13 dic 2019
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Roger Smalling
Orígenes del movimiento de la prosperidad. Capitulo 4. Los neo-carismáticos
Orígenes del movimiento de la prosperidad. Capitulo 4. Los neo-carismáticos
LOS NEO-CARISMATICOS:
El movimiento de prosperidad
El Movimiento de la prosperidad tiene sus raíces en
una secta pagana, el gnosticismo, que rivalizó con la cristiandad durante los
tres primeros siglos de la era cristiana.
Existieron varias sectas gnósticas. Todas sostenían
una forma de dualismo que enseñaba que lo material era malo y que lo espiritual
era bueno. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios creó ambas dimensiones y las
llamó “bueno.”
Algunos gnósticos enseñaban que había dos dioses;
uno malo que gobernaba la dimensión material, y uno bueno por encima del
espiritual. Todos, sin embargo, sostenían que entre las dos dimensiones existía
una serie de leyes espirituales que permitían controlar ambos reinos.
Ciertos grupos gnósticos, según ellos
espiritualmente superiores, se creían dotados con una “gnosis” especial o “conocimiento
por revelación” que les permitía aprender a manipular esas leyes místicas para
su beneficio… Incluso para controlar sus propios destinos espirituales.
Una de las metas de los gnósticos era alcanzar la
divinidad y convertirse en una especie de “dios” creativo. Esto debía acontecer
“liberando” el espíritu del reino material a través del “conocimiento” especial
de las fuerzas místicas que gobiernan el universo.
Ireneo, uno de los padres del tercer siglo que
combatió el gnosticismo, en su libro En contra de las herejías,
hace el siguiente comentario acerca del orgullo espiritual característico de
los gnósticos: “Ellos se consideran a sí mismos tan ‘maduros’ que nadie se les
puede comparar en la grandeza de su conocimiento, ni siquiera Pedro o Pablo ni
cualquiera de los otros apóstoles…” (I, XIII, 6). Ireneo añade que “…
¡Tal persona se infla tanto que camina pavoneándose con un semblante
despreciativo y el aire pomposo de un gallo!” (III, XV, 2).
Los paralelos entre el gnosticismo antiguo y el
Movimiento de la prosperidad son muy impactantes para ser ignorados. Pero,
¿cómo se transportó el gnosticismo al siglo veinte? Por esta información,
estamos profundamente agradecidos y en deuda con Judit Matta, autora de La
respuesta cristiana a las herejías gnósticas carismáticas.
Judit es la experta más notable en los Estados
Unidos en lo que tiene que ver con el origen gnóstico del Movimiento Palabra de
fe. Ella se graduó en el seminario teológico Talbot y fue una estudiante de
primera clase.
Indica Judit que en 1875, Mary Baker Eddy
publicó Ciencia y salud, produciéndose el lanzamiento de la secta
Ciencia Cristiana, o Ciencia de la mente. La Primera Iglesia de Ciencia
Cristiana fue fundada en Boston en 1879. Eddy había adaptado muchos de los
primeros conceptos gnósticos en sus escritos, que incluían la negación de la
realidad de la enfermedad y la materia.
Uno de los primeros convertidos a la Ciencia
Cristiana y miembro de la Iglesia Madre desde 1903 hasta su muerte en 1908, fue
el Dr. C.W. Emerson. Este fundó, a fines de siglo, una escuela preparatoria
para jóvenes en Boston llamada Escuela Emerson de Oratoria.
Uno de los primeros estudiantes de la escuela
Emerson fue un joven de nombre E.W. Kenyon, que recogió algunos de los
conceptos gnósticos y más tarde los incorporó en sus propios escritos.
Kenyon murió en 1948, pero la antorcha gnóstica no
murió con él, sino que fue tomada por otro joven y entusiasta predicador,
hambriento de lo sobrenatural, de nombre Kenneth Hagin… el reconocido líder del
Movimiento Palabra de fe.
Hagin alaba a Kenyon en uno de sus primeros
libros: El Nombre de Jesús, declarando abiertamente la fuente que
le influencia. Posteriormente, Hagin pasó estas enseñanzas a Kenneth Copeland.
A través de Copeland fueron a Charles Capps, Jerry Savelle y otros. En 1972,
T.L. Osborn también expresó su profunda deuda a Kenyon en una carta a la nieta
de este en la que lo llamaba “apóstol.”
Los términos “palabra de fe” y “conocimiento por
revelación” encuentran su origen en los libros de Kenyon. Mucho de lo que él
escribió suena edificante y exalta el poder y señorío de un Cristo.
Desafortunadamente, las herejías están mezcladas con estos aspectos, debido sin
ninguna duda a la influencia de su mentor, Mary Baker Eddy de la secta Ciencia
Cristiana.
