LA MÚSICA ES UN LENGUAJE No
se trata solo de la letra…
2 abril, 2019
Una breve reflexión sobre el
lenguaje de la música
“Y cuando el espíritu malo
de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y
Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” 1º
Samuel 16:23
Nadie puede negar que la
música en sí misma, es un lenguaje. El solo oír una melodía sin una letra o
poesía que la acompañe, inmediatamente producirá efectos en la sensibilidad y
la voluntad del individuo. Si la composición lleva tonalidades mayores, los
efectos serán distintos a si la composición lleva tonalidades menores o
disminuidas.
Entiendo que este comentario
preliminar podría parecer muy técnico, ya que no es fácilmente entendible por
quien no conoce la música desde su teoría y ejecución. Sin embargo, con tan
solo observar y meditar en el pasaje bíblico citado arriba, podemos descubrir
que la música en sí, es un lenguaje; y en lo particular, ahí se puede ver que
fue la interpretación del arpa de David la que aplacaba el pésimo estado
anímico que embargaba a Saúl.
En el lenguaje hebreo, la
depresión y el tormento en un individuo se relaciona directamente con la acción
de espíritus malos que venían a los seres humanos. Nosotros sabemos que existen
potestades superiores y huestes de maldad en las regiones celestes; eso es una
realidad y nunca estará en duda (Judas 1: 8-9, Efesios 6: 12). Lo
concreto, es que la biblia dice que Saúl mostraba una profunda y tormentosa
crisis anímica (del alma) que solo era aliviada bajo los efectos de la música
del arpa interpretada por David. Éste tocaba, y Saúl se aliviaba. Qué duda cabe
entonces, concluir de que era la música (sin letra) la que mejoraba el estado
de ánimo de Saúl.
Como vemos, la música en sí
misma es un lenguaje; ella comunica esperanza, melancolía, alegría o profunda
depresión, y todo, dependiendo de la estructura tonal de la composición. Por
ejemplo, se dice que en una producción cinematográfica, el éxito de la misma
depende en gran parte de la música. Una escena romántica, de acción, de terror
o de diversión, es nada sin la música de fondo. Descúbralo Ud. mismo en su
propio entorno. La música en sí misma comunica algo.
Este breve ejemplo bíblico
citado anteriormente, nos permite confirmar que la música en sí, es un
lenguaje. Por tal razón, la imperiosa necesidad de estudiar de manera breve y
simple, lo que significa el Lenguaje implícito que porta la música, dado que
los grandes errores doctrinales que han entrado en la iglesia de Cristo, se “lo
debemos” a este verdadero “caballo de Troya” invitado por los propios pastores
y líderes quienes dicen atrevidamente, presas de su propio pragmatismo: “no
importa la música; lo importante es la letra” ¿Lo ha escuchado Ud.?
Etimología de la Música
Lo primero es lo primero. La
palabra “música” deriva del término latín “musa” que
significa “espíritu”, por lo tanto, en su descripción conceptual, la música es
espiritual que proyecta inspiración (pneuma) y se mueve en lo
espiritual, es decir, la música comunica e inspira. Nunca debemos rebajar los
alcances que la música tiene. Pero por sobre todas las cosas, nunca olvidar que
la música la creó Dios para su gloria. El hombre no ha inventado la música, sino
que solo la ha descubierto, y tristemente la ha mal utilizado para su propia
perdición.
La Música en la creación
Un famoso compositor
austriaco, luego de viajar en una carreta cuya rueda quebrada emitía una
secuencia rítmica de seis octavo (6/8) y un sonido en cada giro, llegó a su
casa y transcribió en el papel, todo aquello que había quedado grabado en su
mente, produciendo finalmente una de las más afamadas composiciones musicales
que lo caracterizaron en el futuro. Con este simple ejemplo, podemos ver que la
música está presente en todas partes. En el latido del corazón o en el “tic tac
del reloj” (ritmo), en el trinar de los pájaros, en las olas del mar, en el
viento que se cuela entre los árboles, en el golpeteo de gotas de agua, etc. La
música está presente desde la creación y tiene el sello divino de la
incompresible trinidad de Dios. Así es; La música es trina; se compone de tres
elementos que son: Melodía – Armonía – Ritmo. Todo esto Dios lo
creó para su gloria.
