26 feb 2019
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LA MORAL: SUBJETIVA U OBJETIVA?
LA MORAL: SUBJETIVA U OBJETIVA?
Hay una modalidad del
pensamiento sobre qué es el bien y qué es el mal. Esta modalidad es el
relativismo moral. El relativismo moral dice que cada cual determina qué es lo
correcto para sí; es decir que la moralidad es subjetiva. Lo opuesto de este
pensamiento es una moralidad objetiva, que no es determinada por ninguna
persona ni sociedad, sino por algo más allá de ella.
Entonces, ¿qué es lo
correcto?
En esta entrada, veremos a
ver cómo determinamos este “dilema” que muchos tienen.
Es importante resaltar que
no hay punto medio – son sólo estas opciones. O la moralidad es absolutamente
objetiva o depende de cada cual (subjetiva). No hay un punto medio ni
postura neutral.
Subjetivo versus Objetivo
En una entrada reciente,
se hizo siguiente explicación:
“Algo objetivo es algo que
no depende del individuo (sujeto), sino con el objeto en discusión. Algo es
subjetivo cuando depende del individuo (sujeto) y no del objeto.
“Por ejemplo, si yo digo:
‘el pastel de chocolate es lo más delicioso del mundo,’ estoy diciendo algo que
tiene que ver conmigo (el sujeto), no con el pastel (objeto). Es mi preferencia
de sabor de pastel. Sin embargo, tú puedes diferir sobre ello. Ahora, si yo
digo: ‘El pastel de chocolate cura el cáncer’ ya no tiene que ver conmigo, sino
con el pastel (el objeto). No importa si tu preferencia de pastel es otra –
estamos hablando de que el pastel de chocolate cura el cáncer. Por lo tanto,
estoy diciendo algo objetivo (que tiene que ver con
el objeto y no el sujeto) a diferencia de algo subjetivo (que
tiene que ver con el sujeto y no con el objeto).”
Por lo tanto, cuando decimos
que la moralidad es objetiva, estamos hablando de que lo que decide si una
conducta moral es buena o es mala no es el sujeto. Es decir, los valores
morales existen sin importar que un individuo o una cultura crea que existen o
no. Yo no soy el que decide si lo que hago está bien o está mal, sino que hay
un estándar – una medida, un “objeto,” por así decirlo – con lo cual tiene que
ver la moralidad. Cuando ya hay algo que define lo que está bien, entonces
tenemos un deber moral de llevarlo a cabo porque, aunque este deber está en
nosotros, no nace de nosotros.
Subjetividad moral =
¿libertad?
En la gran mayoría de las
ocasiones, se proclama y se aboga por una subjetividad moral para estar libre
de cumplir con las responsabilidades morales que conlleva una moralidad
objetiva. Me explico: si yo soy el que decide qué es lo bueno y qué es lo malo,
pues tengo la libertad de decidir lo que me conviene.
La subjetividad moral – en
cierto sentido – le da libertad al individuo a definir por sí mismo qué es lo
que está bien y qué es lo que está mal. Como cada cual tendría una percepción
diferente de lo que es bien o mal (aunque en algunas cosas estén de acuerdo),
el bien y el mal dejan de existir, como tal. Sólo existen lo que es bien o mal
para ti y a eso se le conoce como preferencia.
Si pasas por un lago y ves a
un niño ahogándose, ¿qué harías? Lo bueno del relativismo moral es que no hay
una contestación correcta. Si decides seguir caminando y el niño muere ahogado,
nadie puede decir que lo que hiciste estuvo mal. Sencillamente no era tu
preferencia hacerlo y no tienes ninguna obligación moral para hacerlo – porque
eso fue lo que decidiste. Ahora, lo opuesto también es cierto. Si decides
rescatar al niño, nadie puede decir que lo que hiciste estuvo bien – porque esa
definición de bien o mal no existe.
¿Qué implica la subjetividad
moral?
Llevemos la subjetividad
moral a sus consecuencias lógicas. Creo que podremos tener un marco certero de
qué tipo de persona se puede esperar que cumpla estas ideologías.
Interesantemente, las personas que abogan por la subjetividad moral sólo
piensan en lo que los hace feliz, les trae placer, y otras cosas semejantes.
Por ejemplo, se ayuda a otra persona porque me hace sentir bien hacerlo, no
porque es lo correcto. Porque “lo correcto” ya sería un juicio moral que
implica una moralidad objetiva. El otro lado también es cierto. Si mato a otra
persona es porque me hace sentir bien (o me beneficio de ello), no porque está
correcto. Nuevamente, decir que matar a otro “está mal” es hacer un juicio
moral absoluto.
