La lógica y el sentido común
no sirven para interpretar las Escrituras
La obra de Dios no cabe en la
lógica del hombre.
La lógica con la que
analizamos e interpretamos las Escrituras, cuando nos iniciamos en el camino
del conocimiento de Dios y del evangelio, nos lleva a considerar erróneamente,
muchas obras, enseñanzas y atributos de Dios y de su hijo.
Es la lógica y el sentido
común, lo que nos lleva a concluir que Dios usó su pre-conocimiento para
escogernos para salvación o que el hombre en su libre albedrío toma la decisión
de seguir a Cristo o rechazarlo, o que la salvación se pierde, etc.
Pero uno de los principalísimos
principios de la hermenéutica (método de interpretación bíblica) nos enseña que
lo que menos debemos usar son la lógica y el sentido común, que son propias del
razonamiento del hombre natural inconverso, y que el nuevo en la fe trae
consigo. No funcionan para entender la voluntad de Dios, ni su plan de
salvación para el hombre ni el sacrificio de Jesús en la cruz, ni la trinidad,
ni muchas doctrinas más.
Por ejemplo:
Dice el neófito: Dios
sacrificó a su propio hijo para apaciguar su IRA? Que es eso? ¡¡si Dios es
amor!!
¿Que llevó al neófito a esa
conclusión? ¡¡la lógica!!
En romanos 12: 2 el apóstol
Pablo exhorta:
"No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta".
Hoy día, es tal la ignorancia
de las Escrituras que usan este versículo para justificar ritmos como salsa y
reggaetón para alabar en los cultos.
Lo que Pablo está diciendo
aquí es precisamente que para entender a Dios y su voluntad, debemos renovar
nuestra manera de razonar.
Y esta renovación implica no
razonar como lo hacen los que no conocen a Dios, los que razonan con la lógica
y el sentido común.
De ahí que la regeneración sea
una obra milagrosa. Es por la mano de Dios y del Espíritu Santo que mora en el
nuevo nacido, que empieza a entender la Palabra. Esto es, a digerir alimento
sólido y no leche. No es por merito humano. Es por el poder de Dios que
razonamos diferente.
En el cristiano, la Fe se
antepone a la razón. Y es la Fe, dada por Dios, y recibida a través de escuchar
la palabra predicada, la que nos lleva a abandonar la lógica y acercarnos al
entendimiento de nuestro Señor.
No es que la Fe sea propia de
hombres no inteligentes o que haya que abandonar la inteligencia para tener Fe.
Lo que realmente le sucede al convertido es que además de su inteligencia
natural, adquiere la Inteligencia divina, la que viene de Dios. Y es la divina,
la que prima en la interpretación de las Escrituras y en todo lo Espiritual.
El mundo siempre espera y sabe
que el cristiano genuino, el verdadero hijo de Dios, pensará y actuará
diferente. Y esto es porque hará conforme a la imagen de Jesucristo y a la
justicia y la voluntad del Padre eterno.
Dejemos que el Espíritu de
Dios transforme nuestra mente y nuestro corazón. Dispongamos el pensamiento
para conocer el Creador y el corazón para amar a nuestros hermanos en Cristo.
Cesar Ángel
Mayo 5 de 2001
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