Su folleto, Dos formas de conocimiento,
es especialmente peligroso por su sutileza. Kenyon, hombre de temperamento
supremamente místico, cae en la usual trampa gnóstica de emplear la razón para
negar la validez de ella. Kenyon califica de “conocimiento sensorial” a la
información derivada de nuestros cinco sentidos y la correlación de esa
información se hace por lógica. Pero “el conocimiento por revelación” viene
directamente a nuestro espíritu, saltándose tanto la razón como los sentidos.
Kenyon creía que como Dios es espiritual, es imposible comprenderlo a Él y las
verdades espirituales sin esa “revelación” especial.
Por medio de esto, se introduce un error peligroso y
sutil. Si una persona lo asimila, entonces la Biblia en sí misma pasa a ser
juzgada por la norma del “conocimiento por revelación” que esa persona
experimenta en forma subjetiva. Sutil e inconscientemente, el lector de Kenyon
se convierte en su propia norma de la verdad.
Kenyon olvidó que el ojo que lee la Biblia, el oído
que la escucha y el cerebro que la correlaciona son todos órganos físicos. La
Biblia es un libro humano y divino. Pasar por alto los sentidos y la razón
inevitablemente lleva a pasar por alto la Biblia también. Los cristianos
inexpertos y ansiosos de experiencias sobrenaturales pueden fácilmente caer en
el misticismo de Kenyon.
Aunque Hagin fundamenta mayormente sus conceptos en
Kenyon, él mismo ha aportado algunas “revelaciones” interesantes obtenidas a lo
largo de su propio caminar.
En la introducción a una de las ediciones anteriores
de su libro Arte de la intercesión, Hagin describe su octava
“visita” de Cristo. Un ser espiritual, que se identificó como “Jesucristo,”
entró al dormitorio de Hagin, se sentó y habló con él por hora y media. Durante
esa visita, “Jesucristo” le dio una “revelación” sobrecogedora: Todos los
teólogos de antaño que enseñaron que Dios estaba en control absoluto de todas
las cosas estaban equivocados. En el primer capítulo, Hagin expresa la
“revelación” que constituye la premisa del resto del libro: “Dios no está
gobernando el mundo… y Dios no puede hacer nada al menos que alguien aquí abajo
se lo pida.”
Este “ser” aparentemente olvidó leer su Biblia antes
de negar categóricamente la soberanía de Dios. Observe:
Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en
la tierra… Salmos
135:6.
… para que conozcan los vivientes que el Altísimo
gobierna el reino de los hombres… Daniel 4:17.
En la séptima “visita,” el ser espiritual le dijo a
Hagin que no orara más por sus necesidades sino que ordenara a los ángeles que
las satisficieran. De nuevo, ese “ser” olvidó algunas claves
escriturales.
Padre nuestro que estás en los cielos… el pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy. Mateo 6:9 y 11.
En el contexto, el Señor Jesús de la Biblia nos
ordena orar al Padre por nuestras necesidades.
¿Estoy insinuando que el “ser” que visita a Hagin y
que le da las revelaciones de la Palabra de fe no es realmente Jesucristo, sino
un demonio engañador? No estoy “insinuando” eso. Lo estoy declarándolo como un
hecho bíblicamente comprobable, solo comparo los enunciados de ese ser con las
enseñanzas bíblicas.
El secuestro de Hagin: Cómo entraron estas
enseñanzas al movimiento carismático
El “Movimiento Carismático” echa raíces en las
décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. A veces se le denomina Neo-pentecostalismo,
este se caracteriza por su rechazo a la marchita ortodoxia de
algunas denominaciones tradicionales y su búsqueda de un nuevo énfasis en el
Espíritu Santo y los dones espirituales.
En sus inicios, el movimiento carismático fue
inocuo. No hay nada de malo en la búsqueda de nueva llenura del Espíritu Santo
o de los dones espirituales. En efecto, es un mandato de las Escrituras que así
lo hagamos. Sin embargo, hubo una falla fundamental en el movimiento y
fue la falta de bases teológicas sólidas.
Los carismáticos rechazaron una ortodoxia
ya marchita. Sin embargo, muchos no apreciaban tampoco su alternativa, la
ortodoxia viva. Más bien, desarrollaron un misticismo sin sentido. Por eso, las
enseñanzas de Hagin encontraron terreno fértil en el nuevo movimiento.
Muchos carismáticos eran evangélicos
de estratos sociales medios. Aunque se interesaban en experiencias
emocionantes, no les entusiasmaba mucho unirse a los pentecostales
tradicionales. Estos, originalmente, provenían de clases más pobres y menos
educadas.
Los carismáticos estaban listos para recibir
enseñanzas frescas dentro de su propio contexto socioeconómico. Era el
escenario propicio para el secuestro de Hagin.
Aunque Hagin era el líder reconocido, no era tan
elocuente como algunos de sus seguidores. Su acento campesino, mala
gramática y obvia carencia de educación formal eran poco apreciados por las
clases medias.
