No me mal intérpretes, amo los
cachorros tanto como tú. Sé lo que es la alegre compañía de un perro
labrador (de esos que atropellan los muebles y comen 3 kilos de alimento
balanceado por día) o el cálido ronroneo del silencioso amigo, el gato. Las
mascotas son buenos amigos, y en muchas ocasiones nos demuestran ejemplos de
fidelidad y muestras de cariño que ni los humanos más cercanos lo hacen
(muchos dicen: Más conozco a las personas, más quiero a mi perro).
La Biblia nos enseña que el justo
tiene cuidado de su bestia (como animal de trabajo en Proverbios 12:01) y nos
enseña a admirar la creación de Dios en la vida animal (Génesis 1:15). Una de
las tareas de Adán en el jardín del Edén fue ponerle nombres (Génesis 2:19). Lo
animales fueron creados (como todas las cosas) para glorificar a Dios su
creador.
Pero un mundo que no conoce a
Dios , ni la salvación en Cristo, hace una mala interpretación de su amor por
el mundo animal y me temo que, a veces, esa cosmovisión errada afecte a los
creyentes por contagio. He oído frases como: ¿Qué prefieres que te
regale un cachorro o que tengamos un hijo?
Así es que vivimos en un mundo
que…
-Asesina bebés en el vientre
materno pero se indigna por las corridas de toros.
-Hay fiestas de cumpleaños para
perros mientras una parte de la humanidad muere de hambre.
-Se intenta salvar a las
ballenas, pero en otra parte del mundo flotan cadáveres de personas que
intentaban escapar en una balsa de la guerra de su país.
-Se multiplican las bolsas de
comida “premium” para mascotas, mientras que hay gente revolviendo la basura
buscando qué comer.
Quizá como cristianos pensamos
que estas cosas las tenemos superadas, y que nuestro entendimiento del mundo
animal es correcto. Si es así, perfecto, gracias al Señor. Pero permíteme (por
las dudas) hacer algunas preguntas para asegurarnos si estamos entendiéndolo en
un 100%… no sea que algo de este mundo no se nos haya pegado.
¿Ponemos nuestro amor por los
animales como algo superior por ciertos seres humanos en ocasiones?
Alguien dijo lo raro que es el ser humano. “Manda a sus hijos a la
guardería, a los ancianos al asilo, y luego se compran un perro para que les
haga compañía.” Si uno valora más la compañía de una mascota que la de un
ser humano es un problema. Muchas personas se llevan mal con su prójimo, con su
familia, pero llevan una adorable relación con sus mascotas. Como dicen, “el
perro es el mejor amigo del hombre”, simplemente porque nunca oirás a tu perro
decirte el mal carácter que tienes, o lo egoísta que ere muchas veces.
Simplemente moverá su cola y te lamerá la mano. Pero refugiarse en el cariño de
un animal dejando de lado las relaciones humanas no es el plan de Dios. Él creó
al ser humano a su imagen, le dio un espíritu (el cual los animales no tienen).
Tanto el hombre como el animal tienen vida, pero el hombre es a imagen de Dios.
El pecado ha destruido esa imagen original, pero aun así nuestro prójimo son
los seres humanos en primera instancia. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Lucas 10:27).
¿Estamos más preocupados por
las injusticias cometidas a los animales que por las almas que se
pierden por una eternidad?
Como creyentes tenemos la
responsabilidad de cuidar de la creación de Dios, es nuestro mandato
cultural. Y por supuesto, evitaremos hechos injustos de maltrato o muerte de
animales. Pero tenemos que buscar la prioridad correcta. ¿Nos preocupa
igualmente las almas que parten de este mundo sin Cristo para sufrir un castigo
eterno? Muchas veces veo en las redes sociales de los creyentes, que la
preocupación por los animales va más allá de compartir el evangelio. No está
mal publicar videos, imágenes o artículos acerca de los animales y su cuidado.
Lo que hago notar es: “si el evangelio se lleva una cuota de preocupación de
nuestra parte tanto como la de los animales”. Los animales morirán e irán a la
tierra. Peros las personas que mueren deberán ir delante del juicio de Dios.
¡Ojalá alertemos a las personas del estado de su alma tanto como del trato
hacia los animales!
¿Apreciamos más la hermosura
de un cachorrito que la de Cristo?
Sé que la respuesta automática
que me darás es un rotundo ¡No! Por favor no te enojes conmigo, no quise
subestimar tu espiritualidad. Simplemente es una pregunta en voz alta. Bien
sabrás que si pones una foto de un “gatito jugando con un ovillo” en Facebook
tendrá cientos de “likes” mientras que si compartes un versículo como
Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros”, apenas obtendrá una decenas de
“likes”. Sabemos que al mundo no le interesa Cristo, pero a nosotros sí, ¿es
eso los que los demás perciben de ti? ¡Conozco cristianos que pasan más tiempo
paseando a su perro o acariciando su gato que de rodillas ante el Señor que los
rescató!
Concluyendo…
Sabemos que no adoramos a los
gatos como los egipcios, ni vamos a levantar un altar en honor a nuestro perro
o a postrarnos ante nuestro hamster. No es la zoolatría de la cuál hablamos.
Pero tengamos cuidado como cristianos de no ir tras la corriente de este mundo
que invierte las prioridades de poner en alto la vida animal por encima de las
relaciones humanas. Ni que tampoco nuestras mascotas sean el objeto para
descargar nuestras ansiedades. Nuestro corazón debe volcarse al Señor en primer
lugar. Una buena relación con nuestro creador nos llevará a una correcta
relación con su creación. El evangelio ordena nuestras prioridades.
Artículo extraído originalmente de PalabraFiel.org (pastor Alejandro David Riff)
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