Doctrinas de la Gracia

18 nov 2021

Como saber si estoy llamado al ministerio Pastoral?


 

A través de la historia, hombres llamados por Dios se han levantado para proclamar el evangelio y guiar a la iglesia. En cada generación el Señor llama siervos para el ministerio pastoral y la predicación de su Palabra. Hoy en día vemos cómo hombres hispanohablantes alrededor del mundo están siendo llamados y comisionados por Dios como nunca antes en la historia. En lo personal me emociona mucho ver cómo Dios está levantando una ola de pastores e iglesias en Iberoamérica que toman con seriedad el estudio de la Biblia.

 

Reconocer el llamado al ministerio incluye un ardiente deseo por estudiar y conocer la Palabra de Dios, una pasión por la proclamación del evangelio alrededor del mundo y una incesante inquietud por conocer más y más acerca de Dios. Tales aspectos demuestran características del llamado al ministerio.

 

Aquí hay cinco preguntas que se debería hacer para saber si Dios le está llamando al ministerio pastoral:

 

1. ¿Tengo el deseo y la pasión por la labor del ministerio?

 

Cuando Pablo instruyó a Timoteo en qué es lo primordial en el llamado al ministerio, le habló acerca de un deseo interno: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea” (1 Timoteo 3:1). Este anhelo es un sentir interno el cual nace por el Espíritu Santo a medida que el hombre de Dios crece en conocimiento de la Palabra.

 

Un deseo marcado por la humildad, piedad, amor y compromiso con la proclamación del evangelio

 

No estoy hablando de una emoción que debe sentir, pues debemos reconocer que nuestro corazón es engañoso y perverso (Jeremías 17:9) y por lo tanto no debemos guiarnos por nuestras emociones momentáneas. Estoy hablando de un deseo que esté constantemente presente en su mente que lo lleve a desear la labor pastoral. Si tiene tal deseo, entonces recurra a la oración. Ayune, vaya a su habitación y doble sus rodillas delante de Dios. Lea la Biblia y examine la raíz de tal deseo. Hermano, no entre al ministerio para buscar reconocimiento o un lugar donde pueda liderar a personas. Tal deseo es un sentir marcado por la humildad, piedad, amor y compromiso con la proclamación del evangelio.

 

2. ¿Estoy calificado bíblicamente?

 

Así como un trabajo requiere de ciertas calificaciones, de la misma manera el ministerio pastoral demanda una lista de calificaciones bíblicas. Pablo lista estas calificaciones en 1 Timoteo 3:2-7 y Tito 1:5-9. Debe ser un hombre:

 

“irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:2-7)

 

Si lee esta lista y ve que su vida no refleja un patrón de cumplimiento a estas calificaciones, entonces debe considerar seriamente si es tiempo de entrar al ministerio en este momento. Muchas veces ciertos hombres requieren de más tiempo para poder crecer en santificación y madurez, para entonces sí poder decir con una limpia conciencia que poseen las calificaciones necesarias. Por otra parte, debe recordar que la labor de predicar y liderar una iglesia requiere de santidad y madurez. Si ve que su vida no demuestra estas calificaciones, bíblicamente no está calificado para el ministerio, y por lo tanto haría mal en postularse al liderazgo.

 

Una nota de exhortación: hermanos, nosotros no somos perfectos. El ministro de la Palabra no es una persona que nunca peque o que sea completamente piadoso en toda palabra y acción, pues la Biblia misma nos enseña que todos continuamos pecando (1 Juan 1:8). Si lucha contra algún pecado, arrepiéntase, busque la santidad y pida que le mantengan a cuentas. Recuerde que un hombre de Dios es un hombre que reconoce sus debilidades y vive de rodillas buscando la divina ayuda de Dios para llevar a cabo el ministerio pastoral, a pesar de sus errores.

 

3. ¿Poseo los dones necesarios para cumplir con las funciones del ministerio?

 

Una de las características que distinguen a un anciano de un diácono es que un anciano, o pastor, debe ser “apto para enseñar” (1 Timoteo 3:2). Dios dio a cada miembro de la iglesia diferentes dones, entre estos dio el de la enseñanza:

 

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría (Romanos 12:4-8).

 

Un ministro debe ser un hombre que posee la capacidad mental para poder tomar un texto bíblico y explicarlo en su contexto gramatical, histórico, literario y cultural (por mencionar algunos). Esto requiere de habilidades que Dios otorga a hombres para que puedan exponer y predicar la Biblia.

 

Así que pregunte: ¿Poseo las capacidades necesarias para predicar con fidelidad y eficacia? Esto no quiere decir que debe hablar como Charles Spurgeon o elaborar sermones como John MacArthur. Pero sí quiere decir que ve en su vida los dones necesarios para la predicación de la Palabra.

 

4. ¿Creen mi iglesia y mis ancianos que estoy dotado y moralmente calificado para este llamado?

 

Uno puede llegar a creer que es la persona más piadosa y moralmente calificada sobre la faz de la tierra, hasta que habla con las personas a su alrededor. Proverbios 17:24 nos recuerda: “En el rostro del entendido aparece la sabiduría; Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.” Un hombre que está siendo llamado por Dios para cumplir con el ministerio de la Palabra es alguien el cual su iglesia y ancianos, al observarle, confirman su moralidad en cumplimiento a las calificaciones de un hombre de Dios y le exhortan a buscar el ministerio pastoral.

 

Las calificaciones de 1 Timoteo 3 y Tito 2 deben ser afirmadas por la iglesia local, no por uno mismo. Pablo, cuando habló de su ministerio en Éfeso, les recordó: “vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo” (Hechos 20:18). Él no tuvo que defenderse o dar información de su vida privada o calificaciones morales con el fin de que le tuviesen por ministro de la Palabra, pues la iglesia local podía testificar de su piedad ya que le habían visto ministrar de cerca.

 

Hermano, ¿qué tan bien le conoce su iglesia? ¿Permite que sus ancianos le ayuden a crecer espiritualmente? ¿Cuánto tiempo pasa con otros miembros de su congregación? ¿Existen personas en su iglesia las cuales puedan testificar que le conocen bien?

 

5. ¿Veo en mí la necesidad de crecer en el conocimiento de la sana doctrina?

 

Si usted está siendo llamado por Dios para el ministerio, entonces es sumamente importante que se capacite para tal labor. Ore que Dios abra las puertas para poder ser entrenado en la predicación y el ministerio pastoral en un lugar comprometido con la gloria de Dios en la proclamación de la Palabra. Prepárese tanto mentalmente como espiritualmente. Lea libros, escuche sermones y hable con hombres más maduros que usted. Finalmente, busque un seminario o una escuela a donde ir para que le ayude a crecer en su conocimiento de la Palabra.

 

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Tomado de The Master´s Seminary

Autor: Alberto Solano, es instructor adjunto de griego en The Master’s Seminary, misma institución donde estudió una Maestría en Divinidades (M. Div.) y actualmente cursa una Maestría en Teología (Th.M.). Aparte de formar parte de la iglesia Grace Community Church donde sirve en el ministerio hispano junto con su esposa Kathy, Alberto trabaja en el departamento de admisiones del seminario.

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