Hay una cita que capta el
punto exitosamente. Es parte de una grabación:
“Entonces aprendí que todos
los juicios morales son juicios de valores. Todos los juicios de valores son
subjetivos y que ninguno puede ser probado como bueno o malo. Hasta leí en
algún lado que el presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos había
escrito que la Constitución estadounidense no hacía más que expresar juicios de
valores colectivos. Aunque no lo creas, yo entendí por mi cuenta lo que el
presidente del tribunal no pudo entender por su cuenta: que si la racionalidad
de un juicio de valores era igual a cero, al multiplicarlo por millones el
resultado no cobra racionalidad – sigue siendo cero. Tampoco hay ninguna razón
para obedecer la ley. Como yo, que tiene la audacia, la osadía y la fuerza de
carácter como para deshacerme de esas cadenas.
“He descubierto que, para
poder ser verdaderamente libre y sin restricciones, tenía que deshacerme de las
inhibiciones. Y descubrí rápidamente que el mayor obstáculo de mi libertad – el
bloque más grande que me limitaba a vivir bajo ese insoportable sistema de
juicios morales – era que tenía que respetar los derechos de los demás; hasta
que me pregunté: ‘¿Quiénes son estos “de más”?'”
Esta cita es parte de la
contestación que el autor dio cuando una mujer le preguntó: “¿No piensas que lo
que estás haciendo está mal?” El autor de la cita prosiguió a defender su
postura de relativismo moral, diciendo que en realidad la moralidad tenía que
ver con los valores que tuviese cada persona. Y, como cada persona tenía
valores diferentes, entonces ninguno de esos valores tenía precedencia sobre
otro. Este hecho hacía que todos los valores individuales igualaran a cero. El
hecho de que muchos estuviesen de acuerdo con uno u otro valor no hacía que ese
valor fuese más valioso porque, como dice el autor de la cita era como
“multiplicar por cero.”
Luego dice que el más grande
obstáculo “para poder ser verdaderamente libre” era el valor de que tenía de
“respetar a los demás.” Ese respeto a su prójimo era un “bloque que limitaba
vivir bajo ese insoportable sistema de juicios morales.”
La grabación continúa:
“En todo caso quiero
asegurarte, mi querida, que no hay diferencia en el placer que me da comer un
jugoso jamón y el placer que anticipo al violarte y asesinarte. Esta es la
honesta conclusión a la cual mi educación me ha llevado, luego de la más
consciente evaluación de mi ser espontáneo y sin inhibiciones.”
Luego de estas palabras, se
escucha un grito y se apaga la grabadora.
¿De quién es esta cita?
El famosísimo asesino en
serie Ted Bundy solía
violar y asesinar mujeres mientras grababa los hechos. Las citas anteriores
fueron de las cintas de un asesinato en particular, en el cual tuvo un
intercambio con la mujer que luego violó y asesinó. Ted Bundy vivía
consistentemente con la postura de relativismo moral. No había diferencia entre
los tipos de placeres – comerse un jamón y matar a alguien eran moralmente
equivalentes.
¿Por qué?
Porque la moralidad relativa
no se sujeta a algo más allá de nosotros, sino que la hacemos lo que sea que
queramos que sea.
¿Quién es este dador de la
ley moral?
Imagina que suena el timbre
de la escuela y los estudiantes recogen y salen a toda velocidad del salón. La
maestra se voltea a borrar la pizarra mientras los últimos estudiantes terminan
de recoger y se marchan. De pronto, ella escucha un sonido en su escritorio. Se
voltea y hay dos estudiantes parados en su escritorio. Su billetera está de
frente de los estudiantes y faltan $50. Cuando la maestra pregunta “¿quién tomó
mi dinero?”, cada estudiante culpa al otro.
¿Quién es la persona que
decide qué castigo lleva la persona que robó? ¿El estudiante culpable? No....La maestra.
Obviamente, el estudiante
que robó no pensó que hacía algo malo. Para ese estudiante, tomar el dinero de
otra persona no está mal [si decimos que sí estuvo mal, entonces estamos
renunciando a la subjetividad moral]. Pero, no es la moralidad del estudiante
la que juega un papel en el salón, sino la de la maestra – ella es quién
preside sobre el salón y establece las normas dentro de él.
Ahora, si lo llevamos a una
escala global, los individuos no son quienes deciden lo que está bien o mal,
sino Aquel quién lo ordenó todo y estableció las leyes a las cuales TODOS nos
tenemos que sujetar.
Por lo tanto, es imposible
vivir de una manera consistente con la ideología de la subjetividad moral,
porque esa ley moral que nos provoca a reaccionar de cierta manera está en
nosotros. La razón es sencilla: somos hechos a imagen y semejanza de Dios.
Fuente: Verdad y Fe
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