Doctrinas de la Gracia

14 ene 2017

La ofrenda en la iglesia desde una perspectiva reformada


Quizá muchas veces la gente piense que al hablar en contra del “falso evangelio de la prosperidad” los creyentes reformados no tienen posición alguna sobre la ofrenda en la iglesia, pero no es así. No estamos en contra de la ofrenda, sino que estamos en contra del mensaje que hace dar a la gente con una ambición materialista, o que pretende comprar la gracia de Dios con dinero (Hechos 8:2). ¿Cómo debería ser la ofrenda en la iglesia según la Biblia? Esta es una breve reseña, espero que sirva para tener una idea cabal y a la vez necesaria de la ofrenda en la iglesia local.

 VAYAMOS UN MOMENTO AL SIGLO XVI (el siglo de la Reforma)

Sabemos que una de las reacciones de los reformadores fue condenar la venta de indulgencias de la iglesia católica. El engaño era que la gente “compraba perdón de pecados” por dinero. El problema principal no era tanto el enriquecimiento ilícito de los católicos, sino la negación de la “sola gracia” que viene de Dios y la salvación por la “sola fe” en la persona y obra de Cristo en la cruz.  Siendo puntuales, el ataque principal no era solo “al bolsillo” de las personas, sino un ataque directo al evangelio. Hoy se sufre algo parecido, pero a través de cierta parte de la iglesia evangélica, donde dicen que para recibir las bendiciones de Dios tienes que pactar, diezmar o dar tus primicias. La salvación del creyente ha sido por gracia, y la vida del creyente es también por pura gracia, por lo tanto no usamos las ofrendas para condicionar a Dios a bendecirnos.

Juan Calvino entendió que, si bien la iglesia católica había pervertido el entendimiento de la ofrenda a Dios (entre ciento de cosas), él en ningún momento abolió o desestimó la ofrenda en la iglesia local, sino todo lo contrario. Calvino asignó la ofrenda para el final del culto. La ofrenda significaba una muestra de la gratitud que cada creyente debía mostrar a Dios. También era para mostrar la gracia de Dios a los que tenían necesidad. El encuentro con Cristo en la mesa de la Santa Cena continuaría en el mundo con la ayuda al prójimo. La ofrenda cambió su sentido; en vez de comprar la gracia de Dios y otros favores de la iglesia, las iglesias reformadas estaban mostrando gratitud por la gracia y abundancia que habían recibido de Dios.”  (Instituto Bíblico Reformado, por Gary William Van Veen )

La ofrenda quedaba al final del culto y de forma voluntaria (2 Co 9:7), y era una acto de puro agradecimiento al Señor luego de las bendiciones espirituales recibidas. ¿Nos damos cuenta del orden? Hoy se proclama: Tienes que dar ofrendas para recibir bendiciones (interés, ambición), pero el principio de la iglesia reformada en sus inicios fue: Das tu ofrenda porque ya fuiste bendecido, (o sea gratitud).

CÓMO PODEMOS HACERLO BIEN 

Cada iglesia elegirá la mejor forma de recolectar su ofrenda. Algunas pasan el plato o el bonete. Otras, tienen una caja tipo urna en algún lugar del recito de reunión para que la gente deposite allí de forma anónima (esto es de mi preferencia). No voy a abordar el tema del “diezmo”, hay iglesias reformadas que lo consideran vigente (no a la manera del falso evangelio claro está) y respeto eso, y no lo voy a discutir. En lo personal como bautista confesional 1689, no veo en nuestra confesión la obligatoriedad del diezmo, pero sí veo bíblicamente, como enseñó el apóstol Pablo en cuanto a “la colecta de los santos”, lo siguiente:

“Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, guardándolo, según Dios lo haya prosperado, para que cuando yo llegue, no se hagan entonces colectas.” (1ra Corintios 16:2 RV-SBT)

El concepto bíblico es “apartar algo para el Señor” ¿Qué porcentaje? Dice según haya prosperado. Pero esto puede volverse muy vago según la interpretación de la persona. El creyente que trabaja debería proponerse dar un porcentaje mensual para sostenimiento de la obra. ¿Puede dar el diezmo? Puede si lo quiere. Tampoco nada le impide dar el 11%.  Con esto quiero decir que la mentalidad piadosa tiene que ser “cuál es el límite máximo que puedo ayudar a mi iglesia por gracias” y no cuánto es el “límite mínimo que puedo ofrendar para cumplir de forma farisea”.

