La fe cristiana y la Reforma
hace 502 años permanecen de pie o caen con la verdad de la enseñanza de Pablo
en Gálatas. Esta carta trata asuntos de los que depende tu destino eterno.
“Si alguien les anuncia un
evangelio contrario al que recibieron, sea anatema”, Gálatas 1:9.
Por lo tanto, la carta de
Gálatas, la Reforma, y la convicción cristiana sobre la justificación debe
hacer eco en nosotros con una seriedad completa en al menos tres niveles:
Seriedad completa en la
alegría por la gracia y la paz que es nuestra en Gálatas 1:3, y la liberación
del mal y de la destrucción que es nuestra en el 1:4, y la gloria de Dios que
satisface al alma en el 1:5.
Seriedad completa en
asombrarnos (como vemos en el 1:6) si nosotros, nuestros hijos, o nuestros
amigos se apartan de esta gracia a un evangelio que no es evangelio.
Seriedad completa por la ira hacia cualquiera que, como los del versículo 7,
distorsionan el evangelio y destruyen las almas humanas. Que ellos sean
malditos.
La eternidad en juego
Solo piénsalo: maldito (Gal.
1:9). ¿Maldición de quién? ¿De Pablo? La maldición de Pablo no es nada
comparada con la maldición de Dios. Pablo dice en el 3:13: “Cristo nos redimió
de la maldición de la Ley, habiéndose hecho maldición por nosotros”.
Pero luego viene un grupo
que pretende venir de Santiago en Jerusalén (2:12), el cual está alejando a los
Gálatas de la sustitución de Cristo que es suficiente para eliminar la
maldición. Así que Pablo dice: “¡Malditos!”, malditos sean aquellos que alejan
a las personas del evangelio de Cristo que quita la maldición.
Malditos sean los que
maldicen.
¡Ay del pastor que crea un
ambiente de entretenimiento en su iglesia donde la seriedad se siente fuera de
lugar!
Esto está sucediéndoles a las personas en tu iglesia y en tu familia. Están
siendo expuestos a tipos de “evangelios” que no son evangelios, todos los días.
Se les está alejando de Cristo como tesoro supremo, lejos de la gracia. Y
necesitan escuchar de ti una palabra muy seria.
“De Cristo se han separado,
ustedes que procuran ser justificados por la ley; de la gracia han caído”,
Gálatas 5:4.
“¡Oh, Gálatas insensatos!
¿Quién los ha fascinado a ustedes, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado
públicamente como crucificado? […] ¿Han padecido tantas cosas en vano? ¡Si es
que en realidad fue en vano!”, Gálatas 3:1, 4.
¡Ay del pastor o del líder
de adoración que crea un ambiente de entretenimiento en su iglesia donde esta
clase de seriedad se siente fuera de lugar!
Autoridad
y justificación
Dos de las grandes verdades
indispensables de la fe cristiana que la Reforma protestante recuperó de las
Escrituras —y de debajo de las montañas del sacramentalismo, el ritualismo, y
las obras meritorias en la Iglesia católica romana— fueron la autoridad suprema
de las Escrituras sobre toda autoridad humana (incluyendo el papa y todos los
concilios), y la verdad de que los seres humanos pecaminosos son justificados
ante Dios no sobre la base de ninguna justicia de su propia acción, sino solo
sobre la base de Cristo crucificado, resucitado, y justo.
A esas dos recuperaciones a
veces se les llaman el principio formal (la autoridad suprema de la Escritura)
y el principio material (la justificación solo por la fe) de la Reforma.
La carta de Pablo a los
gálatas fue crucial en recuperar estas verdades porque estos dos principios son
el enfoque del libro. Los capítulos 1 y 2 tratan principalmente del principio
formal: la autoridad apostólica de Pablo. Los capítulos 3 y 4 tratan principalmente
del principio material: la justificación por la fe aparte de las obras de la
ley. Los capítulos 5 y 6 tratan principalmente de cómo esto se ve en la vida
personal.
Una
exégesis de Gálatas de abajo a arriba
En el capítulo 1 el enfoque
recae en gran medida en el fundamento del evangelio en su origen divino a
través de la autoridad apostólica de Pablo, no en el contenido material del
evangelio de la justificación. Quizá la mejor manera de centrarse en esto es
enfocándonos en el argumento de Pablo, no en el orden en que lo dio, sino en
reconstruir su argumento desde su base hasta el resultado final, con cada paso
del argumento siendo la base de aquel que está inmediatamente debajo.
Déjame ilustrar. Supongamos
que me dices: “No puedo hablar ahora, voy tarde. Tengo que darme prisa o
perderé el tren”. Si quiero decirle a alguien lo que me dijiste, podría
repetirlo así como lo dijiste. O podría analizarlo y luego reconstruirlo
comenzando con la base más profunda y terminar con el resultado final.
Entonces, sería así: “Iba tarde. Por lo tanto, estaba a punto de perder su
tren. Por lo tanto, tenía mucha prisa. Por lo tanto, no podía hablar contigo”.
El orden de las cuatro declaraciones en mi exposición es totalmente diferente
del orden en que se dijo. Pero la lógica es exactamente la misma.
Esa es la razón por la que
me resulta útil pensar así. Donde solo hay cuatro afirmaciones, puedes ver de
manera inmediata e intuitiva cuáles son las conexiones lógicas, cuál es la
causa, y cuál es el efecto. Pero cuando estás tratando con 24 versos, como en
Gálatas 1, se puede perder fácilmente el rastro de cómo encajan las piezas.
La predicación es hacer que
la estructura del argumento bíblico sea clara.
Esa es una de las cosas, me parece, que la predicación es: hacer que la estructura
del argumento sea clara. Una forma de hacerlo es reconstruir el argumento desde
la base más profunda hasta el resultado final, con cada paso en el argumento
basándose en el que lo respalda de manera más inmediata. Ir de esa manera ayuda
a los lectores de Pablo a ver por qué está tan exasperado con aquellos que
predicaban otro evangelio. De hecho, debemos seguir su ejemplo porque, como lo
expresa Pablo, no hay otro evangelio que aquel que él predicó.
Autor: John Piper
Este es un extracto adaptado
del nuevo libro Christ Has Set Us Free: Preaching & Teaching Galatians
(Crossway / TGC) editado por D. A. Carson y Jeff Robinson, Sr.
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