Muchas personas están dispuestas a abrazar la idea de que Dios es amor, si ellas mismas pueden definir lo que eso significa. Tal vez quieran que signifique que Dios los acepta sin importar quiénes son y lo que hacen. O que Dios está ahí para nosotros cuando lo necesitemos. Eso encaja bien en una cultura terapéutica que lo centra todo en el propio yo. Pero no encaja con la visión bíblica de Dios como trascendente y glorioso en santidad.
Hoy en día entre los
cristianos, y especialmente entre los cristianos jóvenes, existe un énfasis
notorio respecto al amor, la misericordia y la ternura de Jesús.
Eso es bueno, porque es Jesús
quien nos ha revelado las profundidades inimaginables del amor de nuestro Padre
y quien, por nuestra redención, sufrió por voluntad propia todos los tormentos
de ser un humano, e inclusive, los del infierno. Nuestra deuda para con Él,
sólo la podemos pagar al rendirnos nosotros mismos y nuestras vidas ante Sus
propósitos santos.
A la vez, debemos percatarnos
de un desequilibrio en nuestra actitud hacia Dios. Con mucha frecuencia, hemos
dado énfasis a nuestra experiencia subjetiva del amor de Dios en Cristo, al
costo de desestimar Su revelación objetiva en la Biblia.
Muchos creyentes sinceros
están leyendo selectivamente, enfatizando aquellas porciones que confirman y
enriquecen su experiencia del amor compasivo de Cristo y prestan menos atención
al resto. En términos teológicos, la inmanencia de Dios se enfatiza a expensas
de la trascendencia de Él.
En particular estamos en
peligro de pasar por alto el poder y la omnipotencia de Dios al enfocarnos en
Su humanidad en Jesús, en Su misericordia, mansedumbre y paciencia, y al
olvidarnos de Su poder omnipotente, de Su majestad, de Su soberanía, de Su
santidad absoluta. Dios nos está hablando directamente a ti y a mí cuando
declara:
«Porque
Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis
caminos…Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más
altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías
55:8-9).
Si tuviéramos la fe de
Abraham, deberíamos recobrar algo de su concepto de Dios. Cuando Dios lo probó
al demandarle a Isaac como sacrificio para ser quemado, no contemporizó, ni
discutió cómo tal demanda podría ir de acuerdo con la justicia y el amor
divinos. Sin duda se lo preguntaba – era humano, también – pero obedeció. Tú no
disputas con el Dios de Abraham; obedeces Sus mandamientos.
¿El Dios que se reveló a sí
Mismo a Moisés en el fuego y el humo y en el trueno en el Monte Sinaí le da a
Su pueblo las Diez Sugerencias? ¿El Dios que respondió a Job desde un
torbellino se dedicó a responder las quejas de Job? No. Su respuesta está
resumida en una pregunta incontestable: «¿Dónde estabas tú cuando Yo fundaba la
tierra?» (Job 38:4). Y Job no tuvo respuesta.
Observa bien, sin embargo, que
mientras Dios no respondió a las preguntas y argumentos intelectuales de Job,
Él sí respondió a la necesidad real del corazón de Job. ¡Cuán maravillosas son
las últimas palabras que escuchamos de Job!: «De oídas Te conocía; más
ahora mis ojos Te ven. Por tanto, retracto mis palabras, y me arrepiento en
polvo y ceniza» (Job 42:5-6).
No vayamos a simplificar mucho
creando una falsa distinción entre el carácter del Dios del Antiguo y del Nuevo
Testamento. El alcance total del amor de Dios para el hombre no se reveló hasta
que Cristo murió para pagar por nuestros pecados y fue levantado de nuevo para
llevarnos con Él al cielo y, sin embargo, los patriarcas y los profetas hebreos
con frecuencia manifestaron una encendida conciencia del amor divino que a su
lado (para vergüenza nuestra) la de nosotros no es sino un débil vislumbre.
