26 dic 2018
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explicación de versículos
Romanos 3. 27
Romanos 4: 5
salvación por Gracia
salvación por obras?
Santiago 2: 14
versículos malinterpretados
Fe y obras. Se contradicen Pablo y Santiago?
Fe y obras. Se contradicen Pablo y Santiago?
¿De qué sirve, hermanos
míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe
salvarle? Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento
diario, y uno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les
dais lo necesario para su cuerpo,
¿de qué sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras,
y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno. Haces bien;
también los demonios creen, y tiemblan. Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh
hombre vano, que la fe sin obras es estéril? ¿No fue justificado por las obras
Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar? Ya ves que
la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe
fue perfeccionada; y se cumplió la Escritura que dice: Y Abraham creyó a Dios y
le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis que el
hombre es justificado por las obras
y no sólo por la fe.
Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los
mensajeros y los envió por otro camino? Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así
también la fe sin las obras
está muerta.
Romanos 3:27-4: 5
¿Dónde está, pues, la
jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿La de las obras? No, sino por la ley
de la fe. Porque concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de
las obras de la ley. ¿O es Dios el
Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí,
también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual
justificará en virtud de
la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos. ¿Anulamos
entonces la ley por medio de la fe? ¡De ningún modo! Al contrario, confirmamos
la ley. ¿Qué diremos, entonces, que halló Abraham, nuestro padre según la
carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué jactarse,
pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y
le fue contado por justicia. Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le
cuenta como favor, sino como deuda; mas al que no trabaja, pero cree en aquel
que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia"
LA PALABRA DE DIOS NO SE
CONTRADICE A SÍ MISMA
Nosotros creemos que la
Biblia está inspirada por Dios (2 Timoteo 3: 16). Es la mismísima palabra de
Dios, escrita. Por tanto, creemos que la Biblia es verdadera y coherente, no
nos enseña cosas que sean falsas, no se contradice a sí misma. Creemos esto
porque el propio Jesucristo se ha hecho real para nosotros y ha demostrado ser
el fidedigno Hijo de Dios. Él nos ha enseñado que las Escrituras no pueden ser
quebrantadas (Juan 19: 35). Él nombró apóstoles para que enseñaran a la iglesia,
y prometió guiarlos a toda la verdad (Juan 16: 13). Él nos ha dado su Espíritu
para que sean abiertos nuestros ojos y veamos la realidad por lo que es (1 Corintios 2: 14-15). Así, nosotros hemos venido a recibir su Palabra como la
mismísima Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2: 13), libre de error y
contradicción, porque Dios es verdadero y no un Dios de confusión.
LA AMBIGÜEDAD DE LAS
PALABRAS
Pero esto no quiere decir, que no existan doctrinas difíciles en la Biblia, que generan dudas o controversias y, que nos hacen creer que las Escrituras contienen pasajes que pareciera que se contradijeran. Somos finitos. Somos pecadores.
Somos culturalmente prejuiciosos. Y el lenguaje, en sí, puede confundirnos
cuando diferentes palabras llevan el mismo significado, y cuando las mismas
palabras llevan diferentes significados. Tomen la sencilla palabra
inglesa “rock” Puede significar una piedra, o un estilo de
música, o algo que tú haces en un sillón (mecerse), o el nombre de un hombre. O
tomen la palabra Griega zelos que puede ser “celoso” en un mal
sentido, o “celo” con un buen sentido. Así que si alguien te dice, “Yo pienso
que debemos luchar por vencer todo el zelos en nuestras
vidas,” antes de estar de acuerdo o en desacuerdo, ¿Qué debieras preguntarle?
Deberías pedirle que definiera el término zelos. O considera a
un inglés diciendo, “juguemos football ésta tarde,” a lo que
respondes, “No, me gustaría jugar soccer”. Que pérdida de
tiempo pasar la tarde discutiendo acerca de que deberían jugar, cuando las
palabras “football” para un inglés, y “soccer” para
un americano significan lo mismo.
De modo que, la misma
palabra puede tener diferentes significados. Y palabras diferentes, pueden
tener el mismo significado. Esto es cierto en la Biblia, tanto como en otros
libros y conversaciones. Jonathan Edwards llegó al final de uno de sus
boletines diarios después de argumentar que la frase “deber moral” era una
redundancia, ya que “todo deber, absolutamente, es un deber moral”. Y la última
oración es un suspiro de resignación hacia el mundo de las palabras: “¡Oh, en
que gran medida está siendo el mundo oscurecido, nublado, distraído,
despedazado, por esos mortales enemigos de la clase humana llamados Palabras!”
(Miscelánea # 4). Por supuesto, eso es una exageración, y si bien en ocasiones
las palabras son irritantes, también son un precioso medio de comunicación.