La música está presente
desde los albores de la creación. La biblia registra que los descendientes de
Caín ya usaban instrumentos musicales (Génesis 4: 21). El
hombre ha descubierto el lenguaje musical implícito en el sello de la creación.
Primero descubrió <la melodía>, que es la composición tonal
independiente. Es la idea musical producida por un silbido, por un cantico
vocal, o por el soplar de un simple tubo vegetal mediante el manejo del
flujo de aire que permite el sonido de distintas notas musicales.
Luego descubrió <la
armonía> que es la reunión de distintos tonos, que juntos, adornan
agradablemente al oído la melodía previamente establecida. Y finalmente, se
descubre <el ritmo> que indica la pulsación, métrica y
velocidad de la composición creada entre la melodía y la armonía. En resumen,
el hombre descubrió y aprendió a componer mediante estos tres elementos
[melodía, armonía y ritmo] que conforman la música existente desde la misma
creación.
La Música en el cielo y el
trágico saldo en la tierra
La biblia también registra
un hecho muy importante respecto a la existencia de la música en el cielo.
Existió un querubín llamado Lucero que fue creado para ministrar a través de la
música celestial para la gloria de Dios. Pero como bien sabemos, la soberbia y
la osadía de Lucero al querer destronar a Dios, le costó su caída y
condenación. La biblia dice:
“…los primores de tus
tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu
creación…Tú, querubín grande, protector… Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad…Se enalteció tu
corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu
esplendor” Ezequiel 28: 13-17
“Descendió al Seol tu
soberbia, y el sonido de tus arpas;… ¡Cómo caíste del cielo,
oh Lucero, hijo de la mañana! Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en
lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del
testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las
nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” Isaías 14: 11-14
Estos dos pasajes
históricamente han sido considerados como la fuente principal que habla sobre el
origen de Satanás; su actividad, sus características y su ruina. Aquí le vemos
en ambos textos relacionados con instrumentos musicales. Se mencionan
tamboriles, flautas y arpas.
Desde aquí desprendemos la
conclusión de que Satanás conoce la composición de la música, y ahora como
ángel caído, se mueve a través de ella para seducir y engañar al hombre.
El hombre sin Dios, hace de
la música su propio dios. He conocido a personas que han dedicado su vida a la
música con una devoción idolátrica. La música es mayor que su familia y que su
propia fe. La música les ha cautivado a tal punto, que todo lo demás, inclusive
sus propias vidas han pasado a segundo plano.
Cuando observamos
detenidamente la historia de la música y de los grandes exponentes y
compositores, también vemos una evidente influencia e inspiración espiritual,
algunos con trágicas consecuencias que los llevaron a la muerte.
Tengo en la memoria algunos
ejemplos consistentes para demostrar que la música que no es destinada hacia El
Creador, puede pasar a ser “un dios” que conduce al individuo a su propia
ruina. Por ejemplo, el afamado Saxofonista estadounidense Charlie Parker,
considerado uno de los más grandes exponentes del jazz; sirvió a su dios “la
música” y para lograr la excelencia en la ejecución del saxofón, tenía que usar
grandes dosis de heroína, que finalmente lo llevo a la muerte a temprana edad.
Algo similar pasó con los grandes trompetistas Check Baker y Miles Davis.
De conocimiento más popular,
tan solo basta con nombrar a Jimmy Hendrix, Jim Morrison, Kourt Cobain, Janis
Joplin, Bob Scott, John Lennon, Elvis Presley, Michael Jackson, Amy Winehouse y
Whitney Houston, todos fallecidos por consumo de drogas, alcohol y suicidio.
Este es el trágico saldo de quienes rindieron sus vidas a la música sin Dios.
La Música en la iglesia y
“la nueva alabanza”
El uso de la música en la
iglesia debe ser cuidadosamente visado por quien tiene el deber de discernir y
conocer todo lo que se presenta en este artículo. El tal debe tener la humildad
de informarse antes de abrir las puertas de su iglesia local al “Caballo de
Troya” llamada música. Y cuanto más, cuando esta porta la mal llamada “nueva
alabanza”. Evidentemente la gran mayoría de pastores que hacen caso omiso a
advertencias como estas, argumentan que “no hay que ser tan legalista”.