Por otra parte, el Nuevo
Testamento además testifica de la majestad, de la soberanía y de la santidad de
Dios. El capítulo nueve de Romanos, por citar sólo un ejemplo, proclama Su
soberanía tan severamente como todo en el Antiguo Testamento:
¿Quién
eres tú, oh hombre, que respondes a Dios? (Romanos 9:20).
Jesús
respondió: El más importante es: ``ESCUCHA, ISRAEL; EL SEÑOR NUESTRO DIOS, EL
SEÑOR UNO ES; (Marcos 12: 29)
Jesucristo
es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (hebreos
13: 8)
Por otro lado, es verdad que
Dios es amor y que Él es bueno, pero Dios también es santo. Es un Dios de
misericordia y justicia por igual. Se le describe como un fuego consumidor
tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo.
¿Qué significa esto? Tanto en
Deuteronomio 4:24 como en hebreos 12:29 se habla de la santidad, la justicia y
el celo de Dios por Su adoración. Leamos:
Porque
Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso. (Deuteronomio.
4:24 y hebreos 12:29)
Debemos adorarle con un
profundo sentido espiritual de Su santidad y grandeza. Necesitamos gracia para
aproximarnos en adoración a Él de manera correcta. La gracia en particular
mencionada es el temor, el estupor espiritual y la reverencia. Como queda claro
en Deuteronomio 4 y en hebreos 12, esto también incluye un amoroso esmero con
respecto a la adoración de Dios. Debemos limitarnos a las formas que Él nos ha
asignado para que le adoremos (Deuteronomio 4:2; Levítico 10:1-3; Éxodo 20:5).
Tomar en serio hebreos 12:29 significa reconocer que Dios es todavía fuego
consumidor y que esto aún requiere de nosotros la misma reverencia y temor.
Robert Traill señala que la Biblia dice con frecuencia que la verdadera
religión comienza y se resume en el temor de Dios. En este extracto actualizado
él expone las implicaciones de hebreos 12:29. En primer lugar, se ocupa de las
objeciones comunes a la idea de temer a Dios.
1. ¿Debemos Realmente
Temer a Dios?
Hay varias objeciones falsas
contra esta gracia preciosa y necesaria. Veámoslas:
(a) ¿No es Dios Pura
Misericordia y Bondad?
Lo primero que conduce a miles
de personas a la destrucción; es la idea de que Dios es pura misericordia y
bondad. Es verdad que Su misericordia y bondad son infinitas; sin embargo,
también lo es Su justicia. No nos detendremos a explicar por qué esto es un
error ni lo discutiremos más adelante. Basta que el Espíritu Santo declare la
impresionante majestad de Dios, en esta expresión figurativa: «Nuestro Dios es
fuego consumidor».
(b) ¿No es Ésta Sólo una Idea
del Antiguo Testamento?
Algunos piensan que el Nuevo
Testamento no exige el temor y pavor de Dios de la manera en que lo hacía el
Antiguo Testamento. Ellos hacen un contraste entre la ley y el amor y el
castigo y la misericordia. El apóstol corrige claramente este error en hebreos
12:18-29. Compara e identifica las diferencias entre las dos épocas. En el
versículo 28 concluye que todo el amor y la misericordia revelados en el
evangelio deben producir adoración con temor. Él apoya esto en el versículo 29.
(c) ¿La Salvación no Quita el
Temor?
Otros reconocen que Dios sigue
siendo santo y justo en Sí mismo. Sin embargo, dicen que cuando somos salvos y
estamos en Cristo todo este pavor y temor es quitado. Que la salvación no exige
nada más que amor, y deleite y familiaridad. El Espíritu Santo corrige este
error al declarar que incluso «nuestro Dios», nuestro Dios del Pacto, es «fuego
consumidor». Así como el fuego consumidor es terrible, así también es Dios
cuando es descrito de esta manera, debemos tomar en cuenta Su terrible
naturaleza y majestad.