Sé que este es un tema en que no todos nos ponemos de acuerdo de cómo dar, pero lo que quiero rescatar es que hay una enseñanza bíblica de dar, y esta tiene como fin ayudar a los necesitados y contribuir con la extensión del avance del evangelio. Esto desde ya contempla también el sostenimiento pastoral (1Co 9:14), pero como sabemos, esto no es para hacer rico a nadie.

ALGUNAS RECOMENDACIONES ACERCA DE LA OFRENDA (LO QUE ENSEÑO EN MI IGLESIA LOCAL)

  1. Las ofrendas voluntarias, por ser un motivo de agradecimiento al Señor, se esperan de los creyentes, es decir aquellos que comprenden el evangelio y saben que están dando para el Señor y su obra. No impedimos a ninguna persona nueva a dar, pero es preferible que esto se haga bajo un entendimiento escritural, previamente enseñado. Hay que tener la costumbre bíblica de “apartar algo”, según hayamos prosperado (1Co. 16:2). Es un asunto de conciencia entre la persona y el Señor, no obstante debemos pensar en la necesidad de la obra local/misionera, pastoral, y la ayuda a otros hermanos y los necesitados. Dios ama al que da con alegría y no por mera obligación (2 Co. 9:7)
  2. Cada iglesia local podría disponer de una urna para que la gente deposite libremente. Pueden usarse, si se quiere, sobres en blanco, sin marcar, para que la ofrenda sea anónima. Estos sobres pueden estar al costado de las urnas. O directamente se puede hacer sin sobre. (Comparar Mt 6.3).
  3. Siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva se pude dar estas ofrendas el primer día de la semana (el culto principal de los domingos). Pueden hacerlo antes o después que empiece el culto preferentemente, como motivo de gratitud al Señor por las bendiciones espirituales recibidas. También se pueden contemplar ofrendas más allá de la obra local, como ser la obra misionera y la ayuda a otras iglesias/hermanos.
  4. Los encargados de manejar este dinero serán los diáconos (en caso de una iglesia constituida plenamente) o alguien en el grupo con la función de tesorero. La idea es librar a los pastores y líderes del manejo del dinero, para no levantar malas sospechas, más en un tiempo de tanto malos testimonios. Los responsables de guardar las ofrendas deben mantener informada a la congregación de forma periódica el estado y uso de la misma. En una iglesia constituida es necesario llevar un registro tipo acta para mayor orden. El consejo de ancianos y líderes podrán, con la sabiduría que el Señor les da, designar el uso de las ofrendas en gastos menores. Siempre, por supuesto rindiendo cuentas para transparencia a la congregación. Los gastos mayores se tratan en asambleas.
  5. En caso que la iglesia crezca y los montos de ofrendas sean grandes, se podrá disponer de cuentas bancarias para tal fin. Al principio puede ser sólo una persona. En caso de manejar fondos grandes (como por ejemplo comprar propiedad, terreno etc.) es preferible hacer una personería jurídica a nombre de la iglesia. En todos los casos se tendrá una rendición de cuentas a la congregación en sus asambleas.
Como conclusión, quisiera mencionar que muchas iglesias sanas en doctrina al huir de la “enseñanza del falso evangelio de la prosperidad”, se han ido al otro extremo de no enseñar nada (o muy escuetamente) acerca de las ofrendas para no herir la susceptibilidad de la gente. Pero es necesario recordar al pueblo de Dios que varios que están en la falsa doctrina y el engaño dan mucho por “avaricia” ¿Acaso un entendimiento correcto del evangelio no nos llevaría a ser más dadivosos con el Señor? ¡Recordemos cómo esto funcionaba en la iglesia primitiva y tendremos un buen entendimiento de la ofrenda!

“Y todos los que creían estaban juntos; y tenían todas las cosas en común; y vendían las posesiones y los bienes, y lo repartían a todos según la necesidad que tenía cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón”. (Hechos 2:44-46 -RV-SBT).

Autor: Alejandro David Riff
Sitio web: Palabra fiel

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