Pero en ocasiones, cuando
tratamos de resolver problemas en la Biblia nos sentimos como Edwards. La
inspiración de la palabra de Dios es como la encarnación del Hijo de Dios.
Cuando el Hijo de Dios se volvió un ser humano, se volvió vulnerable al abuso y
a la muerte. Cuando la palabra de Dios se convirtió en lenguaje humano, se
volvió vulnerable a la ambigüedad y al malentendimiento.
UNA CONTRADICCIÓN APARENTE
ENTRE PABLO Y SANTIAGO
Toda esa introducción es
simplemente para preparar el terreno a la aparente contradicción existente
entre Pablo y Santiago sobre la doctrina de la justificación por fe.
La semana pasada expuse los
argumentos de Romanos 4:1-5 para la verdad de que somos justificados sólo por
fe, y no por obras. Ya lo puedes ver, por ejemplo, en Romanos 3:28: “concluimos
que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley”;
y más específicamente en Romanos 4: 5: “más al que no trabaja, pero cree en
aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia”. De modo que el
veredicto de Dios de no culpable y la imputación de su propia justicia a
nosotros, en Cristo Jesús, en el comienzo de nuestra vida cristiana, es sólo
por fe, sin nada más que nos recomiende a Dios. Confiamos en su gracia gratuita
para que nos perdone y nos absuelva, y nos considere como justos debido a la
obra de Cristo. Así es como comenzamos en la vida cristiana -justificados sólo
por fe.
Ahora, ustedes han escuchado
los versículos de Santiago que parecen contradecir esto. Veámoslo de nuevo.
Santiago 2: 21, “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció
a Isaac su hijo sobre el altar?”. Y Santiago 2: 24, “Vosotros veis que el hombre es
justificado por las obras
y no sólo por la fe”.
De modo que pueden ver que Santiago no solo dice que una persona es justificada
por las obras, sino que también niega que la justificación sea sólo mediante la
fe. Al menos utiliza palabras que, enfrentándolas aisladas, parecen significar
algo muy diferente a lo que dice Pablo.
¿REFUTA SANTIAGO A PABLO, O
A UN ABUSO DE LA ENSEÑANZA DE PABLO?
Entonces la pregunta clave
aquí es: ¿Es el propósito de Santiago refutar la doctrina de Pablo de que la
justificación es sólo por fe, lo que significaría que hay una contradicción
masiva en la Biblia? ¿O es el propósito de Santiago refutar un abuso de la
enseñanza de Pablo y enviar un correctivo a las iglesias a las que estaba
escribiendo? Quiero tratar de mostrarles que aquí Santiago no está
contradiciendo a Pablo, sino enseñando algo compatible con la enseñanza de
Pablo y corrigiendo un mal uso de la enseñanza de Pablo.
Pablo estaba bien consiente
de que su enseñanza de que la justificación es sólo por fe estaba siendo
tergiversada y mal utilizada por aquellos que decían, “Bien, si mientras
todavía somos impíos somos justificados sólo por fe, y esto magnifica la gracia
de Dios, entonces sigamos pecando, porque de todas formas somos salvos y la
gracia de Dios obtendrá más gloria”. Esto lo pueden ver, por ejemplo, en Romanos
3: 8: “¿Y
por qué no decir (como
se nos calumnia, y como algunos afirman que nosotros decimos): Hagamos el mal
para que venga el bien?” Así que Pablo sabe que está siendo calumniado:
‘Pablo enseña que mientras más mal haces más bien viene de Dios, porque la
gracia de Dios se glorifica al justificar al impío’.
O consideren Romanos 5: 20.
Pablo dice: “la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el
pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Pablo sabe que algunos están
diciendo, ‘Bien, si la gracia abunda donde se incrementa el pecado, ¿Qué
diremos?’ Romanos 6: 1, “¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en
pecado para que la gracia abunde?” Eso es lo que estaban diciendo, “¿Continuaremos
en pecado para que la gracia abunde?”.
Ahora bien, Pablo tiene
respuestas a esta clase de tergiversación y abuso superficial de su enseñanza.
Implícitamente tiene respuestas en todas sus cartas para demostrar como las
buenas obras y el amor, necesariamente fluyen de la verdadera fe justificadora.
Por ejemplo, en Gálatas 5: 13 Pablo dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad
fuisteis llamados; sólo que no uséis la
libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los
otros”. De modo que somos asombrosamente liberados de los mandamientos
de Dios como una vía de justificación. Pero entonces ¿Sitúa Pablo a las obras
del amor en la cima de esa libertad, como un nivel de deber legal? Tienes un
buen comienzo a través de la justificación que es sólo por fe. ¿Pero existe
ahora otra vía, aparte de la fe, para hacer lo que se debe hacer y convertirse
en una persona amorosa?
