritualización del
énfasis que el Antiguo Testamento hace sobre la Tierra. Hay una
universalización del énfasis, (2) pero no una espiritualización del mismo.
Mateo 6:10Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. La misma oración
del Señor conecta el que se haga la voluntad de Dios en la Tierra con la venida
de Su reino. Claramente, la venida plena del reino de Dios implica la
realización perfecta de Su voluntad en la Tierra. No existe en este caso
ninguna señal de una espiritualización de las expectativas terrenales del
Antiguo Testamento. Más bien, la venida del reino de Dios implica precisamente
la transformación moral de la Tierra.
Mateo 13:38–43 El campo es
el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos
del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo;
y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se
quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre
a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a
los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro
y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
La
interpretación de Cristo
Jesús interpreta los
símbolos de la parábola de la cizaña en perfecto acuerdo con las expectativas
terrenales del Antiguo Testamento. El campo en el que la Palabra de Dios es
sembrada es el mundo. Este campo-mundo es entonces identificado en el versículo
41 como el reino del Hijo del Hombre. El retorno de Cristo trae no la
aniquilación de este campo-mundo, sino su purificación. Con su purificación se
convierte en el reino del Padre, en el cual el justo resplandece en la gloria
de la resurrección. Esta parábola asume que el escenario del reino eterno es el
mundo transformado y purificado.
Mateo 19:28–29 Y Jesús les
dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se
siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os
sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y
cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará
la vida eterna.
La palabra clave aquí es
regeneración. Esta palabra se utiliza dos veces en el Nuevo Testamento. En Tito
3:5 se utiliza con respecto al nacimiento de nuevo espiritual de cristianos
individuales. Mateo 19:28 la utiliza con respecto al nacimiento de nuevo del
mundo. El versículo 29 proporciona una evidencia contextual adicional del
significado de la palabra “regeneración” al describir como “vida eterna” la
condición que está en mente el versículo 28. Este pasaje afirma claramente, por
tanto, las expectativas terrenales del Antiguo Testamento y nos enseña que la
intención de Dios no es simplemente regenerar individuos, sino que además es
regenerar el mundo.
Hechos 3:21 a quien de
cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de
todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido
desde tiempo antiguo.
En este pasaje hay una
referencia explícita a las predicciones y las expectativas de los profetas del
Antiguo Testamento. Se dice que han hablado de “los tiempos de la restauración
de todas las cosas.” Este término “tiempos” es considerado como aún futuro.
Comienza en el momento del retorno de Jesús del cielo (Hech. 3:19, 20). Así, el
término “restauración” es muy claro. El regreso de Cristo trae, no la
aniquilación de todas las cosas, sino la restauración de todas las cosas.
¿Qué son “todas las cosas”
de las que habla el versículo 21? Esta frase puede referirse al mundo entero o
a todas las cosas vinculadas al reino teocrático de Israel. Es posible que la
frase “todas las cosas”, haga referencia especial al reino teocrático.
Al tiempo de la Segunda
Venida de Cristo, el reino teocrático del pueblo de Dios, destruido en los días
de Nabucodonosor, será restaurado y glorificado en una Tierra redimida. Nótese
también Hechos 1:6, 7. Incluso si esta es la referencia adecuada, se sigue
asumiendo la restauración del mundo. El reino teocrático no puede ser
restaurado sin la restauración del mundo del cual forma parte. Esta suposición
es aún más necesaria ya que el contexto habla de lo que “los profetas” y “todos
los profetas” predijeron. Está claro (como hemos visto) que predijeron la
restauración de la Tierra.
Romanos 8:18–23 Pues tengo
por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente
dela creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del
que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de
la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
En Romanos 8:18–23 llegamos
a uno de los más claros y más importantes testimonios de la doctrina de la
Tierra redimida. Esta doctrina es tan ajena al pensamiento de muchos
intérpretes que ha surgido una diversidad de opinión considerable incluso sobre
un pasaje tan claro. John Murray ha acallado hábilmente la multitud de voces
conflictivas con respecto a la identidad de lo que Pablo aquí llama simplemente
“la creación” o “toda la creación.” Aquí están sus comentarios:
La palabra “creación” denota
el acto creativo en 8:20. Aquí debe referirse al producto. La pregunta es:
¿Cuánto de la realidad creada incluye esto? Debe observarse que esto está
delimitado por los versículos 20 al 23. Y la mejor manera de llegar a la
respuesta es considerar todas las exclusiones delimitadas por estos versículos.
¿Qué
acerca del destino de los ángeles y satanás?
Los ángeles no están
incluidos porque no están sujetos a la vanidad ni a la esclavitud de la
corrupción. Ni Satanás ni los demonios están incluidos porque no pueden ser
considerados como anhelando la manifestación de los hijos de Dios y no
participarán en la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Los hijos de
Dios no están incluidos porque se les distingue de “la creación” (vv. 19, 21,
23) – no habría propósito, por ejemplo, en decir “y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos” (v. 23) si los creyentes estuvieran incluidos en los
gemidos atribuidos a la creación en el versículo precedente. La humanidad en general
debe ser excluida porque no puede decirse de la humanidad que “fue sujetada a
vanidad, no por su propia voluntad” – la humanidad fue sujeta a todo el mal que
fue llamada a soportar debido a un acto voluntario de transgresión. Los incrédulos
de la humanidad no pueden ser incluidos porque no se caracterizan por una
esperanza ferviente. Incluso aquellos que por el momento son incrédulos pero
que serán convertidos están excluidos debido a que serán incluidos en los hijos
de Dios los cuales, como partícipes de la gloria que ha de manifestarse, se
distinguen de “la creación” (vv. 19, 21). Vemos de este modo que toda la
creación racional es excluida por los términos de los versículos 20 al 23. Por
tanto, estamos limitados a la creación no racional, animada e inanimada.3
¿Qué
ocurrirá entonces con la Creación física?