Pero esto no es un asunto de legalismo, sino que de conciencia de lo que
significa el lenguaje de la música y lo que esta comunica a los miembros de una
iglesia.
Más que debatir Cuál es la
música que debemos tolerar en los cultos, primero es reconocer que la música en
sí es un lenguaje que comunica e inspira. Por lo tanto, debemos dejar ese
erróneo axioma que dice “la música no importa; lo importante es la letra”. Así
es como a través del tiempo se observan varios ministerios que nacieron en
medio de la música; sea rock, hip-hop, Rap o tropical. Muchos jóvenes fueron a
traídos a “la iglesia” a través de la música, pero no por el evangelio puro.
Por lo tanto, lo mismo que se les ofreció fuera de la iglesia, se les debe seguir
dando dentro, de lo contrario, vuelven a su estado original debido a que no
hubo una conversión genuina que solo la produce El Espíritu Santo y La Palabra
de Dios. Nada más. No puede haber sucedáneo ni aditivo humano que pueda
producir el nuevo nacimiento. No debemos engañarnos.
En la década del 90, las
iglesias evangélicas seducidas por la “nueva era”, también comenzaron a enseñar
cosas innovadoras que dieran un “nuevo aire” a sus feligresías, las cuales ya
no se satisfacían en la Palabra de Dios y la paciente espera de la promesa del
advenimiento de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, la gente necesitaba
algo “nuevo”, una “lluvia tardía” como ellos la calificaron,
utilizando tendenciosa y equivocadamente el texto señalado en el libro del
profeta Joel.
En medio de esta búsqueda de
algo nuevo, es como surgieron “nuevos adoradores” que comenzaron a abandonar
los himnos tradicionales con sus sólidas letras y música solemne, para
reemplazarlos por canticos de letras livianas y antropocéntricas acompañadas por
música que agrada a la carne y que activa las emociones. A esto se le llamó la
“nueva alabanza”.
Exponentes como el afamado
Marcos Witt, Danilo Montero, Jaime Murrel, Jesús Adrian Romero, Marcos Vidal,
Jacy Velásquez, Marcela Gándara, Hillsong, entre otros, han sido los promotores
de esta “nueva alabanza” que dicen ellos, ha sido un verdadero “nuevo bálsamo”
refrescante a una alicaída iglesia tradicionalista y conservadora amante de los
añejos himnarios. Sin embargo, de todo que esto que parecía ser bueno y una
nueva alabanza, terminó siendo el mismo caballo de Troya que dentro de sí,
traía la artillería ecuménica que ahora vemos con tanta nitidez. Esto me hace
recordar la advertencia de Pedro cuando decía:
“Pero hubo también falsos
profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán
encubiertamente herejías destructoras” 2 Pedro 2:1
Es en este período cuando se
comenzó a escuchar por primera vez conceptos como “adoradores”, “ministro de
alabanzas”, “pastor de adoración”, “levitas”, etc. Evidentemente era algo
“nuevo” que estaba ocurriendo en medio de la cristiandad, y los “amadores de lo nuevo” lo
abrazaron de manera inmediata, sin preguntar al Señor y sin discernir lo que
traía de fondo. Lo que importaba era que las reuniones ya no eran “muertas”
sino que llenas de la “presencia del señor”; que acarreaba más gente dentro de
la capilla, pero cuya evidencia era solo la emocionalidad; eran los
llantos, las manos levantadas y los supuestos cambios o conversiones de los
hombres lo que convencía a los pastores sobre un supuesto avivamiento. Por
consecuencia, toda iglesia que no crecía y que no tenía reuniones emocionales,
era una iglesia “muerta” y fuera de este marco de “avivamiento”, y todo, porque
no aceptaban ni promovían esta “nueva alabanza”.