LA FE OBRA POR MEDIO DEL
AMOR
No. Examinen Gálatas 5: 6, un
texto crucial para ver a Pablo y a Santiago en armonía el uno con el otro. “Porque
en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino
la fe que obra por amor”. Y cuando Pablo trató con el abuso de su
doctrina de que la justificación es sólo por fe, dijo: No son las obras
adicionales, como la circuncisión, las que ganarán el favor de Dios. ¿Entonces
qué? Es la “fe que obra por el amor”. Noten muy cuidadosamente lo que dice.
¿Qué cuenta para Dios? La “fe”. ¿Pero cuál fe? La “fe que obra por el amor”. No
dice que lo que cuenta para Dios es la “fe”, más el nivel de obras de amor
adicionales a la fe. Pablo dice que lo que cuenta para Dios es la clase de fe
que por su naturaleza produce amor. Pero es la fe la que nos da nuestra buena
posición ante Dios. El amor que viene de ella, sólo muestra que la misma es, de
hecho, una fe justificadora, real, y viva.
Ahora bien, eso es, a mi
entender, lo que Santiago estaba intentando hacer llegar a sus iglesias. La fe
sin amor es absolutamente inútil; y cualquiera que venga y diga ‘Nosotros somos
justificados sólo por fe; por tanto, no hace falta ser una persona amorosa para
ir al cielo’, no está diciendo la verdad.
Veamos como Santiago corrige
esta tergiversación de la enseñanza de Pablo. Es aquí donde tienen que tener
cuidado con las palabras -¿Qué quiere decir Santiago con las palabras que usa?
Aun cuando sus palabras pueden parecer estar en conflicto con Pablo, ¿es esa su
intención?
La preocupación de Santiago
tiene que ver con una clase de fe falsa que no produce amor. Esta fe no puede
justificar a nadie. Versículo 14: “¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice
que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarle?”. Allí pueden
ver cuál es su preocupación. ¿Podría esa fe salvarte? Una fe así no va a
salvar. ¿En qué clase de obras está interesado Santiago? En la misma que Pablo
-las obras de amor. Versículos 15-16: “Si un hermano o una hermana no tienen
ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo,
¿de qué sirve?”. Entonces lo que preocupa a Santiago es que las personas tengan
una verdadera fe salvadora, no una fe falsa. Y la diferencia es que la fe
verdadera produce un comportamiento amoroso.
Él tiene tres formas de
describir está falsa fe. Primera en el versículo 17, dice que es muerta: “Así
también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta”. Es una fe muerta.
Si la fe no obra por “el amor” como Pablo dijo, está muerta. Segunda forma, en
el versículo 19 dice: “Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los
demonios creen, y tiemblan”. Existe una fe que hasta los demonios tienen,
específicamente, la creencia en la doctrina correcta. La fe que justifica y
obra por el amor no es simplemente creer en las doctrinas correctas como “Dios
es uno”. Los demonios pueden ser ortodoxos a nivel intelectual. Ellos creen.
Pero ello no les salva. Entonces hay una fe muerta y una fe de los demonios.
Tercera, dice en el versículo 20: “Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre
vano, que la fe sin obras es estéril [literalmente, muerta]?”. Así que
existe una fe que es inútil, inactiva, inefectiva, vana, y vacía.
Entonces tenemos tres
formas, en este pasaje, en las que Santiago habla acerca de la fe para
demostrar que la fe que él dice que no puede justificar, es una fe con la que
Pablo está totalmente de acuerdo que no puede justificar –la fe muerta, la fe
de los demonios, y la fe inútil- la fe que no tiene vida vital que obra por el
amor.
ABRAHAM COMO EJEMPLO PARA
AMBOS, PABLO Y SANTIAGO
Ahora bien, “¿Cómo expone
Santiago sus argumentos a partir de la vida de Abraham –que fue lo mismo que
vimos hacer a Pablo en Romanos 4? Bien, lo hace así: toma dos sucesos en la
vida de Abraham. El primero, (en Santiago 2: 22) es de Génesis 15: 6 Dios le
promete a Abraham un gran ejército de descendientes aunque su esposa está estéril.
El versículo 23 cita la fe de Abraham según Génesis 15: 6: “Y Abraham creyó a Dios y le fue
contado por justicia”. Eso es exactamente lo que Pablo hace con ese
suceso y con ese versículo (Romanos 4: 3). Una cosa es contada por justicia: la
fe. Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
La fe, no las obras, le fue
contada por justicia.