Este pasaje, por tanto,
enseña con el lenguaje más sencillo y literal que la creación física entrará en
la gloria de los hijos de Dios y disfrutará de ella. Esta gloria está
claramente identificada en el versículo 23 como la redención del cuerpo. La
transformación gloriosa en el retorno de Cristo trasforma los cuerpos del
pueblo de Cristo, pero también transformará la creación física liberándola de
la esclavitud de corrupción en la que se encuentra ahora. Una tierra resucitada
será el contexto para el disfrute de los cuerpos resucitados de los hijos de
Dios.
Juan 3:17 Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él.
Juan 3:17 enseña que la
salvación del mundo es el resultado para el cual el Hijo de Dios fue enviado al
mundo. Por supuesto, el mundo en este contexto debe ser ante todo una
referencia a la gran multitud que nadie puede contar, la cual será salvada por
la muerte de Cristo y algún día constituirá una raza redimida. Sin embargo, esa
referencia da testimonio del carácter corporativo de la redención lograda por
el Señor. Tal salvación corporativa de la humanidad es inseparable de la idea
de la restauración de la creación física sobre la que la humanidad había de
gobernar. En otras palabras, el propósito de Cristo no es rescatar unos cuantos
individuos de un mundo perdido y llevarlos al cielo. Su propósito es salvar al
mundo, y esto significa asimismo, la salvación de la creación física de la
perdición.
Conclusión.
Colosenses 1:15–23 Él es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas
las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que
es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él
habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la
paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro
tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha
reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros
santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis
fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que
habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo;
del cual yo Pablo fui hecho ministro.
Colosenses 1:15–23 es un
himno extenso de alabanza a Cristo. Le exalta a Él tanto como la cabeza de la
antigua creación (vv. 15–17) como de la nueva creación (vv. 18–23). Enseña
claramente la redención de la creación por medio de nuestro Señor. Él es “el
primogénito de toda la creación…todo fue creado por medio de Él y para Él.” Si
el mundo fue creado para Cristo, y Él es su primogénito o heredero, ¿podemos
pensar que Dios permitirá que acabe siendo destruido como resultado de las
maquinaciones de Satanás? Por supuesto, la respuesta es no. Además, el pasaje
continúa dejando claro que Cristo ha redimido el mundo hecho para Él. “Todas
las cosas” “las que hay en los cielos y las que hay en la tierra” que fueron
creadas para Él (v. 16) son reconciliadas con Dios por Él (v. 20). Esto no debe
entenderse como un apoyo de la herejía de la salvación universal. Sin embargo,
debe significar algo. Los términos utilizados no pueden cumplirse sin la
preservación y transformación de la creación física.
Apocalipsis 5:10 Y nos has
hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.4
Este reino futuro claramente
está a la espera de la Segunda Venida de Cristo en gloria. Con la misma
claridad, el regreso de Cristo no da como resultado la evacuación de los
cristianos de la Tierra para siempre. Más bien resulta en el reinado eterno de
ellos sobre la Tierra. De nuevo, la perspectiva terrenal del Antiguo Testamento
no es espiritualizada, sino universalizada y afirmada.
Apocalipsis 11:15 El séptimo
ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los
reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará
por los siglos de los siglos.
La implicación de este
versículo es sencillamente que el mundo es conquistado por Cristo y que Él
reina (con Su pueblo, Apoc. 5:10) en él y sobre él por los siglos de los
siglos.
Apocalipsis 21:24 Y las
naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la
tierra traerán su gloria y honor a ella.
Apocalipsis 21 comienza con
una referencia a los cielos nuevos y a la tierra nueva (vv. 1–4). La
implicación de estas frases se considerará más abajo, pero Apocalipsis 21:24 ya
apunta en la dirección correcta con respecto a su interpretación. La tierra
nueva no trae la destrucción de la Tierra presente ni la de sus habitantes
legítimos. Las naciones y los reyes de la Tierra traen su gloria a la ciudad de
Dios incluso en los cielos nuevos y en la Tierra nueva.
Adaptado de: Samuel E.
Waldron, El Fin de Los Tiempos: Una Explicación Para Todos, trans. David Rivero
(Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2008), 263-272.
Acerca del autor:
Sam_Waldron BA. Cornerstone
University, M.Div. Trinity Ministerial Academy, Th.M. Grand Rapids Theological
Seminary, Ph.D. Southern Baptist Theological Seminary. Samuel Waldron es decano
del Covenant Baptist Theological Seminary. Sirve como uno de los pastores de la
Iglesia Reformada Bautista de la Gracia en Owensboro, Estados Unidos. El Dr.
Waldron es miembro de la prestigiosa Evangelical Theological Society. Samuel
Waldron es una de los principales exponentes teológicos entre los Bautistas
Reformados. Es autor de numerosos libros, algunos de los cuales han sido
traducidos al español, como El Fin de los tiempos: Una Explicación para todos,
Una Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689, entre otros.
Fuente: Semper reformandaPerú
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