Pero bien sabemos que
aquella “nueva alabanza” fue y es, uno de los tantos “caballos de Troya” que
han permeado iglesias evangélicas. Lo más terrible es que aquel “caballo” no solo
trae una nueva música, sino que también un “nuevo evangelio”. No obstante,
sabemos que no hay otro evangelio (Gálatas 1:8-9)
Es muy frecuente escuchar
ideas de modernización dentro de la iglesia, y específicamente respecto a la
música. Los himnos tradicionales, históricamente aprobados, ya no son
apetecidos ni valorados por esta oleada de cultores de la “nueva alabanza”. La
búsqueda de resultados numéricos y de transformar la iglesia en un núcleo
atractivo para el mundo, ha dado pie a una verdadera fiebre de pragmatismo y
sincretismo religioso, pretendiendo fusionar lo santo con lo profano a fin de
evangelizar.
El pretender igualar y hasta
reemplazar a los himnos tradicionales por la nueva alabanza, nos revela el
indigente estado espiritual y la ruina de la iglesia. Las composiciones
tradicionales son verdaderos estudios doctrinales, lleno de alabanza a Cristo y
su gracia. La nueva alabanza no hace otra cosa que repetir un par de frases y
ensalzar la virtud humana por sobre la gracia de Dios, y para que hablar de la
música que acompaña a estas famélicas composiciones, porque los ritmos
sensuales y casi eróticos que hoy se elevan como alabanzas a Dios, son
realmente impresentables.
La nueva alabanza apunta a
satisfacer al viejo hombre y no al espiritual. Es una gama de sonidos, melodías
y ritmos que despiertan la carnalidad emocional. La Biblia es muy específica en
declararnos cuál es la línea musical de los cánticos que deben estar dentro de
la iglesia, veamos:
“…hablando entre vosotros
con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones” Efesios 5:19
“cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”
Colosenses 3:16
En ambos textos, el adjetivo
que califica a los cánticos es la palabra “espirituales”. Los cánticos elevados
a Dios deben tener este sello. Los cánticos espirituales apuntan a ensalzar
espiritualmente a Cristo y a su obra con la letra, pero también con la música.
Sin duda, que la nueva alabanza carece de este principio. Si bien, la letra
puede hablar de Cristo, pero la música que están aplicando lo arruina todo.
Es un asunto sabido por
todos, y hay que ser humilde en reconocer esto. Sería muy extraño y hasta absurdo
celebrar una fiesta de cumpleaños escuchando la quinta sinfonía de Beethoven o
la obertura 1812 de Tchaikovsky ¿no cree? Por ejemplo, ¿Qué música acompaña a
una escena de terror en el cine? El que conoce el lenguaje de la música, sabe
que la composición debe ser basada en tonalidades menores y en intervalos de
segunda para crear suspenso en los canales auditivo-cerebrales del espectador.
Si este somero análisis lo
llevamos a la iglesia, podemos definir que la música que utilizamos para alabar
a Dios, en definitiva revelará la concepción que cada uno tiene de Dios. Si Ud.
cree que Dios se goza a los sones del Hip-Hop o del Rap, entonces qué
argumentos o derecho tiene para criticar a quienes utilizan los boleros, el
merengue o el rock pesado para “alabar” a Dios. Amados, No nos engañemos. La
biblia dice:
“Dios es espíritu, y los que
le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” Juan 4:24
Es muy importante considerar
el tipo de música que utilizamos dentro de nuestras reuniones, porque no
estamos para agradarnos a nosotros mismos, sino que debemos comprobar lo que es
agradable a Dios (Efesios 5:10) A Dios jamás le han agradado
las mixturas. Presentar el texto de Juan 3: 16 a los sones del hip-hop, de la
salsa o de la estridencia de una guitarra eléctrica, es como pretender unir el
aceite y con el vinagre. Esto es un asunto de Perogrullo (de todos sabido), sin
embargo la soberbia nuestra, nos impide aceptarlo como la verdad categórica y
radical.
En la actualidad, la nueva
alabanza ya está muy arraigada en muchas congregaciones, lo que ha permitido
que costumbres naturales del mundo se hayan incorporado deliberadamente dentro
de las reuniones. Ellos pretendiendo lograr un mundo cristianizado, finalmente
han mundanalizado a la iglesia. Café concert “cristiano”, desfile de modas
“cristiano”, recitales “cristianos”, completadas y tragos “cristianos”, etc.,
son algunas de las actividades que muchas congregaciones practican so pretexto
de llegar al mundo de manera atractiva.
