30 jun 2019
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DUDAR DE NUESTRA SALVACIÓN ES DUDAR DE DIOS
DUDAR DE NUESTRA SALVACIÓN ES DUDAR DE DIOS
Dudemos de nosotros
De nuestro razonamiento
(Proverbios 3: 5)
De nuestro corazón lisonjero
(Jeremías 17: 9)
De nuestras promesas,
nuestra voluntad, nuestras emociones y sentimientos
PERO JAMAS DUDEMOS DE DIOS
Y eso es lo que hacemos
cuando dudamos de nuestra salvación.
Y dudamos porque nos vemos a
nosotros mismos como gestores y administradores de nuestra salvación. Creemos
que la hemos obtenido con nuestras buenas obras y entonces cuando pecamos
creemos que con las malas obras la perdemos.
Cuando entendemos que la
Salvación es por Gracia y no por merito nuestro, dejamos de dudar de nuestra salvación.
Nos lo dice Efesios 2: 8-9:
"Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".
Dios no es hombre para
mentir y lo hacemos mentiroso cuando dudamos de su GRACIA.
Como dudamos tanto de
nosotros, cuando escuchamos expresiones como "seguridad de la
salvación", "la salvación no se pierde", las relacionamos con la
creencia de que el que se cree "salvo siempre salvo" tiene licencia
para practicar el pecado. Y otra vez estamos dudando de Dios. Porque lo que ocurre es precisamente lo
contrario, todo aquel que verdaderamente es salvo por la fe en Jesucristo,
perseverará indefectiblemente en santidad y recorrerá los caminos de las buenas
obras preparadas por Dios de antemano para sus hijos.
Como nos lo enseña Efesios 2: 10:
“Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Comprobemos en la biblia si
aquel que ha sido regenerado (nacido de nuevo) por obra del Espíritu Santo y tiene
seguridad de su salvación, tiene salvoconducto para practicar el pecado:
Romanos 6: 1-14
1
"¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde?
2 En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él?
3 ¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte?
4
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva.
5
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección;
6
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para
que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
7
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
8 Y
si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él;
9
sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte
no se enseñorea más de él.
10
Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive,
para Dios vive.
11
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro.
12
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis
en sus concupiscencias;
13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los
muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
14
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley,
sino bajo la gracia".
La obra salvífica que
significo el sacrificio de Jesús en la cruz, es una obra perfecta. Cristo murió
en la cruz por las ovejas que su Padre le dio. Y Todas ellas, sin excepción,
serán salvas. Ninguna perderá su salvación. Decir lo contrario sería decir que
la obra de Jesús en la cruz, no fue perfecta porque algunas de las ovejas que
el Padre le dio, despreciaron la Gracia y apostataron.
Efesios 1. 4
"Según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él"
Juan 10: 27-29
"Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre
que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de
mi Padre".
Por ello todos los que
apostatan, que abandonan el camino del evangelio en el que una vez anduvieron,
nunca fueron salvas, no pertenecen al rebaño de ovejas que el Padre escogió
para salvación desde antes de la fundación del mundo y que le entregó a su hijo
para que fueran redimidas de la esclavitud del pecado, con su muerte
expiatoria.
La Palabra de Dios también se
refiere a ellos:
“Salieron
de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros”. (1 Juan 2: 19)
Tengamos la SEGURIDAD de
nunca perder la SALVACIÓN. No dudemos más de Dios y vivamos confiados en lo que
nos dice en su Palabra:
"Mis
ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y
no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las
dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre". (Juan 10: 27-29).
“¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?..7 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 8: 35, 37-39)
“Estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1: 6)
“Y
el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial.
A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. (2 Timoteo 4: 18)
“Y
esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no
pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”. (Juan 6: 39)
“Yo
soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá
para siempre” (Juan 6: 51).
Y es a través de la obra del
Espíritu Santo, morando en nosotros, que tenemos garantía de no perder la
Salvación. Leamos lo que dice la Palabra:
“En
él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que
es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
para alabanza de su gloria”. Efesios 1: 13-14
“El
cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros
corazones”. 2 corintios 1: 22
“Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención”. Efesios 4: 30.
Este
último versículo nos dice que cuando pecamos el Espíritu Santo no nos abandona
y solo lo contristamos, algo que debemos evitar.
Y
para disipar las dudas que nos generan los versículos que nos hablan de “cuidar
nuestra salvación”, los invitamos a leer el estudio:
Cesar Ángel
Junio 30 de 2019
Puede hacer uso del presente
escrito sin fines de lucro y citando al autor y la fuente: “Evangelio primitivo”.
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