(d) ¿No es esto Legalista?
Algunos están dispuestos a
objetar que servir a Dios con temor es inconsistente con el privilegio que Su
pueblo tiene de acercarse a Él confiadamente. La profunda reverencia del
corazón y el santo estupor no son legalistas ni se oponen a la fe y al amor.
Servir a Dios de manera aceptable, con reverencia y temor piadoso porque Él es
fuego consumidor, no implica un temor incrédulo.
A veces es difícil llenarse de
gozo y santo temor a la vez; esto se debe a nuestra propia debilidad. Pero eso
no significa que estas dos gracias se opongan entre sí. A veces, en efecto,
estamos llamados a ejercitar la reverencia o el amor más que lo otro. Un alma
abatida debe meditar más en la misericordia y el amor de Dios para estimularse
a sí misma a la fe y al amor. Pero un creyente que ha recaído debe meditar en
la santidad y majestad de Dios y en Su odio al pecado, para estimularse al
arrepentimiento y regresar a Dios.
2. Dios es Fuego Consumidor
por Sí mismo
(a) Hay una distancia infinita
entre Él y nosotros, y toda alma que verdaderamente considere esto debe
llenarse de temor. Nadie puede ver a Dios y vivir.
(b) Dios es santo en Su
naturaleza
Y el
uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los
ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria (Isaías
6:3)
Y los
cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro
estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo,
santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de
venir. (Apocalipsis 4: 8)
Sólo Dios es santo:
¿Quién
no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues solo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios
se han manifestado. (Apocalipsis 15: 4)
Él es muy limpio de ojos para
ver el mal. ¿Cómo, pues, puede un pecador no temer?
(c) Dios es justo. Él se ha
sentado en Su trono para juzgar con justicia
Porque has mantenido mi derecho y mi
causa;
Te has sentado en el trono juzgando con
justicia. (Salmo
9: 4)
Somos quebrantadores de Su ley
desde el vientre [de nuestra madre] hasta la tumba. ¡Qué terrible es este
atributo de Dios!
(d) Dios es infinitamente fiel
e irresistiblemente poderoso en el ejercicio de la justicia. Ninguna criatura
puede ni por sutileza ni por fuerza escapar de Su mano.
3. Dios es Fuego
Consumidor en Sus Obras
La manera en la que Dios
ordena y mantiene a toda la creación, y cómo Él cumple todos Sus propósitos de
acuerdo a Sus sabios decretos debería hacernos temblar. El cielo y el infierno
son cosas temibles, y deben despertar nuestros corazones a un temor mayor.
Sin embargo, cuánta de Su
temible gloria debe ser vista en Su iglesia y ordenanzas. Él es terrible fuera
de Sus lugares santos
Temible eres, oh Dios, desde tus
santuarios;
El Dios de Israel, él da fuerza y vigor
a su pueblo. (Salmo
68: 35)
Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es
este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. (Genesis 28: 17)
En sus ordenanzas este fuego
consumidor se acerca a nosotros y nosotros a Él, aunque con ofrecimientos de
misericordia y salvación. Sin embargo, para aquellos que abusan de estos,
existe una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de
devorar a los adversarios. En la oración, le hablamos a Él. ¡Cuánto temor
expresan Abraham, Moisés y Jacob en la oración!
4. Dios es Fuego
Consumidor en el Pacto
Aun Dios, en pacto con los
suyos, debe ser temido.
Si no
cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en
este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS. (Deuteronomio
28: 58)
¿Por qué?
(a) Porque
le conocen, y nadie puede conocerle sin temerle. Es natural tener un temor
santo cuando Dios se nos revela
Lo temerán por tanto los
hombres; Él no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio. (Job 37: 24)
La falta de temor muestra
falta de conocimiento.