La vestimenta con poco pudor
de la mujer o el pelo largo, los aros y moños en los varones, la música sensual
como “alabanza”, etc., son las clásicas características de los cristianos de
hoy. Esto ha ocurrido debido a la mala interpretación de lo que significa la
gracia y la libertad que Dios nos ha otorgado, y a no entender la gran
diferencia que existe entre el legalismo y la interpretación bíblica, temerosa
y subordinada a las instrucciones y deseos del Señor. El propio Señor dijo:
“¿Por qué me llamáis, Señor,
Señor, y no hacéis lo que yo digo”? (Lucas 6: 46)
Como
se dijo anteriormente, satanás conoce la música y sabe cómo seducir y engañar a
través de ella. Pablo advirtió a los Corintios acerca de la seducción de los
sentidos:
“Pero temo que como la
serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera
extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” 2 Corintios 11:3
Los sentidos son muy
vulnerables ante la inspiración de la música. Un individuo abre su mente, sus
emociones y su voluntad cuando la música que escucha tiene una composición
tonal que le lleva a llorar mediante una atmósfera melancólica. Dicha
composición no necesita letra para producir la emoción en la persona.
Por lo tanto, una reunión en
donde se explotan las emociones mediante la música y las palabras manipuladoras
de quien la expone, puede llevar a una gran masa de personas a modificar su
comportamiento, y formatearlo de acuerdo a los intereses y perspectivas del
líder manipulador. Esto explica la razón del por qué luego de la entrada de la
música espuria en la iglesia, inmediatamente después, también entra la
desviación de la doctrina. Sin exagerar, es como una verdadera sesión de
hipnosis colectiva a través de la música. Por eso el cuidado que se advierte al
uso de la música dentro de la iglesia.
Los efectos de la música en
las emociones y voluntad de las personas, es un hecho que está comprobado
inclusive de manera científica. El cerebro recibe las vibraciones que produce
la música de acuerdo a su estructura tonal (frecuencia, armónicos, etc.) y
según el ritmo, alterará finalmente parte de la corteza cerebral en donde se
aloja el juicio de la persona.
Una música suave con una
tonalidad determinada, llevará al individuo a emocionarse. Una melodía con otra
estructura tonal y de ritmo, puede llevar a la misma persona a despertar la
sensualidad, etc. Por tal razón, muchos emplean la música para motivar
trabajadores, estimular a los lactantes, alegrar las fiestas, etc. Nadie puede
dudar que la música crea atmosferas y modifica el comportamiento de una
persona; o le levanta el ánimo, o la lleva a una profunda melancolía y
depresión inclusive.
Amados hermanos, como
conclusión podemos afirmar con toda seguridad de que la música en sí misma es
un lenguaje que comunica algo. No se trata solo de la letra como
enseñan irresponsablemente los ”doctores” de hoy. He aquí cuando tú, estimado
pastor y líder de una iglesia, debes tomar la decisión de someterte a la
novedosa idea de usar música incorrecta para “alabar” al Señor, con toda las
consecuencias que eso acarreará consigo al corto o mediano plazo, o
preferiblemente obedecer a lo que Dios dice en Su infalible Palabra respecto a
preservar en canticos e himnos espirituales, que eleven nuestros espíritus a
Dios, y que no despierte las emociones y la inconsistencia de nuestra carne.
Ahora es tu responsabilidad hacer que lo que debes hacer.
LA LETRA TAMBIÉN ES UN PROBLEMA
Es necesario agregar, que
la letra de las canciones de los cantantes cristianos contemporáneos y
comerciales, tienen, en su mayoría, errores doctrinales, desde leves a serios y
heréticos. Algunos de los más reconocidos cantantes, mal llamados salmistas,
predican la palabra con fuertes errores en la enseñanza del evangelio, como por
ejemplo Jesús Adrián Romero, que ya nos tiene acostumbrados a sus “metidas de
pata” en la predicación.
Que la gracia de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo nos ayude a discernir sobre este importante tema
que ha sido crucial ante la apostasía que está entrando en muchas iglesias que
antes perseveraban en la doctrina apostólica. Que así sea, amén.
Autor: PEL
Fuente: Solo por Gracia. Iglesia cristiana en Pueblo Alto Chile
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