Quizá muchas veces la gente
piense que al hablar en contra del “falso evangelio de la prosperidad”
los creyentes reformados no tienen posición alguna sobre la ofrenda en la
iglesia, pero no es así. No estamos en contra de la ofrenda, sino que estamos
en contra del mensaje que hace dar a la gente con una ambición materialista, o
que pretende comprar la gracia de Dios con dinero (Hechos 8:2). ¿Cómo debería
ser la ofrenda en la iglesia según la Biblia? Esta es una breve reseña, espero
que sirva para tener una idea cabal y a la vez necesaria de la ofrenda en la
iglesia local.
VAYAMOS UN MOMENTO AL
SIGLO XVI (el siglo de la Reforma)
Sabemos que una de las reacciones
de los reformadores fue condenar la venta de indulgencias de la iglesia
católica. El engaño era que la gente “compraba perdón de pecados” por dinero.
El problema principal no era tanto el enriquecimiento ilícito de los católicos,
sino la negación de la “sola gracia” que viene de Dios y la salvación por la “sola
fe” en la persona y obra de Cristo en la cruz. Siendo puntuales, el
ataque principal no era solo “al bolsillo” de las personas, sino un ataque
directo al evangelio. Hoy se sufre algo parecido, pero a través de cierta parte
de la iglesia evangélica, donde dicen que para recibir las bendiciones de Dios
tienes que pactar, diezmar o dar tus primicias. La salvación del creyente ha
sido por gracia, y la vida del creyente es también por pura gracia, por lo
tanto no usamos las ofrendas para condicionar a Dios a bendecirnos.
Juan Calvino entendió que, si
bien la iglesia católica había pervertido el entendimiento de la ofrenda a Dios
(entre ciento de cosas), él en ningún momento abolió o desestimó la ofrenda en
la iglesia local, sino todo lo contrario. Calvino asignó la ofrenda para
el final del culto. La ofrenda significaba una muestra de la gratitud que cada
creyente debía mostrar a Dios. También era para mostrar la gracia de Dios a los
que tenían necesidad. El encuentro con Cristo en la mesa de la Santa Cena continuaría
en el mundo con la ayuda al prójimo. La ofrenda cambió su sentido; en vez de
comprar la gracia de Dios y otros favores de la iglesia, las iglesias
reformadas estaban mostrando gratitud por la gracia y abundancia que habían
recibido de Dios.” (Instituto Bíblico Reformado, por Gary William Van
Veen )
La ofrenda quedaba al final del
culto y de forma voluntaria (2 Co 9:7), y era una acto de puro agradecimiento
al Señor luego de las bendiciones espirituales recibidas. ¿Nos damos cuenta del
orden? Hoy se proclama: Tienes que dar ofrendas para recibir bendiciones (interés,
ambición), pero el principio de la iglesia reformada en sus inicios fue: Das
tu ofrenda porque ya fuiste bendecido, (o sea gratitud).
CÓMO PODEMOS HACERLO BIEN
Cada iglesia elegirá la mejor
forma de recolectar su ofrenda. Algunas pasan el plato o el bonete. Otras,
tienen una caja tipo urna en algún lugar del recito de reunión para que la
gente deposite allí de forma anónima (esto es de mi preferencia). No voy a abordar
el tema del “diezmo”, hay iglesias reformadas que lo consideran vigente (no a
la manera del falso evangelio claro está) y respeto eso, y no lo voy a
discutir. En lo personal como bautista confesional 1689, no veo en nuestra
confesión la obligatoriedad del diezmo, pero sí veo bíblicamente, como enseñó
el apóstol Pablo en cuanto a “la colecta de los santos”, lo siguiente:
“Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte
algo, guardándolo, según Dios lo haya prosperado, para que cuando yo
llegue, no se hagan entonces colectas.” (1ra Corintios 16:2 RV-SBT)
El concepto bíblico es “apartar
algo para el Señor” ¿Qué porcentaje? Dice según haya prosperado. Pero esto
puede volverse muy vago según la interpretación de la persona. El creyente que
trabaja debería proponerse dar un porcentaje mensual para sostenimiento de la
obra. ¿Puede dar el diezmo? Puede si lo quiere. Tampoco nada le impide dar el
11%. Con esto quiero decir que la mentalidad piadosa tiene que ser “cuál
es el límite máximo que puedo ayudar a mi iglesia por gracias” y no cuánto es
el “límite mínimo que puedo ofrendar para cumplir de forma farisea”.
