La gran diferencia entre la cabra
y la oveja es su apetito espiritual.
Las cabras buscan a motivadores;
las ovejas, a predicadores de la Palabra
La cabra vive obsesionada con el
ego. Todo gira en torno a su yo egoísta. Incluso utiliza la iglesia como un
mecanismo para lucir. En todo momento, necesita sentirse elogiada, respetada y
valorada. Puesto que no busca la gloria de Dios, se prostituye yendo en pos de
la gloria decadente de los hombres.
La cabra detesta la predicación
fiel de la Palabra porque por medio de ella es confrontada por el Espíritu. Se
destapan los ídolos de su corazón. Pero en vez de pedirle perdón al Señor y
arrepentirse de su asqueroso egoísmo, huye de esta horrible sensación de
desnudez ante la Palabra optando por esconderse detrás de hojas de higuera.
Las hojas de higuera son
pretextos inventados por la cabra que justifican su falta de santificación.
Algunos ejemplos son: “Este predicador es demasiado duro. En esta iglesia falta
amor. No hay que predicar sobre el pecado en pleno siglo XXI porque la gente se
va a ofender. No soy culpable por mis pecados; la culpa es de mi mujer, mis
padres, mis hijos, mi jefe, el clima, mi salud física, mi salud mental, un demonio, etc.”.
La cabra, en una frase, no
soporta la Palabra ni tampoco la corrección. No aguanta ser confrontado por su
pecado. Y tarde o temprano se verá obligada a irse de una congregación donde se
dicen las cosas claras para tomar refugio bajo el ministerio de profetas
“dulces” y motivadores que no manejan los conceptos de pecado, arrepentimiento
e ira de Dios.
La oveja, sin embargo, anhela
todo lo contrario. No siente la necesidad de destacar. No viene buscando su
propia gloria sino la exaltación de Cristo. Su único deseo es oír la voz del
Buen Pastor hablando por medio de la exposición de las Sagradas Escrituras.
Y como la amada oveja arde en
pasión por la gloria de su Señor, quiere que toda su vida esté en conformidad
con la Palabra del Señor. En lugar de enfadarse con “los predicadores duros”,
bendice a Dios por sus vidas porque por medio de sus ministerios, es llevada al
auto examen y así va creciendo en santificación para la alabanza de su
Salvador.
Por esta misma razón, la oveja no
puede estar a gusto bajo el ministerio de un profeta “dulce” o un motivador.
Siente la necesidad de apartarse de ellos porque no hablan conforme a la
Palabra de Dios. La oveja no reconoce su voz.
Tristemente, los profetas dulces
–salvo en tiempos de avivamiento- siempre son más populares que los
predicadores comisionados por Dios. Pero escrito está: “Estrecha es la puerta,
y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Las cabras piensan que son ellas
las que toman la decisión de salir de congregaciones bíblicas para florecer
bajo ministerios carnales. No obstante, la realidad es que es Dios Todopoderoso
el que los entrega a semejantes falsos ministros como un acto de juicio por su
menosprecio hacia la Palabra, la corrección y su repugnante obsesión con el ego.
En palabras de Pablo, “Por esto
Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira a fin de que sean
condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en
la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:11-12). ¡Fuerte! ¿Cierto?
¿Qué eres tú, querido lector?
¿Una cabra de satanás o una oveja de Cristo?
¡Huye de los falsos maestros!
¡Busca una iglesia bíblica!
Autor Will Graham
Pastor de la Iglesia “Palabra de
Vida” en Almería, España
Fuente original del mensaje: sitio
web del Pastor Will Graham
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