Pero luego Santiago se
percata de que en Génesis 22: 1 “Dios probó a Abraham”, mandándole a que
ofreciera a su hijo Isaac en holocausto. ¿Qué estaba probando Dios? Él estaba
probando su fe. ¿Qué estaba buscando?, estaba buscando una clase de obediencia,
u obras que mostrasen que la fe de Abraham no era una fe muerta, o como la de
los demonios, o inútil. Así que el tema en Santiago 2: 21 (donde Abraham ofrece
a Isaac) no es el primer acto de justificación que pone a Abraham a bien
delante de Dios. El tema es la prueba: ¿Era la fe de Abraham la clase de fe
viva que produce “obediencia a la fe” o la clase muerta que no causa efecto
alguno en la vida?
LA “JUSTIFICACIÓN POR OBRAS”
DEFINIDA POR PABLO Y POR SANTIAGO
Así que cuando Santiago dice
en el versículo 21 que Abraham fue “justificado por las obras”, tiene en mente
un significado que difiere al de Pablo, cuando Pablo niega que el hombre sea
justificado por obras (Romanos 3: 28; 4: 2; 4: 5). Santiago está respondiendo la
pregunta: ¿El reconocimiento en curso, y final, de la justicia de Abraham
depende de las obras como la evidencia necesaria de una fe verdadera y viva? La
respuesta de Santiago a esa pregunta es: sí. Y la respuesta de Pablo también es
sí, en Gálatas 5: 6 (lo único que cuenta es “la fe que obra por el amor”). Si le
preguntas a Santiago y a Pablo, “¿Cómo un impío se pone a bien para con Dios y
recibe la justicia de Dios, que es en Cristo, como un regalo?” Ambos, Santiago
y Pablo, responderían con las palabras de Santiago 2:23: ‘Cree en Dios (cree en
Cristo) y esa fe le será contada por justicia’.
Pero si les preguntas, “¿La
justificación, como una buena posición, en curso y final, ante Dios, depende de
las obras del amor?” Pablo va a decir, ‘No, si por obras te refieres a actos
hechos para mostrar que merece la bendición permanente de Dios (El punto de
Romanos 4:4)’. Y Santiago va a decir, ‘Sí, si por obras te refieres al fruto y
a la evidencia de la fe, como la obediencia de Abraham en el monte de la tierra
de Moriah’. Y Pablo va a decir, ‘Yo estoy de acuerdo con Santiago, basándome en
sus definiciones’, Y Santiago va a decir, ‘Yo estoy de acuerdo con Pablo,
basándome en sus definiciones’.
Así que cuando Pablo
renuncia a la “justificación por obras” renuncia a la opinión de que cualquier
cosa que hagamos junto con la fe nos es contada por justicia. Solamente la fe
obtiene el veredicto, inocente, cuando nos convertimos en cristianos. No son
aceptadas obras de ninguna clase en el momento de la justificación inicial.
Pero cuando Santiago afirma “justificación por obras”, quiere decir que las
obras son absolutamente necesarias en la vida en curso de un cristiano, para
confirmar y probar la veracidad de la fe que justifica.
Para Pablo, “justificación
por obras” (que rechaza) significa ‘ganar una buena posición ante Dios mediante
los méritos de las obras’. Para Santiago, “justificación por obras” (que
acepta) significa ‘mantener una buena posición ante Dios, sólo por fe, con la
necesaria evidencia de la fe; es decir, las obras de amor’.
Para expresarlo aun de otra
manera: Cuando Pablo enseña en romanos 4:5 que somos justificados sólo por fe,
quiere decir que lo único que nos une a Cristo por justicia es la dependencia
en Cristo. Cuando Santiago dice en Santiago 2: 24 que no somos justificados sólo
por fe él se refiere a que la fe que justifica no permanece sola. Estas dos
posiciones no son contradictorias. Sólo la fe nos une a Cristo por justicia, y
la fe nos une a Cristo por justicia no permanece sola, lleva el fruto del amor,
debe hacerlo así o es una fe muerta, como la del demonio, inútil; y no
justifica.
La gloria de Cristo en el
evangelio no es solo que somos justificados cuando dependemos enteramente de
Cristo, sino también que depender enteramente de Cristo es el poder que nos
hace personas nuevas y amorosas. Dependiendo enteramente de Cristo es como
somos justificados y santificados. Pablo dio una nota. Y Santiago dio la otra.
Ambas son verdaderas, y juntas traen a Cristo la debida gloria a su nombre.
una nota. Y Santiago dio la otra.
Ambas son verdaderas, y juntas traen a Cristo la debida gloria a su nombre.
Autor: John Piper
Fuente: Desiring God
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