19 dic 2018
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Qué significa en Juan 3:16 que Dios amó al mundo?
Qué significa en Juan 3:16 que Dios amó al mundo?
Juan
3:16 contiene una de las declaraciones más sorprendentes de toda la
Escritura: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna”. El amor de Dios es tan inmenso, tan sorprendente, que Él amó al mundo.
Pero ¿qué significa eso? ¿Cómo podemos medir el amor de Dios, tomando en cuenta
que Él amó al mundo?
Muchos interpretan este
grandioso versículo de la Biblia como si estuviera diciendo que el amor de Dios
es tan basto que Él envió a Su Hijo a morir en una cruz por todas y cada una de
las personas que han vivido, viven y vivirán en el mundo. Según algunas estadísticas,
en el mundo han nacido hasta la fecha unas 70 mil millones de personas. Y quién
sabe cuántas más nacerán antes de que la historia humana llegue a su fin. “Pero
el amor de Dios es tan grande”, dicen algunos, “que Él envió a Su propio Hijo a
morir por todas y cada una de esas 70 mil millones de personas. Así de grande
es el amor de Dios”.
Y aunque parezca
sorprendente que Dios pueda amar a tantas personas a la vez, no pienso que esa
sea la medida que Juan está usando aquí para mostrarnos la grandeza del amor de
Dios.
No olvidemos quién es ese
Dios que amó de tal manera al mundo. Nuestro Dios no tiene límites de ningún
tipo en ninguna de Sus capacidades. Dice el profeta Isaías, hablando obviamente
en lenguaje figurado, que toda el agua de todos los océanos cabe en el hueco de
Su mano y que Él puede tomar la medida del Universo con Su palmo. Y por si todo
esto fuera poco, Él conoce por nombre cada una de las estrellas de todas y cada
una de las galaxias. “Tal es la grandeza de Su fuerza, y el poder de Su
dominio”, dice en Isaías 40:26.
Así que no podemos medir la
grandeza del amor de Dios tomando como punto de referencia la cantidad de
personas que pueblan nuestro planeta. Eso sería tan sorprendente como el hecho
de que un levantador de pesas olímpico fuera capaz levantar un grano de
arroz. Por otra parte, aquellos que interpretan la palabra “mundo” de esa
manera, sin darse cuenta, y estoy seguro que sin quererlo, terminan
empequeñeciendo y limitando el amor de Dios. Permítanme explicar a qué me
refiero.
Es evidente que no todas las
personas se salvan. Así que si la palabra “mundo” aquí señala a todos y cada
uno de los seres humanos que han vivido, viven y vivirán en el planeta, tenemos
que llegar a la conclusión de que lo único que Dios hizo a favor de todos esos
individuos fue abrirles un camino de salvación y luego dejar en sus manos la
posibilidad de salvarse. Como si el texto dijera que Dios amó de tal manera a
todos y cada uno de los seres humanos que han vivido, viven y vivirán en este
mundo, que dio a Su Hijo unigénito para hacer posible que cualquier de ellos
pueda salvarse, pero sin asegurar la salvación de ninguno.
Sin embargo, es imposible
que interpretemos este texto de esa manera. Si Dios dejara en nuestras manos la
decisión final de aceptar a Jesús, nadie sería salvo, porque ningún hombre en
su estado natural está inclinado a creer en Él y someterse a Su autoridad.
Escuchen lo que sigue diciendo Juan en Juan
3:19-20: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque
todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus
obras no sean reprendidas”.
Todo el que hace lo malo
aborrece la luz y, por lo tanto, no viene a la luz. Y ¿cuántas personas del
mundo hacen lo malo? Todas y cada una de ellas, como dice Pablo en Rom.
3:12: “no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. De
manera que si Dios el Padre se hubiera limitado a enviar a Su Hijo a morir por
todos los habitantes del planeta, y luego hubiera dejado en nuestras manos la
decisión final de la salvación, nadie hubiera sido salvo. Pero Cristo vino al
mundo a salvar y no simplemente a crear la posibilidad de que alguien se
salvara.
¿Qué significa, entonces,
que Dios amó al mundo? Cuando Juan usa la palabra “mundo” en su evangelio,
generalmente es para referirse al sistema de maldad imperante en este mundo y
que se opone radicalmente a Dios y a Sus caminos. Más adelante, en los
capítulos 14 al 16 del evangelio de Juan, el Discurso del Aposento Alto, uno de
los temas prominentes de ese discurso es la oposición que el mundo levanta
contra los cristianos por el simple hecho de ser cristianos: “Si el
mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” (Jn.
15:18). Es por causa del aborrecimiento que el mundo siente por
Cristo que el mundo aborrece a todos los que son de Él. Pero fue precisamente
por amor a ese mundo que lo aborrece, que Dios el Padre envió a Su Hijo.
Como dice el teólogo Benjamín
Warfield, lo que Juan quiere mostrarnos en este texto no es “que el mundo es
tan grande que hace falta mucho amor para abarcarlo todo, sino que el mundo es
tan malo que hace falta un amor” demasiado grande para poder amarlo, y sobre
todo cuando pensamos en el hecho de que ese amor le costó entregar a Su Hijo.[i] Ese Dios, sigue diciendo Warfield,
“cuya santa justicia se inflama de indignación ante la visión de toda
iniquidad, y cuya absoluta santidad se aparta con horror ante cualquier
impureza, ama a este mundo pecador a pesar de todo… de tal manera que ha dado a
Su Hijo unigénito para que muera por él”.[ii]
Autor Sugel Michelen
Fuente: Todo pensamiento cautivo
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