(b) Porque Él sigue siendo el
mismo Dios. Es verdad que Su justicia satisfecha en Cristo nunca irrumpirá
contra ellos para destruirlos. Pueden considerar todos los atributos de Dios
(incluso los más aterradores) con consuelo y deleite. Sin embargo, todas esas
cosas en Él que producen temor y reverencia están todavía en nuestro Dios del
pacto.
(c) Porque todavía hay
impiedad en nosotros. Es verdad que hay un cambio en el estado de los creyentes
en la justificación y la adopción. Un cambio en su naturaleza ha comenzado a
través de la santificación; sin embargo, siguen siendo criaturas. Y todavía hay
mucha impiedad en sus corazones y vidas. Todo pecado en sí mismo es igualmente
detestable para Dios y contrario a Su naturaleza santa. Los creyentes todavía
están bajo Su santa ley y están obligados a obedecerla no como el camino a la
vida sino como una norma de vida. Seguirán siendo castigados por su
desobediencia.
(d) Porque tenemos experiencia
en ser castigados. Así fue con David de manera muy evidente
He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre. (Salmo 51: 5)
Los santos temen a la
misericordia bondadosa, amorosa, perdonadora y sanadora de Dios:
Después volverán los hijos de Israel, y
buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad
en el fin de los días. (Oseas 3: 5)
Pero en ti hay perdón,
Para que seas reverenciado. (Salmo 130: 4)
5. Debemos Servir a
Nuestro Dios con Temor
(a) En Nuestras Vidas
Caminar atentamente con Dios,
velar por el corazón y por mantener una conversación edificante son sólo teoría
para la mayoría de los cristianos. Esto viene de un desconocimiento de Él, ¿con
quién debemos relacionarnos? Cuán raramente brilla el poder de la religión en
las vidas de los cristianos.
(b) En Nuestra Adoración
Cuando muchos vienen a orar,
se precipitan irreverentemente como si vinieran a hablar con alguien como
ellos. Cuán raramente se impresionan los corazones de manera profunda con la
sensación de la majestad de Aquel a quien se dirigen. Muchos escuchan los
sermones como si el propósito fuera evaluar los dones del orador u obtener más
conocimiento intelectual. Pocos prestan atención a lo que escuchan. Pocos
vienen a recibir un mensaje del Dios viviente, y tiemblan ante la Palabra. Esto
se debe a la falta de un apropiado temor de Dios. Muchos vienen a la Mesa del
Señor sin la preparación apropiada, y así comen y beben indignamente. No
consideran que es uno de los acercamientos más solemnes que el Señor hace hacia
nosotros, y que nosotros hacemos hacia Él. Nos prepararíamos de manera muy
diferente si temiéramos tomar Su nombre en vano en esa ordenanza.
(c) En Nuestros Corazones
¿Es usted cuidadoso de
mantener una comunión constante con Dios? ¿Vive usted como si estuviera ante
Sus ojos? ¿Acaso acepta Su ley como su norma en todos
sus caminos? ¿La piedad no es
más que ser aparentemente respetable y asistir a la iglesia? Esto es un grave
error. ¿Qué hace usted con las convicciones de su conciencia? ¿Las aplaca o las
considera? ¿A qué le dedica sus afectos a lo largo del día? ¿Qué es lo primero
que piensa por la mañana y lo último por la noche? ¿Es acaso en Dios? ¿Cómo
puede el temor de Dios estar en nosotros?
Conclusión
Debemos procurar conocer más a
Dios y sus atributos y tener una visión más profunda de Su majestad, soberanía y
justicia. Necesitamos tener la seguridad de su santidad y su amor juntos sin
perder ninguno de los dos.
Meditemos más en Él y oremos
para que nos manifieste más de Su gloria. Esto ayudará a despertar ese santo
temor y reverencia dentro de nosotros.
Redactado por Cesar Angel
Bibliografía:
Publicaciones el pacto
Jeff Treder (Las fulltimers)
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