Sé que este es un tema en que no
todos nos ponemos de acuerdo de cómo dar, pero lo que quiero rescatar es
que hay una enseñanza bíblica de dar, y esta tiene como fin ayudar a los
necesitados y contribuir con la extensión del avance del evangelio. Esto desde
ya contempla también el sostenimiento pastoral (1Co 9:14), pero como sabemos,
esto no es para hacer rico a nadie.
ALGUNAS RECOMENDACIONES ACERCA
DE LA OFRENDA (LO QUE ENSEÑO EN MI IGLESIA LOCAL)
- Las ofrendas voluntarias, por ser un motivo de
agradecimiento al Señor, se esperan de los creyentes, es decir aquellos
que comprenden el evangelio y saben que están dando para el Señor y su
obra. No impedimos a ninguna persona nueva a dar, pero es preferible que
esto se haga bajo un entendimiento escritural, previamente enseñado. Hay
que tener la costumbre bíblica de “apartar algo”, según hayamos prosperado
(1Co. 16:2). Es un asunto de conciencia entre la persona y el Señor, no
obstante debemos pensar en la necesidad de la obra local/misionera,
pastoral, y la ayuda a otros hermanos y los necesitados. Dios ama al que
da con alegría y no por mera obligación (2 Co. 9:7)
- Cada iglesia local podría disponer de una urna para
que la gente deposite libremente. Pueden usarse, si se quiere, sobres en
blanco, sin marcar, para que la ofrenda sea anónima. Estos sobres pueden
estar al costado de las urnas. O directamente se puede hacer sin sobre.
(Comparar Mt 6.3).
- Siguiendo el ejemplo de la iglesia primitiva se
pude dar estas ofrendas el primer día de la semana (el culto principal de
los domingos). Pueden hacerlo antes o después que empiece el culto
preferentemente, como motivo de gratitud al Señor por las bendiciones
espirituales recibidas. También se pueden contemplar ofrendas más allá de
la obra local, como ser la obra misionera y la ayuda a otras
iglesias/hermanos.
- Los encargados de manejar este dinero serán los
diáconos (en caso de una iglesia constituida plenamente) o alguien en el
grupo con la función de tesorero. La idea es librar a los pastores y
líderes del manejo del dinero, para no levantar malas sospechas, más en un
tiempo de tanto malos testimonios. Los responsables de guardar las ofrendas
deben mantener informada a la congregación de forma periódica el estado y
uso de la misma. En una iglesia constituida es necesario llevar un
registro tipo acta para mayor orden. El consejo de ancianos y líderes
podrán, con la sabiduría que el Señor les da, designar el uso de las
ofrendas en gastos menores. Siempre, por supuesto rindiendo cuentas para
transparencia a la congregación. Los gastos mayores se tratan en
asambleas.
- En caso que la iglesia crezca y los montos de
ofrendas sean grandes, se podrá disponer de cuentas bancarias para tal
fin. Al principio puede ser sólo una persona. En caso de manejar fondos
grandes (como por ejemplo comprar propiedad, terreno etc.) es preferible
hacer una personería jurídica a nombre de la iglesia. En todos los casos
se tendrá una rendición de cuentas a la congregación en sus asambleas.
Como conclusión, quisiera
mencionar que muchas iglesias sanas en doctrina al huir de la “enseñanza del
falso evangelio de la prosperidad”, se han ido al otro extremo de no enseñar nada
(o muy escuetamente) acerca de las ofrendas para no herir la susceptibilidad de
la gente. Pero es necesario recordar al pueblo de Dios que varios que están en
la falsa doctrina y el engaño dan mucho por “avaricia” ¿Acaso un entendimiento
correcto del evangelio no nos llevaría a ser más dadivosos con el Señor?
¡Recordemos cómo esto funcionaba en la iglesia primitiva y tendremos un buen
entendimiento de la ofrenda!
“Y todos los que creían
estaban juntos; y tenían todas las cosas en común; y vendían las posesiones y
los bienes, y lo repartían a todos según la necesidad que tenía cada uno. Y
perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían
juntos con alegría y con sencillez de corazón”. (Hechos 2:44-46 -RV-SBT).
Autor: Alejandro David Riff
Sitio web: Palabra fiel
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