Nos desprendimos de paganismos y herejías arraigados por
cientos de años a nuestras tradiciones, cultura y religiosidad, como la
veneración a María y a los santos muertos, el rezo del rosario, las
procesiones, etc.
¿Por qué nos es tan difícil hacerlo con la celebración
decembrina pagana de la navidad?
Tiene que ver con muchos aspectos que no son precisamente
doctrinales o bíblicos, y que están relacionados con nuestra idiosincrasia.
Algunos de ellos son:
Diciembre es el único mes en que la sociedad martirizada,
reprimida y explotada, respira y se oxigena y no porque se le perdonen sus
deberes económicos, pero si porque hay suficiente alegría en el ambiente como
para aguantar.
Es la época en la que terminamos ciclos, hacemos planes,
balances, nos proponemos metas, nos reconciliamos con muchos, nos encontramos
con amigos y seres queridos que no vemos en años, viajamos, nos divertimos,
comemos los mejores platos.
Nos dan prima navideña, aguinaldos, amigo secreto, a muchos
bonificación, vacaciones.
Todo está adornado y bonito y a cualquier parte que vas todas
las personas experimentan un gozo colectivo, un sentir mutuo en su corazón: la
alegría de la navidad.
Afloran nuestros mas escondidos sentimientos como la solidaridad, el desprendimiento, el perdón y la reconciliación, la amistad y el amor.
Y a pesar de que se incrementa el consumo de licor, las
muertes violentas y los robos, también es la época de unión y compartir
familiar alrededor de una cena, de los regalos, y otros, también de música y
baile.
Es la mejor época para los niños y nos encargamos de que ellos sean lo mas felices posible y esto incluye la celebración tradicional de la navidad. No hacerlo constituye una afrenta. Un agravio, hasta maltrato.
Es por todo esto, y mucho más que seguramente falto detallar,
que no soportamos que alguien nos diga que la celebración decembrina de la navidad
es de origen pagano y no se debe celebrar.
Y aquí es donde hasta los pastores más reformados se muestran
débiles y buscan argumentos para amortiguar y menguar el mensaje, entre otros,
el de que hay que aprovechar la época para predicar a Cristo. Lo cual es válido.
Sin embargo, que bueno sería, ver, leer o escuchar el significado del
nacimiento de Jesús, a través de predicaciones en nuestras congregaciones,
vídeos y artículos en la Internet, en fechas como 13 de febrero, 4 de junio, 22
de agosto, 19 de septiembre, por ejemplo. O cualquier día, o muchos días. Esta
sería una muy buena forma de desarraigarnos de la tradición pagana decembrina
del romanismo.
Otros más osados, encuentran argumentos para desvirtuar los
que por años han soportado las evidencias de origen pagano que tiene la
celebración decembrina.
Si tenemos en nuestras congregaciones, nuestros hogares,
nuestros seminarios, nuestros grupos de estudio y oración y redes sociales, 365
días al año para edificarnos como cristianos, rememorando y aprendiendo el
significado del nacimiento de Jesús, ¿que nos obliga a hacerlo en la fecha y
época en la que lo estableció y lo realiza la secta pagana romana?
¿Acaso no somos capaces de desprendernos de la tradición pagana más arraigada
con la que la mayoría de los cristianos protestantes fuimos criados?
¿No vale Cristo el sacrificio?
¿Te quita un peso de encima la decisión de tu congregación de
celebrar la navidad, aunque eso constituya maltratar la sana doctrina, untarse
de mundo solo para agradar a sus miembros?
Y no se trata de “satanizar” la navidad: El nacimiento de Jesús es parte del
plan de Dios. Es obra divina, tan gloriosa como su muerte y resurrección.
Se trata de rechazar rotunda y radicalmente la celebración
pagana decembrina establecida por roma. Se trata de empezar a educar a la comunidad cristiana para que todo lo bonito que experimentan en navidad como los buenos sentimientos, el perdón y la reconciliación, los detalles, la unidad familiar, sean tradición en todas las épocas del año, sin que se caiga en gastos por ello.
También se trata de exhortar a los pastores y blogueros a
enseñar el significado de la natividad de Jesús en cualquier mes o en muchos días del año.
Porque el verdadero evangelio, el de sana doctrina nos llama
a ser radicales, No tibios. O estamos con Cristo o estamos en su contra. Bendiciones
Cesar Ángel - diciembre 22 de 2015
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