El movimiento ganó ímpetu con un líder más joven y
bien articulado, Kenneth Copeland. Su obra titulada Leyes de la
prosperidad, lo lanzó al estrellato del Movimiento de la fe,
ofreciendo una nueva visión del mundo que tapaba las brechas dejadas por una
ortodoxia abandonada.
El mercado se vio inundado de las obras de estos
maestros y los nuevos carismáticos las devoraban como los peces hambrientos a
la carnada. Lamentablemente, lo que determinaba qué libros aparecían en el
mercado cristiano era la ganancia económica, más que la verdad. Aquellos que
disentían se encontraron con grandes obstáculos para publicar sus obras.
El anuncio hecho por Paul Crouch, del canal
televisivo TBN [Trinity Broadcasting Network] en cuanto a que adoptaba el
enfoque del “Movimiento de la fe” en su programación contribuyó a su difusión.
También Jim Bakker, del programa PTL [Praise The Lord] junto a Paul Crouch,
endosó los conceptos del movimiento y ambos los expusieron a nivel mundial.
El resultado: El gnosticismo, disfrazado bajo el
estandarte de la “fe”, comenzó a enraizarse profundamente en la conciencia de
los carismáticos estadounidenses.
Un paralelo romano-estadounidense
Muy similar a los actuales Estados Unidos, Roma fue
en su tiempo una sociedad próspera. En los tres primeros siglos, mientras la
cristiandad echaba raíces, Roma pasaba su época de declive. Cundía la
corrupción social. Las instituciones religiosas o gobernantes no podían detener
el nivel de perversidad que dominaba en la sociedad.
La cultura parecía incapaz de recuperar su sentido
de poder y dominio de antes. La población sufría saturada de una inseguridad
sutil, pero generalizada.
En el campo de batalla, ahora les costaba más
derrotar a los enemigos pequeños que lo que antes les había tomado triunfar
sobre los grandes. Lo mismo se ve hoy en día en la nación americana.
Las clases medias y altas de cualquier sociedad,
antigua o moderna, están acostumbradas a tener el control de sus propias vidas.
Sin embargo, cuando las condiciones sociales se vuelven inseguras, se pierde el
optimismo ante el futuro y se siente la pérdida de control. Así se prepara
el suelo para que las raíces del gnosticismo se profundicen.
Este tipo de condiciones genera crisis
psicológicas. Los cristianos estadounidenses están sujetos a presiones similares.
Su dilema es: Cómo experimentar el consuelo del evangelio y a la vez mantener
el control al cual estaban acostumbrados. Igual que sucedió en la antigua Roma,
las condiciones en Estados Unidos están fértiles para que un movimiento pseudo-cristiano,
de tipo gnóstico como Palabra de fe, se arraigue. La esencia de su mensaje es
una religión que le da a la gente una sensación de control dentro de su propia
realidad.
Además, como un conveniente subproducto, los
maestros logran una importante cosecha financiera. Las clases medias y medio
altas tienen recursos para gastar, y responden bien a la retórica positiva
y a las revelaciones nuevas. Todos felices… excepto Dios.
La influencia del Movimiento de la prosperidad ha
sido, en parte, cortada por tres factores:
Primero, las Asambleas de Dios, la denominación
pentecostal más importante e influyente a nivel mundial, repudiaron las
enseñanzas de Palabra de fe por medio de un documento oficial.
Segundo, la publicación de dos importantes obras de
advertencia contra el movimiento: El cristianismo en crisis, de
Hank Hanegraaf, y La seducción del cristianismo, de David
Hunt.
Finalmente, el golpe más serio fue la caída de Jim
Bakker (PTL) a finales de los años ochenta del siglo pasado, junto con
similares escándalos entre los tele-evangelistas estadounidenses. Sin embargo,
esos sucesos terminaron siendo tan solo una poda de las ramas del movimiento,
sin llegar a sus raíces, es decir Hagin y Copeland y su falso dios. Aunque
debilitado, el árbol sigue floreciente en los Estados Unidos hoy.
Estamos frente a una ironía histórica: el mismo
gnosticismo pagano que se oponía al cristianismo de los primeros siglos ha
resucitado para infiltrarse en la iglesia de hoy.
En este capítulo aprendimos que…
• El Movimiento
de la prosperidad es un renacimiento de los conceptos gnósticos, adaptados al
lenguaje cristiano.
• Esas ideas
gnósticas fueron transmitidas por Mary Baker Eddy y su secta de la Ciencia
Cristiana al Dr. Emerson de Boston. Las que E.W. Kenyon fusionó con las doctrinas
cristianas.
• Kenneth Hagin
adoptó las enseñanzas de Kenyon y las transmitió a Kenneth Copeland y otros.
• El Movimiento
de la Palabra de fe encontró suelo fértil en el movimiento carismático y
virtualmente lo secuestró.
• La popularidad
del movimiento se explica en términos sociológicos. Las condiciones de los
Estados Unidos de hoy en día son similares a aquellas que encendieron el
gnosticismo en la antigua Roma.
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