"Los arminianos no niegan
que el Espíritu Santo sea todopoderoso en su ser, lo que sería una clara
herejía, sino que limita libremente el ejercicio de su poder omnipotente a un
"suave consejo" ¿Por qué? Porque esto supuestamente respeta la
naturaleza del hombre como criatura responsable. No es por falta de poder que
el Espíritu no se apodera simplemente y convierte al hombre por la fuerza, sino
por respeto a la responsabilidad del hombre.
Según los remonstrantes,
"ésta es la manera más noble de obrar en la conversión del hombre”.
La ortodoxia Reformada rechaza
que el hombre pueda "𝙧𝙚𝙨𝙞𝙨𝙩𝙞𝙧𝙨𝙚
𝙖
𝘿𝙞𝙤𝙨
𝙮
𝙖𝙡
𝙀𝙨𝙥í𝙧𝙞𝙩𝙪
𝙎𝙖𝙣𝙩𝙤
𝙘𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤
𝘿𝙞𝙤𝙨
𝙥𝙧𝙚𝙩𝙚𝙣𝙙𝙚
𝙡𝙖
𝙧𝙚𝙜𝙚𝙣𝙚𝙧𝙖𝙘𝙞ó𝙣
𝙙𝙚𝙡
𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚
𝙮
𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚
𝙧𝙚𝙜𝙚𝙣𝙚𝙧𝙖𝙧𝙡𝙤".
El problema no es simplemente que
la Escritura no enseña esto, sino que este punto de vista niega efectivamente
la divinidad del Espíritu Santo: "Esto es nada menos que la negación de
toda la eficiencia de la gracia de Dios en nuestra conversión, y el
sometimiento de la obra del Dios Todopoderoso a la voluntad del hombre".
Ostensiblemente, el Espíritu Santo dejaría de ser "Dios todopoderoso"
si no ejerciera en ninguna parte su omnipotencia en la regeneración de los
pecadores, su acción principal. Pero, en efecto, la regeneración es un milagro
divino, llamado "una obra sobrenatural, poderosísima" Cánones de Dort
(CD III/IV, 12). Como afirma claramente la Confesión belga, "el Espíritu
Santo es el poder y la fuerza eterna".
A partir de estas consideraciones
sobre la persona del Espíritu Santo como omnipotente y divina y que
necesariamente ejerce estos atributos en la salvación del hombre...
Jon D. Payne and Sebastian Heck (A
Faith Worth Defending: The Synod of Dort's Enduring Heritage) ...
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